El significado de las repeticiones históricas

Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram

por VLADIMIR SAFATLE*

La elección de Boric en Chile representa la profundización del mismo camino chileno de hace cincuenta años

La potencialidad de un acontecimiento está necesariamente ligada a su capacidad de hacer resonar dinámicas históricas que, aun cortadas, permanecen siempre latentes. Freud solía decir que la voz de la razón puede ser tranquila, pero nunca se calla. Esto vale para dinámicas históricas de transformación estructural que estuvieron, por un tiempo, paralizadas.

Es necesario decir esto porque nada de lo que ha pasado en Chile en los últimos años es comprensible sin remontarnos a la experiencia del gobierno de Salvador Allende, entre 1970 y 1973. Interviene e influye en la acción de los vivos.

Mientras el resto del continente buscaba abrir su horizonte progresista a través de pactos y alianzas propias del populismo de izquierda, creyendo en posibles asociaciones entre sectores de la burguesía nacional y las demandas populares, integrando capas populares al proceso político a través de la paradójica preservación de la intereses de las oligarquías descontentas, Chile buscaba otro camino, lo que en su momento se conoció como “el camino chileno al socialismo”. Esta ruta tuvo tres características principales y rompió la dicotomía que se había establecido, desde fines del siglo XIX, entre dinámica revolucionaria y pacto reformista.

Primero, el camino chileno se basó en la clara negativa a militarizar los procesos revolucionarios. La conquista del poder se realizará a través de los procesos electorales y la organización que articularía tal victoria, la unidadpopular, desconocía el centralismo democrático, la tendencia convergente de un solo partido y dirección en la cúpula. Era un frente, pero un frente integrado por estructuras de izquierda (socialistas, comunistas, radicales, socialdemócratas, disidentes demócratas cristianos, MIR, MAPU) y movimientos populares. El siglo XX había sido testigo de muchos procesos revolucionarios que se degradaron en sociedades militarizadas, procesos que recompusieron lógicas sociales a partir del tema de las guerras infinitas. La ruta chilena fue la demanda más importante para intentar otra ruta.

En segundo lugar, se trataba de operar progresivamente con cambios claros en el orden económico. Estamos hablando de un gobierno que nacionalizó la banca, nacionalizó el principal sector de la economía chilena en ese momento, las minas de cobre, que impulsó la autogestión de las fábricas mediante la creación de 61 “cordones industriales”. En otras palabras, la lógica de trabajo no era la que conocemos en las coaliciones populistas de izquierda, que consiste en “ganar tiempo”, buscando integrar económicamente a los sectores pobres de la población sin cambiar las relaciones de producción. Se trataba, por el contrario, de implantar un claro programa económico marxista a través de una dinámica de conquista gradual.

Finalmente, este proceso fue impulsado por una cultura de combate eficaz. Sin otra razón, una de las figuras más emblemáticas de la violencia contrarrevolucionaria fue el asesinato del cantante Víctor Jara, a quien le cortaron las manos en el Estadio Nacional mientras soldados le colocaban una guitarra delante y le decían: “Ahora, toca ”.

Esta historia, por mucho que fue silenciada, en realidad nunca pasó. En cada revuelta que ha conocido Chile desde 2006 (y ha habido muchas) han vuelto las consignas, las imágenes, las canciones. No se trataba simplemente de una cita, sino de la clara conciencia de que toda dinámica de transformación es una repetición.

Puede parecer paradójico asociar transformación y repetición, pero la paradoja no existe. Para que las transformaciones sean posibles, es necesario, inicialmente, liberar el pasado de su exilio, liberar los cuerpos de la melancolía. Esto significa recrear las derrotas y convertirlas en victorias. Ya se ha dicho que el tiempo histórico no es una sucesión de instantes. Entender esto es fundamental para entender de dónde viene esa fuerza indescriptible cuando las poblaciones deciden no salir a la calle aún cuando están bajo fuego y tanques. La fuerza proviene de la incorporación de las luchas pasadas, de la encarnación en un cuerpo político de amplio espectro temporal. La fuerza proviene de la comprensión de que estamos, una vez más, recreando batallas que han tenido lugar y se han abierto de nuevo.

Esta proyección hacia el futuro incluso en el momento de la derrota no es un simple “mesianismo”. Es la última astucia de la inteligencia política que utiliza la proyección temporal para sacudir un presente que se cierra. La misma inteligencia que mostró Allende cuando terminó su último discurso, en medio del golpe, al recordar que: “más temprano que tarde se abrirán de nuevo los grandes bulevares”.

 

un proceso abierto

Hay un documental sobre Chile que se llama chicos de chicago (Carola Fuentes y Rafael Valdeavellano, 2015). En él vemos la formación del grupo de economistas que, por primera vez, implementará el neoliberalismo en el mundo. En un momento, cuando los entrevistadores le preguntan al futuro ministro de economía de Pinochet, el Sr. Sergio de Castro, sobre lo que sintió al ver el Palacio de La Moneda bombardeado por aviones militares hasta la muerte de Allende, dice, sin ocultar sus verdaderas emociones: “una alegría inmensa. Sabía que esto era lo que había que hacer”.

