La “Fiesta de la Lira”

Imagen: coreano JH
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por GÉNERO TARSO*

El fin de las funciones públicas del Estado para transformarlo en una pura máquina de acumulación privada

La “naturalidad” de nuestras alianzas es un logro importante. Procesadas en un momento de extremo dramatismo, en el que la conspiración golpista se desbocó, estas alianzas se equilibraron sobre el “filo de la navaja”. Navaja difícil de sentir en su anchura y que tiene, a cada lado, un enorme precipicio donde los demonios del fascismo y el conservadurismo, bajo la batuta del ultraliberalismo con dientes de oro, cortejaban (y cortejan) la garganta de la nación.

¿Que es el? En pocas palabras: el fin de las funciones públicas del Estado para transformarlo en una pura máquina de acumulación privada, el alineamiento con el fascismo emergente en los países más desarrollados y la reducción de los excluidos, los pobres, los trabajadores asalariados de todo tipo, a zombis de la precariedad, la informalidad o la simple miseria absoluta.

Esta naturalidad de las alianzas para “sobrevivir” no puede estar sujeta a las leyes de la naturaleza, es decir, ser sólo lo permitido por la realidad material y moral de la sociedad –como si fuera una segunda naturaleza– porque la política democrática no es naturaleza, sino elaborada. subjetividad, artimaña de la inteligencia humana para construir sociabilidades adecuadas para vivir entre ciudadanos que no renuncian a ser iguales.

Digamos que, en cuanto al sistema de alianzas, tenemos dos fuerzas en confrontación: por un lado, el "partido Lira" y sus aliados, la mayoría provenientes del bolsonarismo presupuestario y, por otro, un conjunto de fuerzas democráticas - más o menos conservadores- que quieren un programa mínimo de afirmación de la democracia de la Carta de 1988.

Si la dirección política del gobierno, dentro o fuera del Planalto, no pone freno al “partido Lira”, con una estrategia acotada en el tiempo y no tiene la capacidad de explicar a la sociedad qué rumbo se busca, vamos a estar subordinados a un “estado de naturaleza”, es decir, no crearemos una “frecuencia”, para ser escuchados y así ampliar alianzas a la base de la sociedad, con la dignidad que merece la política.

De una publicación de Twiter: “con su canto único” emitido en doble frecuencia, la ballena encontrada en 1992 todavía es observada hoy por poetas biólogos y científicos del sonido. Y ella vaga en la interminable saga del océano pidiendo compañía, sin respuestas y sin acogida: ninguna especie se acomoda en su animal cariño de la frecuencia de 52 hercios. Su voz es única y dueña de un grito ignorado: no tiene familia natural y nunca ha sido apareada, “pero sigue llamando” –rechazada tanto en los sótanos de las aguas como en el vasto cielo líquido de la espuma luminosa de las océano.

Hannah Arendt poeta - ¡Yo tampoco lo sabía! – en sus breves versos “Park by the Hudson River”, escribió: “Pescadores pescando en silencio en los ríos del mundo entero, conductores conduciendo a ciegas por caminos alrededor del mundo entero”. Confieso que vi, en la publicación de Twitter y en el poema de Hannah, las definiciones de poesía creadas por los sentidos de la soledad inagotable. En la tragedia que vuelve a atravesar el mundo, acosado por una guerra ya interminable -dentro y fuera de cada individuo- en este momento de manera innovadora y especial, la crisis colectiva de la soledad en red ya asfixia las utopías.

Cuando un hombre quiere romper con una soledad que considera especial y piensa, vanamente, en ser el único, puede convertirse en la metáfora de una ciudad en su geografía de clases. Y luego dividirse en dos. Un día, quizás, tendrás que elegir tu destino, como lo hizo Freddie Drummond en el cuento de Jack London. al sur de la grieta, en esa parte más antigua de San Francisco California.

Cuenta Jack London en su memorable reportaje que “al norte del Rift estaban los teatros, los hoteles, los grandes almacenes, los bancos y las sólidas casas de negocios. Al sur había fábricas, callejones, lavanderías, talleres, calderas de calefacción y barracas de trabajadores”. Freddie Drummond, que "vivía en ambos mundos" y en ambos lados de la Grieta "se llevaba muy bien en ambos mundos".

La vida ambigua del personaje de Jack London, jornadas de estudio y escritos intelectuales sobre economía y producción, al sur del Rift, como sociólogo e investigador de los estallidos de progreso en el sueño americano y más tarde, al norte del Rift, viviendo y celebrando la vida con el proletariado luchador y heroico, en una supuesta revolución en curso. Todo esto puede representar el dilema moral y político de los partidos comprometidos con la democracia que no han renunciado al socialismo.

¿Por qué? La vacuidad de nuestras conquistas inmediatas aún puede convertirse en promesa de forjar una nueva Humanidad, o ésta ya ha llegado a su límite casi absoluto, con la mercantilización total de la vida, pues los humanos -transformados en objetos de mercado- ya no eligen la mercancía, sino que son elegidos por ellos, capturados en sus emociones más elementales? Sus frustraciones se convierten en depresión, subsunción en la lógica del capital, que transforma los cuerpos en animales solitarios con poca frecuencia, o en pescadores y conductores, repitiendo los mismos movimientos, sin opción y sin placer en la vida.

Me acerco a la coyuntura o al período histórico en el que vivo, a través del tema de la soledad, porque creo que estamos viviendo una época en la que un tipo de individuo supuestamente lleno de alternativas, supuestamente libre, supuestamente pacificado en su individualidad expuesta y ella, al mismo tiempo, sufre en su sórdida clandestinidad -en la que nada es seguro- y así ve que todo se disuelve y se desecha, tanto personas como bienes: una sociedad de “sumas cero” que no comunican, sino que solo aumentan su número de “solos””.

Y me voy a acordar un poco de Mario Benedetti, porque ya me acuerdo de su andamio, con un resumen: -“ahí es donde me parece el riesgo -dice- hay un seguro de vida, un seguro contra incendios, un seguro contra robo. Pero en política, y mucho menos en revolución, no hay seguro contra la derrota. Sin embargo, hay una dignidad que el vencedor no puede alcanzar”. Y luego agrega: “Aprendimos muy poco de la derecha, pero la derecha –a su vez– sí aprendió algo de la izquierda”. Por ejemplo, “que las masas populares existen, simplemente las borraron del mapa ideológico. Sólo valían como objeto de explotación. Ahora bien, por el contrario, también valen como objeto de consumo. Y como consumidores, que no es poca cosa”. La época actual desaparecerá, por la guerra, el fin de los tiempos o la superación de los humanos sobre las mercancías que hoy los controlan.

En una conversación grabada con Pepe Mujica, que próximamente se estrenará en un documental que nos hace reflexionar sobre el final de la época que vivimos -que siempre es otro recomenzar-, dice tres verdades muy sencillas, dichas por un hombre que pasó más de 12 años en un calabozo, como rehén de una dictadura militar, que hoy adquieren un valor muy especial: (i) la derecha está unida por intereses materiales y concretos y la izquierda dividida por sus proyectos políticos de generosidad; (ii) nuestros pactos de gasolineras deben ser por un máximo de cinco años y deben ser renovados, para que puedan funcionar y ser instrumentos de democracia política permanente; y (iii) la democracia política que allí existe no es la última forma democrática de la humanidad moderna, sino una más de ellas.

* Tarso en ley fue gobernador del estado de Rio Grande do Sul, alcalde de Porto Alegre, ministro de Justicia, ministro de Educación y ministro de Relaciones Institucionales de Brasil. Autor, entre otros libros, de utopía posible (Arte y Artesanía).

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