por RICARDO MUSSÉ*
Consideraciones sobre la obra poética del crítico literario
Las nuevas generaciones, incluidos sus más recientes discípulos, desconocen la obra poética de Roberto Schwarz. La predilección del crítico literario por la forma ensayística debería levantar sospechas sobre su afinidad por la poesía. Schwarz resiste al esfuerzo colectivo por borrar las huellas, anunciando, en las notas bibliográficas de las numerosas ediciones de sus libros, la publicación de pájaro en el cajón (1959, Massao Ohno) y corazones veteranos (1974, Colección Frenesí).
Nunca reeditados, los dos volúmenes atestiguan el compromiso de Schwarz con cierto linaje poético. Las escasas reflexiones sobre el género poético en sus colecciones de ensayos –un número de páginas menor que las dedicadas al teatro y al cine– pueden considerarse un “subproducto” de su militancia artística.[i] Pero también deben leerse como explicación indirecta y defensa de su concepción poética.
La valoración de poemas de Mario y Oswald de Andrade, contrastada en los artículos “El psicologismo en la poética de Mário de Andrade” (1965, La sirena y el sospechoso) y “El vagón, el tranvía y el poeta modernista” (1987, ¿Qué hora es?), indican que, desde el primer modernismo, Schwarz recomienda seguir a Oswald, pero no a Mário. Una elección, por cierto, compartida con los principales poetas de su generación.
En los demás artículos sobre el género, Schwarz se posiciona frente a sus contemporáneos, destacando a Francisco Alvim, su socio en la “Colección Frensi”. También practica un ajuste de cuentas con el concretismo, en un feroz análisis de un poema de Augusto de Campos.
Sus dos libros están fuera de circulación y en la colección de muy pocas bibliotecas. Sin embargo, algunos poemas pueden leerse en 26 poetas hoy (1976, Labor), primera edición comercial de la llamada poesía “marginal”, en una selección organizada por Heloísa Buarque de Hollanda, reeditada en 2007 (Aeroplano). Es, en mi opinión, uno de los puntos altos de la antología, que no es nada deseable en comparación con los otros autores de la “Coleção Frenesi” –Cacaso, Francisco Alvim, Geraldo Carneiro y João Carlos Pádua–, o con allí se insertaron poetas de otros grupos (“nuvem gypsy”, “tropicalistas”, “neoconcretos”, etc.).
La antología más reciente de la época, 1970 poesía.br (2012, Azougue), a pesar de sus numerosos méritos, ignora al poeta Roberto Schwarz. Acentuando la extrañeza, Sergio Cohn, el editor, dedica alrededor de un tercio de su introducción a los comentarios sobre el libro. 26 poetas hoy.
La crítica más recurrente (y pertinente) a la antología de Heloísa Buarque enfatiza su limitación geográfica: sería un mero extracto de la escena artística de Río de Janeiro. La difusión de los poetas de la colección Frenesi, en la que corazones veteranos, no escapa a este diapasón. Al fin y al cabo, estrenada en octubre de 1974, en la librería Cobra Norato, constituye una destacada expresión de la poesía que se hacía entonces en la Bahía de Guanabara.
En ese momento, exiliado, Roberto Schwarz residía en París. Su inclusión en el grupo se debe a su correspondencia y amistad con Antonio Carlos de Brito, conocido como Cacaso, organizador informal de la colección. Los libros, un paso más allá de los volúmenes impresos en mimeógrafos, fueron editados por Mapa Filmes, propiedad de Zelito Vianna, el mismo productor de, entre muchos otros, tierra en trance e Cabra marcada para morir. El proyecto gráfico y las portadas estuvieron a cargo de la diseñadora Ana Luiza Escorel, hija de Gilda de Mello Souza y Antonio Candido.[ii]
Justo al comienzo de la “Nueva República”, se desmorona el amplio frente de poetas, hasta entonces unidos en la lucha contra la dictadura. El ruido más estridente de esta escisión consistió en la polémica suscitada por la publicación, en enero de 1985, del poema “póstudo”, de Augusto de Campos, en el folhetim, suplemento cultural de la Folha de S. Pablo.[iii] El análisis crítico de Roberto fue impugnado en una réplica de Augusto, en la que lo acusaba de ser “más sociólogo que crítico y más crítico que poeta”.[iv]
Augusto de Campos, aun en medio de la descalificación de su contrincante, seguía “reconociendo” a Roberto Schwarz como poeta. Esta afiliación será dejada de lado en las repercusiones de este conflicto -más allá del boxeo- en las manifestaciones de ambos lados de esta “fla-flu” en São Paulo.
