por JOSÉ RAIMUNDO TRINDADE*
Comentario al libro de Marcello Musto
“Tengo que formar hombres que, después de mí, puedan continuar la propaganda comunista” (Karl Marx).
El libro el viejo marx, de Marcello Musto, centra su análisis, temporalización y descripción en los últimos tres años de la vida del “Moro”, realizando con enorme maestría no sólo la visita a la extensa biografía anterior, sino principalmente haciéndonos visitar la intimidad de la investigación. oficina y la sala de estar de nuestro “demonio” favorito. El texto que sigue busca, desde este excelente trabajo, visitar al “viejo Nick”.
Las biografías comentadas de Marx son muchas y con características muy singulares: desde las obras más serias y constructivas, pasando por las que hacen de él una especie de profeta y culto racionalista y positivista, hasta un variado conjunto de textos dudosos o de deconstrucción, ya sean del autor obra, incluso el intento de destrucción moral o el abuso de su capacidad creadora. Este variado y numeroso conjunto de obras es el reflejo de la capacidad y poder de influencia que tuvo en los dos últimos siglos y que mantiene en este XXI. Sólo en esta biografía de los últimos tres años de la vida de Marx, el autor Marcello Musto, hace uso de 26 biografías presentes en la bibliografía utilizada.
La obra de Musto colabora a deshacer cuatro errores históricos y analíticos a los que se ha visto sometida la vida y la obra de Marx en los últimos 150 años, y su aporte es fundamental tanto para rescatar verdaderos términos históricos como para retomar con más vigor la investigación desde el aporte teórico marxista, lo que serían estos cinco graves errores: (i) la construcción y difusión de un Marx básicamente determinista en términos económicos, muy colaborado por las visiones simplificadoras determinadas por el antiguo “socialismo real”, así como por las construcciones estructuralistas; (ii) la visión de un determinismo histórico que consagró tanto la idea de que “el capitalismo era una etapa inevitable” para la transición al socialismo, como la simplificación de las formas de producción “campesina”, especialmente aquellas obschina Ruso; (iii) la opinión de que la interpretación de Marx del capitalismo europeo sería una “camisa de fuerza” para todas las demás sociedades que enfrentaron este modo de producción y; (iv) que Marx mantendría una visión teleológica en términos de la construcción del comunismo. Nos ocuparemos rápidamente de cada uno de estos aspectos, pero antes haremos una extensa visita a la biografía del viejo Marx.
Los últimos años de la vida de Marx, quien murió el 14 de marzo de 1883, a la edad de 65 años, estuvieron marcados tanto por fuertes sufrimientos físicos personales como por pérdidas familiares; en solo dos años (1881 y 1882) fallecieron su esposa (Jenny von Westphalen) y su hija mayor (Jenny).
A pesar de estas enormes dificultades, su ingenio y búsqueda constantes por develar el capitalismo, manteniendo ambos estudios para culminar la producción de los libros II y III de La capital, al revisar el Libro I; así como buscar desarrollar estudios antropológicos, etnológicos y de matemáticas superiores. Todo ello sin dejar de lado la participación política y la asistencia al movimiento obrero que se desarrolló en diferentes países, por lo que mantuvo una capacidad creativa e intervencionista hasta el final de su vida.
Musto sigue un análisis que considera en primer lugar los aportes que nos legó el viejo Marx, considerando la profundización del método dialéctico, en especial la crítica a las diversas formas de “positivismo” que se instauraron en ese período, especialmente en las transformaciones del “burgués” economía política” todavía con rastros de cientificidad en mera “economía”, convertida totalmente en el estatuto ideológico del capital.
Del mismo modo, los estudios de antropología, siendo los estudios de Lewis Morgan y Maksim Kovalévky, fueron importantes para varias reconsideraciones que hizo Marx sobre el desarrollo de las sociedades “precapitalistas” y para abordar la evolución posterior de este modo de producción. de diferente manera las realidades históricas locales, como veremos. Los estudios desarrollados por Marx en este período constituyen “la parte principal del llamado Cuadernos etnológicos”, integrado también por otros numerosos estudios de autores como James Money y Henry Maine, entre otros.
Cabe señalar que en este período Marx también dedicó esfuerzos al estudio de las matemáticas superiores, en especial del cálculo diferencial e infinitesimal, basándose tanto en los estudios de autores clásicos como Newton y Leibinz, como en los que continuaron como Alembert y Lagrange. Este conjunto de estudios matemáticos se desarrolló a partir de un desafío clave: según Marx, estos matemáticos tenían un “fundamento místico del cálculo diferencial”, careciendo de una “justificación racional” para el desarrollo de la técnica.
Estos estudios llevaron a manuscritos matemáticos, incluyendo un cierto esfuerzo del autor por profundizar en estas definiciones matemáticas. Marx, sin embargo, no tuvo el tiempo ni las condiciones físicas para entrar en contacto con autores que, en ese momento, ya buscaban mejorar las técnicas estudiadas, como Cauchy y Weinierstrass, “lo que probablemente le habría permitido avanzar” en sus objetivos
En cuanto a nuestro interés analítico, tenemos que volver a los puntos que anteriormente considerábamos centrales en la contribución de Musto y que nos ayuda en el desarrollo de los estudios marxistas, lejos del determinismo y las influencias positivistas que fueron tan dañinas para la construcción de la crítica dialéctica. el pensamiento en las últimas décadas del siglo XX.
