por FABRICIO MACIEL*
La identificación de una precariedad del trabajo en el centro del capitalismo actual fue realizada por varios autores europeos contemporáneos, pero explicada como nadie por Robert Castel
La obra de autores como Robert Castel destaca, sobre todo, por su diagnóstico crítico, que no se limita a la mera lectura de la actualidad. Esta es la seña de identidad de los grandes autores, que buscan predecir el futuro desde los límites y contradicciones del presente. Castel surge en un contexto en el que el pensamiento europeo se enfrenta a una realidad inédita en la historia del continente: es el escenario del hundimiento de la Estado de bienestar, momento histórico en el que se idealizaban las democracias europeas como principal conquista del capitalismo. No entraré en detalles aquí sobre lo que Bienestar, pero el propio Castel nos presenta una definición de este régimen político y económico que prevaleció en países como Francia, Alemania e Inglaterra durante tres décadas, tras la segunda guerra mundial, en el período que fue bautizado, no por casualidad, como Años dorados. Estos son contextos nacionales en los que estos países fueron testigos de una gran estabilidad económica, política y social (CASTEL, 1998).
En términos de economía, siguiendo la brillante definición de Castel aquí, esto significaba estadísticas que bordeaban el pleno empleo. En la dimensión política, significa democracia plena, con ciudadanos activos. En la dimensión de la vida social, significa seguridad y seguridad social (CASTEL, 1998). Naturalmente, este es un plan ideal que en realidad sólo existía en los discursos gubernamentales vigentes en ese momento. Pero no podemos negar que en algunos casos concretos Europa se ha acercado mucho a este ideal. En cualquier caso, uno de los aspectos fundamentales que marcan el pensamiento europeo contemporáneo, en el que se sitúa Castel, es una cierta nostalgia en relación con este era dorado anterior. El hecho común e innegable que se aprecia en la obra del propio Castel y de autores como Ulrich Beck (1997), André Gorz (2004) y Claus Offe (1994) –es decir, que el trabajo indigno en los países centroeuropeos ha llegado para quedarse– da buena fe de este nuevo contexto. Por trabajo indigno entiendo aquel tipo de actividad que no ofrece la mínima protección ni al cuerpo ni al espíritu, es decir, que no garantiza el mínimo de integridad material y moral a quienes la realizan. Con esto, el concepto de trabajo indigno nos empodera para comprender más profundamente la realidad que suele ser tematizada con el concepto de trabajo precario, que sólo describir situaciones laborales desagradables, sin poder explicar su dimensión moral de humillación y negación del reconocimiento (MACIEL, 2006). Así, el concepto de trabajo indigno también busca dar cuenta de la condición mínima de dignidad necesaria para que cualquier individuo en el mundo moderno tenga respeto y autoestima.
En este contexto, sin embargo, la conformación de una “precariedad coyuntural del trabajo” (MACIEL, 2014) en el centro tradicional del capitalismo se presenta como una puerta importante para entender el presente y el futuro, en tanto es un aspecto central de la nuevo capitalismo de riesgo global. Aquí, ideas como precariedad y precariedad, vigentes en la sociología del trabajo tanto en Brasil como en el exterior, pueden ser buenas aliadas para ayudar a tematizar condiciones de trabajo objetivas y macroestructurales que son injustas y arbitrarias. El concepto de trabajo indigno, sin embargo, busca articular tales dimensiones de la vida objetiva con la dimensión subjetiva del sufrimiento y la percepción de la injusticia social. Que el capitalismo produjo una periferia dependiente y estructuralmente precaria no es nada nuevo desde hace mucho tiempo en la sociología del trabajo, ya sea en Brasil o en los países centrales. En consecuencia, la constatación de la indignidad del trabajo en el centro del capitalismo (algo no prescrito en su historia) nos ofrece una buena puerta de entrada para comprender el futuro.
Sin embargo, este hallazgo sería improductivo para los intereses de una teoría sociológica de la periferia si no estuviera articulado a “nuestra indignidad”, producida por un sistema global de larga data, pero con consecuencias que solo nosotros pagamos. Este ejercicio implica la articulación entre una “nueva precariedad” en el centro del capitalismo y una “vieja precariedad” en su periferia (MACIEL, 2014). La realidad contemporánea que viven países como Francia, Alemania e Inglaterra puede definirse como una “precariedad coyuntural del trabajo”, en la medida en que aún no ha afectado las estructuras sociales más profundas de esas sociedades, formando parte de un nuevo contexto global, en el que Una “precariedad estructural del trabajo” y una “generalización de la indignidad” aún prevalecen en países periféricos como Brasil.