Leda Tenório da Mota, profesora de la PUC-SP, autoproclamada integrante del grupo de Perdizes, en Sobre la crítica literaria brasileña en el último medio siglo (2002, Imagen),[V] al reconstruir la polémica, clasifica a Schwarz como “principalmente un prosista, aunque se le ocurre firmar bisexualmente volúmenes de poesía, considerados “imperitos” por sus críticos”.
Por otro lado, el libro homenaje Una crítica dialéctica en la periferia del capitalismo: reflexiones sobre la obra de Roberto Schwarz (2007, Companhia das Letras) ignora casi por completo sus dos poemarios. La excepción la encontramos en el artículo de Francisco Alambert, que menciona, con fines retóricos, la recepción de poemas agrupados en pájaros en el cajón por el entonces icono modernista Sergio Milliet.
Este secuestro es quizás fruto de un picor, bastante comprensible en la coyuntura actual, plagada de “falsos moralismos”. El vocabulario, contenido y línea general de pájaros en el cajón e corazones veteranos están en profundo desacuerdo con el “sentido común” de nuestro tiempo. En el poema “Cuento de hadas”, por ejemplo, se dice que “la rata se había convertido en un príncipe azul con una erección / El coño parlante de Cenicienta babeaba entre sus bigotes”.
La estrategia de utilizar expresiones cercanas al grafiti de baño pretendía ante todo romper con la dicción elevada impuesta por la “generación del 45”, el “alto modernismo” y el “concretismo” (especialmente por parte de Haroldo). Este gesto es compartido por los poetas más dispares como Roberto Piva y Zuca Zardan.
El efecto de esta poesía en los años de “Apertura” (1975-1984) fue inconmensurable. Su lectura provocó una especie de soplo de liberación en relación con el conservadurismo político, cultural y social del régimen militar. Si el destacado “erudito” – autor de artículos en los tiempos modernos y del ya célebre ensayo sobre las “ideas fuera de lugar” –había escrito poemas como “Conto de hada” o “Passeata”- “pegarse al imperialismo/abajo el culo del papa”- se adquiría la convicción de que no era mera ilusión el lema proclamado en las paredes en mayo de 1968 – “todo está permitido”.
“Passeata” constituye una especie de síntesis del tono que impregna corazones veteranos. El procedimiento de inversión utilizado en su composición, la figura estilística denominada “quiasma”, es recurrente en la tradición dialéctica, apareciendo a ráfagas en la prosa del joven Karl Marx. Las frases entrecruzadas en el poema hacen referencia a dos estirpes libertarias: la de la resistencia política, encarnada en la lucha antiimperialista, y la de la contracultura, basada en la reivindicación de un cambio de comportamiento que no deje ni siquiera por fuera la vida sexual de los pontífice supremo.
La conexión entre la forma artística y la experiencia histórica tiene su ápice en el poema “inoxidable” – “Se cepilló los dientes hasta que sangraron. Dejó de cepillarse/cuando empezó a sangrar. ¡No te cepilles hasta que sangren!/ Me sangran los dientes en cuanto empiezo a cepillarlos. Antes,/ necesitaba mucho cepillarme, ahora toca empezar y ya están sangrando./ Nada más acercarme al cepillo y empiezan a sangrar./ A veces pienso en un cepillo más suave, pero sé que/ hasta una rasurada. el cepillo se frota mucho, no hace menos efecto que el alambre”.[VI]
El movimiento de discontinuidad e inversión de perspectivas; “de construcción indeterminada, más exacta”, la negativa a individualizar los personajes o las persona, combina voces que “muchas veces, gracias a los malabares de la dramaturgia, no sabemos quiénes son, a quién van dirigidas o a quién, entre los presentes, se debe el propio título del poema, que no es un marco neutro y participa en el juego de incertidumbres del resto”.[Vii]
Es un recurso estético del modernismo internacional –recurrente en las novelas de William Faulkner, y que alcanza expresión magistral en el cuento “Señorita Cora, de Julio Cortázar. La conciencia histórica allí traducida estéticamente, en la alianza entre imaginación y reflexión, no es local, nacional o cosmopolita, es indeterminada en el estrecho marco del sistema mundial, alude al malestar en el capitalismo.
