El regreso de José Dirceu: Balance y Perspectivas

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Se esté o no de acuerdo con las opiniones de José Dirceu, es innegable que para la izquierda es mucho mejor tenerlo fuera de prisión.

Por Lincoln Secco*

en tus Memorias (Generación editorial) José Dirceu cree que el ciclo histórico que llevó a la izquierda al poder no ha terminado. Entre idas y venidas, las contradicciones que reveló la experiencia del gobierno del PT no pueden ser eliminadas por la mera represión. Habrá reflujos y flujos en una larga lucha. Una de estas idas y venidas la constituye la trayectoria individual del propio José Dirceu. El 8 de noviembre de 2019, al mismo tiempo que el expresidente Lula, recuperó su libertad.

El regreso de José Dirceu tiene el mismo significado para la izquierda brasileña que el regreso de Lula para la izquierda latinoamericana en general. Steve Bannon, en una entrevista reciente, reconoció que Lula es el líder más grande de la “izquierda globalista”; ciertamente debe saber de lo que está hablando.

Dirceu fue el estratega que transformó al PT de un grupo parlamentario y de oposición social en un partido de gobierno, con miras al poder. Este cambio lo operó a costa de disensiones internas, intervenciones autoritarias y reducción de los horizontes programáticos inmediatos del partido. Pero, ¿de qué serviría un programa máximo que nunca se pondría en práctica? Fue ese argumento, pegado a la vida concreta, el que lo convirtió en líder imprescindible en la victoria electoral de 2002. Y no por otra razón el Partido Media lo derrocó en 2005.

De la Meseta a la Llanura

El liderazgo de Dirceu tiene cualidades irrefutables, aunque nunca ha estado libre de errores. Tanto él como el PT no se dieron cuenta de que estaban entrando en un sistema político en el que siempre serían un cuerpo extraño marcado por el pecado de origen: haber surgido de abajo hacia arriba de la clase obrera en la región del ABC de São Paulo y de subordinados en todo Brasil.

En los años de formación del PT, el sistema político de la Nueva República se estabilizó en torno a un centro político que, a partir del Congreso, tendía a diluir los programas teóricos en una práctica moderada de negociación.

Aunque el PT no formó parte de los gobiernos de coalición, sirvió como el electrodo negativo que cerró el circuito político del sistema. Fue radical sin llegar al poder. Fue un correctivo ético de la vida pública. Es una paradoja que el radicalismo fuera funcional a la reproducción del orden burgués y luego la moderación disfuncional. Pero la historia demuestra que a la burguesía y las oligarquías no les importan los programas y las utopías. A lo que nunca renunciaron fue al control del presupuesto público.

La estrategia de Dirceu alteró fuertemente este escenario, generando una serie de consecuencias. Las políticas sociales del PT, el reposicionamiento internacional del país y el fortalecimiento del Estado fueron aceptables mientras que el crecimiento económico permitió acomodar las luchas de clases.

la ofensiva

Uno de los efectos de la crisis económica de 2008 fue llevar la polarización social a las calles. Y esto a escala internacional. Solo en América Latina ha habido intentos de derrocar gobiernos en Bolivia (2008), Ecuador (2010) y Nicaragua (2018); golpes en Honduras (2009), Paraguay (2012)[ 1 ], Brasil (2016) y Bolivia (2019) además de intentos sucesivos en Venezuela.

José Dirceu pasó la mayor parte de este proceso de radicalización de la oposición fuera del gobierno debido al “escándalo del mensalão” de 2005, fraguado con el objetivo de derrotar a Lula y al PT en las elecciones del año siguiente.

La segunda victoria de la izquierda, en 2006, supuso que el Gobierno no considerara estratégica la defensa de Dirceu (y otros perseguidos políticos). Lo calculó como una mera “pérdida táctica”. No fue sólo el miedo lo que guió a muchos dirigentes del PT, sino el frío cálculo. Pero la cuenta estaba mal.

Durante este período, surgió un Partido Toga dentro del poder judicial, apoyado por una corriente organizada de opinión pública. Su posición en el aparato estatal le permitió legalizar el uso de la fuerza y ​​la violencia. En la disputa por la hegemonía utilizó los medios de comunicación, promovió alianzas y repartió promesas, chantajes y amenazas. Era evidente que el Partido de la Justicia (PJ) no se contentaría hasta ganar el premio mayor: la cabeza de Luís Inácio Lula da Silva.

El PT gobernó el país mejor que sus antecesores. Pero no “manipuló” al Estado, siguió estrictamente las reglas que creía “republicanas”, ni siquiera condicionó las inversiones en defensa a una adecuada reorientación democrática de los militares y renunció a una disputa cultural en la sociedad civil.

La mejora de la vida de las personas no se propagó como conquistas de la clase obrera organizada, del campo popular, de los movimientos sociales y, en última instancia, del PT. Por el contrario, se dejó florecer en el país la idea del mérito individual: base de la crítica al Estado “ineficiente”.

Cuando Olavo de Carvalho habló de “gramscismo” y elogió a José Dirceu como una especie de Condotiero, se estaba describiendo arrogantemente a sí mismo. Fue él quien impulsó la lucha cultural y la intransigencia doctrinal (por muy bizarra que sea su “doctrina”). Olavo soportó el ridículo y el aislamiento hasta que una crisis en el sistema político le permitió a él y a otros grupos marginales acceder al poder.

A diferencia del PT, el grupo bolsonarista carece de preparación para administrar el Estado, aunque tiene hambre y vocación de poder. Eso constituye su fuerza y ​​su debilidad, ya que tiende a llevar al país a una catástrofe sin precedentes en la historia brasileña.

guerra de posiciones

José Dirceu acompañó la rápida dinámica de la crisis política iniciada en 2013. Reconoció, ante muchos dirigentes del Partido de los Trabajadores, el cambio en el eje de la disputa establecimiento parlamentario para la sociedad civil. Después del golpe de Estado de 2016, Dirceu utilizó su inmensa capacidad de análisis de la situación para encontrar una salida original a la derrota.

Sin otra alternativa que volver al juego político oficial, aprovechó su interregno de libertad y recorrió el país guiando a su partido de abajo hacia arriba y de afuera hacia adentro. No buscó un retorno al PT original. Entendió que había una necesidad histórica de retomar el trabajo de base, en condiciones diferentes. La aplicabilidad de esta propuesta política depende, sin embargo, de una incógnita: ¿cómo retomar la organización desde la base en un escenario de fragmentación de la clase obrera?

José Dirceu también comentó recurrentemente que la nueva derecha surgida en Brasil se apoya no solo en las redes virtuales, sino en el arraigo popular de iglesias evangélicas y otros aparatos privados que cuentan mucho en la disputa por la hegemonía.

Es difícil evaluar a un personaje histórico en acción. La percepción del pasado es modificada por el presente. El de José Dirceu todavía está en construcción. Esté o no de acuerdo con sus puntos de vista, es mucho mejor para la izquierda tenerlo fuera de prisión.

*lincoln secco, profesor del departamento de historia de la USP, es autor, entre otros libros, de Historia del PT (Estudio)

Notas


[ 1 ]Ver: Paola Estrada Camargo. “Neogolpismo en América Latina: un análisis comparativo de Paraguay (2012) y Brasil (2016)”. USP, Prolam, 2019.

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