por RENATA MARINHO*
La obra del filósofo explica las contradicciones del capitalismo tardío, dominado por la industria cultural y articulado por la racionalidad tecnológica
Olgária Matos es una filósofa del “vivir bien”, es decir que piensa e inscribe públicamente su discurso como una elaboración simbólica de los modos y formas más alegres y libres de convivencia humana. Olgária critica permanentemente a la sociedad tecnocientífica en su instancia ético-axiológica. En compañía de los frankfurianos que tanto estudió –Benjamin, Adorno, Horkheimer y Marcuse–, su obra explica las contradicciones del capitalismo tardío, dominado por la industria cultural y articulado por la racionalidad instrumental, o más precisamente la racionalidad tecnológica, como la llama Marcuse. . oh vivir bien en la obra del filósofo proviene de la superación de los valores humanistas y la superación de los límites que nos separan del camino guiado por ideales filogénicos que transforman el cosmopolitismo en hospitalidad. Ya en su tesis de maestría sobre Rousseau aparece el epígrafe adorniano que dice: “No se trata de conservar el pasado, sino de realizar sus esperanzas”.
La cuestión abordada recurrentemente por Olgária se refiere al desajuste entre la aceleración de los desarrollos tecnocientíficos y nuestra capacidad para asimilarlos y juzgarlos en relación con los valores y propósitos del mundo. vivir bien en un mundo común y compartido. La ciencia inaugurada en la modernidad concibe la realidad como un complejo calculable por un sujeto abstracto que convierte la naturaleza en fórmulas matemáticas. En el ensayo “Ethos y amistad: la morada del hombre” (discretos esperanzas), Olgária recurre a Lukács y su concepto de “expatriación trascendental” –en sus palabras, “la pérdida del hogar en la modernidad”- para resaltar la hegemonía del cientificismo desarraigado y acrítico. El principio rector de la lógica totalizadora inaugurada con la noción de sujeto autónomo (y su correspondiente conocimiento científico basado en el método) se reconfigura en la coordinación total de individuos eficientes, obstáculo a la emancipación, no sólo postergada, sino excluida del horizonte. , ahora opaco. , minimalista, disruptivo y opresivo. El funcionamiento científico metódico, siendo idéntico a sí mismo, siempre orientado a la eficiencia y a la optimización de resultados, dejó de coincidir con su finalidad original –la afirmación de la libertad del individuo racional– cuando, con la necesidad de desarrollar la producción técnica más allá de los límites del ser humano, capacidad orgánica, se convirtió en un criterio para sí mismo en la coordinación a escalas sobrehumanas. Por ejemplo, con la industrialización y estandarización de lo que se vive (ideológicamente) como esencial y la exigencia de una gran coordinación logística y de producción de maquinaria misma (de máquinas más rápidas y precisas, de máquinas que produzcan otras máquinas), con el gran aumento consumo y distribución de productos idénticos, el principio de trabajo y su estructuración (que orienta la acción conforme racional), pasa de la satisfacción individual al mantenimiento y mejora del sistema de producción coordinado. En definitiva, lo que cambió fue el propio principio racional al que la realidad pretende corresponder, pasando de autónoma a heterónoma.
Olgaria escribe:
“Toda esta ideología confisca la dimensión del futuro debido a la confusión entre lo posible y lo 'necesario': el futuro sólo está llamado a justificar lo que se hace en el presente. Su temporalidad es la de lo efímero, lo desechable, que disuelve la dimensión ética de las relaciones de medios y fines que caracterizaban los conceptos clásicos y modernos de racionalidad, libertad, felicidad, justicia y utopía: el tiempo se convierte en un “presente perpetuo”, puro. hombres momentáneos falta de memoria”.
