El nuevo paradigma cosmológico y biológico

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Por LEONARDO BOFF*

La transición ecológica hacia una sociedad biocéntrica

El ataque del coronavirus contra toda la humanidad nos ha obligado a centrarnos en el virus, el hospital, el paciente, el poder de la ciencia y la tecnología y la carrera desenfrenada por una vacuna eficaz y el confinamiento y el distanciamiento social. Todo esto es indispensable.

Pero para comprender el significado del coronavirus, debemos ubicarlo en su contexto adecuado y no verlo de forma aislada. Expresa la lógica del capitalismo global que, durante siglos, ha librado una guerra sistemática contra la naturaleza y la Tierra.

El capitalismo neoliberal gravemente herido

El capitalismo se caracteriza por la explotación exacerbada de la fuerza de trabajo, el uso del conocimiento producido por la tecnociencia, el saqueo de los bienes y servicios de la naturaleza, la colonización y ocupación de todos los territorios accesibles. Finalmente, por la mercantilización de todas las cosas. De una economía de mercado nos movemos a uno sociedad de mercado.

En él, las cosas inalienables se convirtieron en mercancías. Carlos Marx en su miseria de la filosofia de 1874 bien escribió: “Todo lo que los hombres consideraban inalienable, cosas cambiadas y dadas pero nunca vendidas… todo se ha vuelto venal como la virtud, el amor, la opinión, la ciencia y la conciencia… todo se ha vuelto venal y llevado al Mercado”. A esto llamó el "tiempo de corrupción general y venalidad universall” (Vozes, 2019, p. 54-55). Esto es lo que hemos estado experimentando desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

El capitalismo rompió todo vínculo con la naturaleza, transformándola en un cofre del tesoro de recursos, considerados ilusorios ilimitados, debido a un crecimiento también ilusorio ilimitado. Resulta que un planeta ya viejo y limitado no admite un crecimiento ilimitado.

Políticamente, el neoliberalismo otorga centralidad a la ganancia, el mercado, el Estado mínimo, la privatización de los bienes públicos y la exacerbación de la competencia y el individualismo, al punto que Reagan y Thatcher dicen que no existe la sociedad, solo los individuos.

La Tierra viva, Gaia, un superorganismo que articula todos los factores para mantenerse viva y producir y reproducirse siempre todo tipo de vida, comenzó a reaccionar y contraatacar: por el calentamiento global, la erosión de la biodiversidad, el aumento de la desertificación, los eventos extremos y por el envío de sus armas letales. que son virus y bacterias (gripe porcina, gripe aviar, H1N1, Zika, Chikungunya, SARS, Ébola y otros) y ahora el Covid-19, invisible y letal. Puso a todos de rodillas, especialmente a los poderes militaristas cuyas armas de destrucción masiva (que podrían destruir toda la vida, una y otra vez) demostraron ser completamente superfluas y ridículas. Ahora pasamos del capitalismo de los desastre por el capitalismo de caos, como dice la crítica del sistema capitalista Naomi Klein.

Una cosa quedó clara con respecto al Covid-19: un meteoro cayó de bruces sobre el capitalismo neoliberal, desmantelando sus ideales: la ganancia, la acumulación privada, la competencia, el individualismo, el consumismo, el estado mínimo y la privatización de lo público y de lo los comunes. Estaba gravemente herido. El hecho es que ha producido demasiada inequidad humana, social y ecológica, hasta el punto de poner en peligro el futuro del sistema de vida y del sistema Tierra.

Él, sin embargo, puso inequívocamente la disyuntiva: ¿Vale más la ganancia o la vida? ¿Qué viene primero: salvar la economía o salvar vidas humanas?

Según los ideales del capitalismo, la alternativa sería salvar primero la economía y luego vidas humanas. Pero es importante reconocer que lo que nos está salvando es lo que en él no existe: la solidaridad, la cooperación, la interdependencia entre todos, la generosidad y el cuidado mutuo por la vida de ambos.

