por JULIO CESAR TELES*
No es sólo una película que supo utilizar recursos visuales, fuentes de época o retratar un momento traumático de la historia brasileña; Es una película necesaria, que asume la función de memoria y resistencia.
Más que ganar premios –con el debido respeto a sus logros–, Todavía estoy aquí (2024), dirigida por Walter Salles, es una película necesaria. En tiempos en los que todavía hay quienes llaman “revolución” a la dictadura cívico-militar brasileña (1964-1985) y algunos incluso piden su regreso, Todavía estoy aquí muestra cómo este régimen ha afectado a la gente hasta el día de hoy, incluidas las familias que el gobierno, en broma, decía proteger.
En una narrativa visual dividida en tres periodos (1970, 1996 y 2014), la película construye una intensa trama. Esta reseña abordará cuestiones fundamentales en cada uno de estos momentos y, de aquí en adelante, habrá spoilers.
1970
En medio del endurecimiento del régimen, seguimos la vida del ex diputado Rubens Paiva, destituido por el gobierno. Como cualquier otra familia, el ingeniero continuó sus actividades en la Zona Sur de Río de Janeiro. Eunice, su esposa y sus cinco hijos vivieron una vida festiva con un perro encontrado en la playa, a la sombra de Corcovado. Esta familia, como tantas otras, es interceptada un día por soldados vestidos de civil: se llevan al padre; Poco después llega el turno de la madre y la hija mayor. A partir de entonces ya no sabemos qué pasó con él.
La hija es liberada al cabo de un día; la madre, tras sufrir torturas psicológicas en una prisión militar, regresa a casa días después. Cuando regresa, encuentra a sus hijos desesperados, teniendo que lidiar con dificultades financieras y un duelo inesperado. Para colmo, el perro del hijo menor fue atropellado, una intensa escena que simboliza la muerte de Rubens Paiva en 1971. La familia cambia toda su vida sin el padre, dejando Río de Janeiro hacia São Paulo, poco después del regreso del hija mayor de Inglaterra, donde estuvo durante la desaparición de su padre y se enteró de la tragedia por la prensa internacional.
1996
La madre, ahora abogada, convierte su dolor en una herramienta de combate, luchando contra los acaparadores de tierras en tierras indígenas y trabajando por la Constitución de 1988, un hito importante para los perseguidos y asesinados por la dictadura. En ese contexto, destaca la entrega del certificado de defunción, obtenido por Eunice Paiva. La frase más llamativa de la película llega en este momento: “La desaparición fue una de las peores torturas, no sólo para el desaparecido, sino para todos los que quedaron”. ¿Cuántas familias nunca volvieron a ver a sus seres queridos? ¿Cuántos hijos e hijas quedaron huérfanos? Y, lo más cruelmente, todo bajo el propio aparato del Estado, que negó su implicación en tales hechos.
En la singular interpretación de Fernanda Torres, Eunice Paiva reflexiona sobre la extrañeza de encontrar alivio en un certificado de defunción, que al menos confirma la muerte de un ser querido como consecuencia de su desacuerdo con el régimen. El dolor de este duelo –nunca permitido del todo– ejemplifica el continuo sufrimiento que la Dictadura causó a las innumerables familias que nunca tuvieron respuestas sobre sus desaparecidos o, al enterarse, se enteraron de que los responsables seguían impunes. Incluso con la redemocratización de Brasil y los avances en la Constitución Federal de 1988, la impunidad persistió.
2014
El montaje final, de 2014, cierra la película con sutileza y profundas reflexiones. Después de años de luchas y superación, la familia se reúne en torno a Eunice Paiva, hoy anciana y afectada por el Alzheimer -interpretado en este momento por la genial Fernanda Montenegro-, una cruel enfermedad que hace olvidar, en su estado más avanzado, incluso a los propios. identidad. Por analogía, la enfermedad alude al intento de algunos sectores de la sociedad de “olvidar” los difíciles años de la dictadura o incluso justificar este período como “un mal necesario”.
La escena culmina cuando, mientras los niños se organizan para una foto afuera, Eunice mira un reportaje sobre las víctimas del régimen convertidas en símbolos de la resistencia. Al ver el nombre y la foto de Rubens Paiva en la pantalla, una leve expresión sugiere que finalmente logró sacar a la luz la verdad, un logro frente al silencio impuesto por el régimen.
La narrativa visual finaliza con información del caso real, afirmando que Eunice Paiva falleció en 2018 luego de años de vivir con Alzheimer. En los créditos finales se nos presentan fotografías de la época y la información de que, aún con el reconocimiento, por parte de la Comisión Nacional de la Verdad (2014), de los cinco implicados en la muerte de Rubens Paiva, ninguno de ellos fue juzgado.
La impunidad de los recuerdos traumáticos causa indignación y hace que el arte de esta película sea aún más impactante. No es casualidad que este escritor y su pareja salieran de la sesión con un cúmulo de sentimientos y lágrimas en los ojos, que motivaron este texto.
Todavía estoy aquí no es sólo una película que supo utilizar recursos visuales, fuentes de época o retratar un momento traumático de la historia brasileña; Es una película necesaria. En tiempos de auge de ideas absurdas, que pueden conducir a regímenes excepcionales que rechazan la disidencia, reabriendo heridas no cicatrizadas –ya que la justicia, en este caso, fue irónicamente imposible por la propia ley–, esta película asume la función de memoria y resistencia. La Ley de Amnistía, que en su momento restableció la democracia, también permitió que los militares responsables de la tortura y la muerte de muchos brasileños permanecieran impunes, en sus casas, con sus familias.
*Julio César Teles Es estudiante de maestría en Historia de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp).
referencia
Todavía estoy aquí
Brasil, 2024, 135 minutos.
Dirigida por: Walter Salles.
Guión: Murilo Hauser y Heitor Lorega.
Director de Fotografía: Adrián Teijido.
Edición: Affonso Gonçalves.
Dirección de Arte: Carlos Conti
Música: Warren Ellis
Elenco: Fernanda Torres; FernandaMontenegro; Selton Mello; Valentina Herszage, Luiza Kosovski, Bárbara Luz, Guilherme Silveira y Cora Ramalho, Olivia Torres, Antonio Saboia, Marjorie Estiano, Maria Manoella y Gabriela Carneiro da Cunha.
Bibliografía
Comisión Nacional de la Verdad (CNV). Disponible: http://cnv.memoriasreveladas.gov.br/
la tierra es redonda hay gracias a nuestros lectores y seguidores.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
CONTRIBUIR