Primero de Mayo 2024

Imagen: Mahdi Yousefi
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por JORGE LUIZ SOUTO MAYOR*

Establecer las correlaciones de fuerzas necesarias para cambiar la realidad de sumisión a los excesos cada vez más descarados e ilimitados del gran capital.

1.

En los últimos años, de 2017 a 2022, la clase trabajadora ha sufrido ataques extremadamente fuertes y variados. En este contexto se incluye la PEC del “fin del mundo” (CE 95/17); la “reforma” laboral (Ley nº 13.467/17); la “reforma” de las pensiones (CE 103/19); y, durante la pandemia, los MP 927 y 936 de 2020.

Durante la pandemia, de hecho, los ataques se establecieron al nivel de una auténtica necropolítica, mediante la cual se quitó la vida a miles de trabajadores o se debilitó la salud de miles de trabajadores.

En aquella ocasión, el 1 de mayo de 2020, publiqué un texto (aquí) en el que, recordando que el día en cuestión marca las luchas de los trabajadores por mejoras en sus condiciones de vida y de trabajo y recordando también que desde hace años la clase trabajadora ya vivía la situación de simplemente luchar por la preservación de los derechos conquistados , llamó la atención sobre el hecho de que en ese momento de extrema tragedia había una oportunidad para la reconstrucción de la conciencia de clase y la unificación de la clase obrera, lo que le permitiría una mayor fuerza para enfrentar al capital, ya que, al menos retóricamente, la sociedad burguesa admitía la esencialidad del trabajo y, en consecuencia, la relevancia del trabajador y la trabajadora, apuntando, sobre todo, a los segmentos hasta ahora más invisibles.

Abogó por la necesidad de una reconstrucción de la clase obrera, para considerar auténticos sólo aquellos movimientos obreros (en el sector público o privado) que: (a) no tengan como propósito la defensa exclusiva de los intereses inmediatos de una cierta 'categoría' de trabajadores (que se superponen aún más con los intereses de otra 'categoría'). 'Categoría', de hecho, era un concepto formal, legalmente establecido, para dividir a la clase trabajadora;

(b) organizarse con miras a defender los intereses de la clase trabajadora en su conjunto, integrando necesariamente a los excluidos del mercado laboral; (c) se basen en la plena igualdad de derechos y la división equitativa de tareas entre hombres y mujeres, abarcando entornos públicos y privados, incluido el enfrentamiento a todas las formas de discriminación por motivos de género y orientación sexual;

(d) “tener como punto de partida fundamental la igualdad de derechos entre los trabajadores en general y los trabajadores domésticos, integrados, en definitiva, en la clase trabajadora políticamente organizada; (e) superar la división de clases determinada por la subcontratación; f) afrontar de manera objetiva y sin concesiones todas las cuestiones (incluidas las de la vida privada) relacionadas con el racismo y el sexismo; (g) integrar a los trabajadores informales y, sobre todo, a quienes prestan servicios a través de aplicaciones en el centro de sus preocupaciones, en la demanda de igualdad de trato y ampliación de derechos”.

2.

Sin embargo, las cosas en el entorno sindical no avanzaron en esta dirección, por lo que continuamos experimentando las luchas de fragmentos desconectados y a veces incluso contradictorios de categorías de trabajadores.

El 1 de mayo de 2021 llegamos a la etapa de profundidad de la masacre y, en un nuevo texto (aquí), defendió que “la reversión de la tragedia humanitaria, social y económica en la que nos encontramos depende esencialmente de la reacción colectiva de la clase trabajadora”. También denunció los males del inmovilismo provocado por una cierta utilización de la tragedia como argumento para la sucesión electoral que estaba por llegar, en 2022.

Como se explica en el texto: “Pero también vale la pena decir que la desmovilización y la preservación del estado actual de las cosas son igualmente promovidas por la defensa y la esperanza de que todo se resolverá -y sólo entonces sucederá- en las elecciones de 2022. , incluso porque cada vida perdida hasta entonces no se puede recuperar.
Debemos admitir urgentemente que estamos viviendo una tragedia que nos impone a todos medidas de emergencia”.