Alternativas para el post-coronavirus

El gran desafío que se les plantea a todos, el gran interrogante especialmente a los dueños de los grandes conglomerados multinacionales es: ¿Cómo continuar? ¿Volver a lo que era antes? ¿Recuperar el tiempo perdido y las ganancias perdidas?

Muchos dicen: simplemente volver a ser lo que era antes sería un suicidio. Porque la Tierra podría volver a contraatacar con virus más violentos y mortales. Los científicos ya advirtieron que pronto podríamos sufrir un ataque aún más feroz si no hemos aprendido la lección de cuidar la naturaleza y desarrollar una relación amistosa con la Madre Tierra.

Enumero aquí algunas alternativas, ya que los señores del capital y las finanzas están en una furiosa articulación entre ellos para salvaguardar sus intereses, fortunas y poder de presión política.

A primero sería un regreso al sistema capitalista neoliberal extremadamente radical. Sería el 0,1% de la humanidad, multimillonarios, los que utilizarían una inteligencia artificial capaz de controlar a cada persona del planeta, desde su vida íntima, privada y pública. Seria un despotismo de otro orden, cibernético, bajo la égida del control/dominio total de la vida de las poblaciones.

Éste no ha aprendido nada del Covid-19, ni ha incorporado el factor ecológico. Debido a la presión general, puede asumir una responsabilidad social.ecológico para no perder beneficios y frecuencias. Pero seguramente habrá una gran resistencia y hasta rebeliones provocadas por el hambre y la desesperación.

A segundo alternativa seria la capitalismo verde que tomó las lecciones del coronavirus e incorporó el factor ecológico: reforestar lo devastado y conservar al máximo la naturaleza. Pero no cambiaría el modo de producción y la búsqueda de ganancias. El capitalismo verde no discute la perversa desigualdad social y haría de todo en la naturaleza una oportunidad de lucro. Ejemplo: no solo se gana con la miel de las abejas, sino también con su capacidad para polinizar otras flores. La relación con la naturaleza y la Tierra seguiría siendo utilitaria y no reconocería derechos, tal como lo declara la ONU y su valor intrínseco, independientes de los seres humanos.

A tercera sería el comunismola tercera generación que no tendría nada con las anteriores, poniendo los bienes y servicios del planeta bajo una administración plural y global para redistribuirlos equitativamente entre todos. Podría ser posible, pero presupone una nueva conciencia ecológica, además de dar centralidad a la vida en todas sus formas. Seguiría siendo antropocéntrico. Está poco representado por los filósofos Zizek y Badiou más allá de la carga negativa de experiencias previas y fallidas.

A cuarto, sería el ecosocialismo con mayores posibilidades. Asume un contrato social global con un centro plural de gobierno para resolver los problemas globales de la humanidad. Los bienes y servicios naturales se distribuirían equitativamente entre todos, en una forma de consumo digna y sobria que incluiría también a toda la comunidad de vida. También necesita los medios de vida y reproducción como agua, climas y nutrientes. Esta alternativa estaría dentro de las posibilidades humanas, siempre que supere el sociocentrismo e incorpore los datos de la nueva cosmología y biología, que consideran a la Tierra como un momento del gran proceso cosmogénico, biogénico y antropogénico.

A quinta alternativa seria bueno vivir y convivir probado durante siglos por los andinos. Es profundamente ecológico, pues considera a todos los seres como sujetos de derechos. El eje articulador es la armonía que parte de la familia, de la comunidad, de la naturaleza, del universo entero, de los ancestros y de la Divinidad. Esta alternativa tiene un alto grado de utopía, quizás, cuando la humanidad se descubra como especie, viviendo en una sola Casa Común, sea capaz de lograr el buen vivir y el vivir bien juntos.

Se hizo evidente que el centro de todo es la vida, la salud y los medios de subsistencia y no el lucro y el desarrollo (in)sostenible. Habrá demandas por un Estado más con más seguridad sanitaria para todos, un Estado que satisfaga las demandas colectivas y promueva un desarrollo que obedezca a los ritmos y límites de la naturaleza. No será la austeridad la que resuelva los problemas sociales que han beneficiado a los ya ricos y penalizado a los más pobres. La solución deriva de la justicia social y distributiva, donde todos participen de la carga y bonificación del orden social.