De nada nos serviría la lectura de autores como Robert Castel si no suscitara este tipo de reflexión y articulación. La importación a menudo acrítica e improductiva de autores de países centrales siempre ha sido una realidad en las ciencias sociales brasileñas. Para evitar este tipo de problemas hay que decirlo con todas las letras porque un autor del centro hay que leerlo y usarlo en la periferia. La recepción de la obra de Castel en Brasil es aún bastante tímida, en ese sentido. Su concepto de “desafiliación social” (CASTEL, 1998) es relativamente conocido y reproducido en nuestra sociología del trabajo, pero nunca ha sido utilizado para una articulación teórica sistemática sobre la “desafiliación” o, para ser más precisos, la “no afiliación”. .” en la periferia, de porciones significativas de la población.
Esta parece ser una dirección fructífera para la recepción de este autor entre nosotros. Su crítica al concepto de exclusión deja claro que utilizarlo para definir la situación social de las clases populares sería impreciso, pues el concepto ya está comprometido con otras situaciones de desigualdad social, distintas de las específicamente relacionadas con la desvinculación de la sociedad. mercado de trabajo trabajo digno y productivo. El concepto de “desafiliación social”, en esta dirección, sugiere la necesidad de comprender los procesos históricos y actuales que no permitieron y no permiten que nuestras clases populares se inserten en lugares considerados productivos y dignos en nuestra jerarquía moral del trabajo.
Frente a eso, es necesario problematizar lo que llamo una “doble precariedad del trabajo en Brasil” (MACIEL, 2014, 2018). La identificación de una precariedad del trabajo en el centro del capitalismo actual, que defino como coyuntural, fue realizada por varios autores europeos contemporáneos, pero explicada como nadie por Robert Castel. Con el concepto de desafiliación social nos enseña que es un proceso permanente de construcción social de la indignidad. La realidad europea actual, explicada por Castel con este concepto, asiste a un proceso en el que el mercado de trabajo considerado útil y productivo ha depurado a las personas y, por otro lado, no crea nuevas condiciones para su reinserción, que tampoco lo hace la política. .
Este nuevo escenario europeo requiere la conceptualización de un “nuevo capitalismo”, tal como lo define Richard Sennett (2006). La dimensión global de este nuevo capitalismo fue muy bien destacada por Ulrich Beck (2007) como una sociedad de riesgo global. Todos estos grandes autores nos permiten percibir que la problematización de la desigualdad brasileña contemporánea necesita considerar hasta qué punto Brasil hoy reproduce patrones de producción y reproducción de la desigualdad que se han vuelto universales bajo el capitalismo. Entre ellas, podemos destacar las condiciones y relaciones de trabajo que hoy se flexibilizan, siguiendo nuevamente a Richard Sennett (2006). Toda la reestructuración productiva y tecnológica, en ese sentido, torna frágiles e impredecibles todas las relaciones y condiciones de trabajo en el mundo, lo que es mucho más crónico en países como Brasil.
De esta forma, es necesario conceptualizar una “doble precariedad” del trabajo en el Brasil contemporáneo, en tanto estructural y coyuntural. al mismo tiempo (MACIEL, 2014, 2018). No es nuevo que Brasil tenga como característica central una precariedad estructural del trabajo. Desde la implantación de la sociedad moderna del trabajo entre nosotros, en la era Vargas, lo que presenciamos es el establecimiento parcial del camino hacia el trabajo decente para las clases populares. En ese sentido, las relaciones y condiciones de trabajo en Brasil siempre han sido “precarias”, es decir, siempre han estado lejos del ideal de trabajo digno para todos. El trabajo decente aquí también puede definirse como el trabajo que no ofrece vínculos estables, seguridad social y, en consecuencia, seguridad ontológica a quienes dependen de él. Este triste legado ha sido siempre la realidad de las clases populares en Brasil, lo que quiere decir, con las palabras de Castel, que, a diferencia de los casos francés, inglés o alemán, en Brasil una parte de las clases populares Nunca se afilió al mercado laboral considerado productivo y digno.
Con el advenimiento del nuevo capitalismo, indigno, flexible y precario en todo el mundo – en el que los gigantes de la tecnología y su poder ilimitado ya se presentan como el rostro de un futuro poco prometedor – los países de la periferia asistieron a una radicalización de sus precariedad histórica. Este es el sentido profundo de lo que llamo doble precariedad: la desafiliación social que ahora se instaura en todo el capitalismo profundiza y radicaliza condiciones y relaciones laborales siempre degradadas en la periferia. En otras palabras, Brasil tiene como característica central de su historia la no afiliación de una parte importante de sus clases populares al mercado de trabajo considerado digno y productivo. Así, asistimos en el escenario actual, al mismo tiempo, a la desafiliación y no afiliación al trabajo decente producida por la precariedad generalizada del nuevo capitalismo.