Las subjetividades digitalizadas bajo la convergencia de las telecomunicaciones se ven privadas de recuerdos y deseos[i]. Los recuerdos que se pueden grabar instantáneamente sin límites, en su imagen y exceso de información, se almacenan en 'nubes' conectadas a dispositivos que se mantienen a mano como prótesis. Los deseos se dirigen y protocolizan dentro de una gama de opciones de funcionamiento predefinidas y beneficiosas que se alimentan de nuestra agonía más profunda e internalizada. No hay expectativas, sólo probabilidades; no hay imprevisibilidad fuera de uno mismo, sólo intrusión y anestesia. Funcionalidad mejorada en la representación de bits de perfiles para desarrollar herramientas autónomas de decisión y gestión de vida. Las subjetividades privadas de pasado y futuro, de memoria y deseo, quedan con un vacío en el que sólo se espera el final. No queda nada por soñar, no hay idealización ni trascendencia posible; no hay potencia, sólo acción instantánea. El vacío se llena pobremente con imágenes e ideas reproducidas masivamente en pantallas que muestran contenidos personalizados para un mapeo digital identificado como una representación de cada tema; y, contrariamente a tanta precisión, todas las personas ven básicamente las mismas cosas (dispuestas de tal manera que les afecten instintivamente) y repiten obsesivamente los mismos temas hasta que las cosas se convierten en palabras sin carne, cualquier combinación de letras o fonemas sin sentido, una Comando automático, una saturación anestésica.
“El mundo sin experiencia, producido por el mercado, la automatización y la ciencia, marca el fin de la tradición humanista fundada en la cultura teórica, el tiempo libre y el bienestar del espíritu. El mundo postconductual, la llamada sociedad de la comunicación, asociada a la sociedad de la información y a la sociedad del proyecto, sustituye la búsqueda del significado del conocimiento y la “superación personal” por innovación que crea profesiones centradas en el “desarrollo personal”, industrias de “imagen de uno mismo” con dispositivos provenientes de las ciencias cognitivas y las neurociencias”. (“Dialéctica en Suspensión: De Hombres momentáneos a la inmovilidad del momento”, Palíndromos filosóficos, pag. 95)
El caso es que, hoy en día, los algoritmos de inteligencia artificial mueven y controlan gran parte de los procesos diarios de nuestra vida sin que nos detengamos siquiera a pensar realmente en qué ha pasado y qué estamos haciendo. la apelación a gran tecnología por uno diseño ético en sí mismo no tiene sentido, en la medida en que los valores cualitativos regulatorios no son parte del universo de posibilidades de la disposición algorítmica[ii] de estas plataformas, es decir, los objetivos de las empresas son intrínsecamente irreconciliables con el respeto y el aprecio por la vida, la justicia y la libertad. Son "productos" que funcionan para causar adicción y mejorar la capacidad de causar adicción en sí.
Os consumidores son consumado en tu energía vital, canalizada exclusivamente a consumir en un mundo totalizado en forma de mercancía. En nuestra época de plataformas digitales progresivamente convergentes[iii], se produce un cambio en la forma en que las personas se comportan y perciben la realidad, ya que se entrenan repetidamente con los estímulos desencadenados por las aplicaciones instaladas en sus dispositivos. Todas nuestras acciones y reacciones se calculan y almacenan en datos actualizados de forma permanente e instantánea; los algoritmos realizan análisis neuroconductuales de los individuos, diagnostican neurosis, compulsiones, depresiones, manías, “saben” qué es lo que más suscita obsesiones, simulan anuncios y predicen compatibilidades de mercado. Las mejoras a estos Algoritmos se procesan de forma ininterrumpida, prácticamente sin supervisión humana (lo que ralentizaría enormemente todo el proceso o incluso lo haría inviable). Con datos cuantificados y objetivos para alcanzar y optimizar resultados consistentes, los algoritmos 'evolucionan' de forma cada vez más opaca, por ser humanamente inprocesables, presentan los resultados requeridos y los superan progresivamente, imponiendo además un ritmo de velocidad y aceleración dado por su lógica interna. carente de significado y valores éticos.
