por JOÃO PAULO BACHUR*
Consideraciones sobre el libro recién publicado de Fernando Haddad
Cualquier proyecto de desarrollo nacional que trascienda las contingencias y el pragmatismo inmediato de la política real tiene que lidiar con la contradicción estructurante de Brasil (pero también de las democracias capitalistas industrializadas): la alienación de parte de la población como estrategia de dominación y mantenimiento de las estructuras de poder. En el caso brasileño: de las arcaicas estructuras de poder funcionalizadas por las especificidades del capitalismo periférico en su origen en el esclavismo y monocultivo patriarcal latifundio, origen que reiteramos a diario. Esta es la tesis central del nuevo libro de Fernando Haddad, El tercero excluido: aporte a una antropología dialéctica.
La tesis, si no está formulada exactamente de esta manera, parece reproducir fielmente la obra de Fernando Haddad en su totalidad, más allá de la lectura de tradiciones intelectuales aparentemente dispares, reconectando el pensamiento crítico a un proyecto de intervención política: lo intelectual y lo político, la teoría y la práctica. . Esta tesis, al mismo tiempo, hereda la tradición frankfurtiana de lectura crítica rigurosa, incluso fuera de la zona de confort del marxismo tradicional, pero también apunta a una intervención política concreta, algo que la vieja Escuela de Frankfurt nunca tomó como tarea.
Dice así: “De las tesis teóricas defendidas en este libro se puede trazar toda una línea de acción política. Sobre todo porque una de las conclusiones a las que se llega es que no hay, desde un punto de vista biológico o cultural, absolutamente nada que impida a la especie humana concebirse a sí misma como un único grupo abierto a la alteridad radical. Las prácticas desalienantes, en todos los ámbitos de la vida social, económica, política, racial, sexual, etc., son fácilmente imaginables, así como las consecuencias históricas de su éxito: menos carencias materiales y espirituales” (p. 21). Si el trabajo no detalla estos pasos es porque se trata de una tarea práctica, no teórica.
Algunos comentarios apresurados saltaron la superficie de lo que trata el libro. La obra de Fernando Haddad conecta el desarrollo nacional con el horizonte utópico de la emancipación humana. La tarea une la mejor tradición de pensamiento crítico y la mejor estirpe de interpretación del país – aunque no haya un capítulo específico sobre problemas concretos en Brasil, esa es la preocupación que el concepto central de la obra – el neologismo “alienación” – transmite. Porque una forma de entender Brasil es imaginar cómo nuestra sociedad se sustenta enteramente en prácticas masivamente excluyentes y bestiales.
El libro se estructura en tres intensos capítulos, en los que se ponen a prueba tres tradiciones intelectuales (la síntesis moderna de la biología, la antropología y la lingüística). ¿Qué conecta estas partes? Resistencia al impulso cientificista proveniente de la biología que se proyecta sobre las ciencias sociales. De nuevo fiel al proyecto de Frankfurt, Haddad afirma que el conocimiento de la sociedad se guía por una lógica esencialmente no positivista, porque está determinada por la contradicción. Es bien conocida la fascinación que ejerció Darwin sobre Marx y hay, innegablemente, una teleología en Marx –una “ley” de causalidad histórica necesaria, resultante de la lucha de clases y de la evolución de la sociedad capitalista hacia un nivel superior de civilidad– que así impregnaba la tradición marxista definitiva, y de la que la vieja Escuela de Frankfurt trató de deshacerse. Fernando Haddad se une a este proyecto.
En términos muy generales, la síntesis moderna de la biología pretendía explicar el surgimiento de la vida sin reducirla a fenómenos puramente físico-químicos. No bastaba con explicar que la evolución había tenido lugar, como lo había hecho Darwin; la síntesis moderna avanzó en los estudios de población para explicar la variación genética en poblaciones de individuos, la selección de mutaciones en estas poblaciones y su transmisión a nuevas generaciones. El problema es que la biología pretendía derivar de esta lógica evolutiva tanto la explicación de la cultura como la del lenguaje. Pero la cultura y el lenguaje siguen su propia lógica, distinta porque se basan en la contradicción: “Así como es trascendente el paso de la física y la química a la biología, cuando la vida se establece a partir de procesos físico-químicos, el paso de la biología a la cultura también lo es. un movimiento trascendente, en el que una dimensión no niega a la anterior, a pesar del carácter disruptivo de ambas: el origen de la vida y la aparición del lenguaje humano. Si el lenguaje simbólico es, de hecho, resultado de la evolución, produce una “otra” naturaleza que va más allá de la biológica” (p. 18).
Y, para explicar la especificidad de la evolución cultural y simbólica, Fernando Haddad presenta dos conceptos: alienación y revolución.
Giles Deleuze dijo una vez que un libro debe resolver un error o un problema de comprensión, aportar algo esencial sobre un tema o desarrollar un nuevo concepto. El libro de Haddad parece cumplir con estos criterios. El autor busca, en El tercero excluido, presentan una lectura dialéctica de las dinámicas culturales, forzando la descripción habitual de la antropología y politizando inmanentemente la construcción de la cultura como un proceso sustentado en una contradicción fundante: la negación del otro como persona. Para ello, presenta el concepto de alienación. La historia de la sociedad humana no es sólo la historia de la lucha de clases, sino también la historia de los procesos de despersonalización y alienación. Fernando Haddad no utiliza la cosificación para este proceso, lo que sería un anacronismo.
