por ELEONORA ALBANÓ*
Reflexiones sobre la colonialidad de las Big Techs en su relación con la ciencia y el totalitarismo
En textos y videos recientes, Slavoj ŽiŽek ha estado prestando cada vez más atención a lo que él llama cerebro cableado. El término se refiere a los implantes, desarrollados conjuntamente por la neurociencia y la bioingeniería, para rehabilitar las funciones de los tejidos cerebrales lesionados mediante la emulación digital de sus patrones de activación. La traducción que parece más plausible es “cerebro cableado”, ya que 'conectado' abarca tanto las conexiones cableadas como las inalámbricas. En todo caso, la aplicación que interesa al filósofo no es la médica, sino otra, propuesta recientemente por startups del mercado de dispositivos inteligentes. Estos, como era de esperar, pertenecen a los conglomerados de la Grandes tecnologías.
Así como ya nos atrae con hogares y ciudades inteligentes, este mercado pronto intentará seducirnos con estimuladores digitales de la cognición y la inteligencia. Últimamente, los directores ejecutivos de empresas en el campo han afirmado un progreso revolucionario en la adaptación de la interfaz cerebro-máquina para este propósito. Según sus declaraciones a la prensa,[i] Los implantes desarrollados con fines médicos se han adaptado para leer la mente, acelerar el razonamiento y resolver problemas con la ayuda de algoritmos que buscan información pertinente en Internet y la procesan con una velocidad y eficiencia sin precedentes.
ŽiŽek toma el valor nominal de estas afirmaciones como pretexto para ejercitar su imaginación hegeliana y psicoanalista sobre lo que podría ser una conciencia “absoluta” surgida de internet. En ese sentido, advierte a los candidatos a participar de esa hipotética mente colectiva “posthumana” o “casi divina” -ya que omnipresente y omnipotente- Su apuesta es que, al fin y al cabo, el sentimiento de incompletud, inalienable para los humanos, hará una diferencia. retorno siniestro, en forma de plenitud abrumadora, para despojar a los “posthumanos” de privacidad e identidad.
Además, como pensador político marxista, el filósofo está correctamente preocupado por los mecanismos de dominación y control social que subyacen a la nueva tecnología. Sin embargo, su razonamiento a este respecto cae presa de las trampas de los especialistas en marketing. Primero, nos sorprende la afirmación de que el capitalismo de vigilancia es solo un paso intermedio hacia la distopía poshumanista, ya que será superada por la comunicación directa entre cerebros cableados.
Aún más inesperada es la cita de la fuente que supuestamente respalda el argumento: “El desarrollo gradual de la comunicación en la dirección de agregar capas adicionales de mediación (palabra hablada, escritura, telégrafo, teléfono, Internet) se interrumpe aquí y la perspectiva de un enlace directo saltando estas capas adicionales implica no solo mayor velocidad sino también precisión: cuando pienso en algo, por ejemplo, no tendré que traducir mi pensamiento en signos lingüísticos que simplifican brutalmente el significado, mi pareja percibe directamente lo que pienso – o, para citar a Musk, “Si tuviera que comunicarle un concepto, esencialmente se involucraría en la telepatía consensuada. No necesitarías verbalizar a menos que quieras agregar un poco de estilo a la conversación o algo así (…) pero la conversación sería una interacción conceptual en un nivel que es difícil de concebir en este momento”.[ii],[iii]
La futurología de ŽiŽek tropieza y se derrumba al respaldar acríticamente las afirmaciones publicitarias de un multimillonario megalómano científicamente lego. La adhesión a las crudas ideas de Musk revela desinformación no solo sobre los mecanismos de control del capitalismo de vigilancia, sino también sobre el estado del arte de la discusión filosófica y científica sobre el papel de los conceptos en la cognición y la comunicación humanas.
