¿Qué heredaremos del coronavirus?

Imagen: Ellyeser Szturm
Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram

Por Antonio Sales Ríos Neto*

Para inaugurar efectivamente el inicio de otro modelo de civilización, será necesario que los líderes de todos los países tomen conciencia de que las relaciones internacionales deben establecerse en nuevos y mejores niveles de cooperación.

Crisis globales como la que estamos viviendo ahora están generando fuentes de cambios profundos en nuestra forma de vida. El mundo no será el mismo después de que pasemos la tormenta provocada por la pandemia del Covid-19. Con cada gran epidemia que enfrenta la humanidad, la historia nos ha demostrado que ocurren cambios esenciales en las relaciones políticas de las naciones, obligando a la reorganización de los sistemas productivos, económicos, financieros e institucionales y, en consecuencia, incidiendo en la cultura que subyace a estas transformaciones. Este fue el caso, por ejemplo, de la peste bubónica del siglo XIV (conocida como la Peste Negra), una enfermedad provocada por el bacilo Yersinia pestis, tan abrumador que se estima que redujo la población de Europa en un tercio y la población china en uno o dos tercios (se presume que mató de 75 a 200 millones de personas en Eurasia). Los historiadores apuntan a que su origen fue asiático, concretamente chino, como fue el caso del coronavirus. Su llegada a Europa estaría asociada al comercio desde Asia a través del Mar Mediterráneo y Turquía.

Como principal legado, la Peste Negra contribuyó a cuestionar radicalmente el espacio político de la religión en Europa, principal foco irradiador del modo de vida de la humanidad en aquellos tiempos, acelerando así el final de la Edad Media (siglos V al XV), que vivía bajo la égida del teocentrismo. En su momento, el puerto de Brujas (ciudad que aún conserva su historia medieval y se encuentra en el noroeste de Bélgica) fue el primer centro comercial del mundo fuera del feudalismo, operando desde 1200 hasta 1350, al comienzo de lo que sería convertirse, en el futuro, en capitalismo. La peste negra fue tan abrumadora que, cuando llegó a Europa en 1348, el comercio de Brujas sucumbió (asociado también a otros factores), cediendo el estatus de centro mundial del comercio a Venecia (1350-1500), que supo reinventarse en frente a las crisis de la época. Sin embargo, la mayor consecuencia de la peste fue quizás el hecho de que contribuyó al establecimiento de la policía como única trinchera efectiva en defensa de la vida de las personas en el viejo continente. En gran medida, el Estado Moderno, las ciencias y el capitalismo mercantil nacieron como consecuencia de la onda expansiva provocada por esta inmensa tragedia sanitaria. Se cuestionó la capacidad de la autoridad religiosa y política de la Iglesia para salvar vidas o dar sentido a la muerte. Fue así, como dice el historiador Jacques Attali, que, en ese momento, “el policía reemplazó al cura” como “Del mismo modo, a fines del siglo XVIII, el médico reemplazó a la policía como el más eficaz baluarte contra la muerte”. Desde entonces hasta nuestros días hemos pasado de una autoridad basada en la fe a una autoridad basada en el respeto al uso de la fuerza y, posteriormente, a una autoridad más eficaz, la de la obediencia al estado de derecho. Ahora tenemos que evitar la peligrosa tendencia a someternos a la autoridad del mercado, un cambio que se ha ido gestando en las últimas décadas.

El hecho es que hoy vivimos una crisis sanitaria global con el potencial de producir impactos civilizatorios similares a los de la Peste Negra, pero con el serio agravante de que ahora tenemos otra crisis global en curso, la crisis climática, cuya gravedad es, de lejos, muy superior a la de la pandemia del coronavirus, y la atención (al menos por parte de quienes no tienen dudas sobre su existencia) en su entorno quedó momentáneamente suspendida por la urgencia del escenario actual. Como en el pasado, el mundo saldrá de esta pandemia (la vacuna debería estar lista en 18 meses, según afirmó el director general de la OMS el 11/2/2020) con muchas lecciones aprendidas y transformaciones inevitables. En estos pocos meses de convivencia con el virus (identificado en Wuhan, China, el 31/12/2019, y considerado pandemia mundial por la OMS el 11/3/2020), ya es posible observar algunos signos de la probable efectos sobre las dos fuerzas principales que determinan nuestro modo de vida: el Estado y el Capital. Todo indica que el coronavirus nos demostrará que, más que nunca, la libertad de la política y del mercado es el motor de la historia.

Hasta el momento, los países afectados están dando tres respuestas principales para contener la propagación del virus mientras no se produce una vacuna. A continuación, describo cada una de estas respuestas en orden creciente de efectividad y decreciente de interés de mercado, desde el punto de vista de los diversos análisis que he seguido.