Esta imagen vuelve cuando, en 2019, el mismo Mr. de Castro es entrevistado por el diario La tercera. Ante un levantamiento popular contra las consecuencias del modelo que había ayudado a implementar, el periodista le pregunta: “Tú, que eres conocido como uno de los padres del modelo económico chileno, ¿cómo lo llamas?”. Respuesta: "Yo diría que fue la aplicación racional de la teoría económica". La respuesta fue realmente muy buena. Nos recordó que la llamada aplicación racional de la teoría económica era inseparable de la destrucción violenta de la política y sus dinámicas de conflicto. Era inseparable de la absoluta insensibilidad al sufrimiento social que presenciaron las poblaciones enfurecidas.

Lo que planteaba una ecuación política mayor: “ninguna felicidad social sería posible sin la destrucción de esta 'racionalidad económica'”. Y destruir tal racionalidad no se haría con ajustes, promesas de integración y puertas abiertas para algunos representantes de pueblos masacrados que ahora encuentran un lugar en la mesa de bendiciones. Se haría a través de la modificación estructural del ordenamiento jurídico. Como si se tratara de poner en marcha un singular “institucionalismo insurreccional”.

Algo de esta naturaleza ya se había intentado en otro país que había conocido un levantamiento popular contra la “racionalidad económica”, a saber, Islandia. Esta isla glacial fue el primer país en quebrar en la crisis de 2008 y el único que entendió que salir de la crisis significaba encarcelar a los banqueros y cambiar el orden constitucional. Sin embargo, su intento de crear una constitución popular resultó ser bloqueado. El mismo camino se intentaría ahora en Chile.

En ese caso, es más probable que el proceso tenga éxito porque es una repetición. Es la profundización del mismo camino chileno de hace cincuenta años. Pero en lugar de producir cambios paulatinos en la institucionalidad, se trata de operar por una refundación nacional. Este proceso, con nuevos actores sociales, fue uno de los ejes principales de la victoria electoral de Gabriel Boric.

Por supuesto, los riesgos existen. No está clara la capacidad de transformación social del Frente Ampla. Estos años serán extremadamente duros. Porque, como a principios de la década de 1970, si la experiencia chilena tiene éxito, habrá abierto un camino que pondrá en marcha la imaginación política mundial. Sin embargo, es la primera experiencia, en el siglo XXI, de una insurrección popular que conquista el poder con un sorpresivo voto electoral (el mayor voto en la historia de Chile), que lo conquista en medio de un proceso de refundación nacional. También tiene a su favor la fuerza de las repeticiones históricas. Una configuración de fuerzas como esta es algo que nunca antes habíamos visto.

*Vladimir Safatle Es profesor de filosofía en la USP. Autor, entre otros libros, de Modos de transformar mundos: Lacan, política y emancipación (Auténtico).

Publicado originalmente en el sitio web de revista de culto .

 

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

Crónica de Machado de Assis sobre Tiradentes
Por FILIPE DE FREITAS GONÇALVES: Un análisis al estilo Machado de la elevación de los nombres y la significación republicana
Umberto Eco – la biblioteca del mundo
Por CARLOS EDUARDO ARAÚJO: Consideraciones sobre la película dirigida por Davide Ferrario.
Dialéctica y valor en Marx y los clásicos del marxismo
Por JADIR ANTUNES: Presentación del libro recientemente publicado por Zaira Vieira
Ecología marxista en China
Por CHEN YIWEN: De la ecología de Karl Marx a la teoría de la ecocivilización socialista
Cultura y filosofía de la praxis
Por EDUARDO GRANJA COUTINHO: Prólogo del organizador de la colección recientemente lanzada
Papa Francisco – contra la idolatría del capital
Por MICHAEL LÖWY: Las próximas semanas decidirán si Jorge Bergoglio fue sólo un paréntesis o si abrió un nuevo capítulo en la larga historia del catolicismo.
Kafka – cuentos de hadas para mentes dialécticas
Por ZÓIA MÜNCHOW: Consideraciones sobre la obra, dirigida por Fabiana Serroni – actualmente en exhibición en São Paulo
El complejo Arcadia de la literatura brasileña
Por LUIS EUSTÁQUIO SOARES: Introducción del autor al libro recientemente publicado
La huelga de la educación en São Paulo
Por JULIO CESAR TELES: ¿Por qué estamos en huelga? La lucha es por la educación pública
La debilidad de Dios
Por MARILIA PACHECO FIORILLO: Se retiró del mundo, angustiado por la degradación de su Creación. Sólo la acción humana puede recuperarlo.
Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES

¡UNETE A NOSOTROS!

¡Sea uno de nuestros seguidores que mantienen vivo este sitio!