por SERAFÍN PIETROFORTE*
Porque la literatura se crea a través del lenguaje, es imprescindible saber gramática, lingüística, semiótica, en definitiva, metalenguaje.
Una vez, reaccionando a mis afirmaciones de que la poesía va más allá del equilibrio de las frustraciones cotidianas y los daños sentimentales, identificándose, afectivamente, con el trabajo con el lenguaje, una persona, vehementemente en desacuerdo, citó a Florbela Espanca como ejemplo de espontaneidad literaria. Ahora bien, en esta situación, queda por explicar cómo un soneto, un especialista en componer sonetos cercanos a los clásicos, puede ser espontáneo; Para contrarrestar esto, he aquí un soneto de Florbela Espanca en el que hay de todo menos sencillez y espontaneidad literaria:
Subí alto, a mi esbelta Torre,
Hecho de humo, niebla y luz de luna,
Y comencé, emocionado, a hablar.
Con poetas muertos, todo el día.
Les conté mis sueños, la alegría.
De los versos que son míos, de mis sueños,
Y todos los poetas, llorando,
Entonces me respondieron: “Qué fantasía,
¡Niño loco y creyente! Nosotros también
Teníamos ilusiones, como nadie,
¡Y todo se nos escapó, todo murió!…”
Los poetas callaron, tristemente...
Y desde entonces he llorado amargamente
¡En mi esbelta Torre junto al Cielo!…
Frente a ideas tan ingenuas y equivocadas, por no decir demasiado simplistas, de las que, creo, todo poeta sensato debería alejarse, vale la pena presentar algunos ejemplos de trabajos con el lenguaje de dos excelentes poetas brasileños, es decir, Claudio Manuel da Costa. , otro sonetista, y Carlos Drummond de Andrade, sin duda uno de los mejores poetas modernos en lengua portuguesa.
En cuanto al poeta arcadiano, en los análisis realizados por el lingüista brasileño Edward Lopes en el libro Metamorfosis, dedicada a la obra de Claudio Manuel da Costa, hay numerosos ejemplos de ingenio literario; Entre ellos se citan tres casos: (i) en la estrofa “A cada instante, Amor, a cada instante, / En el dudoso mar de mis cuidados, / Vuelvo a sentir el mal, y en un desmayo / Doy la esperanza errante a los vientos”, las palabras claves “Amor, mar de meu maldad”, verdadera síntesis del contenido del poema; (ii) se reflejan fonológicamente los versos “Diciendo un no sé qué / Ese no entiende” – di, en, não, que, que, não, en, di –; (iii) en el verso “En la tarde clara de calmo estio”, mientras que, a nivel de contenido, la caída de la tarde cierra en la noche, en el nivel fonológico de expresión, correlativamente, la vocal abierta /a/, presente en la palabra “clara”, pasan a ser las vocales cerradas /o/, /u/, /e/ y /i/, presentes en las palabras “calmoso” y “estio”.
Tales correspondencias entre el contenido descrito o narrado en los versos y los arreglos prosódico-fonológicos son frecuentes entre los poetas ingeniosos; Para dilucidar este procedimiento recapitulamos el análisis del poema La montaña pulverizada, de Carlos Drummond de Andrade, escrito en el texto “Breve introducción a la semiótica”, publicado anteriormente:
Llego al balcón y veo mi montaña,
las montañas de mi padre y mi abuelo,
de todos los Andrades que pasaron
y pasarán, el monte que no pasa.
Era algo indio y lo tomamos.
adornar y presidir la vida
en este valle oscuro donde la riqueza
mayor es tu vista y contémplala.
Desde lejos, nos revela su perfil serio.
Cada giro del camino apunta
una forma de ser, en hierro, eterna,
y respira eternidad con fluidez.
Esta mañana me despierto y
No puedo encontrarlo.
Aplastado en miles de millones de astillas
deslizamiento sobre cinta transportadora
obstruyendo 150 vagones
en el tren monstruo de 5 locomotoras
– el tren más grande del mundo, toma nota –
mi sierra se escapa, vete
dejando en mi cuerpo y en el paisaje
miserable polvo de hierro, y no pasa.
En los versos se cuenta la escena en la que el poeta enunciador abre la ventana y reflexiona sobre la montaña, su historia y destrucción por la locomotora, metonimia de explotación industrial. De esta manera, continuando en grados de abstracción, tal discurso se construye a través de las relaciones entre los valores de la naturaleza, es decir, el poeta y la montaña, desarrolladas en las tres primeras estrofas, y los conflictos con la locomotora, que representa, a su vez, en cambio, los valores de la civilización, expuestos, predominantemente, en la última estrofa. Se trata, en definitiva, de la realización de la categoría semántica naturaleza vs. la civilización como fundamento del discurso enunciado en el poema.
Estas consideraciones, evidentemente, se restringen a los significados del texto. Al prestar atención, sin embargo, a la expresión prosódico-fonológica, se verifica, en las tres primeras estrofas, cuando la naturaleza se realiza en el plano del contenido, la presencia de versos decasílabos en el plano de la expresión, mostrando que, en el poema, en A su manera, la estabilidad de la naturaleza, cantada en las tres primeras estrofas, se correlaciona con la estabilidad métrica.
En la cuarta estrofa, de manera diferente, cuando se niega la naturaleza –en el verso dice “esta mañana me despierto y / no la encuentro”–, el verso decasílabo se descompone en dos versos, el primero, de siete sílabas – “esta mañana me despierto y” –, y la segunda, de tres sílabas – “no lo encuentro” –, sugiriendo que el desmantelamiento de la naturaleza coincide con la desarticulación de la estabilidad prosódica.
Finalmente, la quinta estrofa se compone de ocho versos sin estabilidades métricas, configurando así una estrofa formada por versos libres, que acaba correlacionándose, en cuanto a su contenido, con los cambios derivados de la civilización, cuando la locomotora y la consiguiente destrucción de la naturaleza. Esquemáticamente, la composición del poema se representa de esta manera: (versos decasílabos/naturaleza) → (versos decasílabos inconexos/negación de la naturaleza) → (versos libres/civilización).
Ahora bien, si para desarrollarse en el arte de la poesía se recomienda al poeta alejarse de consideraciones ingenuas sobre la simplicidad literaria, éste debe, por el contrario, tomar conciencia de la complejidad del texto literario, ejemplificada en los poemas anteriores, buscando explorar , al máximo, el potencial del lenguaje. Para ello, se aconseja al poeta profundizar en la literatura, leyendo lo máximo posible, conociendo a los clásicos y la literatura de todas las épocas y culturas; Para quienes escriben en portugués, es necesario priorizar la literatura expresada en esa lengua y, para nosotros, los brasileños, la literatura brasileña desde el Barroco hasta el Postmodernismo.
Finalmente, dada la afirmación de Antonio Cándido de que la literatura no se crea sólo con autores, sino con críticos y lectores, ningún poeta debe desconocer el conocimiento de la teoría literaria, especialmente los tratados de versificación; Debido a que la literatura se crea a través del lenguaje, es imprescindible conocer gramática, lingüística, semiótica, en definitiva, metalenguaje.
*Serafín Pietroforte Es profesor titular de semiótica en la Universidad de São Paulo (USP). Autor, entre otros libros, de Semiótica visual: los caminos de la mirada (Contexto). Elhttps://amzn.to/4g05uWM]
Bibliografía
CÁNDIDO, Antonio (1981). La formación de la literatura brasileña. (Volúmenes 1-2). Belo Horizonte: Itatiaia.
LOPES, Eduardo (1997). Metamorfosis. São Paulo: Unesp.
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