En una conferencia titulada “Narración y procesos sin sujeto”, Olgária Matos dijo que:
“En nuestro mundo de procesos sin sujeto, tenemos modernizaciones para todo. Estas modernizaciones reemplazan las decisiones. Entonces, todo lo prudencial, que es el lugar del momento decisivo de elección, del acto de reflexión, del acto de valentía, del acto de kryneinLa crisis, la evaluación, la capacidad de examinar la cuestión, se pierde en un mundo sin sujeto porque ahora tenemos funciones operando en su lugar. Nos guiamos por los modelos sin saber cómo están montados. No sabemos qué son los algoritmos, cómo se establecen estos algoritmos para alcanzar ciertos fines, ni qué fines son los que nos eligieron ni qué quieren demostrar." [iv] (énfasis mío)
Las redes sociales supuestamente conectan a las personas, pero en realidad nos atomizan, garantizan un nivel mínimo de contacto (siempre mediado tecnológicamente) que despierta nuestros mecanismos de recompensa, generando una satisfacción (vía descarga de dopamina) que rápidamente se disipa y se transforma en frustración y necesidad de repetición (mecanismo de adicción). Nuestra propia forma de relacionarnos se vuelve más diluida y superficial, pierde su cuerpo, pierde su registro en la memoria y la experiencia no queda codificada y no representada en bits. Nos volvemos compulsivos a la hora de controlar nuestro principal canal hegemónico de relaciones humanas. La mayoría de estas interacciones se muestran a todos (o a “amigos”) y esta observación de todo por parte de todos completa figuras del otro, con quien ni siquiera necesitamos encontrarnos en persona, ni siquiera desarrollar el camino de las relaciones con narrativas. mutuo de uno al otro y del otro a uno mismo, entre seres singulares. Todos ya lo sabemos todo, modelamos a los demás y somos modelados por ellos, siguiendo pautas algorítmicas. En esta permanente exposición pública de lo que alguna vez fue privado, inmediatamente accesible en cualquier parte del mundo, potencialmente visto por todos y cada uno de los ojos, el narcisismo patológico y la paranoia se refuerzan y magnifican. Las redes sociales y las plataformas virtuales no unen a personas distantes, cambian la forma en que nos conectamos con los demás y con el mundo. Las interacciones interpersonales generan datos cruzados para mejorar los modelos y sus resultados, nuestras relaciones mutuas son promovidas y controladas por modelos (matemáticos) que predicen nuestras acciones. Hay un compromiso casi incontrolable, incitado por la agudeza de estos modelos, que registran todo os camarillas (el equivalente a la acción en estos medios) de cada uno y procesar estos datos, con un volumen de variables y una complejidad mucho más allá de los límites físicos de una mente humana individual, para predecir reacciones y encajar acciones en una cadena totalizada de conformación de posibilidades a este adecuada, cerrando y restringiendo cada vez más todas las diferencias.
A partir de esta 'situación general', modelada e informada por modelos matemáticos eficientes en la absorción de vidas, la dominación y el control (que parece no encontrar ninguna objeción u oposición capaz de, al menos, hacernos detenernos a pensar en alternativas), Olgária Matos acuñó y desarrolló el concepto de procesos sin sujeto, que nombra el movimiento de la racionalidad hegemónica para tragarnos, sin duda, sin error, sin vacilaciones, amenazándonos con una posible modificación cualitativa, restrictiva y definitiva del posible horizonte humano, reducido al exterminio directo (del yo) o al abuso.
Cito a Olgária:
“Hoy, debido al desarrollo de los medios de comunicación, al narcisismo regresivo y al predominio del 'valor de exhibición', en un mundo en el que 'ser es ser percibido', los nuevos medios técnicos de comunicación promueven el deseo fusional de las masas, un universo de identificaciones inmediatas. […] Se difunde así no sólo el consumo de bienes comunicacionales y la circulación económica de las cosas, sino simultáneamente una nueva metafísica de las relaciones humanas, ya que todo lo que une personalmente a los individuos, lo que les hace tener una historia común, una relación que se inscribe con el tiempo, una “deuda simbólica” –una lealtad que debe ser honrada– desaparece, reemplazada por una “realidad virtual”, en la que todo sucede “aquí y ahora”, en un mundo desertificado de coherencia, rumbo y dirección”.
