El talón de hierro del capital

Imagen: Paulinho Fluxuz_ (Entrada de la Universidad Nacional de La Paz el día de la entrega del título de Doctor Honoris Causa a Hugo Chaves. 24/01/2006)
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por CARLOS EDUARDO ARAÚJO*

La mirada provocadora y visionaria de la novela del escritor estadounidense Jack London sobre los males del capital

“El Talón de Hierro nos pisoteará la cabeza; no queda más que una sangrienta revolución obrera” (Jack London. The Iron Heel).
“¿Deberían organizarse los pobres?” (Eric Hobsbawn. mundos de trabajo).
“O la clase obrera es revolucionaria, o no es nada” (Karl Marx a Johann Baptist Von Schweitzer, 13 de febrero de 1865).

Las desigualdades sociales son, lamentablemente, parte de la historia humana desde sus inicios, con transmutaciones y variaciones producto del espacio y el tiempo, apareciendo a veces bajo la forma de un sometimiento brutal de unos sobre otros, a través de la esclavitud o la servidumbre, a veces bajo la forma de eufemismo de trabajo libre, lo que alguna vez se llamó “esclavitud asalariada”. No es un determinismo naturalista, sino una construcción histórica inicua, en beneficio de una pequeña porción de la humanidad.

Marx y Engels, en su justamente famoso “El Manifiesto Comunista”, publicado por primera vez en 1848, plantean el asunto en estos términos: “La historia de todas las sociedades hasta ahora ha sido la historia de las luchas de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos, gremialistas y aprendices, en suma, opresores y oprimidos, se enfrentaban entre sí y se enzarzaban en una lucha ininterrumpida, ora oculta, ora abierta, que terminaba siempre con la revolución. transformación de la sociedad en su conjunto o con la decadencia conjunta de las clases en conflicto”. [1]

Me serviré de la literatura para establecer contacto con el problema social de la exclusión y la explotación, que oponen opresores a oprimidos y que tomó nuevos ropajes con la irrupción del capitalismo. Para ello escojo la novela instigadora, provocadora y visionaria del escritor estadounidense Jack London (1876-1916), publicada en 1908, titulada “The Iron Heel”.

London expone, en esta narración, de manera didáctico-literaria, la oposición entre capital y trabajo, revelando desnuda y crudamente, el despojo insoportable al que fue sometida la clase obrera en aquellos tiempos y sigue siendo en la actualidad. Este lacerante libelo acusatorio surgió en el corazón de lo que pronto sería el epicentro del capitalismo mundial, Estados Unidos. El protagonista Ernest Everhard, alter ego del propio London, cuya saga revolucionaria es narrada por su esposa y copartícipe en la lucha, Avis Everhard, aboga por la necesidad de una revolución libertaria sin armisticios, una lucha de clases, una “revolución sangrienta”. , frente a la burguesía oligarca de la época, una plutocracia llamada “Talón de Hierro”.

Iron Heel es una novela distópica, premonitoria de una revolución que cambiaría la faz del mundo. Anuncia, con aproximadamente diez años de antelación, la revolución bolchevique de octubre de 1917. Asimismo, en la novela se vislumbra la génesis del nazi-fascismo, como infiere el revolucionario ruso León Trotsky en una carta de 1937. , escrito en respuesta a una copia del libro que le envió Joan London, hija de Jack London. Vale la pena mencionar la transcripción de la valoración crítica de Trotsky de la novela:

“El capítulo “El rugido de la bestia del abismo” es sin duda el corazón del libro. Cuando apareció la novela, este capítulo apocalíptico parecía llegar a los límites de la hipérbole. Sin embargo, los acontecimientos por venir casi lo superan. ¡Y todavía queda un largo camino por recorrer para que se diga la última palabra sobre la lucha de clases! La “bestia del abismo” es el pueblo: oprimido, humillado y degenerado al extremo. ¿Quién se atrevería ahora a hablar del pesimismo del artista? No, London era en realidad un optimista, dotado de una visión penetrante que se anticipaba a los hechos. “¡Mira en qué abismo te arrojará la burguesía si no los acabas!”. Ese es tu pensamiento. Hoy, esto parece mucho más real y serio que hace treinta años. Pero aún más sorprendente es la visión verdaderamente profética de los métodos por los cuales Iron Heel mantendrá su dominio sobre la humanidad aplastada. Londres parece notablemente libre de las ilusiones del reformismo pacifista. En esta imagen del futuro, no hay ni rastro de democracia y progreso pacífico. Sobre la masa de los desposeídos se levantan las castas aristocráticas del trabajo, la guardia pretoriana, una policía omnipresente, con la oligarquía financiera a la cabeza. Cuando leemos esto, no damos crédito a nuestros ojos: ¡ésa es precisamente la imagen del fascismo, su política, sus técnicas de gobierno, su psicología política! El hecho es indiscutible: en 1907, Jack London ya predijo y describió el régimen fascista como el resultado inevitable de la derrota de la revolución obrera”. [ 2 ]

