por GILBERTO MARINGONI*
Comentario al libro recién publicado de Manuel Domingos Neto
Un preocupante consenso de las élites rodea a la democracia brasileña: que las Fuerzas Armadas no tuvieron nada que ver con la escalada del golpe de Estado de los últimos cuatro años, cuya culminación fue el terror del 8 de enero en Brasilia. Gobierno, Poder Judicial y la mayoría del Legislativo, junto a gran parte de los medios de comunicación, se apresuran a construir oraciones sin sujetos ante una historia de órdenes del día, campamentos frente a cuarteles y participación de altos funcionarios en Articulaciones para desprestigiar urnas, instituciones y organizaciones de la sociedad. Un traspaso de poder amplio, general y sin restricciones busca convencer a la opinión pública de que sin los uniformes la legalidad se habría detenido de golpe.
Numerosas voces se alzan contra este acuerdo. Uno de los más calificados es el de Manuel Domingos Neto, en el recién estrenado Qué hacer con los militares – Apuntes para una nueva defensa nacional. Profesor jubilado de la Universidad Federal de Ceará y ex diputado federal, el autor presenta una especie de síntesis de casi medio siglo de investigaciones, innumerables contactos con funcionarios y refinados análisis del pasado reciente. No duda en su razonamiento: “Escribí este libro para aquellos que piensan que es posible apaciguar a los cuarteles satisfaciendo las demandas corporativas. Lula creyó esto y fue arrestado. Regresó al gobierno bajo la influencia del fusil. Dilma también creyó y perdió su cargo”.
Para Domingos Neto, el problema esencial es lo que él llama el trastorno funcional de la personalidad de los militares. Toda la prédica de los altos mandos exalta la defensa de la soberanía y un difuso concepto de Patria. Sin embargo, desde la independencia, los soldados son entrenados principalmente para otra actividad, luchar contra el “enemigo interno”. Esto se habría materializado en el mantenimiento del sistema colonial-esclavista, en la represión de los movimientos separatistas en el Imperio y cualquier tipo de rebelión popular en la República.
En la Guerra Fría, a partir de 1945, la misión estuvo guiada por las teorías de la contrainsurgencia y la lucha contra la llamada subversión. A partir de entonces, el militar se ve a sí mismo como “político, policía, empresario, trabajador social, administrador público, constructor de carreteras, perforador de pozos en la región semiárida, guardia forestal, guardia de fronteras, conocedor de Seguridad Pública, aérea, costera”. y fluvial, evaluador supremo de la moral y planificador del destino nacional”, escribe el autor. Incapaces de desempeñar su función esencial, la defensa contra la agresión externa, las Fuerzas asumieron el papel de intervinientes frecuentes en la vida política.
Domingos Neto evalúa que Brasil tiene apariencia de defensa. “En este ámbito, la República fracasó. Para afirmar la soberanía brasileña, necesitamos una nueva Defensa, que revise las funciones, la organización y la cultura de las Fuerzas Armadas. A esta revisión la llamo reforma militar”, afirma.
A partir de ahí, el libro traza las bases para un cambio profundo en la organización y objetivos del cuartel. El paso inicial sería que las Fuerzas rompieran con la gran industria armamentística transnacional y con los designios de las potencias hegemónicas.
La reforma propuesta debería revisar el excesivo número de generales sin rol y la distribución de tropas en todo el país, además de abrir el camino para que mujeres y negros asciendan en la jerarquía. El trabajo destaca la necesidad de una mayor inversión estatal en ciencia y tecnología, para dotar al sector de capacidad operativa ante las nuevas características de la guerra. Por último, es necesario abrir un gran debate nacional sobre la Defensa. Se trata de una articulación eminentemente política, que no puede limitarse a los muros de los cuarteles. “Los comandantes deben ser consultados en materia de Defensa, pero su diseño y conducta dependen del político”, subraya Domingos Neto.
Dos puntos buscan unir el conjunto de proposiciones formuladas en el libro. El primero es acabar con la idea de que las Fuerzas Armadas serían un poder moderador, con capacidad de intervenir en la vida política del país, como establece el artículo 142 de la Constitución. El segundo apunta a una política de Defensa integral, que debe incluir la cohesión social y cívica del país. Esto implicaría una reducción de la pobreza y la desigualdad, todo tipo de prejuicios y disparidades regionales, además de la consolidación del régimen democrático.
¿Qué hacer con los militares? Es una obra de intervención y casi un libelo para cambiar el lugar de las armas en las políticas de Estado. El llamamiento es enfático: “Hoy, los generales intentan gestionar pérdidas y daños debido a su implicación directa e indirecta en el caos golpista. Lula persiste en el apaciguamiento: celebra el Día del Ejército, un ritual que exalta el carácter colonial de la corporación y exalta el Ejército de Caxias, expresión que legitima las intervenciones internas de la Fuerza Terrestre”.
Todo indica que existe una oportunidad histórica para impulsar una importante reestructuración de las Fuerzas de Defensa y de Seguridad. El libro de Manuel Domingos Neto es una poderosa advertencia de que esta oportunidad no dura para siempre.
*Gilberto Maringoni, es periodista y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Federal del ABC (UFABC).
referencia
Manuel Domingos Neto. Qué hacer con los militares – Apuntes para una nueva defensa nacional. Parnaíba, Gabinete de lectura: 2023, 224 páginas.
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