por PEDRO GUEDES y BRUNO LIMA ROCHA*
Un fracaso planificado de la integración regional a nivel de seguridad
Hay una polémica, un dilema profundo, debatiendo el papel de las Fuerzas Armadas en América Latina. Un concepto demostrado en las décadas de 60 y 70 fue que “ninguna fuerza reaccionaria es antiimperialista”. En el apogeo del realismo regional, la Guerra de Malvinas demostró plenamente esta hipótesis. En Centroamérica hubo dos caminos. Uno, más formal, el Ejército se transformó en la Guardia Nacional operando como una defensa interna, o el mantenimiento del orden. Otro, menos cínico, fue la Guardia Nacional de Somoza, de la dinastía de los tres Somoza, barrida con la Revolución Nicaragüense.
Otro problema grave es el nacionalismo, o la falta de él, o la noción de lo que sería el “nacionalismo latinoamericano”. Nuestro continente tiene una dimensión profunda, de pueblos originarios, territorios resistentes de matrices afroamericanas, luchas incesantes de pobreza mestiza que la modernización no ha incorporado definitivamente. Por otro lado, nuestros países tienen, en mayor o menor medida –y Brasil en muy alto grado– una noción de “nacionalismo” donde la nación no es el espejo del pueblo, de los pueblos de Brasil, sino más bien un espejo retorcido de una élite reaccionaria, patética, colonizada y sumisa. Es realmente repugnante, incluida la alta cúpula de las fuerzas armadas, cuya versión más “sincera” es la flor y nata de los milicianos de Pinochet, que acabó con la infraestructura independiente del país y lo dejó empobrecido y totalmente incorporado a las redes transnacionales del eje del Pacífico. , capitales asiáticas incluidas.
A principios de este siglo, cuando confluyeron los gobiernos socialdemócrata y nacional-desarrollista, impulsados por la Venezuela chavista y la Alianza Bolivariana (ALBA), nuestros países vivieron un momento superior de acercamiento y conjunción. Nuevamente, estábamos lejos de formar ejércitos populares, como el republicano liberal-radical que enfrentó la invasión gringa, la dictadura de Santa Anna, tuvo la Guerra de Reforma y expulsó a los invasores franceses, pero fue un paso relevante, sobre todo para los latifundios que constituyen la columna vertebral de las instituciones militares. En ese sentido y con todas las “faltas”, la Escuela Sudamericana de Defensa (EDSA) fue uno de los pasos más audaces hacia la integración regional en el área de Defensa y Seguridad jamás dados.
Su creación surgió de la necesidad de coordinar los esfuerzos de defensa a nivel regional en América del Sur. Es lógico, si el Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas fomenta e incentiva competencias regionales (como Brasil X Argentina; Chile X Argentina; Perú X Chile, Boliva X Paraguay; Perú X Ecuador; Venezuela X Colombia, Venezuela X República de Guyana) , la mentalidad de competencia dentro de un mismo bloque continental alcanza un nivel de tensiones como el que ya se vivió en los años '70 (en la disputa de Argentina y Chile), o en los '90 (con la declaración de guerra de peruanos y ecuatorianos). Si bien el subcontinente es una región considerada pacífica, en comparación con otras regiones desde el punto de vista geopolítico, presenta problemas y cuellos de botella, como el narcotráfico, las políticas de modernización que no conducen a carreras armamentistas y la creación de políticas de seguridad regional que se ajusten a las peculiaridades de la región. Por lo tanto, si la Escuela finalmente expandiera las visiones antiimperialistas, dejando de priorizar las agendas de seguridad del Comando Sur del Imperio estadounidense, ya significaría un avance considerable.
EDSA fue creado con estos temas en mente. En principio, este organismo sería el espacio donde los militares de los países miembros completarían sus estudios, con el objetivo de responder a estas preguntas, con un mínimo de injerencia o adoctrinamiento de países externos a la realidad y especificidades de América del Sur.[ 1 ]. Además, esta Escuela Militar serviría como foro para la discusión de políticas de defensa conjuntas entre los países miembros, en el ámbito del Consejo de Defensa Suramericano (CDS) de UNASUR.[ 2 ]. Por tanto, al mantener la Unión de Naciones del Sur y garantizar la coexistencia de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la de mayor proyección, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la Escuela sería un anti- Escuela de las Américas, un intento de oponerse a la permanente influencia de gringos y potencias de tradición imperialista en las filas de oficiales de las fuerzas armadas de nuestro continente. Es importante entender que cuanto más integrado, menor es el riesgo de caer en la manipulación de la CIA, DEA, FBI, NSA y otras clásicas injerencias estadounidenses en nuestras sociedades.
