¿Qué significa discutir sobre la formación de la literatura brasileña?

Imagen: Jenny Olsson
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 por FELIPE DE FREITAS GONÇALVES*

Comentarios sobre algunas formulaciones de Roberto Schwarz.

         En el reciente informe publicado en Revista Piauí Sobre el marxismo en Brasil, Roberto Schwarz plantea, en el segundo párrafo, una cuestión que parece estar en el centro de nuestros problemas contemporáneos. Nos dice: “Esta designación un tanto neutral sirve para evitar disputas de capilla y terminología que impedirían a muchos marxistas reconocer la dirección común de las obras – supongamos – de Caio Prado Junior, Celso Furtado y Antonio Candido, para seguir siendo figuras simbólicas. Sumado a la incorporación de una decena de autores más, muchos de los cuales se detestan cordialmente, es un conjunto dotado de coherencia y poder elucidativo, cuyo alcance aún no se ha apreciado adecuadamente"[i]. El final de la última frase podría pasar desapercibido, si no fuera por otro momento en el que Schwarz hace una elaboración similar, ahora limitada a Antonio Candido: “Libros que se convierten inmediatamente en clásicos, como fue el caso de Formación de la Literatura Brasileña, publicado en 1959, a veces pagan por ello, sin el debate que les debería corresponder. Cuarenta años después, La idea central de Antonio Candido apenas ha comenzado a ser discutida"[ii].

         Más de veinte años separan ambas formulaciones, y el autor parece insistir en que Antonio Cándido no fue apreciado adecuadamente. El planteamiento del problema puede parecer absurdo desde uno o dos puntos de vista. Se puede decir que no, la idea central de Cándido sí fue discutida, ya que el libro no sólo generó debate en el momento de su publicación sino que también fue objeto de variados análisis, con los más diversos grados de competencia. Para quedarnos sólo con los clásicos, podemos recordar el libro de Haroldo de Campos (El secuestro del barroco) y el de Afrânio Coutinho (El concepto de literatura brasileña.). Sin olvidar los diversos textos sobre Cándido que se produjeron, para lo cual basta con referirse al texto de Abel Barros Baptista, “El canon como formación”, en su El libro salvaje. De una forma u otra, estos textos, además de los cientos de otros que pueden encontrarse fácilmente en las bibliografías de tesis o artículos sobre Cándido, discuten la idea central del autor, aunque no aprecien adecuadamente el alcance de su poder elucidativo. Otra forma de abordar el aparente absurdo de la formulación es decir que la Formación no fue discutido, porque sus supuestos teóricos fueron abandonados en las décadas posteriores al golpe de 1964. Formulado de manera un tanto agresiva, podríamos decir que el libro no fue discutido porque ya nadie está interesado en las preguntas que plantea, ya sea por autores fuera de moda que discute (con excepción de uno u otro que aún reaparece en nuestros debates), ya sea centrándose en la relación entre la literatura y las estructuras históricas que propone su obra.

         Todo esto es verdad. Se discutió la obra y se abandonaron sus supuestos y objetos. Pero todavía hay una tercera hipótesis que me gustaría plantear y que me parece más apropiada para actualizar la discusión. Quizás podría decirse así: la idea central de Cándido –como la de sus pares en la primera cita– busca dar una forma inteligible a un proceso que puso fin a la Dictadura Militar. Puede parecer un absurdo más, pero me explico: los estudios sobre Brasil en el modo tradicional formativo, fundada a mediados de la década de 1930 (pero con orígenes a finales del siglo XIX), siempre mira el pasado brasileño con la mirada puesta en el presente. Nunca se trata simplemente de historizar la familia patriarcal en la Colonia (Freyre) o el significado de la colonización (Caio Prado) o la formación de un sistema literario (Cándido), sino de pensar este proceso como parte de algo que todavía es en curso y, por lo tanto, es necesario verlo desde los dilemas del presente. La formación, en el sentido que esta tradición le dio al término, fue un proceso histórico que presupuso la disolución de la vida colonial y la implantación de la sociabilidad burguesa en el país.

La contradicción de la que toda esta reflexión teórica parece sacar mayor provecho es el hecho de que, aunque no sea un país burgués, Brasil ya era un país capitalista (en el sentido de Caio Prado), y el surgimiento de una sociedad burguesa en un país El capitalismo desde sus inicios implica superar la posición que ocupa el país dentro del sistema capitalista que ayudó a fundar. La Dictadura puso fin al proceso de formación precisamente en el sentido de que convirtió al país en burguesía: industrializó e introdujo prácticas culturales modernas, con todo lo que esto implica en términos de infraestructura e ideología. El dilema actual, antes de 1964, era convertir al país en burguesía para superar los pasivos coloniales que coexistían con formas brutales de explotación capitalista. La formación de esta sociabilidad burguesa era, en esta etapa, una tarea con una fuerte connotación progresista. El problema es que el dilema se resolvió sin que el punto de llegada se acercara a lo imaginado antes: nos convertimos en burguesías en un régimen dictatorial que no implicaba ninguno de los aspectos positivos que ese punto de llegada suponía anteriormente.