A continuación veremos que el capitalismo de vigilancia ya tiene suficientes recursos para apoyar una campaña de marketing máquinas de leer la mente. Para ello, debemos comprender que la manipulación y la modificación del comportamiento ya disponibles son capaces de evocar, sin llegar a emular, a los superhéroes y antihéroes telepáticos de la ficción contemporánea. A continuación, veremos cómo los científicos de la mente de hoy contribuyen, deliberadamente o no, a la fabricación de estos factoides. Finalmente, reflexionaremos sobre el avance de la colonización generalizada y avanzada de la comunidad científica por Grandes tecnologías y sobre cómo este horizonte futurista puede afectar la democracia en el mundo y, en particular, en los países periféricos.
Trucos de lectores de mentes
Podemos empezar preguntándonos cómo actúan los personajes clásicos dotados de la capacidad de “adivinar” intenciones y motivos ocultos sin recurrir a medios paranormales. Son, en general, detectives, médiums, sinvergüenzas o, simplemente, personas interesadas en conocer mejor su lugar en un entramado de relaciones complejas y oscuras. La respuesta obvia es: buscan y rastrean suficientes pistas para formular hipótesis y seguirlas en silencio.
Así funcionan los algoritmos detrás de lo que llamó Shoshana Zuboff gran otro,[iv] a saber: los mecanismos de extracción, mercantilización y control de datos digitales que pasan desapercibidos mientras buscamos nuevas formas de predecir y modificar comportamientos con potencial rentable. Así, las formas tradicionales de personalizar el marketing se volvió más sofisticado y evolucionó hacia lo que se denominó perfiles de consumidores.
Es un conjunto de medios de cruce de datos de varios tipos para producir un persona único para cada internauta. La ubicación y los clics conforman, en general, los registros geográficos y demográficos, imprescindibles para cualquier perfil; pero también pueden alimentar algunos de los llamados registros 'psicográficos', como los rasgos de personalidad más obvios (por ejemplo, extraversión/introversión, adaptabilidad), intereses, valores, hábitos y estilo de vida. Estos medios crean la estructura básica del persona y se complementan con otros para individualizarlo.
Para eso, el gran otro emplea ampliamente el análisis de voz y las expresiones faciales. Todos sabemos que las cámaras y los micrófonos son parte de la vida cotidiana de todos los usuarios de computadoras, tablets, teléfonos inteligentes, etc. Lo que muchos no se dan cuenta es que tales dispositivos recopilan información más allá de lo necesario para su uso. Por ejemplo, una conversación doméstica sobre compras de comestibles o aplicaciones financieras pronto trae ofertas de estos productos en teléfonos celulares conectados en la vecindad. Lo mismo ocurre con nuestros estados de ánimo y emociones detectables en la voz o las expresiones faciales, que se analizan y etiquetan continuamente para su uso comercial oportuno.
Una rica fuente de información psicográfica es la industria del entretenimiento. Los juegos digitales aportan copiosos datos sobre hábitos, intereses y valores y evolucionan para volverse cada vez más inmersivos e interoperables, es decir, capaces de incluir al consumidor -que toma el control de los personajes que utiliza como avatares e interactúa con otros internautas igualmente dotados-. Sin embargo, tienen un grave defecto para el gran otro: solo reúnen gente acostumbrada a este tipo de entretenimiento.
No sorprende que la solución esté en camino. Recientemente, las tecnologías de realidad virtual y realidad aumentada, implantadas en tres dimensiones visibles a través de lentes especiales, comenzaron a usarse para crear mundos digitales capaces de proporcionar no solo entretenimiento, sino también negocios y relaciones. Es lo que se ha denominado el “Metaverso”, basado en una novela de ciencia ficción de Neal Stephenson, publicada en 1992.[V]
En ese trabajo, el Metaverso era un mundo virtual tridimensional a través del cual las personas escapaban de una realidad distópica. Todo lo que no se podía vivir en el mundo real se vivía en él. Actualmente hay una carrera entre los Grandes tecnologías hacer viable esta tecnología y con ella constituir nuevos mercados. Por cierto, fue ella quien motivó el reciente cambio de nombre de Facebook.