Cuando aparece cierto “narrador”, el persona la poética se compone en la figura del exilio, manifestada en “Emigração 71” o en los versos finales de “Convalescença”… “de manera tranquila/repentina la alegría pasa por mis/piernas temblorosas y las repentinas, ahogadas/sollozando ganas de vivir /autos parados a ambos lados de la calle / el cielo se cubrió / a pesar de todo la belleza / cuántos amigos detenidos / llevo abrigo”. Una condición omnipresente marcada por un intenso sufrimiento, incluso ante la llegada festiva de la primavera en París.
Aquí y allá pululan poemas que recurren al colorido local, intentos de mostrar la hechura de la identidad nacional (de la alegoría). La primera estrofa de “informe” dice: “la ridiculez casada siniestra/su hijo es macabro y ministro”.[Viii] Sin embargo, Schwarz trata de mantenerse alerta, evitando embarcarse en una concepción evolutiva de la historia, atenta a la estática inherente al dinamismo del capital: “es una ilusión de tontos […] queremos creer que no todo es igual” (“política de las almas”).
La condición de exiliado, condición general del persona de corazones veteranos, se expande en el tiempo y el espacio. 16 poemas breves se agrupan bajo el título “Canções do exile” en referencia a Gonçalves Dias. El poema en prosa supuestamente autobiográfico “Depois do telejornal” relata el encuentro con una tía anciana sorda que “está en Nueva York desde el 42, huyó de los nazis en el 39, fue internada en el 40 en un campo francés, en el 41 se mudó a un cuartel en Casablanca su madre la perdió en Buchenwald”.
A la manera del narrador de Mínima moralia, de Theodor W. Adorno, Schwarz “en lugar de detenerse en la descripción de idiosincrasias, de especificidades irreductibles […] subraya, en la condición de desterrado, la condensación que hace de él una figura ejemplar de vida mutilada”.[Ex]
Así, sólo le queda al individuo en el capitalismo luchar por la emancipación política y social. El que quiere encajar está condenado como (en el poema) “Ulises”, “esperanza puesta en un buen salario,/corazones veteranos,/este valle de lágrimas. Estos pináculos de mierda.
*ricardo muse Es profesor del Departamento de Sociología de la USP. Autor, entre otros libros, de Émile Durkheim: hecho social y división del trabajo (Revuelve).
Publicado originalmente en el diario Folha de S. Pablo, el 30 de julio de 2017.
Notas
[i] Retrato de época: poesía marginal, años 1970 (1981, Funarte) cita el siguiente extracto de la declaración de Roberto Schwarz, “la poesía era un poco un subproducto de la vida intelectual […] de la crítica […] la poesía era entonces un subproducto” (p. 156) .
[ii] En testimonio a Messeder Pereira, Schwarz cuenta que los originales de corazones veteranos había sido rechazado por Civilização Brasileira (cf. Retrato de época: poesía marginal, años 1970, PAG. 157). El encargado de seleccionar las obras literarias a publicar en ese momento fue el poeta Moacir Félix.
[iii] Schwarz informa que uno de los puntos de su identificación con Cacaso fue su crítica al concretismo (cf. Retrato de época: poesía marginal, años 1970, P. 143).
[iv] CAMPOS, Augusto, En el borde del borde (1989, Companhia das Letras), pág. 176.
[V] MOTA, Leda Tenorio da Mota. Sobre la crítica literaria brasileña en el último medio siglo, P. 60.
[VI] En el artículo sobre Elefante, de Francisco Alvim, Schwarz sostiene que su generación busca negar la abstracción, el ascetismo, la geometría del enfoque constructivista (común a João Cabral y los artistas Concretos). Buscó desligar el énfasis de la poesía en la palabra, valorando el habla cotidiana. En general, se buscó hacer uso del poema breve, el listo hacer y artificios de el pop art para una estructura poética basada en unidades mínimas, mezcla el poema-broma de Oswald con el de Drummond claro acertijo (Cf.. Martino contra Lucrecia, pags. 137-142)
[Vii] Comentario de Schwarz sobre el libro Elefante, de Francisco Alvim, que describe a la perfección los procedimientos en su propia poesía. En: SCHWARZ, Roberto. Martín contra Lucrecia, PAG. 120 (2012, Companhia das Letras).
[Viii] Cualquier parecido con el actual gobierno de Brasil es pura coincidencia.
[Ex] MUSSE, Ricardo. “Diagnóstico de la barbarie”. En: Filosofía y cultura. Festscript para Scarlet Marton (Barcarola).