La novela se resume así por el biógrafo de Jack London, Alex Kershaw:

“Una visión apocalíptica del futuro. The Iron Heel es la historia de una oligarquía de capitalistas estadounidenses que toma el poder justo cuando una victoria socialista parece inevitable según las encuestas de opinión. El libro describe, con gran detalle en las notas a pie de página, la opresión de la clase obrera por parte de esta oligarquía entre 1912 y 1932”. [ 3 ]

London, a través de su texto, hace una vehemente y virulenta denuncia del sistema capitalista de producción, identificado con la explotación, el egoísmo, la opresión, la burla, la violencia y el crimen. Tales atributos malévolos se sintetizan metafóricamente en las palabras del protagonista, Ernest, dirigidas a su futura esposa y compañera de lucha Avis, quien pertenecía a la clase burguesa:

“El vestido que llevas está manchado de sangre. La comida que comes está empapada en sangre. La sangre de niños pequeños y de hombres fuertes corre de las vigas de tu techo. Puedo escuchar el sonido de las gotas, plop, plop, plop, sobre mí”. [ 3 ]

En esta perspectiva, toda la riqueza abundante que produce el capitalismo, que hace posible el culto a lo bello y a lo superfluo, beneficia a una ínfima y privilegiada parte de la población, en detrimento de una enorme porción, para la cual, como parte de la el compartir, la miseria, el hambre y la muerte. Hay, por tanto, una relación directa entre la abundancia, limitada a unos pocos, y la carencia, reservada a muchos, como las dos caras del mismo capitalismo.

En un acto público, el protagonista, Ernest, se encuentra cara a cara con la burguesía de la ciudad, cuando expone, en tono provocador y denunciante:

“En los Estados Unidos hoy, hay quince millones de personas que viven en la pobreza; y por pobreza se entiende aquellas condiciones de vida en las que, por falta de alimento y vivienda adecuados, no se puede mantener el simple estándar de eficiencia en el trabajo. En los Estados Unidos hoy, a pesar de toda la llamada legislación laboral, hay tres millones de niños que trabajan. En doce años, ese número se ha duplicado”. [ 4 ]

Qué actual suena este pasaje de la novela, más de cien años después. Casi toda la riqueza producida por el trabajo queda en manos de los capitalistas y las migajas se destinan a las clases trabajadoras, permitiéndoles sólo una precaria y lúgubre subsistencia. Mientras que la economía generada por el trabajo sería suficiente, si se distribuyera más equitativamente, para permitir un nivel de vida digno, con acceso a alimentación adecuada, salud, educación, esparcimiento y más tiempo libre.

Como señala David Harvey:

“Los 240 principales multimillonarios del mundo (de China, Rusia, India, México e Indonesia, así como de los centros tradicionales de riqueza en América del Norte y Europa) agregaron $ 2012 mil millones adicionales a sus arcas solo en XNUMX. (suficiente, calcula Oxfam, acabar con la pobreza mundial de la noche a la mañana). Por otro lado, el bienestar de las masas se estanca en el mejor de los casos, o, más probablemente, sufre una degradación creciente, si no catastrófica (como en Grecia y España)”. [ 5 ]

Zygmunt Bauman, en línea con el análisis de Harvey, nos dice que:

“Un estudio reciente del Instituto Mundial para la Investigación de Economistas del Desarrollo de la Universidad de las Naciones Unidas informa que el 1 % más rico de los adultos poseía el 40 % de los activos mundiales en 2000, y que el 10 % más rico representaba el 85 % de la riqueza mundial total mundo La mitad inferior de la población adulta del mundo poseía el 1% de la riqueza mundial. Sin embargo, esto es solo una instantánea del proceso en curso. Cada día crece sin parar información aún peor para la igualdad humana y también para la calidad de vida de todos nosotros”. [ 6 ]