1) “inmunidad de rebaño” (herd immunization): como su nombre lo indica, esta respuesta entiende que si toda la humanidad se deja contaminar por el virus, tan pronto como sea posible, crearemos inmunidad global rápidamente. Sin embargo, nadie se da cuenta de que la tasa de letalidad del virus del 4,9% (Fuente: Universidad John Hopkins – https://coronavirus.jhu.edu/map.html. Consultado el 31/03/2020), en este caso, sería causar un efecto secundario devastador para hacer a la humanidad "más fuerte", al adquirir inmunidad. Teniendo en cuenta que la población estimada, ahora en 2020, es de 7,79 millones de personas, tendríamos un holocausto que podría superar los 380 millones de vidas humanas sacrificadas para lograr esta inmunización darwiniana, un flagelo humanitario inaceptable que parece contar con la simpatía de una parte de la población. capitalistas más insensibles, que deben estar sumamente incómodos con la debacle de sus activos provocada por la crisis económica producto de la pandemia. Es decir, para quienes tienen una visión económica más radical del mundo, tales efectos catastróficos sobre la humanidad serían una externalidad más inevitable (cuando la toma de decisiones no considera las consecuencias para los terceros afectados por esa decisión) para justificar la no interrupción del proceso. movimiento do Capital, hoy con su movilidad abruptamente afectada por la pandemia. La medida es rechazada por completo por los agentes de salud, desde el director general de la OMS hasta ese auxiliar de enfermería que está en primera línea tratando de salvar vidas.

2) “distanciamiento social”: esta es la respuesta que todos nosotros ya experimentamos aquí en Brasil y en todo Occidente. Recomendada de urgencia por la OMS y la gran mayoría de los líderes de los países, la estrategia de establecer restricciones sociales trata de aplanar la curva de contagio del coronavirus, que se ha ido propagando exponencialmente. El cierre de fronteras, con todas las consecuencias económicas que conlleva, también forma parte de este paquete. La medida ha demostrado ser la más eficaz en el contexto actual del mundo occidental. Ciertamente, el grado de efectividad debe variar debido a las realidades culturales, económicas, políticas y tecnológicas de cada país. A pesar de este esfuerzo de aislamiento, Europa se ha convertido en el epicentro de la pandemia. Italia, el país más afectado, pues el contagio llegó unos diez días antes que países como Alemania, Estados Unidos y Canadá, parece haber sido tomado por sorpresa y no tuvo tiempo de prepararse e iniciar antes el aislamiento social.

3) “big data” (vigilancia digital): estrategia utilizada por países asiáticos como China, Japón, Corea, Taiwán, Singapur y Hong Kong. La vigilancia digital ya forma parte de la vida y la cultura cotidianas en estas naciones. La gente parece sentirse segura siendo adormecida por la virtualización. Las empresas chinas de comunicación e Internet comparten los datos confidenciales de sus clientes con los servicios estatales de seguridad y salud. Así, el Estado, que tiene una tradición autoritaria culturalmente bien aceptada, controla activamente a las personas sin que sientan que se ha invadido su privacidad. Algo que no sucedería en el mundo occidental, mucho más refractario al control de sus vidas. Fue con estos recursos de vigilancia digital, como el análisis de big data y la comunicación masiva a través de apps, con los que obtuvieron la mayor eficiencia hasta el momento en el combate a la pandemia. Aliado a ello, los asiáticos también recurrieron al uso de mascarillas de alta eficacia y a la preparación en tiempo récord de infraestructuras sanitarias para hacer frente a la situación. Justo al comienzo del contagio, China logró construir, en Wuhan, en apenas 10 días, movilizando a 1.000 trabajadores, el hospital Huoshenshan, con 3 camas, que entró en funcionamiento el 2/2020/XNUMX. El caso es que chinos y coreanos residentes en Europa están regresando a sus países en busca de más seguridad.

Pasada la pandemia, la vigilancia digital promete ser la niña de los ojos en el mundo occidental, tanto para el Estado como para el mercado. La pregunta es cómo la cultura occidental se apropiará de este nuevo estado policial digital: para reforzar aún más la noción de que el desarrollo es algo reducido al crecimiento económico y al desarrollo tecnológico, donde la existencia se reduce a la lucha por la supervivencia y la clave del éxito está ligada a la lógica de la competencia (más egoísmo y menos altruismo); o superar el actual modelo de civilización, donde el desarrollo, según el investigador José de Souza Silva, “se concibe como un espacio de encuentro entre sociedad, naturaleza y cultura, una especie de Ágora griega – un espacio público donde diferentes actores con diferentes valores, intereses y compromisos debaten y negocian criterios/reglas para la gestión democrática de las transformaciones necesarias para su desarrollo y los conflictos inherentes a este tipo de procesos”. Necesitamos urgentemente un mundo en el que la economía vuelva a su sentido original (el término proviene del griego “oikos” que significa casa y “nomos” que significa costumbre o ley, es decir, satisfacer las necesidades de la casa). Incluso, algunos estudiosos sugieren que el término economía habría sido utilizado en este sentido desde la antigua Grecia hasta el siglo XVIII, siendo la expresión capitalismo ni siquiera utilizada por Marx, sino introducida por el sociólogo y economista alemán Werner Sombart en 1902, que habría dirigido el sentido de la economía para la simple creación de riqueza como un fin en sí mismo, desvinculado del cuidado de la casa.