Debido a que el problema del coronavirus ha sido global, se necesita un contrato social global para implementar soluciones globales. Tal transformación requerirá una descolonización de cosmovisiones y conceptos, como la voracidad de lucro y el consumismo, que fueron inculcados por la cultura del capital. El post-coronavirus nos obligará a hacer que la naturaleza y la Tierra sean centrales. O salvamos la naturaleza y la Tierra o nos sumamos a la procesión de los que se dirigen al abismo.

¿Cómo perseguir una transición ecológica?

No podemos subestimar el poder del “genio” del capitalismo neoliberal: es capaz de incorporar nuevos datos, transformarlos para su beneficio privado y para ello utiliza todos los medios modernos de robotización, la inteligencia artificial con sus miles de millones de algoritmos y eventualmente la guerras híbridas. Sin piedad, pueden convivir, indiferentes, con los millones y millones de personas hambrientas y arrojadas a la miseria.

Por otro lado, quienes buscan una transición paradigmática, dentro de la cual me encuentro yo mismo, deben proponer otra forma de habitar la Casa Común, con una convivencia respetuosa con la naturaleza y el cuidado de todos los ecosistemas. Deben generar en la base social otro nivel de conciencia y nuevos sujetos sociales, portadores de esta alternativa. Para ello, vale la pena enfatizar, debemos pasar por un proceso de descolonización de las cosmovisiones e ideas inculcadas por la cultura del capital. Debemos ser antisistema y alternativos.

Supuestos para una transición exitosa

primer supuesto: vulnerabilidad de la condición humana, expuesta a ser atacada por enfermedades, bacterias y virus. ecosistemas y nutrición humana.

Fundamentalmente, otros dos factores están en el origen de la invasión de microorganismos letales: la excesiva urbanización humana que avanzaba sobre los espacios de la naturaleza, destruyendo los hábitats naturales de virus y bacterias: saltaban a otros animales o al cuerpo humano. El 83% de la humanidad vive en ciudades.

El segundo factor es el deforestación sistemática por la voracidad del capital que busca la riqueza con el monocultivo de soja, caña de azúcar, girasol o con la minería y producción de proteínas animales (ganado), devastando bosques y desequilibrando el régimen húmedo y pluviométrico de vastas regiones como el caso amazónico. .

segundo supuesto: interdependencia entre todos los seres, especialmente entre los seres humanos. Somos, por naturaleza, un nodo de relación, mirando en todas las direcciones. La bioantropología y la psicología evolutiva han dejado claro que la cooperación y relación de todos con todos es una esencia específica del ser humano. no hay gen egoísta, formulada por Dawkins a fines de la década de 60 sin ninguna base empírica. Todos los genes se interconectan entre sí y dentro de las células. Todos los seres están inter-retro-relacionados y nadie está fuera de la relación. En este sentido, el individualismo, valor supremo de la cultura del capital, es antinatural y no tiene base biológica.

Tercer supuesto: a solidaridad como una elección consciente. La solidaridad está en la base de nuestra humanidad. Los bioantropólogos nos han revelado que este dato es fundamental para el ser humano. Cuando nuestros antepasados ​​iban a buscar su comida, no la comían solos. Los llevaron al grupo y sirvieron a todos comenzando por el más joven, luego el mayor y finalmente a todos. De ahí vino la comensalidad y el sentido de cooperación y solidaridad. Fue la solidaridad la que nos permitió saltar de la animalidad a la humanidad. Lo que era cierto ayer también es cierto hoy.