Metaverso promete ser una ventana a los deseos y fantasías más ocultos de los internautas. No hay escapatoria a su uso psicográfico. Una vez sumergido y en acción, un avatar está bajo vigilancia continua. Con ello, la elaboración de perfiles se ampliará y acabará incluyendo información sobre la psicología de los individuos que ni ellos mismos conocen. En todo caso, no faltarán psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas tercerizados y precarios,[VI] al servicio de empresas especializadas en el etiquetado de este tipo de datos.
Por lo tanto, un supuesto dispositivo de facilitación cognitiva en realidad no necesitará leer la mente del cliente para ayudarlo a superar las dificultades para resolver un problema. En cambio, puede observar sus pruebas y errores hasta que detecta la pregunta y luego la pasa a algoritmos inteligentes que buscarán la respuesta. Ésta, una vez encontrada, se inducirá al interesado mediante técnicas de sugerencia personalizadas en función de su perfil, que contendrán información sobre sus miedos, angustias, frustraciones, motivaciones y comportamiento en situaciones similares.
Confusiones conceptuales y la fabricación de factoides científicos
Si bien los implantes cerebrales dedicados a la facilitación cognitiva son una mera estratagema de marketing, crear una clientela dispuesta a probarlos interesa no solo al capitalismo de vigilancia, sino también a gran parte de la comunidad científica de las neurociencias y disciplinas afines. Es porque los científicos que trabajan en las empresas que desarrollan el producto realmente creen en la posibilidad de las máquinas de leer la mente y se movilizan, y financian, para ensamblar gigantescas bases de datos de imágenes cerebrales, de evidente interés para todo el campo.
Se trata de jóvenes de una generación ya formada por profesores cuyo pensamiento crítico se ha visto constreñido y oscurecido por la creciente penetración de la academia en el mercado en las últimas décadas. Como demostré en otro texto,[Vii] el cientificismo de la burocracia de la evaluación académica contamina la propia producción científica. Así, la noción de cientificidad se desprende de sus fundamentos históricos para restringirse al uso de métodos de alta tecnología. De ello se deduce que una investigación es tanto más científica cuanto mayor sea su base de datos y su arsenal de recursos computacionales.
Como resultado, las empresas que recopilan y comercializan big data asumen la "misión" de "servir" a la comunidad científica, mientras que en realidad la toman como rehén. En el caso del estudio de la mente, este cartel promovió la entronización de la neurociencia como poseedora de la verdad última, en detrimento de otras disciplinas.[Viii] e incluso sectores no alineados de la propia neurociencia. Esta jerarquización se basa en la creencia, hoy muy difundida, de que las imágenes obtenidas por métodos de escaneo cerebral, como la resonancia magnética y la tomografía por emisión de positrones, son representaciones directas del pensamiento.
Esta creencia, común entre los propios investigadores en el campo, da lugar a extrapolaciones laicas como la de Musk, respaldada inadvertidamente por ŽiŽek. La idea es que tales imágenes correspondan a conceptos, que pueden reemplazar ventajosamente al lenguaje natural en la comunicación. Se trata, en efecto, de una versión laica –y organicista– de una teoría filosófica tradicional de la mente que atribuye al pensamiento un lenguaje propio, que no debe confundirse con el lenguaje natural, aunque comparte con él algunas propiedades.
Fueron precisamente estas propiedades las que motivaron al filósofo Jerry Fodor[Ex] revivir la concepción medieval del lenguaje del pensamiento[X] darle un carácter más esbelto, menos basado en lenguajes naturales y, sobre todo, acorde con los hallazgos de la lingüística y la lógica contemporáneas. Para ello, postuló que el pensamiento consiste en un sistema de representación abstracto similar al lenguaje natural por el carácter compositivo de su sintaxis y semántica, pero diferente a éste porque no tolera ambigüedades.
Por “composicional” se entiende la propiedad de formar expresiones cuyos componentes pueden ordenarse o jerarquizarse de manera diferente. Por ejemplo, en portugués, 'Escuchó al burócrata impaciente' es una oración ambigua. Sin embargo, en el lenguaje del pensamiento de Fodor, necesariamente se despliega en dos proposiciones mentales distintas, en las que el predicado 'impaciente' aparece en componentes claramente jerárquicos, a saber: [Él [oyó [al burócrata impaciente]]] y [Él [oyó [ el burócrata]] impaciente]]]. El primero atribuía la impaciencia a 'el burócrata', objeto del verbo 'oír', mientras que el segundo se la atribuía a 'él', sujeto del mismo verbo.