Para inaugurar efectivamente el inicio de otro modelo de civilización, se deben instituir algunas posturas ya puestas en práctica frente a la pandemia, poco tiempo después de la superación de la crisis. En este sentido, será necesario, por un lado, que los líderes de todos los países, especialmente los miembros del G7 (economías más avanzadas) y el G20 (ministros de finanzas y jefes de bancos centrales de las 19 economías del mundo más la Unión Europea) tomen conciencia de que las relaciones internacionales deben establecerse en nuevos y mejores niveles de cooperación y reparto de poderes y responsabilidades. Y, por otro lado, la viabilidad de la conquista de nuevos espacios políticos por parte de organismos intergubernamentales como la ONU, llegando a los distintos organismos que integran su sistema (OMS, OPS, UNESCO, UNICEF, OIT, PNUD, OMC, PNUMA, IPCC, FAO, entre otros). Para ello será imprescindible una nueva gobernanza global con nuevos parámetros de actuación, ya que todos somos ciudadanos de la Casa común, la madre tierra que nos acoge. Estos dos enfoques serán fundamentales en ese momento para que podamos asegurar una intervención positiva en los cambios que vendrán y así crear una política civilizatoria como la defendida por el sociólogo francés Edgar Morin. También porque la atención en torno a la crisis climática debe retomarse inmediatamente después de la pandemia, que ya exige, desde hace tiempo, esta nueva gobernanza global.

Cierro esta breve reflexión compartiendo las palabras del filósofo y ensayista surcoreano Byung-Chul Han, extraídas del artículo “El coronavirus de hoy y el mundo de mañana”, publicado por El País, el 22/3/2020. Es uno de los mejores análisis que he leído sobre la situación provocada por la pandemia y las posibilidades que conlleva, que recomiendo leer. Han es profesor de la Universidad de las Artes de Berlín y ganó notoriedad con su libro “The Tiredness Society” (2017), en el que nos presenta ideas clave para comprender el presente y actuar por un futuro mejor.    

“El virus no derrotará al capitalismo. La revolución viral nunca sucederá. Ningún virus es capaz de hacer la revolución. El virus nos aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte. En cierto modo, a todo el mundo sólo le preocupa su propia supervivencia. La solidaridad que consiste en mantener las distancias mutuas no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa. No podemos dejar la revolución en manos del virus. Necesitamos creer que después del virus vendrá una revolución humana. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes necesitamos repensar y frenar radicalmente el capitalismo destructivo, y nuestra movilidad ilimitada y destructiva, para salvarnos a nosotros mismos, para salvar el clima y nuestro hermoso planeta.”

*Antonio Sales Ríos Neto es Ingeniero Civil y Consultor Organizacional

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

Crónica de Machado de Assis sobre Tiradentes
Por FILIPE DE FREITAS GONÇALVES: Un análisis al estilo Machado de la elevación de los nombres y la significación republicana
Umberto Eco – la biblioteca del mundo
Por CARLOS EDUARDO ARAÚJO: Consideraciones sobre la película dirigida por Davide Ferrario.
Dialéctica y valor en Marx y los clásicos del marxismo
Por JADIR ANTUNES: Presentación del libro recientemente publicado por Zaira Vieira
El complejo Arcadia de la literatura brasileña
Por LUIS EUSTÁQUIO SOARES: Introducción del autor al libro recientemente publicado
Cultura y filosofía de la praxis
Por EDUARDO GRANJA COUTINHO: Prólogo del organizador de la colección recientemente lanzada
Ecología marxista en China
Por CHEN YIWEN: De la ecología de Karl Marx a la teoría de la ecocivilización socialista
Papa Francisco – contra la idolatría del capital
Por MICHAEL LÖWY: Las próximas semanas decidirán si Jorge Bergoglio fue sólo un paréntesis o si abrió un nuevo capítulo en la larga historia del catolicismo.
La debilidad de Dios
Por MARILIA PACHECO FIORILLO: Se retiró del mundo, angustiado por la degradación de su Creación. Sólo la acción humana puede recuperarlo.
Jorge Mario Bergoglio (1936-2025)
Por TALES AB´SÁBER: Breves consideraciones sobre el recientemente fallecido Papa Francisco
El consenso neoliberal
Por GILBERTO MARINGONI: Hay mínimas posibilidades de que el gobierno de Lula asuma banderas claramente de izquierda en lo que resta de su mandato, después de casi 30 meses de opciones económicas neoliberales.
Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES

¡UNETE A NOSOTROS!

¡Sea uno de nuestros seguidores que mantienen vivo este sitio!