         De una manera u otra, llegamos a donde esperábamos y, de repente, toda la reflexión de décadas anteriores, en los hechos, quedó relegada a estar obsoleta, porque respondía a las exigencias de un presente que ya no existía. Y es de esta novedad de donde parece provenir la falta de discusión de la que habla Schwarz. No es que no hayamos debatido el libro, o que no hayamos valorado suficientemente los logros de esa generación, o que nuestros intelectuales hayan carecido de la perspicacia para percibir el fuerte alcance explicativo de todas esas obras: es que el proceso histórico que hizo que aquellas obras fueran legibles y discutidas terminaron inmediatamente después de su publicación. La suposición aquí es que la discusión y percepción del alcance elucidativo provienen del proceso histórico mismo y no de un intelecto que fluctúa en el tiempo y el espacio. Si la historia no avanza, el pensamiento permanece donde lo dejó. Precisamente por esta razón, la relación más común con la formación no es la meditación sobre su argumento y su intento de demostrarlo, sino simplemente sobre sus supuestos. El cuerpo del argumento ha perdido completamente su interés y relevancia. Haroldo de Campos toma 20 páginas del libro para su polémica respuesta y pretende desmantelar el argumento de Cándido, y gran parte de la inteligencia nacional aceptó este tipo de procedimiento como si fuera posible refutar casi ochocientas páginas de análisis detallados de las más diversas grupo de escritores como válido. . Evidentemente el procedimiento no es válido, pero lo que importa es por qué aparece como válido para personas que, por lo demás, se encuentran en pleno uso de sus facultades mentales. Ahora bien, tal vez sea porque sólo esa mínima parte del libro aún podría ser inteligible, con su cuerpo argumentativo obsoleto por la continuación del proceso histórico. De hecho, ésta es la respuesta más común al libro: es cosa del pasado, ya hemos superado esa vieja cosa nacional, particular, universal, etc.

         La postura intelectual posterior a 1964 no fue sólo contraformativa, sino antiformativa. Supuso la actualización de los paradigmas intelectuales del país desligados de la continuidad de la línea evolutiva de su autorreflexión. Podríamos introducir la deconstrucción, el estructuralismo, los estudios culturales y lo que venga después sin hacer referencia al conjunto de nuevos paradigmas traídos desde las mejores universidades estadounidenses y francesas a nuestra propia tradición de reflexión sobre las cosas nacionales. Esto se debe a que el contenido de expresiones como “cosas nacionales” o “problemas brasileños” o “interpretación de Brasil” simplemente desaparecieron del radar como posibilidad de abordar los problemas, porque la contradicción fundamental a la que se referían esas expresiones: capitalismo sin sociedad burguesa y el proceso de constitución de esta nueva forma de sociabilidad, desapareció del suelo histórico del que surge la reflexión misma. Esta actualización pudo haber sido el paso fundamental en la definitiva modernización ideológica burguesa que la Dictadura implementó en el país.

La única posibilidad de reflexión, más allá del eclecticismo teórico, era la meditación sobre las causas de la formación fallida, y en esta dirección van no sólo los estudios de Schwarz sobre Machado, sino también casi toda su generación, en términos de coherencia y fuerza, esclarecedores. Termina un texto melancólico, “Fin de siglo”, con una nota retrospectiva aún más melancólica: “De paso queda claro cuán estrecha y provinciana era nuestra idea de modernización, para la cual el problema no estaba en la marcha del mundo. , sino sólo en nuestra posición relativa dentro de él”.[iii]. La afirmación tiene fuerza esclarecedora en relación al cambio que sería necesario realizar: la visión anterior, la de la formación, consideraba el problema de la modernización –burguesización– como algo relacionado con nuestra posición dentro del sistema mundial y no relacionado con el desarrollo global. del sistema. En otras palabras, la visión formativa imaginaba que el problema era la distancia que nos separaba del paradigma burgués, cuando el verdadero problema era el desarrollo global de la sociedad burguesa en la que estábamos insertos.