En el prefacio que escribió a la edición francesa de 1923, reeditado en la edición brasileña, el renombrado escritor francés Anatole France define el significado de la expresión que da título a la novela:

“Iron Heel” es la enérgica expresión utilizada por Jack London para designar a la oligarquía. {…] Expone la lucha que algún día se dará entre la oligarquía y el pueblo, si el destino lo permite. […] Previó el conjunto de acontecimientos que se desarrollaron en nuestro tiempo. El asombroso drama que nos hace presenciar en espíritu en El talón de hierro aún no se ha hecho realidad, y no sabemos dónde ni cuándo se cumplirá la profecía del discípulo americano de Marx”. [ 7 ]

Como dirá la narradora, Avis Everhard, en las primeras páginas de la novela, mencionando a su marido Ernest Everhard, a esas alturas ya muerto por las fuerzas de la plutocracia que luchará y denunciará:

“No podemos fallar, porque todo lo constituyó él de una manera muy decidida y segura. ¡Talón de hierro maldito! ¡Más pronto de lo que esperas será arrebatado a la humanidad cansada! Cuando se dé la señal, las legiones de trabajadores de todo el mundo se levantarán. Nunca ha habido algo así en la historia del mundo. La solidaridad de las masas trabajadoras desencadenará, por primera vez, una revolución internacional, que será tan vasta como el mundo”. [ 8 ]

En el extracto de la novela, reproducido arriba, se pueden ver claramente los ecos del Manifiesto Comunista, publicado en 1848 por Karl Marx y Friedrich Engels, que termina con el famoso llamado: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”.

La crítica vehemente al capitalismo que emerge de la novela de London sigue siendo tristemente relevante hoy. El escenario actual se agrava con Brasil y el mundo bajo una pandemia de Covid-19, que se arrastra desde hace meses, provocando como resultado, pero en un proceso que ya forma parte de la lógica del Capital, la explosión del desempleo, la agudización y apertura de las desigualdades sociales, con el aumento de la pobreza y la miseria. Y el panel que se perfila para la pospandemia es el de una aguda crisis social en el seno del capitalismo neoliberal.

Sin embargo, aún en este escenario desolador, el capital sigue aumentando sus ganancias, extraídas del caos, el desempleo, la pérdida de ingresos y la degradación en que se encuentra sumida la clase trabajadora, en estos tiempos de pandemia. Esto es lo que se extrae de un artículo publicado en la web de la UOL:

“Diferentes informes de organismos internacionales indican que los millonarios se han enriquecido aún más durante la pandemia del coronavirus. Los vinculados al sector digital y las nuevas tecnologías fueron los más beneficiados en el período. Al mismo tiempo, el brote de covid-19 acentúa las desigualdades sociales y aumenta la pobreza en el mundo, ya sea en países desarrollados o emergentes”.[ 9 ]

El capitalismo, históricamente, se constituyó bajo un campo de devastación, despojo y muerte. “O Livro Negro do Capitalismo”, publicado en 1999, hace un inventario histórico de sus males:

“La devastación, en el espacio de siglo y medio, por el colonialismo y el neocolonialismo es incalculable, como imposible calcular los millones de muertos que le son atribuibles. Todos los principales países europeos y los Estados Unidos tienen la culpa. Esclavitud, represión despiadada, tortura, expropiación, robo de tierras y recursos naturales por parte de grandes empresas transnacionales o estadounidenses occidentales o por potentados locales a sueldo de ellos, creación o desmembramiento artificial de países, en posición de dictaduras, monocultivo que reemplaza a las culturas tradicionales, formas de destrucción. de vida y culturas ancestrales, deforestación y desertificación, desastres ecológicos, hambre, éxodo de poblaciones hacia las megalópolis, donde les espera el desempleo y la miseria”. [ 10 ]

El Libro Negro del Capitalismo, publicado hace veintiún años, sigue estando muy vigente, por desgracia para todos nosotros. Es necesario que volvamos a ella, que nos instruyamos con los datos que presenta y los actualicemos, con la documentación que la justifica y el sentido acusatorio que la guía. Este libro tiene renovada su importancia y restablecida su vigencia en estos tiempos de pandemia, pandemónium y neoliberalismo, que diezman vidas y sueños. El libro actualiza y confirma las tesis expuestas en la novela de London, publicada hace más de un siglo:

