por MAURÍCIO VIEIRA MARTINS*
Consideraciones sobre una investigación de Theodor Adorno
Crece en el espacio público el debate sobre las razones que llevan al surgimiento en el mundo contemporáneo de líderes con características regresivas muy evidentes. Y no se diga que se trata sólo de un fenómeno brasileño: con diferencias nacionales indudablemente marcadas, los países del G7 también están asistiendo al surgimiento de liderazgos autoritarios. En Estados Unidos, incluso miembros notorios del Partido Republicano de Donald Trump se han pronunciado sin rodeos al respecto: “hay un nombre para el tipo de política de Trump: neofascismo”.[ 1 ]
Por otra parte, el debate sobre las circunstancias que generan los regímenes autoritarios es mucho más antiguo de lo que se supone. Abordado ya por Espinosa en su Tratado teológico-político –que recordaba sagazmente que, si las causas de la tiranía subsisten, un tirano derrocado pronto será reemplazado por otro–, atraviesa toda la modernidad hasta llegar al siglo XXI, donde fue retomada por destacados pensadores. Entre ellos, hay un texto de Theodor Adorno que merece ser destacado. Este es un ensayo de 1951 titulado La teoría freudiana y el patrón de la propaganda fascista.[ 2 ]
El texto es parte de un programa de investigación más amplio que Theodor Adorno desarrolló en diferentes momentos de su vida (en colaboración con Max Horkheimer y otros investigadores), programa que también generó el voluminoso libro la personalidad autoritaria. En cuanto al citado ensayo, aunque conocido en círculos más especializados de la filosofía y las ciencias humanas, presenta, a nuestro juicio, vectores aún por explorar, que llaman la atención precisamente por su relevancia. Esto sucede porque se ubica en un campo muy fértil de intersección entre la filosofía, las ciencias sociales y el psicoanálisis, movilizando conceptos que buscan esclarecer la complejidad del momento histórico vivido por Theodor Adorno, que presenta desarrollos que hoy nos afectan de lleno.
Theodor Adorno inicia su texto llamando la atención sobre la relevancia de algunas categorías desarrolladas por Freud en 1921 –antes del apogeo del fascismo, por tanto– en el libro Psicología de grupo y análisis del yo. El desfase de 30 años que separa la escritura de Freud del ensayo de Theodor Adorno no impidió que este último señalara con seguridad la productividad de la elaboración del padre del psicoanálisis.
Resumiendo aquí un largo camino, Freud se pregunta por los mecanismos que proporcionan la fuerte cohesión que obtiene un líder entre sus subordinados. Su análisis revela la conexión libidinal entre ellos,[ 3 ] promoviendo una unión en torno a un mismo objeto, el líder mismo. Aunque desexualizado, este vínculo proporciona el soporte de un cierto tipo de vínculo social donde las características únicas de cada participante son secundarias, en nombre de la cohesión del grupo ahora formado. Freud destaca especialmente la importancia de los procesos de “identificación” que se dan tanto entre cada uno de los seguidores y el líder, como, horizontalmente, entre quienes forman ese grupo.
Un momento decisivo en el argumento de Freud es cuando demuestra que el líder pasa a ocupar un lugar preciso en la economía psíquica de sus subordinados. Es el “yo ideal”, instancia psíquica de origen arcaico, relacionado con lo que formamos como nuestros ideales, lugar que nos garantiza el reconocimiento. Nos encontramos ante “una serie de individuos que ponen un solo objeto en el lugar de su yo ideal y, como resultado, se identifican entre sí en su yo” (Freud, p. 59).
Una consecuencia de esto, agregamos, es que la imagen del líder se aloja en la psiquis de sus seguidores, volviéndose indistinguible de la del propio seguidor. Es este pegamento de identificación el que nos permite comprender por qué incluso las acciones flagrantemente incorrectas de los líderes pueden ser respaldadas por sus seguidores. Y también explica por qué las críticas dirigidas a ella son sumariamente rechazadas: todo sucede como si los propios seguidores se sintieran criticados...
Además, para quienes cultivan una visión idealizada del psiquismo humano, uno de los momentos más desconcertantes del texto de Freud es cuando argumenta que la calidad del afecto compartido por los dirigidos no tiene por qué ser positiva: el odio también es capaz de unir a diferentes sujetos (Freud, p. 42). Aquí, el lazo social adquiere sus rasgos más oscuros. En lugar de la posibilidad de un proyecto civilizatorio, entra en juego un grupo con evidentes características destructivas.
Dada la presencia recurrente de categorías freudianas en el ensayo de Adorno, se podría suponer una cuasi-identidad entre las posiciones de los dos autores. Pero esta impresión no es del todo correcta. Desde cierto punto de su texto, Theodor Adorno menciona la necesidad de una teoría explícita de la sociedad para comprender la masa fascista que le interesa analizar. El lector asiste entonces a un ingenioso giro argumentativo, que revela una nueva cara del pensamiento adorniano: “el fascismo como tal no es una cuestión psicológica….
