por CARLA TEIXEIRA*
La crisis solo se profundiza. Bolsonaro entendió que no podrá dar el golpe y tendrá que ser reelegido si quiere permanecer en el poder a partir de 2022.
Rodrigo Maia y Paulo Guedes se unieron hace dos semanas para advertir a Bolsonaro que romper el techo de gasto significa entrar en una zona gris que podría conducir a un juicio político[i]. La situación es tan grave que los medios de comunicación ya se percataron de las intenciones del gobierno y constantemente envían mensajes al presidente, como el tristemente célebre editorial del Falha de S.Paulo[ii] y la columna de Miriam Leitão[iii], en El Globo. La gran prensa, vocera de los intereses de la élite económica, es un excelente termómetro para medir la preocupación del Mercado en relación a los planes político-electorales de Bolsonaro. Si hasta ahora ha habido resiliencia respecto a los exabruptos y sucesivos delitos de responsabilidad atribuidos al presidente, es claro que el área económica es el “talón de Aquiles” del gobierno.
Bolsonaro, en plena campaña electoral para 2022 ahora mismo, se encuentra en un punto de inflexión: para ser reelegido necesita perforar el techo de gasto y retomar la inversión, generar empleos e ingresos. Si no cumple con el tope, podría perder el apoyo que tiene con las élites económicas y luego ser objeto de alguno de los más de 50 pedidos de juicio político que reposan en el cajón de Rodrigo Maia mientras la nación se desangra con más de 117 mil muertos por covid-19 sin siquiera tener un ministro de salud para manejar la crisis.
Los medios hegemónicos, que escenifican una cómoda oposición al presidente a los desprevenidos, no tienen grandes intereses en sacarlo del poder. La derecha, cuyos partidos fueron arrasados por Lava Jato, no tiene candidato para sustituir al capitán. Si mal con él, peor con la izquierda. Entonces se refieren a las políticas sociales de Bolsonaro -copias mal hechas de las elaboradas por las administraciones del PT- como un recurso populista para reunir apoyo y mejorar los índices de aprobación del gobierno.[iv].
Cabe recordar que la “teoría modernizadora”, desarrollada en la década de 1960 en Estados Unidos, situó al populismo como una etapa en el desarrollo de las sociedades patriarcales y rurales hacia un modelo moderno, industrial y capitalista. En este sentido, la política populista mezcla valores tradicionales y modernos, corresponde a un momento de transición y es vista como un paso necesario hacia una sociedad desarrollada y democrática. En general, en Brasil, la conceptualización del populismo se basó en la culpabilidad del Estado y la victimización de la sociedad. Este aspecto fue superado a partir del entendimiento de que, lejos de ser individuos atomizados, las masas populares se componen de sujetos activos en la política nacional.
Los medios, que critican a Bolsonaro ante la posibilidad de que su gobierno rompa el techo de gasto en nombre de retomar el crecimiento económico y con la intención de capitalizar para sí la popularidad, confunde (¿a propósito?) políticas populares con populismo y expresa los anhelos de “Dios” Un mercado al que no le importan las miles de personas que han muerto o morirán directamente por el covid-19 o las consecuencias de la pandemia, a saber: la política económica de austeridad que impide la inversión pública y la consecuente recuperación económica.
Esta sería una excelente oportunidad para que la izquierda aproveche las fisuras del bloque de derecha. Pero, una vez más, los partidos políticos se encuentran al final de la situación, presos en sus oficinas y alejados de sus bases sociales. No se ve la presencia de partidos, especialmente del PT, pero también de todos los demás del campo progresista, construyendo la lucha política con las poblaciones más vulnerables. Las manifestaciones antifascistas y de entrega de aplicaciones contra la eliminación de las condiciones laborales se produjeron en ausencia de los partidos, que apoyaron solo después de ver a la población en las calles. Los partidos de izquierda podrían, por ejemplo, realizar acciones en torno a la propia pandemia, como la distribución de mascarillas, desinfectante de manos, pautas de prevención y cuidados básicos a tener en la actual crisis sanitaria. Mientras el MST distribuye toneladas de alimentos a poblaciones necesitadas en todo Brasil[V], los partidos continúan distribuyendo tuits de indignación ante el avance autoritario, notas de repudio y sellos que sólo tienen efecto para su burbuja político-electoral. La izquierda, en general, necesita actuar con base en la solidaridad social, aprovechando el vacío que dejan las iglesias evangélicas que, en general, hacen esto, pero actualmente niegan la pandemia y mantienen a sus fieles alineados con el gobierno, que a su vez , apoya y capitaliza políticamente la ayuda de emergencia de R$ 600,00 que el propio Bolsonaro pospuso y se opuso, pero tuvo que tragar y firmar por presiones del Congreso Nacional.
La crisis solo se profundiza. Bolsonaro entendió que no podrá dar el golpe y tendrá que ser reelegido si quiere permanecer en el poder a partir de 2022. Ese techo de gasto no se puede sostener.
Haz tus palomitas de maíz y espera.
¡Viene Bolsonaro, el padre de los pobres!
Carla Teixeira es doctoranda en Historia de la UFMG.
Notas
[i] https://economia.estadao.com.br/noticias/geral,furar-o-teto-de-gastos-poderia-levar-a-impeachment-de-bolsonaro-diz-guedes,70003396178
[ii] https://www1.folha.uol.com.br/opiniao/2020/08/jair-rousseff.shtml
[iii] https://blogs.oglobo.globo.com/miriam-leitao/post/economia-tem-escolhas-dificeis.html
[iv] https://jornalggn.com.br/coluna-economica/nasce-bolsonaro-o-pai-dos-pobres-por-luis-nassif/
[V] https://www.brasildefato.com.br/2020/06/03/campanha-nacional-do-mst-ja-doou-1-200-toneladas-de-alimentos-durante-pandemia