Lo que late en el feminismo

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por Beatriz Gimeno*

Uno de los consensos que une a las mujeres es que se unen contra la extrema derecha, que sabe que el feminismo es el enemigo a vencer

El 8 de marzo de 2021 fue especial no solo porque fue prohibido, lo que definitivamente fue un objetivo del fascismo, sino por algunos de los debates que dejó atrás. El hecho de que fuera un 8M vivido a través de las redes sociales y los medios de comunicación permitió fundamentalmente visibilizar el tema del debate ideológico, pero por otro lado menos visible la unidad, que creo que es más potente que la disidencia. Aunque a veces no lo parezca, el feminismo está atravesado por grandes consensos que siempre lo empujan hacia adelante. El consenso se ve mejor en las calles, el disenso en las redes sociales y los medios de comunicación. Y uno de los grandes consensos necesarios que nos une es que estamos unidos contra una extrema derecha que ya sabe que el feminismo es el enemigo a vencer. Allí nos encontrarás a todos.

Pero los debates teóricos, ideológicos, también son importantes en una teoría crítica que se alimenta de ellos. Y si ocurren con respeto, no hay razón para tenerles miedo. Y en este artículo me quiero centrar en el análisis de una parte del debate que ha ganado visibilidad estos días. No hay duda de que fue la Cuarta Ola la que transformó el feminismo de este siglo en un movimiento masivo y global. Es decir, en un momento dado, se produce un cambio. Pasar de manifestaciones de mil o diez mil a manifestaciones de medio millón de mujeres en dos años no es casualidad; tampoco es que el paro de mujeres fuera un éxito o la conversión del feminismo en un sentido común que interpela y atraviesa a la mayoría de las mujeres, muchas de las cuales hasta hace poco no se sentían involucradas. Evidentemente, este cambio tiene que ver con muchas cuestiones, pero se refleja muy bien en el contenido de las reivindicaciones, que aparecen en las decenas de manifiestos presentes en los medios hoy en día. Es decir, surgieron nuevos temas, o nuevas formas de conceptualizar viejos temas (en el feminismo, casi nada puede ser completamente nuevo), y que estos temas impactaron a una generación que hasta entonces no se había identificado masivamente como feminista. La violencia sexual (y la violencia machista en general), su extensión, su carácter sistémico y estructural fue uno de esos temas que estallaron en todo el mundo como literalmente insoportables para las mujeres.

Pero el segundo tema que explotó fue el de la reproducción social. Tiene que ver con una generación de jóvenes que crecieron creyéndose iguales y sin cuestionar derechos básicos como el aborto (con matices, claro), el divorcio, el derecho al trabajo remunerado, la educación, la independencia personal, etc., y que despiertan un día descubriendo que todo era mentira. Amanecen en plena crisis económica y tras un periodo de vaciamiento de los servicios públicos que puso lo que estos servicios cubrían (más o menos) sobre los hombros, de nuevo, de las mujeres. Las economistas feministas nos advirtieron hace tiempo que lo que algunos llaman trabajo de cuidados y otros llaman reproducción social se estaba manteniendo mal gracias a redes globales de mujeres apoyándose en una cadena que se va debilitando en cada eslabón hasta llegar a los últimos, a los que nadie apoya. . Pero la severidad de la crisis, y la severidad de la respuesta a ella, en forma de recortes y privatizaciones de lo que era un alivio para las mujeres (salud, educación, servicios de asistencia pública), hizo colapsar el sistema.