Otra diferencia con respecto al lenguaje natural es la presencia de primitivas semánticas irreductibles. Así, los conceptos correspondientes a operadores lógicos como 'existe', 'si', 'entonces', 'solo', etc. prescindir de otros conceptos para interpretarlos. Como supuestamente son parte del trasfondo semántico innato humano, se entienden inmediatamente cuando se encuentran por primera vez. Solo es necesario aprender las palabras que las materializan en el lenguaje ambiental.
No es necesario estar de acuerdo con la innata de Fodor para entender que su teoría aborda aspectos extremadamente abstractos del pensamiento humano, que difícilmente podrían ser consistentes con correlatos neuronales fijos. La genética ya ha demostrado que no existe un vínculo necesario entre la determinación genética y el rendimiento anatomofisiológico. Las estructuras orgánicas o conductuales determinadas genéticamente se forman a partir de muchos genes y conservan un buen margen de plasticidad adaptativa. Por lo tanto, la reducción de lo mental a lo biológico practicada por pensadores innatistas pasados y presentes nada tiene que ver con la confusión practicada por muchos neurocientíficos actuales entre los fenómenos mentales y sus correlatos neurofisiológicos.
Por lo tanto, es innecesario entrar aquí en los méritos de la teoría contemporánea del lenguaje del pensamiento, todavía bastante prestigiosa en las ciencias cognitivas, a pesar de haber recibido ya duras críticas por parte de los estudiosos de las bases sociales de la mente, tanto en la filosofía como en la ciencia. ciencias cognitivas. Lo que interesa a la presente discusión es su prestigio, indebidamente apropiado por su versión apócrifa. de alta tecnología difundido por la neurociencia empresarial.
Este prestigio proviene precisamente del debilitamiento de las discusiones sobre el mérito en la controversia, una vez inflamada, entre la posición cognitivista clásica y el conexionismo. La discusión, que ardía a finales del siglo pasado, se enfrió cuando las redes conexionistas resolvieron las relaciones discontinuas entre constituyentes sintácticos y/o semánticos –como la que vincula 'ele' con 'impaciente' en una de las lecturas de el ejemplo anterior.
Las soluciones no utilizan algoritmos específicos para desentrañar discontinuidades. Hacen uso de corpus en los que se anotan debidamente construcciones similares y del mecanismo computacional genérico conocido como “fuerza bruta”, es decir, la búsqueda exhaustiva de la mejor correspondencia posible.
Con el aumento exponencial de la memoria y la capacidad de procesamiento de las computadoras, la fuerza bruta se ha impuesto como método de resolución de problemas en la informática del siglo XXI. Por lo tanto, pisoteó las discusiones de principios entre los científicos cognitivos clásicos y conexionistas, que se estancaron gradualmente. Los clásicos, desde lo alto de sus cátedras en prestigiosas universidades como MIT y Stanford, aprovecharon la oportunidad para asignar la carga de la prueba a los conexionistas.
Esta controversia importa poco a los neurocientíficos corporativos, que generalmente son ateos. Les importa aún menos que la concepción clásica del lenguaje del pensamiento, aunque innatista, no sea organicista, y por lo tanto no sirva realmente para sustentar su proyecto de armar un diccionario universal de conceptos materializados por patrones recurrentes de activación neuronal.
Lo que realmente adoptan de este punto de vista es la simple afirmación de que el pensamiento consiste en representaciones mentales que van más allá del lenguaje natural. Al apropiarse de ella, así como del prestigio de sus defensores, fabrican el factoide de que, pronto, podremos prescindir de las lenguas naturales y sumergirnos en una comunión como la de la única lengua original del mito bíblico de Babel.