La alienación designa la contradicción fundante del proceso social: la relación social se da no sólo entre ego e alterar, pero entre ego e alterar a expensas de extranjero – a expensas del tercero excluido, en la base de la pirámide social, el elemento no incluido en la propia autocomprensión de la sociedad. Aquí Haddad recupera una intuición de su tesis doctoral: el papel de la violencia (de la guerra de conquista) en la fundación de las civilizaciones. En este trabajo previo, Fernando Haddad buscó ofrecer un contrapunto a la propuesta de Habermas para la reconstrucción del materialismo histórico, mostrando que el comienzo de la organización social no es la construcción de un mundo de vida en el que el telos entendimiento común, sino la violencia de la subyugación. La alienación crea la base de la sociedad al excluir de ella al esclavo –ya sea en las culturas antiguas o en la sociedad colonial– y esta despersonalización es precisamente la sombra de la Ilustración. Hay una clara alternativa a la sencillez de la reinterpretación de Axel Honneth de la relación entre amo y esclavo. Por tanto, cambio y evolución cultural configuran un proceso contradictorio que no sigue la lógica de la evolución biológica – designada por el verbo girar. Las sociedades revolucionan: cambian restableciendo la contradicción de la relación triádica entre ego, alterar e extranjero. El tercero excluido es el negativo de la civilización, su sombra y condición de posibilidad. En esta clave, la antropología se vuelve (tiene que volverse) dialéctica.
La tarea de una antropología dialéctica es lanzada por Theodor Adorno y Max Horkheimer en el último capítulo de Dialéctica de la Ilustración, en el que se presentan algunas notas de forma fragmentaria. En este clásico del pensamiento crítico, Adorno y Horkheimer señalan los efectos contradictorios de la Ilustración: su estructura equivalente al mito, los límites impuestos por la superposición entre Ilustración, ciencia y razón instrumental, y los efectos políticos de esta racionalidad hipostasiada. que culmina en el Estado fascista. En esta historia, la Ilustración rompe los límites de la propia Ilustración. A partir de este diagnóstico se impone la tarea de una antropología dialéctica.
Adorno y Horkheimer formulan la tarea en términos muy generales: “En la historia europea, la idea de hombre se expresa en la forma en que se distingue del animal. La ausencia de razón en el animal prueba la dignidad del hombre. (...) El mundo del animal es un mundo sin concepto. No hay palabra en ella que fije el flujo idéntico de los fenómenos, la misma especie en la variación de los ejemplos, la misma cosa en la diversidad de las situaciones”. Hay un pasaje del hombre como animal (retratado por la biología) al hombre simbólico (que vive en una cultura lingüísticamente estructurada) sustentado en la suposición de la razón. Haddad recorre el paso de la biología a la cultura simbólica para deshacer este supuesto racionalista. Este pasaje es contradictorio porque niega el fundamento del hombre: su misma naturaleza humana. Es un proceso de alienación.
Con ello, Fernando Haddad continúa y amplía el proyecto de Frankfurt, tarea absolutamente indispensable en estos días, en los que la llamada teoría crítica de la sociedad se ha convertido en una filosofía moral del derecho, mientras los movimientos sociales parecen haberse perdido en diferencias recíprocamente insalvables. que circunscriben el alcance del diálogo, la fuerza del lenguaje en la construcción de un proyecto común. Haddad continúa el proyecto de Frankfurt, por un lado, sometiendo a la crítica inmanente la síntesis moderna de biología, antropología y lingüística. Lanza las líneas de una antropología dialéctica en una especie de addendum a la Dialéctica de la Ilustración. Pero expande su alcance más allá de Frankfurt, por otro lado, porque la tarea se lleva a cabo con miras al proyecto de desarrollo nacional anclado en una utopía emancipatoria. Su objetivo es superar la inercia de la teoría frente a los desafíos del mundo real.
Hay, en el nuevo campus de la Universidad de Frankfurt, un monumento a Theodor Adorno: su escritorio se conserva en una cúpula de cristal, en el centro del campus:
Adorno-Denkmal Goethe-Universität Frankfurt am Main. Foto de João Paulo Bachur.
Curiosamente, el memorial es una buena metáfora para representar el estado actual de la teoría crítica de la sociedad. La verdadera tarea es romper la cúpula. Reapropiarse de la potencia intelectual de la tradición crítica para recuperar el compromiso de transformar el mundo. Esta, al parecer, es la clave de lectura para situar El tercero excluido, de Fernando Haddad, en la tradición intelectual a la que está adscrito.
*Joao Paulo Bachur Profesor de Derecho Constitucional en IDP/Brasília. Actualmente es investigador visitante en el Departamento de Teoría Interdisciplinar del Derecho del Instituto Max-Planck de Frankfurt. Autor, entre otros libros, de Las puertas del laberinto: hacia una recepción de la teoría social de Niklas Luhmann.Azogue).
referencia
Fernando Haddad. El tercero excluido: aporte a una antropología dialéctica. Río de Janeiro, Zahar, 2022, 286 páginas.