El paquete fiscal

Imagen: Jessica Lewis/thepaintedsquare
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por PEDRO MATTOS*

El gobierno retrocede, pero no cumple lo principal y tiende una trampa a la oposición

1.

El paquete de medidas fiscales anunciado por Fernando Haddad ha generado reacciones de distintos sectores. Quienes expresan los intereses de las clases dominantes tienen una opinión muy unánime: los recortes son bienvenidos, pero insuficientes; La exención del Impuesto sobre la Renta para quienes ganan hasta 5 mil reales es ampliamente rechazada.

Entre los sectores populares, sin embargo, existe un debate sobre el paquete anunciado. Por un lado, están los más alineados con el gobierno, que muestran gran entusiasmo por la exención del Impuesto a la Renta. El tono triunfalista, que esconde medidas contrarias a los intereses de los trabajadores, hace que lo que fue una derrota parezca una victoria. Por otro lado, hay sectores populares que denuncian el conjunto de medidas simplemente como un paquete neoliberal. En esta lectura, la exención del Impuesto sobre la Renta y otras medidas justas incluidas en el paquete serían meros maquillajes para “engañar” al pueblo.

Entre estos dos polos, uno de orientación totalmente subordinada al gobierno y el otro de oposicionismo sectario, proponemos un análisis más matizado.

2.

En primer lugar, es necesario reconocer que el anuncio de los recortes es una derrota para el gobierno. Esta medida es resultado de la presión de los sectores neoliberales, que impusieron una disminución en la expansión del gasto público, aspecto que ha determinado el crecimiento económico, el aumento de los ingresos y la reducción del desempleo.

Vale la pena resaltar, sin embargo, que en este retroceso, el gobierno no entregó a los sectores neoliberales lo que más deseaban: el desacoplamiento del gasto social. El BPC sigue vinculado al salario mínimo, los pisos constitucionales para salud y educación se mantuvieron y la apreciación real del salario mínimo fue muy restringida, pero no perjudicada fatalmente.

Desde antes del gobierno de Lula 3, hemos afirmado que el modelo neoliberal se había profundizado en la ofensiva que logró recuperar la hegemonía política, primero a través del golpe de Estado y luego a través de la alianza con el neofascismo. Como resultado, los mecanismos de que dispone el gobierno para moderar el modelo, como lo hizo en gobiernos anteriores del PT, serían menos efectivos.

La presión que los sectores neoliberales ejercen sobre el gobierno no se limita al escenario político. La combinación de una mayor apertura financiera y la independencia del Banco Central en el marco de nuestra economía, en la que la inflación está muy ligada al dólar, dio al mercado un poder aún mayor para ejercer presión económica. A través del mercado cambiario favorece la apreciación del dólar y presiona la inflación; a través del mercado de deuda pública, presiona por un aumento de los tipos de interés y recoge los resultados con un Banco Central capturado por el sector financiero y ajeno al proyecto político validado en las urnas.

El impacto de esto es enorme. Una inflación más alta en sí misma es mala para los trabajadores. A esto se suma el alto nivel de endeudamiento y el compromiso de los ingresos con el pago de intereses, que no hace más que aumentar. La presión sobre el poder adquisitivo de la población proviene de ambos lados y esto ayuda a comprender por qué, incluso con una disminución del desempleo y un aumento de los ingresos, el gobierno no ha logrado aprobarlo.

Sumada a la presión política y mediática, esta presión económica, más fuerte en la fase actual del modelo neoliberal que en los primeros gobiernos de Lula, impuso una retirada por parte del gobierno. A esto se suma el hecho de que el propio gobierno tiene sectores neoliberales en su seno, dada la táctica de frente amplio para enfrentar al neofascismo. Por lo tanto, además de la presión externa sobre el gobierno, existe presión interna de estos sectores neoliberales, que amenazan con avanzar nuevamente hacia una alianza con el campo neofascista.

En una nota reciente de la Consulta Popular se afirma que, si fuera necesario un ajuste fiscal, no debería hacerse a espaldas de los trabajadores. En otras palabras, el objetivo era politizar el ajuste fiscal y el conflicto distributivo dentro del presupuesto público, bloquear medidas que penalizaban a los trabajadores y priorizar medidas que afectaban a los más ricos. Y a su manera, Lula actuó en esa dirección.