Con esto, podemos visualizar la dimensión de una sociología política en la obra de Robert Castel, así como su posible operacionalización para una sociología crítica de la periferia del capitalismo. Su concepto de desafiliación social nos remite a situaciones de vulnerabilidad e inseguridad social, determinadas por una condición individual de no pertenecer al mercado laboral productivo, mediante la realización de algún trabajo digno. Este diagnóstico crítico posibilita y requiere la elaboración de propuestas concretas sobre la responsabilidad del Estado en la defensa de la sociedad frente a la desigualdad. Un avance teórico en esta dirección puede derivarse de los conceptos de discriminación “positiva” y “negativa” de Castel (2008).
Con el concepto de discriminación “negativa”, describe y analiza situaciones de discriminación que implican la estigmatización de los sujetos en cuestión, en relación con su origen o condición social, tanto por los valores de la sociedad como por la acción del Estado en su beneficio (CASTEL , 1998). La discriminación positiva, por su parte, es una idea que remite a una actitud de identificación de las condiciones especiales de las personas que se encuentran en situación de necesidad, frente a las cuales el Estado puede y debe actuar. Es “positivo” en el sentido de reconocer necesidades especiales, ya sea relacionadas con la etnia, el género, la clase u otras condiciones. También es simplemente “discriminación” en el sentido de identificar la existencia de personas que requieren atención especial por parte del Estado.
De esta forma, combatir los efectos de la desafiliación y la no afiliación social puede y debe provenir tanto de la sociedad como del Estado. En la primera dimensión exige romper con los valores meritocráticos y con la mentalidad equivocada de creer en el poder abstracto y automático del mercado. Este tipo de actitud mental es especialmente necesaria en países como Brasil, donde los efectos sociales del nuevo capitalismo y la generalización de la indignidad son aún más perversos que en otros países. En cuanto a la acción del Estado, se deben ampliar las políticas de apoyo y estímulo a las clases populares, siempre que estén guiadas por una discriminación "positiva", en el sentido de reconocer y enfrentar la condición indigna de miles de trabajadores que se encuentran, en este mismo momento, no por voluntad propia, separados de la posibilidad de una inserción productiva y digna en el mercado de trabajo y, en consecuencia, de la condición de ciudadanos reconocidos como tales.
* Fabricio Maciel Es pProfesor de Teoría Sociológica del Departamento de Ciencias Sociales de la UFF-Campos y del Programa de Posgrado en Sociología Política de la UENF.
Versión modificada del artículo “¿Exclusión social o desafiliación? Robert Castel y una sociología política para la periferia del capitalismo”, publicado originalmente en el dossier “Localidades docapitalista”, organizado por Edson Farias (UnB) y Fabrício Maciel (UFF), en la revista Tercer Milenio (UENF), v. 12, nº 1, 2019. Agradecimiento a Mariana Mont'Alverne Barreto Lima por su sugerencia de escribir el texto en este formato.
Referencias
BECK, U. (2007) Schöne neue Arbeitswelt. Fráncfort del Meno: Suhrkamp.
______. (1997). ¿Fue ist Globalisierung? Fráncfort del Meno: Suhrkamp.
CASTEL, R. (2008). Discriminación negativa: ¿ciudadanos o nativos? Petrópolis: Editora Vozes.
______. (1998). Metamorfosis de la cuestión social. Una crónica salarial. Petrópolis: Vozes.
GORZ, A. (2004). Miserias del presente, riquezas de lo posible. Entonces Paulo: Annablume.
MACIEL, F. (2018). La generalización de la precariedad: trabajo y clases en el capitalismo contemporáneo. En: Sociedad y Estado, Brasilia, v. 33, nº3.
______. (2014). La nueva sociedad mundial del trabajo: ¿más allá del centro y la periferia? São Paulo: editorial Annablume. (2ª edición en prensa, editorial Autografia, Rio de Janeiro, 2021)
______. (2006). ¿Todo trabajo vale la pena? Un ensayo sobre la moral y el reconocimiento en la modernidad periférica. En: SOUZA, J. (Org.). La invisibilidad de la desigualdad brasileña. Belo Horizonte: EdUFMG, 2006.
OFE, C. (1994). Capitalismo desorganizado. Sao Paulo: Brasiliense.
SENNETT, R. (2006). La corrosión del carácter. Consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Río de Janeiro: Récord.