Ante la profundización de las fórmulas de precariedad laboral, el enfoque radical adoptado por el gobierno para servir, únicamente, a los intereses del gran capital y la ausencia de una reacción contundente en términos de organización sindical, acción política o intervención institucional, la clase trabajadora, atomizada , se vio en la emergencia de movilizarse para, como pudiera, defender su propia vida. Era la época de las llamadas “huelgas sanitarias”. Huelgas cuyo único objetivo era la imposición de condiciones laborales que pudieran reducir los riesgos para la salud y la supervivencia de los trabajadores.

Y la reiteración de los ataques a los derechos laborales era tan gigantesca que todavía era necesario establecer un debate jurídico sobre la legitimidad de una movilización para defender la vida. Tuve que expresar, contradiciendo posiciones opuestas, que, obviamente, los trabajadores son personas como cualquier otra y que, por lo tanto, tienen el derecho inalienable de proteger sus propias vidas, ya sea que esta defensa se llame “huelga” o como se llame…

De ahí que en el citado texto se afirmara que: “Las huelgas de salud y de solidaridad (de ahí, incluida, la esencialidad de la huelga general de salud) se sustentan jurídicamente en el principio de que la defensa de derechos fundamentales, como el derecho a la vida (el principal), no depende de una ley que lo garantice o defina cómo debe ejercerse”.

Respecto a las atrocidades cometidas contra la clase obrera durante el período de pandemia, es muy importante destacar ahora un aspecto al que incluso me referí en varios textos escritos en su momento: cómo el cálculo electoral, encaminado a las elecciones de 2022, promovió una estado de anestesia e inmovilidad ante la tragedia humana vivida en la pandemia y cuánto contribuyó esto al agravamiento y prolongación del sufrimiento de la clase trabajadora (Ver ejemplo aquí).

Lo que la gente intentaba hacernos creer es que la situación estructural sólo cambiaría con la elección de un nuevo gobierno, encabezado por Luiz Inácio Lula da Silva. En concreto, no se hizo nada contra toda la masacre de la clase trabajadora porque, a partir de 2023, con la victoria electoral, todo se corregiría.

3.

Y ahora, el 1 de mayo de 2024, más de un año después de la victoria electoral, ¿qué le queda a la clase trabajadora? ¡Sufre más ataques! Esta respuesta no es el resultado de una interpretación o evaluación subjetiva. Es la explicación de hechos que, además, hablan por sí solos.

Ahora bien, lo que se vio es que: (a) se mantuvieron todos los términos de la “reforma” laboral; (b) se mantuvieron todos los términos de la “reforma” previsional; (c) no se implementó ninguna iniciativa para responsabilizar históricamente la necropolítica llevada a cabo por el gobierno anterior;

d) no se tomó ninguna iniciativa para ampliar derechos: estabilidad o garantía de empleo: derogación de la inconstitucional ley de huelga de 1989; eliminación de la subcontratación, incluso en el sector público; revocación del banco de tiempo; ampliación y aplicación de los derechos de los trabajadores domésticos; garantizar la autogestión de los sindicatos, incluida la financiación;

(e) se llevó a cabo una “reforma” tributaria que no responde a la lógica de distribución de la riqueza producida socialmente; f) se envió al Congreso una “reforma” administrativa que no prioriza el servicio y los servidores públicos; g) fue enviado al Congreso un proyecto de ley que excluye la relación laboral en el trabajo mediante solicitudes y cuya defensa ha sido realizada, por el propio Presidente de la República, mediante ataques a la CLT, al estilo de Paulo Guedes, Ministro de Economía del último gobierno.