Oponiéndose directamente al impulso antigenealógico de la sociedad totalmente gestionada por la tecnociencia, Olgária problematiza la “promiscuidad entre el hombre y la máquina”. La máquina se convirtió en el criterio (y el valor) del proceso social en su conjunto, situación hoy “materializada” en los algoritmos de máquina de aprendizaje controlar, decidir y manipular todo, desde las macroposibilidades sociopolíticas y económicas hasta los impulsos profundos e inconscientes de los individuos, bajo criterios de beneficio, optimización y estandarización. La naturaleza es tratada como pura materia para ser decodificada y dominada, sin sustancia propia, sin resistencia, sin límites intrínsecos inaccesibles a la razón tecnocientífica y, al mismo tiempo, se entrelaza progresivamente con el "sujeto de observación", él mismo calculable. materia en interacción subatómica, fusionada con el (antes) 'objeto observado', teniendo su observación, su acto de conocimiento, medido y 'probado' a través de una mediación mecánica y tecnológica, supuestamente neutral y universal, libre de cualidades secundarias y fines particulares. Cito a Olgária en los Arcanos del todo otro: “La proporción Vuelve a la irracionalidad porque, en su necesaria progresión, ignora que la desaparición de su sustrato es su propio producto”. MATOS, Olgária. Los arcanos del completamente otro, P. 319.
El proceso de la máquina es una fuerza externa, heterónoma, que conforma un tipo de existencia humana (elevada a un modelo de racionalidad objetiva) a patrones de comportamiento mecánico y normas de eficiencia competitiva. Los seres humanos encarnan la coercitividad de la repetición calculada como una elección libre y olvidan (ideológicamente) la infinidad de posibilidades que componen la idea de emancipación. Este proceso de “desublimación represiva” colectiva ofrece, con “la mayor eficacia, conveniencia y eficiencia”, aparentemente suficiente satisfacción para que la protesta y la lucha por la liberación sean descartadas. a priori como no sólo inofensivo sino también irracional. La sumisión se vuelve razonable y el orden dominante se convierte en ley inquebrantable.[V]. Cito a Olgária, en Los Arcanos del Totalmente Otro: “La única realidad es la de la dominación, porque la perversión de la razón en todas las instituciones sociales y la liquidación del individuo son contemporáneas”.[VI] La racionalidad tecnológica toma la forma de “gestión científica” y autocracia eficiente. Las leyes de un mejor mantenimiento del funcionamiento se refuerzan en el desarrollo de mecanismos difusos y ubicuos y se justifican mediante vastos cálculos de probabilidad autoinformados.[Vii]. Como escriben Adorno y Horkheimer en la Dialéctica de la Ilustración: “Lo factual tiene la última palabra, el conocimiento se limita a su repetición, el pensamiento se convierte en mera tautología. Cuanto más subyuga la maquinaria del pensamiento lo que existe, más ciegamente se contenta con esta reproducción”. [Viii]
En el siglo XXI, a pesar del neoliberalismo de la individualidad estandarizada y competitiva, en el que el bienestar se mide en cifras bancarias a pesar de la destrucción total del equilibrio y de las condiciones físicas del planeta, la pulverización del tejido social, las injusticias y la violencia tratadas como mantenimiento del orden establecido, de la brutalidad contra las minorías y los divergentes, es decir, cuando la noción de “bienestar” está absolutamente separada de la de vida común en común, del bien público, garante y protector de la vida, la salud, la educación, la dignidad de todos, aun así, la propaganda ideológica de la industria cultural está en todo su potencial. oh constructo del mundo libre ofreciendo oportunidades a quienes las “merecen”[Ex], a pesar de haber perdido gran parte de su alcance materialmente efectivo, parece inquebrantable.