Como explicamos anteriormente, aun sin mayores conflictos desde la Guerra del Paraguay, entre 1864 y 1870[ 3 ], América del Sur experimentó una serie de conflictos militares a lo largo del siglo XX. Aunque la mayoría de estas conflagraciones son de carácter fronterizo, como la Guerra del Chaco, de 1932 a 1935 y más recientemente la Guerra del Cenepa, de 1995[ 4 ], también hubo un enfrentamiento armado entre un país sudamericano contra una potencia imperialista europea. Este conflicto, que se desarrolló entre abril y junio de 1982, fue la Guerra Malvinas/Falklands, que opuso a Argentina al Reino Unido.[ 5 ]. Por la lógica de UNASUR-ALBA-CELAC, un conflicto como el de Malvinas no se desencadenaría sin la aprobación de los demás países miembros y menos toleraríamos más dictaduras militares como la Junta Militar que promovió un genocidio contra la propia población. .
Sumado a estas experiencias, el narcotráfico en la década de 90 demostró ser un problema complejo y casi insuperable para los países de la región, culminando con la intervención estadounidense en Colombia en la década de 90.[ 6 ], a través de su plan de apoyo y equipamiento del gobierno local También hemos vinculado este problema, la quiebra del estado peruano, en la misma década, acosado por el autogolpe dado por el presidente Fujimori[ 7 ]. La dinámica de seguridad que impone el Plan Colombia es muy preocupante; la intención de los gringos era revertir el envío de recursos -desde la venta al por menor del tráfico al país- de los cárteles de Medellín, Cali y Norte do Valle; por préstamos de gringos que alteran la lógica de la soberanía nacional colombiana. Por tanto, un trabajo coordinado entre las agencias latinoamericanas sin pasar por el mando y la “colaboración” de las agencias imperialistas sería un triunfo en el sentido de mayor autonomía y menor dependencia.
A partir de este escenario, agravado por el escándalo de espionaje protagonizado por la NSA (Agencia de Seguridad Nacional), en 2013, la diplomacia brasileña trabajó para que la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) incorporara en su conjunto de objetivos, cuidar la formación del personal militar de los altos funcionarios de los países miembros[8]. Como resultado, se creó la EDSA, dentro del paraguas organizativo del Consejo de Defensa de UNASUR, en 2015[ 9 ]. Como se ve, la Escuela duró poco y llegó tarde, ya en el turno de la correlación de fuerzas, con la socialdemocracia perdiendo terreno en Brasil y Argentina y acercándose la elección de Ecuador a la traición que siguió.
En términos de articulación diplomática, Itamaraty funcionó bien. Para evitar críticas a la búsqueda de la hegemonía dentro de UNASUR, que alejaría a la mayoría de los miembros del organismo, y como prueba de buena fe, Brasil apoyó la elección de la ciudad de Quito, en Ecuador, como sede tanto de la Consejo de Defensa y la Escuela Sudamericana de Defensa[ 10 ]. Para Brasil, la EDSA tendría como objetivo, además de los objetivos antes mencionados, permitir una instrucción “limpia” de sus oficiales de alto rango (desde mayores hasta generales).
Claro de influencias organizativas, políticas e “ideológicas” que provienen en gran medida de los estudios realizados por estos oficiales en lugares como la Escuela Superior de Guerra, un lugar marcadamente habituado a ideas de sumisión geoestratégica e ideológica a EE.UU.[ 11 ]. Como resultado del comportamiento antiintegrador de las Fuerzas Armadas de Brasil, que veían (y ven) a la UNASUR y sus órganos de defensa (CDS y EDSA) con desdén y hostilidad, combinado con una exagerada fobia a las políticas consideradas “bolivarianas”, tejieron fuertes e infundadas críticas a EDSA y UNASUR en su conjunto[ 12 ]. Mientras la conspiración de la cúpula militar avanzaba a paso de ganso ante las amenazas de golpe de Twitter y crecían tanto la “nueva derecha” como la “extrema derecha”, la diplomacia brasileña corría paralelamente hacia la EDSA. El gobierno que estaba a punto de ser depuesto carecía de inteligencia.
Tras el golpe de juicio político a Dilma Rousseff (orquestado políticamente, con frágil fundamento jurídico) en abril de 2016, el país inició un proceso de destitución y deshidratación de las organizaciones de UNASUR, afectando incluso a EDSA[ 13 ]. En abril de 2019, Brasil, junto con Argentina, Colombia, Ecuador se retiraron definitivamente del organismo sudamericano, marcando el fracaso del proceso de integración y transformando a UNASUR en un minúsculo bloque, hoy integrado por Venezuela, Surinam y Guyana, habiendo suspendido Perú su participación y Bolivia habiendo iniciado las negociaciones de salida en noviembre del mismo año[ 14 ].