Otro grupo de académicos respetados cuyo trabajo se invoca y manipula en la fabricación de este factoide son los neurocientíficos y los ingenieros biomédicos que desarrollan implantes para tratar de restaurar la función cerebral dañada. Sus éxitos suelen ser anunciados por la prensa, ya que dan esperanza a millones de víctimas de lesiones cerebrales. He aquí una vena fértil e irresistible para la imaginación de los mercadólogos de las empresas dedicadas a decodificar y catalogar el “vocabulario” de la activación cerebral.
En este sentido, vale la pena prestar atención a la opinión de especialistas en las áreas de biología evolutiva y medicina sobre la posibilidad de obtener cerebros “mejorados”, ya sea mediante interfaz con máquinas, o mediante el uso de estimuladores farmacológicos, los llamados nootrópicos.
Véase, por ejemplo, esta evaluación del estado del arte en el campo realizada por investigadores de centros de excelencia en Suiza y Australia: “Por lo tanto, este artículo propone que la interfaz cerebro-máquina y los nootrópicos no van a producir cerebros “aumentados” porque no entendemos lo suficiente acerca de cómo las presiones evolutivas han informado las redes neuronales que respaldan las facultades cognitivas humanas”.[Xi],[Xii]
La conclusión de los autores es categórica en cuanto a la inverosimilitud de dispositivos de facilitación cognitiva como los anunciados por la startups das Grandes tecnologías: “Todavía no tenemos una teoría que se aproxime correctamente al sustrato físico de los procesos cognitivos superiores. El cerebro no evolucionó agregando unidades definidas para funciones más complejas, sino que mejora el rendimiento mediante la modulación fisiológica habilitada por alteraciones bioquímicas de las sustancias neuroactivas. Por lo tanto, la creencia de que las interfaces cerebro-máquina ofrecen un método viable para aumentar los procesos cognitivos carece de credibilidad científica”.[Xiii]
Recientemente, algunos investigadores del MIT (Bernal et al., 2021)[Xiv] habló sobre los riesgos para la salud y las trampas éticas que subyacen a las interfaces cerebro-máquina y propuso que el campo se adhiera colectivamente al software de fuente abierta como una estrategia para democratizar su contenido.
Sin embargo, los mercadólogos de las empresas involucradas apuestan por la mistificación. Si, por un lado, es fácil desenmascararlos ante una audiencia de científicos e intelectuales, por otro lado, los efectos de sus campañas en el público en general son extremadamente difíciles de evaluar. Además, es preocupante que, incluso entre los científicos, su poder de persuasión esté aumentando, como veremos a continuación.
¿Qué puede ofrecer el poder colonial de Big Other a Big Brother?
Hechos antes inimaginables, como los resultados del referéndum sobre Brexit y las elecciones presidenciales de 2016 en EE. UU. y 2018 en Brasil, indican claramente que las leyes, nacionales o internacionales, que regulan el tráfico de información en internet no frenan de manera efectiva la manipulación de la opinión pública mediante la difusión de factoides. El universo digital se ha convertido en un poder paralelo supranacional, actuando directamente con los ciudadanos y creando nuevas formas de colonialidad aún más subrepticias que las señaladas por Quijano[Xv] en su revelador análisis de la globalización.
La mayoría de estas formas invisibles de domesticación del mercado del consumidor salieron a la luz en el libro seminal de Zuboff.[Xvi] Sin embargo, el fenómeno es vasto, multifacético y afecta de manera diferente a las distintas profesiones. En este sentido, una de las comunidades menos conocidas es la de los científicos, especialmente los jóvenes licenciados o en formación. Es oportuno, por tanto, comenzar a prestar atención a los indicios de las maniobras silenciosas y apenas perceptibles de la Grandes tecnologías colonizar la comunidad científica del futuro.
Antes, sin embargo, es necesario recordar que estas empresas practican expresamente la precariedad y la tercerización. Con la retracción del mercado laboral académico, debido a las presiones del neoliberalismo sobre las Universidades, muchos jóvenes científicos trabajan para las universidades. Grandes tecnologías directa o indirectamente. Sin embargo, la fuerte competencia entre pares lleva a la mayoría a cerrarse en su especialidad y alejarse de los temas laborales. Ante las dificultades que enfrenta el grupo de empleados de Google que fundó el sindicato Sindicato de trabajadores del alfabeto – que, sintomáticamente, todavía tiene una tasa de adherencia sorprendentemente baja.
