OcupaciónPaulo Freire

Glauco Rodrigues, Sin título, 1968.
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por ANA MAE BARBOSA*

Comente la exposición en exhibición en el Itaú Cultural (SP)

La extrema derecha en Brasil nunca imaginó que el espíritu de Paulo Freire viviera en nosotros y nos diera tanta energía. En Brasil, desde el año pasado, todos los freireanos se encuentran, conversan y conquistan nuevos lectores e intérpretes de las ideas de Paulo Freire. El Coletivo Paulo Freire, muy bien coordinado por quienes trabajaron con él, nos ha estado dando esperanza a todos y acaba de lanzar el libro del centenario escrito por 100 colaboradores.

En el día exacto del cumpleaños de Paulo Freire, Itaú Cultural inauguró el OcupaciónPaulo Freire, en el segundo piso de su edificio, ubicado en la Avenida Paulista. Afortunadamente permanecerá abierto hasta diciembre y hago un llamado a visitarlo a todos los que quieran cancelarlo ya los que no estén de acuerdo con el intento de destruir los ideales de Freire.

Los organizadores de la ocupación le dieron a la instalación un aspecto alegre, eligiendo videoclips que lo presentan en una conversación relajada. En uno de los videos, él, que fue un gran narrador, cuenta la historia de ser sorprendido por la asimilación inconsciente de normas y prejuicios culturales que ya nos había contado a mí ya mi esposo en el pasado.

Esta es la historia: en su exilio en Chile, se hizo amigo de un profesor; un día los dos estaban conversando y Paulo Freire puso su mano sobre el hombro de su colega mientras hablaba, lo cual era un hábito común para él en Recife. El amigo avergonzado le advierte que, en Chile, un hombre no pone la mano en el hombro de otro hombre, ya que esto puede malinterpretarse. Vuelve a casa pensando que algo anda mal con la tierra por condenar un simple gesto de cariño.

Algún tiempo después, en Tanzania, África, sale de una clase con un colega para caminar por el campus y el colega lo toma de la mano y se aleja. Luego fue el turno de Paulo Freire de estar muy avergonzado, preguntándose qué dirían sus amigos en Recife cuando lo vieran caminar de la mano de otro hombre y, en cuanto pudo, se metió la mano en el bolsillo. Las prohibiciones culturales afectivas nos penetran sin que seamos conscientes de ellas.

La epistemología de Paulo Freire se basa en la toma de conciencia y el diálogo que llevan a la descolonización del yo y de la historia.

Entre las muchas fotos que revelan su cautivadora personalidad, hay una de él en la Semana de Arte y Enseñanza de la ECA en 1980 y mucho material producido en español desconocido en Brasil. El diseño de la pantalla es muy atractivo, claro y ondulantemente motivador y acogedor.

Entre los libros expuestos con comentarios de Paulo Freire en el propio libro (marginalia), se encuentra uno de Aldous Huxley, un gran crítico de la civilización europea que mi generación leyó con avidez. Paulo Freire es un decolonialista, por lo que no es casualidad que su Ocupación, el número 53 coincide con el número 52, en honor a Sueli Carneiro, una intelectual negra que ha liderado la lucha antirracista como una activista, filósofa y docente muy inteligente y valiente.

En esta exposición, la hija de Sueli cuenta una divertida historia. A menudo pedía comprar algo y su madre decía que no podía porque era “dura”. Un día me preguntó: “Mamá, ¿me comprarás esto cuando estés blanda?

Las ocupaciones del Itaú Cultural constituyen uno de los primeros proyectos curatoriales culturales y descolonizadores de São Paulo. Las ocupaciones se apropian de métodos de investigación feministas y métodos basados ​​en historias de vida. El decolonialismo se desarrolla a través de acciones, no solo del discurso verbal. La decolonialidad en los museos y centros culturales es la conciencia de la práctica. Los disfraces de multiculturalismo aditivo que vemos en la mayoría de los museos ya no funcionan.

Es decir, hacer una exposición que exalte los códigos del arte blanco europeo y norteamericano y en medio del cubo blanco, un modelo copiado de Europa, colocar una pieza, pintura, dibujo o escultura de un artista indígena o afro para pretender igualitarismo. Esta es la práctica instrumental del colonizador para proliferar el proceso de colonización oculta que nos ha aniquilado durante 500 años.

Se necesita “vigilancia cívica” para defenderse del colonialismo insidioso.

*Ana Mae Barbosa es profesor de la Facultad de Comunicación y Artes de la USP.

Publicado originalmente en Revista de la USP.

 

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