Y por eso, se llamen así o no, se reconozcan así o no, la Cuarta Ola se revela anticapitalista. Marx ya decía que son las condiciones materiales las que determinan la conciencia, y esta Cuarta Ola es un buen ejemplo de conciencia colectiva. El capitalismo en su fase neoliberal, al tiempo que dice ser muy partidario de los derechos de las mujeres y crea una élite de mujeres que pueden vivir mucho mejor que sus madres o abuelas, pone la vida de la mayoría en una situación que la hace inviable. En realidad, los recortes en los servicios públicos son un ataque directo a los derechos de las mujeres, o dicho de otro modo, sin servicios públicos fuertes no puede haber igualdad. El trabajo de reproducción social es la condición de posibilidad para el funcionamiento de la esfera productiva; Debe hacerse. (Extracto: Introducir aquí el debate sobre si los hombres deben hacerlo o no es engañar, porque el sistema no soportaría que, en el ámbito económico, los hombres fueran tratados de la misma manera que las mujeres; entonces todo explotaría. Y eso implicaría, además, haber acabado previamente con el patriarcado, algo que no vemos muy próximo).

Por lo tanto, no es broma, ni poesía, decir que si nosotros paramos, el mundo se para. O lo hacen las mujeres (y cada vez son más los hombres), o lo hacen los servicios públicos, o nos volvemos a casa, pero eso ya no es posible. El neoliberalismo, como también explica muy bien Fraser, ha proletarizado a las mujeres, pero también las ha emancipado en otro sentido, y de eso no hay vuelta atrás. El neoliberalismo nos lleva a una sociedad devastadora en la que sólo los ricos podrán resolver el tema de los servicios asistenciales porque pueden pagarlos (principalmente otras mujeres más pobres, que a su vez no pueden pagar por ellos para cuidarse a sí mismas o a sus hijos). familias). Por supuesto, la reproducción social no atañe sólo a estos servicios, es más amplia, y abarca todo lo que mantiene lazos sociales, incluido el afecto, pero también la reproducción biológica pura está en peligro y avanzamos cada vez más hacia sociedades en las que tener hijos se ha convertido en un privilegio. , en el que las mujeres se ven obligadas a postergar su maternidad o congelar sus óvulos para poder cumplir con sus obligaciones en el ámbito productivo.

Obviamente este es el punto principal donde confluyen la división sexual del trabajo y la explotación capitalista. Y este es el punto en el que se pone de manifiesto que el feminismo liberal no tiene nada que ofrecer a la gran mayoría de las mujeres porque la igualdad exige, entre otras cosas, socializar este trabajo de cuidados. Y no es opcional. O se socializa (y se distribuye en familias), o no habrá igualdad. Socializar implica muchas cosas; Los sistemas de asistencia pública universal implican reformas económicas estructurales que afectan a los sistemas tributarios, la deuda externa, los recortes, las privatizaciones, los salarios, etc... En definitiva: la redistribución de la riqueza. Al incorporar a las mujeres al trabajo productivo sin socializar el trabajo reproductivo, lo que ha sucedido es algo imposible, una imposibilidad que se puede mantener por un tiempo, pero no mucho más.

Fraser es el autor de esta frase: “Ninguna sociedad que debilite sistemáticamente su reproducción social puede durar mucho tiempo”. Este es el punto de conflicto. Un sistema que desde hace años viene debilitando su reproducción social y mujeres que ya no pueden soportarlo; y, al mismo tiempo, un feminismo liberal que es capaz de tener libros de citas con feministas anticapitalistas como fetiche, pero que naturalmente no acepta que esas citas sean leídas en voz alta porque la interpelación es tan profunda. Un feminismo que puede darse el lujo de ser culturalmente antineoliberal, pero que económicamente no puede llegar muy lejos. Y esa es la contradicción, o al menos una de las contradicciones más importantes en este punto. El neoliberalismo, ahora en boca de todos, es utilizado por el feminismo liberal en un sentido meramente cultural, no económico. Y la Cuarta Ola es un movimiento que surgió exigiendo que todas las vidas valgan la pena y esto no se puede hacer sin un cambio radical en el sistema económico y no solo en el cultural.

*Beatriz Gimeno. es una feminista española y activista por los derechos LGBTQI.

Traducción: Fernando Lima das Neves

Publicado originalmente en Público.

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