La sociedad vive y subsiste porque sus ciudadanos se presentan como seres cooperativos y solidarios, superando conflictos de intereses para tener una convivencia mínimamente humana y pacífica y construir juntos el bien común. Esta solidaridad no existe sólo entre los humanos. Es una constante cosmológica: todos los seres conviven, se involucran en redes de relaciones de reciprocidad y solidaridad para que todos se ayuden a vivir y coevolucionar. También el más débil, con la colaboración de los demás, subsiste y tiene su lugar en el grupo de los seres y coevoluciona.

El sistema del capital no conoce la solidaridad, sólo la competencia que produce tensiones, rivalidades y verdadera destrucción de otros competidores en función de una mayor acumulación y, si es posible, el establecimiento de un monopolio sobre un producto o una fórmula científica.

El mayor problema de la humanidad hoy no es ni el económico ni el político ni el cultural ni el religioso, sino la falta de solidaridad con los demás seres humanos que están a nuestro lado. En el capitalismo es visto como un consumidor eventual, no como una persona humana con sus preocupaciones, sus alegrías y sus sufrimientos.

Es la solidaridad la que nos está salvando de los embates del coronavirus, empezando por los trabajadores de la salud que generosamente arriesgan su vida para salvar vidas. Estamos asistiendo a actitudes de solidaridad en toda la sociedad, pero especialmente en la periferia donde la gente no puede aislarse socialmente y no cuenta con alimentos. Muchas familias que recibieron las canastas básicas de alimentos las compartieron con otras personas necesitadas.

Especial mención merece el MST (Movimiento de los Sin Tierra) que entregó toneladas de alimentos orgánicos para los más vulnerables. No dan lo que sobra, sino lo que tienen. Otras ONG organizaron acciones solidarias para ayudar a los más necesitados. Incluso grandes empresas se han solidarizado, donando unos cuantos millones que les han sobrado para hacer frente al Covid-19.

No basta con que la solidaridad sea un gesto puntual. el debe ser un actitud básica, porque es un hecho de nuestra naturaleza. Tenemos que hacer una elección consciente para ser solidarios con los últimos e invisibles, con aquellos que no cuentan para el sistema imperante y son considerados prescindibles y ceros económicos. Sólo así deja de ser electivo y abarca a todos, siendo todos coiguales y uniéndonos con lazos objetivos de fraternidad.

cuarto supuestoEl cuidado esencial hacia todo lo que vive y existe, especialmente entre los seres humanos. Pertenece a la esencia del ser humano, el cuidado sin el cual ningún ser vivo sobreviviría. Estamos vivos porque tuvimos el cuidado infinito de nuestras madres. Dejados en la cuna, no sabríamos cómo conseguir nuestro alimento y en poco tiempo moriríamos.

Además, el cuidado es también una constante cosmológica, como han demostrado, entre otras, Stephan Hawking y Brian Swimme: las cuatro fuerzas que sustentan el universo (gravitacional, electromagnética, fuerte y francamente nuclear) actúan sinérgicamente con extremo cuidado, sin las cuales no estar aquí reflexionando sobre estas cosas.

El cuidado representa una relación amiga de la vida, protectora de todos los seres ya que los ve como un valor en sí mismo, independiente del uso humano. Fue el descuido de la naturaleza, devastándola, que los virus perdieron su hábitat, se conservaron en miles de años y pasaron a otro animal o ser humano para poder sobrevivir devorando nuestras células. El ecofeminismo hizo un aporte significativo a la preservación de la vida y la naturaleza con la ética del cuidado, desarrollada por ellas, como el cuidado es para todos los humanos, pero adquiere especial densidad en las mujeres

La transición a una civilización biocéntrica

Cada crisis nos hace pensar y diseñar nuevas ventanas de posibilidades. El coronavirus nos ha enseñado esta lección: la Tierra, la naturaleza, la vida, en toda su diversidad, la interdependencia, la cooperación y la solidaridad deben estar en el centro de la nueva civilización, si no queremos volver a ser atacados por virus letales.

Parto de la siguiente interpretación: no solo hemos atacado a la naturaleza ya la Madre Tierra durante siglos. Ahora es la Tierra herida y la naturaleza devastada las que están contraatacando y tomando venganza. Son seres vivos y como seres vivos sienten y reaccionan ante las agresiones.