Cada paso hacia ese paradigma nos parecía un movimiento real, pero en realidad era una ilusión óptica: con cada paso que dábamos, el sistema daba un paso con nosotros, manteniendo nuestra posición relativa exactamente como antes. Los pasos vislumbrados hacia la formación habrían sido pasos en falso, pero lo principal está en la ubicación histórica de la propia reflexión del autor: sólo nos aparecen como pasos en falso y la formación como una especie de ilusión óptica porque hemos logrado aburguesar nuestra sociabilidad. en cierto modo lleno y los pasos, ahora, incluso en lo que tenían como ilusión óptica, son evidentemente pasos hacia un lado. El aspecto afirmativo de la nueva formulación del problema es que para alcanzar los aspectos positivos que conlleva el proceso formativo será necesario no sólo reorganizar nuestra posición, sino la marcha del mundo mismo. En otras palabras, el problema gana en internacionalismo y nos obliga a repensar no lo que es necesario para nuestra formación, sino a reinterpretar nuestra historia en términos de lo que tiene que revelar para la marcha general del desarrollo moderno. Mejor para nosotros, a medida que ganemos importancia global. Peor para nosotros, ya que perdimos el terreno histórico que hizo posible esta misma reflexión.

Pero volviendo a la pregunta inicial, ¿qué significaría, desde este punto de vista actualizado, discutir la Formación de la Literatura Brasileña? Es decir, ¿discutirlo no en sus propios términos (el proceso formativo), sino en términos de seguir el proceso histórico que parece hacer que su argumento sea ilegible? Ahora, significa reinterpretar el material literario a la luz del descubrimiento –no de la inteligencia, sino de la historia– de que los pasos hacia la formación fueron pasos en falso. Porque, aunque realmente aparecieran como pasos adelante, su significado global no era la formación pretendida, sino un reajuste a los niveles de desarrollo del mundo burgués de la época, ese era el problema. Discutir el Formación Es siempre un trabajo comparativo que hace que nuestra tradición revele lo que allí, en el otro que tomamos como paradigma, era provisional y sobrevalorado. Significa, en definitiva, volver la mirada hacia ese conjunto de material mohoso para ver, en cada movimiento, el paso en falso. Vuelva a mirar el periodismo de Luzes (Hipólito da Costa, Evaristo da Veiga), o la obra de Frei Caneca, o los novelistas olvidados (¿quién recuerda todavía a Teixeira de Souza, de todos modos?) y busque exactamente el momento en que aquel la falsedad del paso se revela, de modo que, en esta falsedad, podemos ver el otro lado, el que está al otro lado del Atlántico, en lo que también es falso y provisional. En otras palabras, ver la verdad del sistema en lo falso.                         

La tarea es hercúlea y de interés global, no sólo provincial. Parece realmente urgente, porque pone los problemas nacionales en términos inteligibles para nuestro tiempo y evita adherirse al resurgimiento acrítico de la formación, como si el 64 no hubiera existido. Esta es otra trampa peligrosa y contagiosa: por un lado, imaginar que la obsolescencia de la formación implica el abandono de la reflexión sobre el problema nacional (en un sentido social y no identitario); por el otro, imagina que es posible seguir pensando en ello en los términos anteriores. Esto es tanto en términos literarios como político-ideológicos. Literatura: no ver en el sistema formado la precariedad de un país periférico, ver en la exaltación de nuestra precariedad una solución artística aceptable, y no tomar a los autores del período formativo por lo que hay de falso en ellos. Ideología: imaginemos que es posible, a estas alturas, un pacto de desarrollo e integración nacional que nos reposicione en el mundo en función del prestigio y de nuestras peculiaridades. Política: no ver a los estafadores de siempre como la estafa que se avecina a la vuelta de la esquina. Repensar la formación de un punto de vista actualizado y, por tanto, poder debatirlo, parece significar implicar en el argumento el presente con su retroceso para repensar el pasado desde ese retroceso.

Pero permítanme hacer la pregunta una vez más para dar una última respuesta. ¿Qué significa discutir? Formación de la Literatura Brasileña? Quizás signifique esperar. A la espera de que algo parecido a un proceso formativo se reanude en nuestra vida concreta para que el argumento del libro sea legible y finalmente discutible. Pero este nuevo proceso, al parecer, no puede ser meramente nacional, es decir, la formación ya no puede ser nuestro proceso, sino un vínculo entre nuestro proceso histórico y el progreso del mundo. Sólo los ingenuos pueden ver algo así formándose en el horizonte.  

Filipe de Freitas Gonçalves Es candidato a doctorado en Estudios Literarios por la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG).


[i] Roberto Schwarz, Una aclimatación del marxismo en Brasil: los viajes de una generación y un proyecto para transformar el país. Revista Piauí, diciembre de 2023, p. 46. ​​​​También disponible en: Roberto Schwarz cuenta cómo el marxismo afectó a su generación (uol.com.br).

[ii] roberto schwarz, Los siete respiros de un libro. (en: ídem. Sequências Brasileiras. Companhia das Letras, 1990), p. 54.

[iii] Roberto Schwarz, Fin de siglo (en: ídem. Sequências Brasileiras. Companhia das Letras, 1990), p. 198.


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