¿Cuáles son los medios de expansión y acumulación del capitalismo? Guerra (o protección, siguiendo el ejemplo de la mafia) represión, saqueo, explotación, usura, corrupción, propaganda. [ 11 ]

Jack London fue un ávido lector y un autodidacta ejemplar. Leyó compulsivamente la obra de los más importantes autores que estaban en boga en su época, como Marx, Nietzsche y Darwin, tomando contacto con las ideas más innovadoras que circulaban en el mundo, entre finales del siglo XIX y principios del siglo XIX. el siglo XNUMX.

Como dijo su biógrafo Alex Kershaw:

Jack era un darwinista social primero y un socialista segundo, los malos. Pero él creía sinceramente que solo a través de una revuelta abierta, siguiendo el ejemplo de sus compatriotas rusos que derramaron sangre en San Petersburgo el Domingo Sangriento, los socialistas estadounidenses ganarían la tierra prometida. [ 12 ]

En otro pasaje sugerente y contundente, en el que analiza al hombre Jack London, encontramos sus ecos en el protagonista Ernest, dice Kershaw:

“En las conferencias, el hombre que terminaba sus cartas con “Tuyo, por la revolución” reservaba su más profundo desprecio para quienes habían dañado su infancia, los patrones capitalistas y sus lacayos burgueses. Escupió amargas recriminaciones a su audiencia. “Ustedes son abejas que pululan alrededor de los honeypots capitalistas”, le gruñó a un grupo de industriales. “Son ignorantes. Tu fatua autosuficiencia te ciega a la revolución que seguramente, seguramente vendrá, y que seguramente te borrará a ti y a tu ociosidad forzada y forrada de seda de la faz del mapa. Ustedes son parásitos detrás del trabajo”. [ 13 ]

Como denuncia Londres:

“La gran fuerza motriz de los oligarcas es la creencia de que hacen lo correcto. No importan las excepciones, no importa la opresión y la injusticia en medio de las cuales se concibió el Talón de Hierro. Ya sabemos todo esto. Lo que importa es que la fuerza de la oligarquía hoy radica en que está satisfecha con su propia concepción de la justicia”. [ 14 ]

En otro pasaje de la novela London, expone las terribles condiciones a las que fueron sometidos los trabajadores y sus familias:

“La condición de la gente del abismo era lamentable. La educación en las escuelas comunes, cuando era posible, dejó de existir. Vivían como animales en grandes y miserables guetos obreros, exasperados en medio de la miseria y la degradación. Todas sus libertades anteriores se habían ido. Eran esclavos en el trabajo. No había, para ellos, elección de servicio. […] No eran siervos de la tierra como los agricultores, eran siervos de las máquinas y siervos del trabajo. […] De hecho, es en los guetos obreros donde viven las bestias del abismo, bestias que los mismos oligarcas han creado, pero cuyo rugido tanto temen. Y no permitirán que el mono y el tigre que viven dentro de ellos se extingan”. [ 15 ]

En la novela hay un capítulo titulado “La Comuna de Chicago”, que dialoga directamente con la “Comuna de París” de 1871, la primera revolución obrera de la historia y que acabó convirtiéndose en el acontecimiento político más importante del siglo XIX. La “Comuna”, que había sido fundada el 18 de marzo, sucumbió tras heroicos 72 días de resistencia, en lo que se conoció como la “Semana Sangrienta”, entre el 21 y el 28 de mayo de 1871, bajo el talón de hierro de las oligarquías francesas.

La “Comuna de París” surge en el contexto de la guerra franco-prusiana, desencadenada por Luis Napoleón, el 19 de julio de 1870. En apenas seis semanas, Prusia impone una aplastante derrota al llamado Napoleón III, que capitula el 04 de septiembre. de este año. . Inmediatamente después, se proclamó la República. Sucede que, en el afán de enfrentar el poder bélico del adversario, el ejército francés había armado a sus trabajadores, transformándolos en una “Guardia Nacional”. Con la rendición francesa llega el armisticio y las consiguientes imposiciones impuestas por el vencedor. París, bajo los auspicios de la Guardia Nacional, comandada por los trabajadores, está ahora llamada a devolver las armas al ejército. Es el detonante que hace estallar el conflicto y dará lugar al nacimiento de la “Comuna de París”. La guerra patriótica se metamorfosea en guerra proletaria revolucionaria.