Hasta donde yo sé, hay dos indicaciones bastante claras de que las grandes tecnologías tienen la intención de colonizar el mayor número posible de científicos. El primero, aunque obvio, se vuelve invisible debido a la naturalización acelerada de las prácticas invasivas de internet. En todo el mundo, las universidades y los centros de investigación migran cada vez más a las plataformas de Apple, Google y Microsoft para albergar su correspondencia y sus archivos de datos administrativos y académico-científicos. Estos servicios, ofrecidos inicialmente de forma gratuita, fueron vistos como una solución a la dificultad financiera y operativa de montar su propia plataforma. Dadas las restricciones presupuestarias, ni siquiera hubo una reacción cuando comenzaron a cobrarse. El cargo fue naturalmente aceptado, ya que costaba menos que cualquier inversión en autonomía.
Tan pronto como se anunciaron estas medidas, algunos profesores y estudiantes organizaron protestas, en universidades de todo el mundo, para alertar a la sociedad de los riesgos involucrados, a saber: censura, vigilancia ideológica, espionaje de resultados científicos, etc. Pero la membresía era tan baja que el movimiento pronto se apagó. Hasta el día de hoy, todavía surgen algunos movimientos aislados, por ejemplo, el de los estudiantes de Stanford contra el pedido de software que controlaba el uso de pegamento en los exámenes. en línea durante la pandemia. Ninguno de ellos, sin embargo, hizo temblar la hegemonía de Grandes tecnologías nuestros campos.
El otro indicio de la creciente colonialidad de estas empresas son sus iniciativas educativas independientes. No contentos con hacerse cargo de la gestión de datos de Universidades de todo el mundo, están creando sus propias escuelas e institutos de investigación, una tendencia que incluso, en principio, podría ser positiva. Sin embargo, la falta de transparencia de la mayoría de estos proyectos despierta extrañeza y desconfianza.
Baste, por cierto, recordar un caso en el que la mistificación es muy clara. Se trata de un proyecto, inicialmente sin ánimo de lucro, denominado Grupo de Educación de Singularidad, que ofrece programas educativos para ejecutivos, una incubadora de empresas y un servicio de consultoría de innovación. También responde a través de un sitio web, llamado Centro de Singularidad, cuyo objetivo es informar sobre los supuestos avances en ciencia y tecnología que están cambiando la salud humana, la mente y la sociedad. Entre sus socios fundadores se encuentran Google, Nokia y LinkedIn.
Aunque la marca lleva el nombre de Universidad de la singularidad, no es una universidad acreditada y no ofrece títulos académicos. Las controversias que lo rodean desde su fundación en 2008 incluyen acusaciones de malversación de fondos, discriminación y acoso sexual. En 2012, como era de esperar, su registro se actualizó para incluir las empresas con fines de lucro.
Es extraño que la referencia a la singularidad se base en el uso erróneo del término por parte del futurista Ray Kurzweil, uno de sus fundadores, quien la define como una convergencia radical de procesos orgánicos y cibernéticos, culminando en su fusión. En su opinión, contrariamente a la de la mayoría de los científicos en la materia, la aparición de los cyborgs reales está cerca, gracias a la fusión de la inteligencia natural con la inteligencia artificial.
Lo curioso es que este término fue acuñado por analogía a un fenómeno físico llamado singularidad gravitatoria. Es, en términos generales, un punto en el espacio-tiempo en el que la masa, la densidad asociada y la curvatura del espacio-tiempo de un cuerpo son infinitas. Es algo que los físicos suponen que ocurre en un punto central de los agujeros negros donde se concentraría toda la masa.