Más de una vez afirmó que el mercado y otras potencias también tendrían que hacer su parte de sacrificio, que no podían centrarse sólo en los derechos de los trabajadores. Esta perspectiva de “distribuir” el costo del ajuste y señalar claramente que los más ricos también deben contribuir quedó expresada en el anuncio del paquete fiscal.

Entre las medidas del paquete tributario, hay tres que afectan más directamente a los trabajadores: limitar la apreciación real del salario mínimo; reducción de beneficiarios del bono salarial; mayor control sobre la provisión de programas sociales, especialmente en el BPC para personas con discapacidad. Otras tres medidas justas se relacionan con la legislatura y la burocracia estatal: restricciones a las enmiendas parlamentarias; combatir los supersalarios de la élite del sector público; Reforma de las pensiones militares.

3.

Por lo tanto, el gobierno retrocedió, pero no cumplió con lo más estratégico y aun así logró cierto grado de politización del ajuste. Y sobre este último aspecto, el más importante fue el anuncio de la exención del Impuesto a la Renta para quienes perciban hasta 5 mil reales. Esta medida, que a priori no tiene como objetivo contribuir a la sostenibilidad fiscal, fue anunciada junto con el paquete de recortes del gasto. Y el proyecto de reforma del impuesto a la renta que incluye tal medida fue presentado al Congreso junto con aquellos que incluyen los recortes. Este movimiento no pretende simplemente “engañar” al pueblo, como algunos creen.

Este anuncio es parte de la politización del conflicto distributivo en el presupuesto público. Esta medida busca imponer una “cuota de sacrificio” (como dice Lula) a los más ricos en medio del ajuste y así fue ampliamente anunciada por el gobierno. Dado que los trabajadores serán los más perjudicados por los recortes, es justo que se implemente una compensación, a expensas de los más ricos. Esta fue la manera encontrada de incluir a los más ricos en el ajuste fiscal.

Así, el gobierno introdujo de contrabando en el debate sobre el ajuste fiscal una medida popular con el potencial de transformar los ingresos del gobierno, lo que incluso podría abrir más espacio fiscal para políticas futuras. Esto desvió el curso del debate de los recortes a las exenciones y colocó a los sectores neoliberales en una posición compleja. Si la medida no se aprueba, representará un lastre para los sectores neoliberales y neofascistas.

Si se aprueba, aumentará los ingresos de alrededor de 26 millones de personas, que se beneficiarán de la exención. Y, sobre todo, se concentran en un rango de ingresos (de 2 a 5 salarios mínimos) que actualmente se disputa el campo neofascista. Además, los recortes de impuestos son una bandera que ondean hasta el cansancio los sectores neoliberales y neofascistas, obviamente con el objetivo de favorecer a los más ricos. ¿Cómo se posicionarán ante una reducción de impuestos localizada en los sectores populares y a costa de los más ricos?

En resumen, el paquete anunciado fue una retirada del gobierno y no una victoria, como algunos quieren hacer creer. Pero en esta retirada, el gobierno evitó entregar a quienes lo presionaban el objetivo estratégico que perseguían: la desvinculación del BPC del salario mínimo y el fin de los pisos constitucionales para la salud y la educación. Tales objetivos, que apuntan a desmontar el carácter social de la Constitución de 1988, son banderas históricas del campo neoliberal y un paso más en la profundización del modelo.

Además de no concretar los desacoplamientos, el gobierno contribuyó a la politización del tema y colocó una trampa a los sectores neoliberales con la propuesta de exención del Impuesto a la Renta.

Quienes denuncian lo que se hizo como un mero paquete neoliberal con una elegante medida de exención del impuesto sobre la renta para engañar a la gente no pueden ver más allá de las medidas mismas. Subestiman los límites marcados por el modelo neoliberal (que no es objetivo del gobierno ni siquiera del frente neodesarrollista superar) y los límites del propio gobierno (basado en la alianza con sectores neoliberales para enfrentar el neofascismo). Pero sobre todo parecen subestimar la política.

*Pedro Mattos é Estudiante de doctorado en economía de la Unicamp y miembro de la junta directiva nacional de la Consulta Popular.


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