Por si fuera poco, actuando como empresario, el gobierno ofreció a profesores y empleados de universidades federales un “reajuste” del 0,0%, al mismo tiempo que reforzó la lógica neoliberal al sustituir la política salarial por un aumento de beneficios cuyo Su existencia se basa en el incumplimiento del pacto de solidaridad, ya que del mismo quedó estratégica y artificialmente excluido el concepto de salario, sobre el que, como sabemos, gravan las cotizaciones sociales y los impuestos.

Desde un punto de vista concreto, este 1 de mayo de 2024 estará marcado:
– por la huelga en las universidades federales.

– debido al número récord de muertes de motociclistas (repartidores, casi todos), en la ciudad de São Paulo, en el primer trimestre (https://www1.folha.uol.com.br/cotidiano/2024/04/apesar-de-expansao-da-faixa-azul-mortes-de-motociclistas-crescem-na-cidade-de-sp.shtml).

– por el trabajo todavía recurrente en condiciones similares a la esclavitud (https://noticias.uol.com.br/cotidiano/ultimas-noticias/2024/04/30/operacao-resgata-70-garimpeiros-em-situacao-analoga-a-escravidao-no-am.htm).

– debido a los datos concretos de que el 78% de las 1.132 huelgas realizadas en Brasil en 2023 todavía tenían como objetivo central defender derechos ya conquistados(https://www.dieese.org.br/balancodasgreves/2024/estPesq109Greves.html).

– y por la total falta de lucha contra todo este estado de cosas, para no, como dicen, desestabilizar la gobernabilidad.

Pero peor aún fue ver la realización de un acto unificado, organizado por la CUT, Fuerza Sindical, UGT, CTB, NCST, CSB Intersindical Central da Classe Trabalhadora, previsto en el estadio Corinthians, con la presencia del Presidente de la República, en además de dirigentes sindicales, invitados representantes de movimientos populares y de la sociedad civil organizada, parlamentarios, dirigentes de partidos, ministros y autoridades del gobierno federal, y artistas, con la agenda genérica de la lucha “'Por un Brasil más justo', con foco en el empleo digno , la corrección de la tabla del impuesto a la renta, la reducción de las tasas de interés y la apreciación de los servidores públicos” (https://www.brasildefato.com.br/2024/04/30/com-lula-em-sp-1-de-maio-tem-atos-em-todo-o-pais-confira-programacao), es decir, sin mencionar todas las situaciones enumeradas anteriormente, cuya existencia es síntoma tanto de la preservación, en beneficio del capital, de todos los mecanismos al servicio de la superexplotación del trabajo, como del control de las organizaciones de trabajadores. por la clase política en el poder.

Después de tantos ataques y enormes sufrimientos, llegaría el momento de que, con la imprescindible unidad de clase, es decir, sin dejar a nadie fuera, los trabajadores demuestren su fuerza, que, sin duda, puede incluso establecer las correlaciones de fuerzas necesarias para cambiar esta realidad de sometimiento a los excesos cada vez más descarados e ilimitados del gran capital y que, de hecho, constituyeron la causa y el efecto del golpe de 2016 y que sólo se consolidó con la detención arbitraria e ilegítima del presidente Lula.

Sin embargo, el 1 de mayo que se anuncia, cuando queda claro que importantes representaciones de la estructura sindical brasileña no proponen una reversión de la realidad existente en el mundo del trabajo, no se oponen a las actuales iniciativas de regresión social y laboral y aún están sujetos a los avatares de la política de negociación del Congreso, en la que agendas del agrado del capital son aceptadas como parte del proceso de negociación, lo que tiene el efecto es un acto político que termina significando una forma de legitimación de todos los daños efectos del quiebre de la institucionalidad al que estamos sometidos desde 2016, incluida la deposición de Dilma Rousseff y el arresto del presidente Lula, además de constituir una negación explícita del poder histórico de la clase trabajadora.

Menos malo que, en otras movilizaciones, la lucha continua…

Jorge Luis Souto Maior es profesor de derecho laboral en la Facultad de Derecho de la USP. Autor, entre otros libros, de Daño moral en las relaciones laborales (editores de estudio) [https://amzn.to/3LLdUnz]


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