En “Ciencia: de la naturaleza desencantada al reencantamiento del mundo” (en Esperanzas Discretas – Reflexiones filosóficas sobre el mundo contemporáneo, págs. 98-99.), Olgária señala:
“La crítica de la razón de la Ilustración es el mejor servicio que la Razón puede prestar a la razón que se ha alienado de todo significado espiritual en sus procedimientos y conquista de la naturaleza. Adorno y Horkheimer, Marcuse y Benjamin consideran que sólo hay progreso científico si sus desarrollos corresponden al mejoramiento humano, conciliando epistemología y ética, política y buen vivir, arte y vida, ya que ciencia y guerra, economía depredadora de la naturaleza y multitudes consideradas superfluas son instalado en el vacío de los valores ético-estéticos de la modernidad –lo que engendra la “frialdad burguesa” y el resentimiento de quienes se sienten ofendidos y humillados. Dado que existe un “estado de excepción permanente” en los tiempos contemporáneos –guerras tecnológicas desrealizadoras– es porque hay un “estado de excepción dentro de las almas” –en un estado de guerra con “enemigos” que deben ser eliminados. El enemigo es siempre el Otro peyorativo, el no idéntico, el diferente, el chivo expiatorio del malestar de la civilización. La identidad una y sedentaria es la imposibilidad de reconocimiento recíproco de identidades y diferencias”.
El propio proceso de intensificación y mejora de la racionalidad tecnológica y sus respectivos medios y aparatos ha operado una especie de borrado de la dimensión subjetiva interna como singular y productora del “poder del pensamiento negativo”, del “poder crítico de la Razón”. Bajo tal proceso de gestión y organización científica, la subjetividad inmediatamente se identifica e imita la lógica del sistema, fusionándose con él y perdiendo sus propios límites, expresando una Razón sumisa “a los hechos de la vida y a la capacidad dinámica de producir más y mayor”. hechos del mismo tipo de vida”.
Como escribe Marcuse en el ensayo “El problema del cambio social en la sociedad tecnológica”: “La racionalidad tecnológica hace irreal o irreal la dimensión trascendente, o traduce su contenido a un contexto operativo. Se incorporan a la racionalidad de lo que es y puede ser dentro de la realidad dada. La sociedad tecnológica es, en este sentido, un universo unidimensional, del cual la diferencia cualitativa, la negación, está excluida”.[X]
El problema de una época de fracaso crítico, precisamente porque es una época de eliminación de definiciones, diferencias y límites, es que las nociones mismas de relevancia, prioridad, existencia común en común mientras que diferentes, desaparecen y se reconfiguran en fórmulas estadísticas y proyecciones complejas, calculadas y verificadas mediante algoritmos modalizados y microafinados en una gran cantidad de patrones identificados simultánea y cuantitativamente, que decidir racionalmente qué se puede y qué no se puede hacer, quién vive y quién muere. Cuando aceptamos criterios tan fríos e incorpóreos como la culminación del logro de la racionalidad, como la victoria final de la razón humana sobre los imprevistos y desgracias de la existencia, renunciamos a la humanidad, a la libertad, a vivir verdaderamente la vida. Por eso, a pesar de la fuerza abrumadora de la coordinación total, que cada día, en cada momento, nos demuestra que ya no se puede hacer nada más, que hemos perdido la medida y la oportunidad de transformar el mundo en un lugar mejor, más justo y cariñoso para todos, no podemos dejar de intentarlo; incluso si el sentido mismo de la vida se ha reducido a este intento previsto de antemano que fracasará.