El abandono de EDSA por parte de Brasil y otros ex miembros de UNASUR relegó a la Escuela Militar Sudamericana a un gigantesco ostracismo institucional. A día de hoy, solo existe un curso impartido por la Escuela Superior de Guerra, con fecha de 2017[ 15 ]. No hay información de actualización curricular o si aún se imparte[ 16 ]. Aún así, el sitio web oficial de EDSA no funciona, lo que contrasta con el abandono de esta entidad por parte de antiguos y actuales miembros.[ 17 ].
Con el establecimiento de alianzas entre Colombia y Brasil con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 2018 y 2019[ 18,19 ] respectivamente, el continente se aleja cada vez más de los mecanismos de integración regional, ya sea políticamente o en defensa y seguridad. La elección de las élites políticas y militares sudamericanas por una organización militar internacional con mecanismos similares en el propio continente, con el plus de no contar con la imposición neocolonial de un liderazgo extranjero, demuestra que la independencia a nivel internacional no es una prioridad.
Nuevamente el componente “ideológico” -el de servilismo y no el de independencia y autonomía-, sumado a los disturbios políticos provocados por grupos y partidos alineados con la derecha y extrema derecha política en Brasil (desde 2015) y Bolivia (con la golpista de 2019), alineados con gobiernos de conveniencia con el desmantelamiento de las políticas de integración, como en Argentina (Gobierno de Macri) y Colombia (sucesivamente desde el Plan Colombia, pero con énfasis luego del gobierno del paramilitar y narcotraficante Álvaro Uribe Vélez y sus herederos políticos ) socavaron una vez más los esfuerzos políticos de integración y construcción de un entorno de seguridad más propicio a la integración latinoamericana, el antiimperialismo y la autodeterminación de nuestros países.
Definitivamente es hora de que todas las izquierdas de este continente entiendan de una vez por todas que no hay “neutralidad” en el tema de las fuerzas armadas y no basta con dejarlas intactas como hicimos en Brasil durante 30 años de liberalismo. democracia. La tradición militar en nuestros países es, en su mayoría, colonialista, poscolonial y sumisa. El complejo mestizo, comandando regimientos y organizaciones militares, es siempre dañino y como tal debe ser rechazado. Como sabemos en nuestro propio territorio, la idea de que las fuerzas de Caxias, Eduardo Gomes y Tamandaré van a defender la soberanía popular en Palmares y Pindorama es absurda. Como nos enseña José Gervasio Artigas, general de hombres y mujeres libres, “sólo podemos contar con nosotros mismos”.
* Pedro Guedes es internacionalista y estudia derecho.
*Bruno Lima Rocha es militante socialista libertario y editor de los canales de Strategy & Analysis, análisis políticoímarque a la izquierda más a la izquierda.
Bibliografía:
2:https://nuso.org/articulo/o-brasil-ea-criacao-do-conselho-de-defesa-sul-americano-uma-convergencia-de-vantagens/
3:https://super.abril.com.br/mundo-estranho/quais-foram-as-princicipais-guerras-entre-paises-da-america-do-sul/
4: https://noticias.r7.com/internacional/ultimo-confronto-militar-entre-sul-americano-foi-ha-24-anos-23022019
5: https://mundoestranho.abril.com.br/materia/o-que-foi-a-guerra-das-malvinas
6: https://diplomatique.org.br/nas-fronteiras-do-plano-colombia/
7: http://almanaque.folha.uol.com.br/mundo_07abr1992.htm
8: https://www.bbc.com/portuguese/noticias/2015/04/150417_escola_defesa_unasul_mc
9:https://www.congresso2019.fomerco.com.br/resources/anais/9/fomerco2019/1568848319_ARQUIVO_548dd6afcd1e9e726d05136f23fbd025.pdf
10: https://www.gov.br/defesa/pt-br/assuntos/noticias/ultimas-noticias/07-06-2013-defesa-brasil-apoia-proposta-de-criacao-da-escola-de- defensa-sudamericana-dice-amorim
11: https://opiniao.estadao.com.br/noticias/geral,escola-de-defesa–sul-americana,1721200
12:
13:https://gedes-unesp.org/suspensao-da-participacao-na-unasul-reflexos-sobre-a-seguranca-ea-defesa-regional/
15: https://www.esg.br/cursos-regulares/cad-sul
16: https://www.esg.br/cursos-regulares/cad-sul
17: http://www.unasursg.org/es/consejo-defensa-suramericano-unasur/
18: https://agenciabrasil.ebc.com.br/internacional/noticia/2019-08/estados-unidos-designam-oficialmente-brasil-como-aliado-extra-otan
19:https://www1.folha.uol.com.br/mundo/2018/05/colombia-e-aceita-na-otan-e-se-torna-o-1o-pais-da-america-latina-na-alianca.shtml