La intención de la analogía es insinuar la posibilidad de la existencia de un punto en el que las leyes biológicas ya no se aplican, de la misma manera que las leyes del universo newtoniano/einsteiniano ya no se aplican en la singularidad gravitacional. Resulta que hay evidencia científica para apoyar la hipótesis de la singularidad en la física, lo que no es el caso en absoluto con su supuesta versión biológica. El término está siendo ampliamente utilizado por la neurociencia empresarial e incluso fue adoptado por ŽiŽek, bajo la influencia de Musk, en el texto citado anteriormente. Aquí hay una clara evidencia de mistificación.
Finalmente, el conjunto de hechos expuestos permitirá discutir la principal preocupación del filósofo, a saber: el riesgo de que la tecnología en cuestión abra el camino al totalitarismo. Para ello, será necesario recapitular la pregunta que da título a esta sección: ¿Qué hace el poder colonial de los gran otro puede ofrecer a Gran Hermano?
A diferencia de ŽiŽek, creo que el gran problema que gran otro puede ofrecer a Gran Hermano es solo la ilusión de leer la mente que ya se ofrece a los internautas. Y, del mismo modo que se contentarán con los atajos cognitivos obtenidos, el Hermanos mayores las empresas o el gobierno estarán satisfechos con la eficacia de los medios de control de los perfiles de Internet disponibles. Después de todo, el capitalismo de vigilancia ya tiene muchas herramientas efectivas para predecir y modificar el comportamiento de los usuarios. Y pronto, adquirirá otros, aún más poderosos, gracias al avance de la raza a través del Metaverso.
Esta clientela puede ir desde escuelas que quieren contratar guardias de seguridad electrónica para monitorear a sus alumnos, hasta gobiernos totalitarios que quieren espiar a sus ciudadanos, así como empresas que quieren controlar la productividad de sus empleados.
Cabe señalar, de paso, que la mistificación que difunde el orgullo cientificista entre los científicos precarios no afectará el progreso de la ciencia en las universidades y centros de investigación de élite, que están a salvo de la mercantilización. Allí, se seguirá fomentando la investigación de riesgos, las teorías científicas seguirán sometiéndose a un riguroso escrutinio crítico y la innovación seguirá ocurriendo a pasos agigantados. El costo social de esta superconcentrada producción de ciencia de punta será agravar aún más el actual retroceso en la distribución del trabajo, la riqueza y el acceso a una educación de calidad en el mundo.
En conclusión, lo anterior sugiere que un país desbordado como Brasil hoy tiene buenas razones para preocuparse por herramientas de espionaje disfrazadas bajo redes sociales inmersivas que se presentan como útiles y/o divertidas. La colonialidad de los países ricos hoy en día depende enteramente de la colonialidad de Grandes tecnologías. No sólo difunden la Poder suave de las potencias coloniales, pero también hacen buena parte del trabajo sucio del imperialismo.
Por tanto, no nos engañemos con que la presión de la opinión pública pueda llevar a las democracias occidentales a tomar medidas contra la comercialización de los perfiles de los usuarios de Internet –o, incluso, que pueda conducir a Grandes tecnologías adoptar un código de ética universal.
Por el contrario, la ética de los gigantes tecnológicos, así como la de sus gobiernos, seguirá teniendo, como siempre, doble moral. Para ellos, el espionaje y el control de los ciudadanos son prácticas abominables comunes en Rusia y China; en Occidente, monitorear a los usuarios de Internet es solo una forma de atenderlos bien y fomentar los negocios en su entorno.
En este contexto, los ataques a la ciencia, la cultura y la tecnología brasileñas mediante la reducción de los presupuestos de las agencias de desarrollo y de las universidades e institutos públicos de investigación parecen ser, sobre todo, ataques dirigidos a nuestra soberanía. Sin ciencia y tecnología fuertes, capaces de construir una reserva estratégica de conocimiento y ganar autonomía en la creación, gestión y uso de plataformas digitales, estaremos abocados a un rol que ya parecía obsoleto hace una década: producir alimentos y reproducirlos en masa. hasta la saciedad se privatizan los productos industriales de las multinacionales que se han ido instalando aquí como nuestras empresas estatales.
* Leonor Albano es profesor de fonética y fonología en el Instituto de Estudios del Lenguaje de la Unicamp. Autor, entre otros libros, de El gesto audible: la fonología como pragmática (Cortez).