Entonces, lo que al principio parecía una reinstalación total de la teoría freudiana, termina operando en ella una inflexión que, manteniendo su productividad, ahora introduce determinaciones sociales decisivas. Entre estos últimos surge una pregunta central: ¿quiénes son, después de todo, los que caen en las redes de la dirección fascista? En el segmento final de su ensayo, Adorno se destaca como estudioso de la cosificación de las relaciones en una sociedad capitalista: “El secreto de la propaganda fascista bien puede ser el hecho de que simplemente toma a los hombres por lo que son: los verdaderos hijos de la actual cultura de masas estandarizada, en gran medida despojada de autonomía” (Adorno, 2018).
Estamos ante un peculiar “individualismo sin individuo”, un momento histórico que, proclamando la importancia de la individualidad, en la práctica vacía la eficacia de cada individuo, convirtiéndolo en un juguete de fuerzas impersonales. En este sentido, el líder fascista responde tanto a las instancias psíquicas de sus seguidores como a la ausencia de horizontes ya las profundas divisiones de una sociedad mercantilizada. En palabras de Adorno, se convierte así en un “obligatorio de poderosos intereses económicos y políticos”: ahora, el foco del análisis recae sobre una configuración histórica precisa.
Dicho sea de paso, esta referencia explícita a los intereses objetivos presentes en el régimen fascista permite ensayar la pertinencia del estudio de Theodor Adorno en una aproximación con el Brasil contemporáneo. La producción académica ya disponible sobre el gobierno de Jair Bolsonaro (caracterizado por muchos como neofascista) llama la atención sobre el hecho de que un análisis puramente político del régimen actual es insuficiente. Además de las ruidosas declaraciones del presidente -que ocupan un lugar destacado en los medios-, se está implementando una agenda económica particularmente perversa, que penaliza en gran medida a los sectores más vulnerables de la población.
En este sentido, entre los diversos ejemplos disponibles, citemos el elegido precisamente por el historiador Marcelo Badaró: la visita de Jair Bolsonaro al STF en mayo de 2020, acompañado de nada menos que 15 líderes de entidades empresariales, “en una teatral ‘marcha a la Corte Suprema’, con el claro objetivo de presionar al Poder Judicial para que renuncie a las garantías constitucionales a la vida humana, en nombre del ‘rescate del CNPJ’”.[ 4 ] (Y si tomamos como referencia el clásico caso alemán, es bien conocida su financiación por gigantes como Krupp y Siemens).
Volviendo a Adorno, vale recordar que, como todo autor destacado que generó un ciclo interpretativo, existen críticas a su obra que merecen ser conocidas. Estaría más allá del alcance de este breve artículo enumerar tales críticas. Mencionemos tan solo la realizada por el filósofo Anselm Jappe quien, si bien reconoce la relevancia del proyecto de Theodor Adorno, se aparta de su postulado tácito de una sociedad plenamente gestionada, pues termina por desestimar las contradicciones disruptivas propias de las distintas formaciones sociales.[ 5 ] Esta falta de discernimiento de las fisuras del capitalismo en su época resulta paradójica, si tenemos en cuenta que Theodor Adorno fue también estudioso de Hegel, precisamente el pensador que, alejándose de las filosofías de la identidad, ofreció una contribución seminal a la comprensión de las contradicciones.[ 6 ]
Dicho esto, aun así la prueba La teoría freudiana y el patrón de propaganda fascista termina con una nota optimista. Theodor Adorno sostiene que, aunque intensa, la dominación de los dirigidos por su líder contiene un artificio que la hace vulnerable a la irrupción de un real que insiste en manifestarse. Incluso los hipnotizados no son ajenos a las convulsiones de la realidad. De ahí la bella metáfora adorniana que sugiere que, una vez erosionado el entusiasmo alienante inicial, finalmente “despertarán aquellos que mantienen los ojos cerrados a pesar de no dormir”.
*Mauricio Vieira Martins es profesor jubilado del Departamento de Sociología y Metodología de las Ciencias Sociales de la UFF. Autor, entre otros libros, de Marx, Spinoza y Darwin: materialismo, subjetividad y crítica de la religión (Palgrave Macmillan).
Publicado originalmente en Boletín Anpof [https://anpof.org.br/comunicacoes/coluna-anpof/ao-que-responde-o-lider-fascista-uma-pesquisa-de-th-adorno].
Notas
[ 1 ] Este es el caso de Daniel Pipes: Hay un nombre para el tipo de política de Trump: neofascismo. Disponible: https://www.inquirer.com/philly/news/politics/20160408_Commentary__There_s_a_name_for_Trump_s_brand_of_politics__neo-fascism.html
[ 2 ] Hay una traducción brasileña disponible en el sitio web de Boitempo Editorial: https://blogdaboitempo.com.br/2018/10/25/adorno-a-psicanalise-da-adesao-ao-fascismo/
[ 3 ] freud, s. Psicología de grupo y análisis del yo. Compañía de Letras, pág. 44.
[ 4 ] Mattos, Marcelo Badaro. Una historia de terror: el Brasil de Bolsonaro y la pandemia. Disponible: https://www.observatoriodacrise.org/post/uma-hist%C3%B3ria-de-terror-o-brasil-de-bolsonaro-e-a-pandemia
[ 5 ] Jape, Anselm. Las aventuras de la mercancía. ed. Antígona, pág. 109.
[ 6 ] He desarrollado más tranquilamente la contribución de Hegel al estudio de las contradicciones en el artículo Hegel, Spinoza y el marxismo: más allá de las dicotomías. Revista Novos Rumos, v. 57, pág. 29-46, 2020.
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