por FRANCO “BIFO” BERARDI
Prefacio del autor al libro recientemente publicado.
Este libro explora la mutación del inconsciente social que está teniendo lugar en la actualidad. Mi punto de observación es el que habitamos en el presente: el umbral histórico marcado por la pandemia viral y el colapso catastrófico del capitalismo. Desde ese umbral, lo que vemos ante nosotros es un horizonte de caos, agotamiento y extinción progresiva.
Esta mutación la resumió perfectamente el filósofo japonés Sabu Kosho. en tu libro Radiación y revolución [Radiación y revolución] (2020), Sabu Kosho escribe con desesperada lucidez: “Filosóficamente, este es un giro ontológico de la dialéctica a la inmanencia, de la totalización por parte del capitalismo y el Estado a la omnipresencia de eventos singulares. En este giro está la inminencia de una revolución planetaria que será percibida como la descomposición del Mundo y el redescubrimiento de la Tierra”.
Los conceptos que emergen de la comprensión de Sabu Kosho del apocalipsis de Fukushima de 2011 son cruciales para interpretar los apocalipsis globales de 2020: la proliferación ubicua e imparable del principio de disolución (radiación, virus), la erosión de todo orden simbólico y político, y la retorno de la Tierra, negado durante tanto tiempo. La Tierra, definida por Gilles Deleuze y Félix Guatarri como la gran desterritorializada, se reafirma y arrasa con el patético poder político con la fuerza de tsunamis, incendios forestales y epidemias virales.
Creo que la filosofía y el psicoanálisis, en lugar de entrar en pánico y maldecir el caos, deberían tomar este horizonte de caos y agotamiento como punto de partida de su reflexión. Es necesario redefinir todo, especialmente lo que sucede en el espacio íntimo del deseo, la emoción, el miedo.
El Inconsciente es una región sin historia, sin secuencialidad, sin un antes y un después: sería imposible escribir una “Historia del Inconsciente”. Es posible, sin embargo, describir la historia de la psicosfera de una sociedad y, en este sentido, es posible hablar de un “tercer” Inconsciente: la tercera forma que adopta el Inconsciente en el entorno mental de la modernidad tardía.
La “primera” fase fue explorada por Freud, quien concibió el inconsciente como el lado oscuro de la imagen bien ordenada del progreso racional.
La ciencia, la educación y la dedicación al trabajo eran los pilares de la vida pública moderna. El matrimonio, la monogamia y la familia nuclear son los pilares de la vida privada moderna.
Em Descontentos de la civilización (1930), Freud afirma que la normalidad social requiere un alto grado de negación del deseo o represión del deseo. conducir (impulso sexual o instintividad). La forma burguesa de “normalidad” dominante a principios del siglo XX produjo una forma particular de sufrimiento que Freud llamó “neurosis”. Para continuar con las tareas de la vida diaria, el individuo moderno se vio obligado a renunciar, reprimir y posiblemente borrar sus impulsos sexuales, y esta eliminación fue patógena. La neurosis era la forma general de esta patología.
El panorama cambió en las últimas décadas del siglo XX, cuando la aceleración de la infosfera y la intensificación de la estimulación nerviosa (comunicación por Internet y globalización cultural) amenazaron la represión sistémica del deseo y el régimen psicopatológico de la neurosis.
La primera intuición de esta transformación en el paisaje psicocultural se puede encontrar en la Anti-Edipo de Gilles Deleuze y Félix Guatarri (Ed. 34), un libro que marcó el giro del estructuralismo al pensamiento creativo-rizomático, pero que conceptualmente también abrió la caja de Pandora del deseo, anticipando así la hipermovilización neoliberal de la energía del deseo disociado de placer. .
No Anti-Edipo, Gilles Deleuze y Félix Guatarri rechazan la idea de que el Inconsciente sea una especie de depósito que contiene experiencias que no queremos ver, recordar o traer a nuestra vida consciente. El Inconsciente no es un teatro, sino un laboratorio: el Inconsciente es la fuerza magmática que incesantemente saca a la luz nuevas posibilidades de imaginación y experiencia.
Hoy, cincuenta años después de la publicación de Anti-Edipo, podemos leer el pensamiento creativo de Gilles Deleuze y Félix Guatarri como la proyección ambigua (extremadamente ambigua y extremadamente rica) de un futuro de doble filo: el futuro utópico de la “liberación del deseo” y el futuro distópico del capitalismo neoliberal, donde el Deseo se celebra como un impulso de consumo, competencia y crecimiento económico, mientras que el placer se pospone constantemente.
El sistema mediático se movilizó plenamente para ampliar las promesas de satisfacción, pero esta aceleración en el flujo de información sobrecargó la capacidad humana de atención, posponiendo indefinidamente la posibilidad del placer, que finalmente se volvió inalcanzable. Este régimen social llevó a la configuración de un nuevo régimen psicopatológico, que caracterizó las últimas décadas: la era del pánico, la depresión y, en definitiva, la psicosis.
Pánico significa la percepción de un exceso de posibilidades, la intuición de un volumen de placer inalcanzable. Una persona entra en pánico porque se enfrenta a un exceso de placer que en realidad no puede experimentar. El pánico es la vía de escape de la depresión, y la depresión es el regreso tranquilizador después de un viaje a través del pánico. Ésta es la oscilación interna de la psicosfera posneurótica.