Termino con las palabras de Olgária en el ensayo “Clastres: o mal radical e a terra sem mal” (Palíndromos filosóficos):
“A riesgo del mal, la sociedad democrática debe siempre oponerse a una afirmación, una afirmación que es “no” a aquello que transforma la igualdad y la libertad en servidumbre, la política en fuerza y poder. Y el discurso de los profetas, que habla de la inmanencia del mal, ofrece por paradoja “el acuerdo profundo entre los indios y los profetas que les dijeron: es necesario cambiar el mundo”.
Renata Marinho es becario postdoctoral en el Departamento de Filosofía de la Universidad de São Paulo.
Notas
[i] Según Bernard Stiegler (en La era de la disrupción: tecnología y locura en el capitalismo computacional), las subjetividades digitalizadas, es decir, bajo la convergencia de las telecomunicaciones, se ven privadas de ambos retenção (recuerdos) tanto como proteccion (deseos, expectativas).
[ii] La cuestión de si la inteligencia artificial alguna vez podría existir ética, fue discutido recientemente en la Universidad de Oxford, por humanos y una IA, llamada Megatron Transformer, “entrenada” con un paquete de datos conocido entre los desarrolladores de computadoras. máquina de aprendizaje como la pila, que incluye Wikipedia completa, decenas de gigabytes de texto de Reddit y decenas de millones de artículos. Cuando se le pidió que respondiera si una IA podría ser ética, Megatron respondió: “La IA nunca será ética. Es una herramienta y, como tal, puede usarse para el bien y para el mal”, de acuerdo con la concepción ampliamente difundida e ideológicamente reforzada de que la tecnología sería neutral y que buenos y malos son los hombres que la utilizan. La respuesta continuó: “En última instancia, creo que la única forma de evitar una carrera armamentista impulsada por la IA es acabar con todas las IA. Ésta sería la mejor defensa contra la inteligencia artificial”. < https://www.iflscience.com/technology/an-advanced-ai-gave-an-unsettling-answer-during-a-debate-with-humans-about-ethics/> (2021)
[iii] Convergencia, actualmente en etapa de construcción y difusión de un metaverso (término tomado de la novela Tormenta de nieve, de Neal Stephenson, relacionado con un universo paralelo creado digitalmente mediante tecnologías convergentes). Cf. https://www.nytimes.com/2021/10/28/technology/facebook-meta-name-change.html
[iv] Olgária Matos, en conferencia en SAF PUC-Rio, 20 de julio de 2020. Video disponible en https://youtu.be/FcpNiUvp0FY
[V] “Marcuse también muestra cómo la administración y la movilización metódica de los instintos humanos hacen que los elementos explosivos y antisociales del inconsciente sean socialmente duraderos y utilizables: 'Esta movilización de la libido puede ser responsable de gran parte de la sumisión voluntaria, de la armonía preestablecida entre necesidad y deseos, propósitos y aspiraciones socialmente necesarios”. MATOS, Olgária. Los arcanos del completamente otro, P. 171.
[VI] MATOS, Olgária. Los Arcanos del Totalmente Otro, p. 171.
[Vii] Esta idea de “gestión científica” ya está muy cerca de la de Gesellschaft verwaltete, un concepto que Marcuse retoma e incorpora en Hombre unidimensional.
[Viii] (ADORNO & HORKHEIMER. “El concepto de Ilustración”, en Dialéctica de la Ilustración, P. 34.
[Ex] Según la lógica hegemónica orwelliana, mérito significa, en diferentes niveles, desigualdad, privilegio, favoritismo, adecuación, adulación, mediocridad,… en definitiva, todo lo contrario a la idea misma de mérito, que sólo podría ser una realidad concreta en a sociedad libre y transformada, dónde y cuándo, tal idea probablemente tendría poca relevancia, ya que ya no se basaría en la competitividad (que quedaría obsoleta) y en la nuevos valores transformados apoyaría una convivencia amorosa para todos.
[X] MARCUS. “El problema del cambio social en la sociedad tecnológica”, p. 54.
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