Notas
[i] MARKOFF, J. Elon Musk's Neuralink quiere robots 'similares a máquinas de coser' para conectar cerebros a Internet. The New York Times, Julio 16, 2019.https://www.nytimes.com/2019/07/16/technology/neuralink-elon-musk.html
[ii] ŽIŽEK, S. El Apocalipsis de un cerebro cableado. investigación crítica, 46, verano de 2020, 747-763.
[iii] “El desarrollo gradual de la comunicación, en el sentido de agregar capas adicionales de mediación (palabra hablada, palabra escrita, telégrafo, teléfono, Internet) se interrumpe aquí, y la perspectiva de una conexión directa para sortear estas capas adicionales implica no solo una mayor velocidad , pero también mayor precisión :p. ej., cuando pienso en algo, no necesito traducir ese pensamiento en signos lingüísticos que simplifican brutalmente el significado; mi pareja percibe directamente lo que pienso o, para citar a Musk, “si te comunicara un concepto, en su mayoría te involucrarías en la telepatía consensuada. Ni siquiera necesitaría verbalizarlo a menos que quisiera agregar algo de sabor a la conversación o algo así... pero la conversación sería una interacción conceptual en un nivel que es difícil de concebir en este momento".
[iv] ZUBOFF, S. Gran otro: el capitalismo de vigilancia y las perspectivas de una civilización de la información. Revista de tecnología de la información, 30, 75–89, 2015.
[V] STEPHENSON, N. Choque de nieve. Libros Bantam, 1992.
[VI] ALBANO, E. Sobre el modelo universitario. En este sitio web, el 20/07/21:
[Vii] ALBANO, E. El cerco del mercado al pensamiento crítico. En este sitio web el 02/11/2021:
https://dpp.cce.myftpupload.com/o-cerco-do-mercado-ao-pensamento-critico/
[Viii] FUMAGALLI, R. Contra el imperialismo de las neurociencias. En: MÄKI, U., WALSH, A., FERNÁNDEZ PINTO, M. (org.) Imperialismo científico: explorando los límites de la interdisciplinariedad. Nueva York: Routledge, 2018, págs. 205-223.
[Ex] FODOR, J. El lenguaje del pensamiento. Nueva York: Thomas Y. Crowell, 1975.
[X] La noción de lenguaje del pensamiento aparece en Agustín y Tomás de Aquino, entre otros.
[Xi] SANIOTIS, A.; HENNEBERG, M.; KUMARATILAKE, J.; GRANTHAM, JP "Messing with the mind": desafíos evolutivos para el aumento del cerebro humano. Fronteras en la neurociencia de sistemas, septiembre, v. 8, artículo 152, 2014.
[Xii] "Por lo tanto, este documento propone que la interfaz cerebro-máquina y los nootrópicos no producirán cerebros 'mejorados' porque no entendemos lo suficiente acerca de cómo las presiones evolutivas informaron las redes neuronales que sustentan las facultades cognitivas humanas".
[Xiii] “Todavía no tenemos una teoría que aproxime correctamente el sustrato físico a los procesos cognitivos superiores. El cerebro no evolucionó agregando unidades definidas para funciones más complejas, sino que mejoró su desempeño mediante la modulación fisiológica posible gracias a los cambios bioquímicos de las sustancias neuroactivas. Por lo tanto, la creencia de que las interfaces cerebro-máquina ofrecen un método viable para mejorar los procesos cognitivos carece de credibilidad científica”.
[Xiv] BERNAL, G.; MONTGOMERY, S.; MAES, P. Interfaces cerebro-computadora, código abierto y democratización del futuro de la conciencia aumentada. Fronteras en Ciencias de la Computación, 14 de abril de 2021.
[Xv] QUIJANO, A. 2000. Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. nepantla, v. 1(3): 533-580.
[Xvi] ZUBOFF, S. La era del capitalismo de vigilancia: la lucha por un futuro humano en la nueva frontera del poder. Nueva York: Asuntos Públicos, 2019.