En palabras de Claude Willard:

“Por la forma en que nació, por su breve existencia (72 días), y sobre todo por su fecunda labor, la Comuna, primera revolución obrera mundial, comete un crimen de lesa majestad, de lesa -capitalismo y de lesa moral: gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, con miembros electos con mandatos obligatorios y revocables, verdadera movilización ciudadana, premisas de la autogestión (puesta en marcha por trabajadores asociados en los talleres abandonados por sus jefes), los primeros pasos hacia la emancipación femenina, el papel de los extranjeros (un emigrado judío húngaro, Léo Frankel, Ministro de Trabajo)…” [16]

La Comuna de París fue reprimida violentamente por el ejército, que tenía su base en Versalles. Se abalanzó sobre su propio pueblo con una furia y una furia asesina pocas veces vistas en la historia. La tenacidad que le faltaba frente al enemigo alemán, la superó frente a sus compatriotas, en una violencia indecible y furiosa, hasta entonces desconocida en Francia, en aquellas proporciones y en aquellos aspectos.

Henri Dunant, fundador de la Cruz Roja, nos deja este espantoso registro de la violenta masacre que, alimentada por el odio y el miedo a la “clase peligrosa”, convirtió a París en un matadero:

“Esta represión implacable… terminó en terribles escenas de estrangulamiento que convirtieron a París en un coto de caza. Gente asesinada por matar... Una verdadera guerra de exterminio con todos los horrores, todo hay que decirlo, porque esa es la verdad; y los que la ordenaron se jactan de ella y se alaban a sí mismos: piensan que están cumpliendo un deber sagrado; todos los que pertenecían a la Comuna o simpatizaban con ella debían ser fusilados. [ 17 ]

Las ejecuciones sumarias, cuyo número oscila entre 20.000 y 30.000, las detenciones, que se produjeron por miles y las deportaciones, produjeron un número inimaginable de víctimas de la ferocidad de los guardianes del “orden”, la “propiedad” y los “valores de los franceses”. burguesía”. . ¿Cómo se atreve la chusma proletaria a reclamar derechos y autoorganización? La respuesta a tal insubordinación se dio en un estrepitoso, violento y sangriento sonido de muerte. El capital siempre está listo y dispuesto a eliminar cualquier desafío de sus víctimas.

En la novela de London, la Comuna de Chicago fue masacrada con igual crueldad y violencia:

“La multitud estaba a solo diez metros cuando las ametralladoras abrieron fuego; pero ante esta cortina incandescente de muerte, nada podía sobrevivir. La multitud seguía llegando, pero no podían avanzar. Se apiló en una enorme pila de muertos y heridos que se hizo cada vez más grande. Los de atrás empujaban a los demás hacia adelante, y las columnas, de afuera hacia afuera, iban encajando unas con otras. Criaturas heridas, hombres y mujeres, fueron arrojadas sobre la cresta de esa terrible ola y fueron retorcidas hasta que terminaron bajo las ruedas de los carros o en las piernas de los soldados, quienes aplicaron golpes de bayoneta a los miserables que luchaban”. [18]

El mismo London fue víctima, de niño, del engranaje capitalista que arrasa cuerpos y mentes, aquejándolos con marcas imborrables. Trabajando en fábricas de conversación, cuyo moho impregnaba para siempre sus jóvenes narices, dejando un recuerdo nauseabundo de aquellos días en molinos de yute, en medio de un ruido ensordecedor, entre pelusas, en jornadas de diez horas por diez centavos la hora, vía su infancia sustraída, como él grabará más tarde.

No hay forma de despreciar su experiencia de niño pobre, sometido a jornadas agotadoras de trabajo, en lugares insalubres, a cambio de centavos. Incluso en los albores de su existencia, se enfrentó a una desigualdad social abusiva e injusta. Quizás fue en este período de su vida cuando se despertó su conciencia de clase y germinaron las semillas de la revuelta, retratadas en esta novela panfletaria.