Primero, la crítica del determinismo económico como una construcción propiamente dicha de Marx. La elaboración teórica del “último Marx” rechazó representaciones rígidas que “vinculaban los cambios sociales únicamente a las transformaciones económicas”. Como bien observó Musto, siguiendo a autores anteriores como Dussel, Mandel, Hobsbawm, Rosdolsky, esta percepción ya estaba presente en la planos y sólo la simplificación desarrollada durante el período estalinista en la antigua URSS y también debido a una fuerte influencia estructuralista, había llevado a esta “formalización” de la construcción dialéctica de Marx.
Cabe señalar que a lo largo de la obra de Marx, especialmente en obras juveniles como el Manifiesto del Partido Comunista, Precio del salario y beneficio Y especialmente, Contribución a la crítica de la economía política, varios extractos pueden haber llevado a los seguidores de la obra de Marx a errores de esta naturaleza, con no pocas obras recopilatorias y varios manuales que convergen en esta dirección. Sin embargo, como reflexiona Musto, “Marx supo” alejarse de las “trampas del determinismo económico”, consolidando una visión de lo que hoy llamaríamos un campo de análisis complejo, no sólo integrando diversas bases disciplinares, sino interconectando, a través de una procedimiento sistémico, que “la especificidad de las condiciones históricas, las múltiples posibilidades que ofrecía el transcurso del tiempo y la centralidad de la intervención humana” establecieron un mosaico rico y diverso “para modificar la realidad y efectuar cambios sociales a largo plazo”.
Con ello llegamos a un segundo punto clave del texto bajo análisis: ¿cómo se dará la transición del capitalismo al socialismo y, principalmente: habría interpuesto Marx un análisis histórico rígido en términos de una visión progresiva y lineal? La respuesta a ambas preguntas es no. En 1881, el autor de La capital recibe una curiosa y fascinante carta, su autora Vera Zasulitch era miembro de la organización populista Repartição Negra.
La influencia de la obra principal de Marx en la Rusia prerrevolucionaria ya era significativa, en pocos lugares, o quizás solo allí. La capital asumió el estatus de obra ampliamente publicitada a finales del siglo XIX, con muchos seguidores de diferentes organizaciones revolucionarias o radicales leyendo y debatiendo esa obra, que había sido traducida al ruso en 1872.
Zasulitch expuso que la comuna rural rusa (obschina) constituía la forma social predominante de producción, y su reciente liberación de los pagos a la nobleza y la administración arbitraria, permitía diferentes rumbos, y esto determinaría “incluso el destino personal de (…) los socialistas revolucionarios”, preguntó el militante ruso sobre qué valoración hizo Marx y lo que indicaba su teoría histórica respecto a ese proceso.
En la pregunta planteada teníamos involucrados tres elementos que siguen siendo importantes hasta el día de hoy, uno se refiere a una posible obligación de una fase capitalista desarrollada para la transición al comunismo. Sobre este punto, Marx ya había explicado “que las circunstancias más favorables para el comunismo sólo podrían haberse realizado con la expansión del capital”, pero también afirma que no hay recetas “para el menú de la taberna del futuro”. Así, se abrieron diferentes posibilidades, estableciendo que diversos entornos históricos pueden “producir resultados totalmente distintos”, al no tener una “llave maestra [de] una teoría histórico-filosófica general, cuya virtud suprema consiste en ser suprahistórica”.[i]
Un segundo elemento importante en la respuesta de Marx se refiere al futuro de la comuna campesina rural, algo que demarca un campo importante con las visiones de que para Marx el capitalismo terminaría por monopolizar todas las formas campesinas, en este aspecto Marx fue tajante en que solo consideró “esto razonamiento en la medida en que se basa en experiencias europeas”, y en relación con la experiencia rusa afirma que “el precedente occidental no probaría absolutamente nada”.
Este punto es importante para tratar otras realidades, como en partes de América Latina, por ejemplo, incluyendo Brasil, además de observar que el desarrollo histórico no define a los movimientos como leyes inexorables, sin “predestinación histórica”. Esto desmiente totalmente la percepción teleológica que muchos le hacen a Marx sobre la posible inevitabilidad del comunismo, lejos de esta percepción, no hay una historia definida sino por escribir, y los diversos ingredientes, como lo cultural, económico, político, lucha de clases, tecnologías son parte de este crisol de la historia.
El punto anterior está en línea con la visión ampliamente difundida de la idea de etapas evolutivas basadas en el modelo de capitalismo establecido originalmente en Europa. Musto (p. 81) observa que Marx tomó “una posición dialéctica” negando que los procesos de transición tuvieran “la necesidad histórica del desarrollo del modo de producción capitalista en todas partes del mundo”. Una lectura atenta de este viejo Marx hubiera facilitado mucho el debate en la ex Unión Soviética y quizás aún hoy arroje alguna luz sobre procesos como el chino y el cubano.
*José Raimundo Trinidad Es profesor del Instituto de Ciencias Sociales Aplicadas de la UFPA. Autor, entre otros libros, de Crítica a la Economía Política de la Deuda Pública y al Sistema de Crédito Capitalista: un enfoque marxista (CRV).
referencia
Marcelo Musto. El viejo Marx: una biografía de sus últimos años (1881-1883). São Paulo, Boitempo, 2018, 160 páginas.
Nota
[i] Esta cita es de Marx referenciada por Musto (p. 71).