En la era del Segundo Inconsciente, la neurosis ya no es el modo general de sufrimiento psíquico. A medida que la explosión del inconsciente nos lleva a un estado de hiperestimulación y frustración psicológica, la psicosis reemplaza a la neurosis.
El torbellino rizomático de la experiencia en red arrastra al inconsciente, que Freud define como el Australia interior (la “tierra extraña interior”), fuera de uno mismo, exteriorizándolo hasta el punto de una explosión psicótica.
A esta articulación entre acumulación, producción semiótica y estimulación nerviosa la llamo “semicapitalismo”.
Félix Guattari sugiere que la esquizofrenia sea considerada un trastorno de la libre producción de significados. En su pensamiento, el esquizoide se convierte en la figura crucial de una aventura de liberación, creatividad y conocimiento. Esto, sin embargo, es sólo el lado liberador de la aceleración. Tiene otra cara, denunciada por Jean Baudrillard en Intercambio simbólico y muerte (1976): la aceleración extática de la estimulación nerviosa (seducción, simulación, hiperrealidad) va de la mano de la globalización neoliberal, provocando una perturbación en la esfera de la experiencia.
La psicopatología del semiocapitalismo está marcada por la ansiedad, los trastornos de atención y el pánico. La depresión entra como síntoma final del régimen semiocapitalista: la intensidad del ritmo social y emocional se vuelve insostenible, y la única manera de escapar del sufrimiento es mutilar la conexión con el deseo y, en consecuencia, la conexión deseante con la realidad.
Hoy, en la tercera década del nuevo siglo, la fase del Segundo Inconsciente parece encaminarse hacia su conclusión. Parece que estamos entrando en una nueva psicosfera donde comienza a formarse un Tercero Inconsciente. Hay que tener cuidado: la forma de esta nueva región del Inconsciente no es fácilmente divisible; tampoco es predecible, ya que la evolución de la psicosfera no es lineal. No hay determinismo en la psicosfera; no existe un mapa como este Australia interior, porque, según Freud, el Inconsciente no tiene consistencia ni lógica.
Por tanto, no podemos saber exactamente en qué dirección (o direcciones) evolucionará el escape mental, ni qué evolución (o evoluciones) será provocada por la pandemia de Covid-19, que coincide con un colapso económico y social generalizado.
Cuando hablo de la Tercera Edad del Inconsciente me refiero a un futuro abierto, que estará moldeado por nuestra conciencia, nuestra acción política, nuestra imaginación poética y las actividades terapéuticas que seamos capaces de desarrollar durante esta transición. Habiendo hecho las reservas necesarias, ahora es posible esbozar al menos algunas perturbaciones en el actual giro psíquico.
El umbral está aquí y ahora: surgió con la llegada del coronavirus al espacio de la conciencia colectiva. Este virus bio-info-psíquico ha ido alterando irreversiblemente nuestra proxémica social, nuestras expectativas afectivas, nuestro inconsciente. Aunque todavía es difícil distinguir los contornos de esta mutación en curso, algunas de sus características generales ya son claras y han entrado en nuestro campo de visión.
En primer lugar, la proximidad de los cuerpos se ha convertido en un factor problemático y su supervivencia como parte de nuestra vida social está cada vez más amenazada. En segundo lugar, la propagación del sufrimiento en la era de la pandemia (no sólo el sufrimiento médico, sino también el sufrimiento económico, social y, en última instancia, mental) ha alcanzado niveles tan insoportables que una forma de inmunización contra las emociones puede volverse dominante: el autismo y la alexitimia pueden entrar en la disputa. para la psicosfera como la internalización de la negativa a sentir las emociones de los demás, y posiblemente también las propias. Lo que describo en este libro no es un camino de mutación bien definido, sino un campo magmático de posibilidades, en un paisaje abrumado por la ansiedad.
En la primera parte del libro, “En el umbral”, describiré los efectos de la irrupción del coronavirus en el espacio de la sensibilidad y la imaginación colectivas.
En la segunda parte, “La psicosfera inminente”, intento contrarrestar las distintas (o incluso divergentes) tendencias que forman parte de la mutación psicológica en curso, en la medida que afecta las esferas de la sexualidad, la proxémica social y el deseo.
En la tercera y última parte, “Devenir en nada”, esbozo el paisaje de este siglo tal como lo veo desde el punto de vista del presente: un mundo que ha envejecido, el agotamiento de los recursos físicos y neurológicos, la extinción como significado de nuestro tiempo. Sólo un nuevo movimiento de la imaginación puede dispersar este horizonte de probabilidad.
Sin embargo, si este es el nuevo horizonte del Inconsciente, debemos recordar una vez más que el Inconsciente no es un almacén, sino un laboratorio. La pregunta más urgente no es qué es lo que el Inconsciente percibe y proyecta fuera de sí mismo. La pregunta es la siguiente: ¿cómo puede el Tercer Inconsciente encontrar una salida a sus propias pesadillas?
*Franco “Bifo” Berardi es filósofo, escritor, activista social y profesor de teoría de los medios en la Academia de Bellas Artes de Brera. Autor, entre otros libros, de Después del futuro (Ubu). Elhttps://amzn.to/3IIAj2B]
referencia
Franco “Bifo” Berardi. El tercer inconsciente. La psicosfera en la era viral. Traducción: Camila de Moura. São Paulo, ediciones GLAC. 2024, 176 páginas. [https://amzn.to/43SsLEy]

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