Es triste ver que décadas después, en Brasil, muchos trabajadores seguían sujetos a las pésimas condiciones laborales a las que fue sometida Londres en su infancia, a fines del siglo XIX. En una tesis de Doctorado, con un fuerte contenido de denuncia social y jurídica, Denison Silvan registra que:

“Como se infirió inicialmente, la pregunta que presidió este estudio resultó en el reconocimiento de que la sobreexplotación depredadora del trabajo rural en la Amazonía estuvo presente en la actividad económica del yute a costa de sangre, sudor y sufrimiento de los trabajadores, muchos de los cuales incluso hoy conviven con enfermedades y secuelas provocadas por las dolorosas, insalubres y peligrosas condiciones de este tipo de trabajo. Mucho más allá de una medición confiable, encontramos que algunos juteros se caían durante el manejo de los juteros debido a la letalidad de las condiciones de trabajo y muchos otros veían acortada su vida por la misma razón”. [ 19 ]

Como nos informa su biógrafo Alex Kershaw:

“Lo que movió la vida de Jack London fue, sobre todo, la esperanza de que algún día la pobreza y la injusticia social disminuirían; que el medio ambiente dejaría de ser considerado un recurso a ser explotado incesantemente; que el humanismo algún día triunfaría. Jack London encarnó la promesa del socialismo. Destacó los males del capitalismo y la destrucción de la fuerza laboral debido a la cruel obtención de ganancias. En algunos de sus discursos más vehementes, mostró cómo las personas desechables están en el proceso de acumular riqueza para una élite gobernante. Su último aliento fue en defensa de los desvalidos. Trabajó para intensificar la conciencia de clase más que cualquier otro escritor de su tiempo”. [ 20 ]

Desafortunadamente, la utopía igualitaria de una sociedad más justa todavía parece lejana. Y todo se agrava terriblemente con el ascenso de una extrema derecha boçal al poder, que apuesta a la agudización de los males del capital. Como observa David Harvey: “Como estas formas especulativas han sostenido un inmenso crecimiento en la desigualdad social y en la distribución de la riqueza y el poder, de modo que una oligarquía emergente – el infame 1% (que, de hecho, es aún más infame) 0,1% ) – ahora controla efectivamente las palancas de toda la riqueza y el poder en el mundo, por lo que también define líneas claras de luchas de clases cruciales para el bienestar futuro de la masa de la humanidad” [21],

*Carlos Eduardo Araujo Magíster en Teoría del Derecho de la PUC-Minas.

 

Notas


[ 1 ] Daniel Aarão Reis Filho (org.). El Manifiesto Comunista 150 años después. Contrapunto, 1998.

[2] Jack Londres. El Talón de Hierro. Boitime, 2003.

[3]Alex Kershaw. Jack London. Saraiva, 2013.

[4] Jack Londres. El Talón de Hierro. Boitime, 2003.

[5] David Harvey. 17 contradicciones y el fin del capitalismo. Editorial Boitempo, 2016.

[6] Zygmunt Bauman. ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? Zahar, 2015.

[7] Jack Londres. El Talón de Hierro. Boitime, 2003.

[8] Jack Londres. El Talón de Hierro. Boitime, 2003.

[9] Por qué los ricos se hicieron más ricos y la pobreza explotó en la pandemia. Guau. Economía. 30/09/2020.

[10] Gilles Perrault (Org.). El Libro Negro del Capitalismo. Registros, 1999.

[11] Gilles Perrault (Org.). El Libro Negro del Capitalismo. Registros, 1999.

[12]Alex Kershaw. Jack London. Saraiva, 2013.

[13]Alex Kershaw. Jack London. Saraiva, 2013.

[14] Jack Londres. El Talón de Hierro. Boitime, 2003.

[15] Jack Londres. El Talón de Hierro. Boitime, 2003.

[16] Gilles Perrault (Org.). El Libro Negro del Capitalismo. Registros, 1999.

[17] Gilles Perrault (Org.). El Libro Negro del Capitalismo. Registros, 1999.

[18] Jack Londres. El Talón de Hierro. Boitime, 2003.

[19] Denison Silvan. Trabajadores del yute en la Amazonía: trayectorias de lucha, sudor y sufrimiento. Tesis (Doctorado en Sociedad y Cultura en la Amazonía) – Instituto de Filosofía, Ciencias Humanas y Sociales, Universidad Federal de Amazonas. 2018.

[20]Alex Kershaw. Jack London. Saraiva, 2013.

[21] David Harvey. 17 contradicciones y el fin del capitalismo. Editorial Boitempo, 2016.

 

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