por FLAVIO BRANDÃO-SILVA & MARCELO MODOLO*
El uso de palabras del vocabulario brasileño en Portugal ha causado controversia
“Gosto de sentir a minha língua roçar a língua de Luís de Camões / Gosto de ser e de estar / E quero me dedicar a criar confusões de prosódias / E uma profusão de paródias / Que encurtem dores / E furtem cores como camaleões […] Que quieres
¿Qué puede hacer este idioma? […]" (Caetano Veloso, Idioma)
el fragmento de la canción Idioma, de Caetano Veloso, utilizado como epígrafe de este artículo, refleja en cierto modo un poco la polémica que se ha producido en las últimas semanas entre el portugués brasileño (BP) y el portugués europeo (EP), los llamados “portugueses de Portugal”. . En un artículo publicado el 10/11/2021 en el periódico en línea portugués Noticias, padres y educadores están preocupados por el hecho de que “hay niños portugueses que sólo hablan 'brasileño'”. Tal preocupación sugiere la creencia en una supuesta “lengua brasileña”, que podría “amenazar” la integridad del portugués europeo. Aquí en Brasil, hubo repercusión en los medios.
Según la publicación portuguesa, debido a la pandemia provocada por el nuevo coronavirus, los niños han estado expuestos a contenidos producidos por influencers digitales brasileños y disponibles en plataformas en línea durante mucho tiempo. Como resultado de esta exposición, empezaron a usar con frecuencia palabras y expresiones del léxico de BP: “Dicen hierba en vez de hierba, un autobús es un autobús, caramelos son caramelos, rayas son rayas y en la nevera hay leche en vez de refrigerador". El tema divide las opiniones de padres y especialistas, ya que hay quienes ven el hecho con preocupación y también hay quienes creen que es solo una etapa. Tal y como valora Grolla, aunque los niños puedan sufrir influencia léxica, en realidad esto no supondría un cambio en la lengua, ya que este cambio dependería de cuestiones más profundas.
De todos modos, llama la atención que el uso de palabras de nuestro vocabulario brasileño haya causado tanta controversia. En realidad, esta situación nos lleva a reflexionar sobre algunos temas importantes, tales como: la concepción del lenguaje, la valoración atribuida a las lenguas, el temor a un movimiento colonialista en reversa a través del lenguaje, entre otros.
En la historia de las civilizaciones, las disputas por el territorio y el poder llevaron a muchas personas a la guerra, como les sucedió, por ejemplo, a los griegos y romanos. Una vez conquistado un territorio, tanto ese territorio como su población pasaban al dominio del pueblo victorioso, que imponía sus leyes y su cultura, incluida su lengua. En este sentido, el lenguaje se entiende como un instrumento de poder y dominación. Los griegos alejandrinos, temiendo la “contaminación” de su lengua por influencias de los discursos de los pueblos subyugados, iniciaron un proceso de estandarización del griego, basándose en los textos clásicos de la literatura vernácula, para mantener su propia hegemonía. No fue diferente entre los romanos, dado que el latín se convirtió en el idioma oficial de todas las colonias romanas.
Más recientemente, durante el proceso expansionista de ultramar emprendido por portugueses y españoles, las lenguas de estos pueblos también fueron impuestas en sus colonias. Este proceso incluso contribuyó al desarrollo de un movimiento de estandarización para el portugués y el español, que convirtió a estos dos idiomas en los primeros en tener sus gramáticas sistematizadas. Aquí en Brasil, la definición de la norma estándar, extraída de la escritura portuguesa del siglo XIX, y su propagación como modelo de corrección lingüística contribuyeron a resaltar la prevalencia de un grupo socialmente prestigioso sobre otro grupo que, por no tener acceso a las culturas de bienes, o tener acceso restringido a ellas, es estigmatizado.
Los hechos históricos aquí evocados corroboran, por tanto, que el lenguaje no se limita a ser un instrumento a través del cual interactuamos y nos comunicamos. Hay relaciones de poder y dominación que se establecen a través del lenguaje, como bien lo demuestra Pierre Bourdieu, en La economía de los intercambios lingüísticos.
En el episodio relacionado con BP y EP aquí retratado, es posible observar que hay, en primer lugar, una visión distorsionada de lo que sería el lenguaje. El artículo cita el uso de elementos del léxico BP que, de hecho, presenta diferencias en relación al léxico EP, lo que se justifica por la propia formación de estas dos variedades. Sin embargo, no se menciona el uso, por parte de los niños portugueses, de estructuras morfosintácticas diferentes a la variante europea. Esto sugiere que lo que se entiende como “idioma brasileño”, o “brasileño parlante”, son, solamente, diferencias léxicas, que, por sí solas, no son suficientes para caracterizar una lengua. Solo podríamos hablar en diferentes idiomas si hubiera muchas diferencias en todos los niveles de descripción (fonético-fonológico, morfológico y principalmente sintáctico), que no es el caso de BP y EP. Aunque con variaciones, la estructura gramatical de los dos variedades lingüísticas presenta muchas más similitudes que diferencias.
La variación es una característica natural de las lenguas, tal como la define William Labov, en la obra Patrones sociolingüísticos. La diversidad lingüística proviene de diferentes usos, todos ellos legítimos y lingüísticamente posibles. Sucede que, por factores no lingüísticos, como la clase social de los hablantes, una variedad puede ser prestigiosa o estigmatizada.
Finalmente, vale la pena agregar un punto importante a esta discusión: la preocupación de que, de alguna manera, la variedad léxica de BP pueda “corromper” la “pureza” de EP. En el episodio reportado aquí, notamos una valoración bastante negativa de “hablar brasileño” por parte de algunos. Como se retrata, la influencia léxica que sufren los niños portugueses es amenazante y dañina y, por lo tanto, debe ser combatida, como se observa en el discurso de una madre, citado en el artículo: “Todo su discurso es como si fuera brasileño. […] Ahora mismo estamos en un proceso de tratamiento como si fuera una adicción”. Son evaluados como “malos” usos lingüísticos, por el hecho de ser de Brasil. Hay en esta pregunta el miedo a una posible colonización a la inversa.
Quizás, para algunos portugueses, Brasil sigue siendo una colonia de Portugal. En este caso, sería demérito que “la lengua de la colonia”, de alguna manera, mancillara “la lengua de la metrópoli”, así como la juncia (del idioma tupi). tiri'rika, según Antenor Nascentes, gerundio de tiri'ri, “arrástrese”) porque es una planta rastrera que se propaga y hay que combatirla.
De hecho, el léxico es epidérmico y jamás transfiguraría la estructura de una lengua. Simplemente lo enriquece, al contrario de lo que muchos podrían pensar.
*Flávio Brandão-Silva Profesor de Lingüística de la Universidad Estadual de Maringá (UEM).
*Marcelo Modolo Profesor de Filología de la Universidad de São Paulo (USP).
Publicado originalmente en Revista de la USP.