La multiplicación de señales que nos ha enviado la Tierra, empezando por el calentamiento global, la erosión de la biodiversidad del orden de 70-100 mil especies por año (estamos dentro de la sexta extinción masiva en la era del Antropoceno y Necroceno) y otros eventos extremos , debe tomarse absolutamente en serio e interpretarse. O cambiamos nuestra relación con la Tierra y la naturaleza, en un sentido de sinergia, cuidado y respeto, o es posible que la Tierra ya no nos quiera en su superficie. Esta vez no existe el arca de Noé que salva a unos y deja perecer a otros. O nos salvamos todos o nos sumamos a la procesión de los que van a su propia tumba.

Casi todos los análisis del Covid-19 se centraron en la técnica, la medicina, la vacuna salvadora, el aislamiento social, el distanciamiento y el uso de mascarillas para protegernos y no contaminar a los demás. Rara vez se hablaba de la naturaleza, porque el virus procedía de la naturaleza. ¿Por qué pasó de la naturaleza a nosotros? Hemos tratado de explicar esto antes.

La transición de uno sociedad capitalista de sobreproducción de bienes materiales para una sociedad apoyo de por vida con valores humano-espirituales como la solidaridad, la compasión, la interdependencia, la justa medida, el respeto y el cuidado y, no menos importante, el amor no sucederá de la noche a la mañana.

Será un proceso difícil que requiere, en palabras del Papa Francisco en la encíclica “Sobre el cuidado de nuestra casa común” un “conversión ecológica radical”. Es decir, debemos introducir relaciones de cuidado, protección y cooperación. Un desarrollo hecho con la naturaleza y no contra la naturaleza.

El sistema imperante puede conocer una larga agonía. Pero no tendrá futuro. Hay una gran acumulación de críticas y prácticas humanas que siempre han resistido la explotación capitalista. En mi opinión, quienes la vencerán definitivamente no seremos solo nosotros, sino la Tierra misma, negándole las condiciones para su reproducción por los límites de los bienes y servicios de la Tierra superpoblada.

El nuevo paradigma cosmológico y biológico

Para una sociedad post-Covid-19 es imperativo asumir los aportes del nuevo paradigma cosmológico que ya tiene un siglo de existencia. Lamentablemente, hasta ahora no ha logrado conquistar la conciencia colectiva ni la inteligencia académica, y mucho menos las cabezas de los “decisores” políticos, parte de los cuales todo se originó a partir del big bang, ocurrido hace 13,7 millones de años. De su explosión salieron las grandes estrellas rojas y con su explosión, las galaxias, las estrellas, los planetas, la Tierra y nosotros mismos. Todos estamos hechos de polvo cósmico.

La Tierra que ya tiene 4,3 millones de años y la vida de unos 3,8 millones de años están vivas. La Tierra, este es un hecho científico ya aceptado por la comunidad científica, no solo tiene vida, sino que está viva y produce todo tipo de vidas.

El ser humano que apareció hace unos 10 millones de años hace 100 mil años como sapiens sapiens es la porción de la Tierra que en un momento de alta complejidad comenzó a sentir, pensar, amar y cuidar. Por eso el hombre procede del humus, buena tierra.

Inicialmente, tenía un coexistencia con la naturaleza, luego pasó de intervención a través de la agricultura de regadío y en los últimos siglos de agresión sistemáticamente a través de la tecnociencia. Esta agresión se llevó a cabo en todos los frentes hasta el punto de poner en peligro el equilibrio de la Tierra e incluso amenazar con la autodestrucción de la especie humana con armas nucleares, químicas y biológicas.

Esta relación de agresión subyace a la actual crisis sanitaria. Llevada adelante, la agresión podría traernos crisis más agudas de lo que temen los biólogos El próximo grande: ese próximo gran, inexpugnable y fatal virus que podría llevar a la especie humana a desaparecer de la faz de la Tierra.

Para evitar este posible Armagedón ecológico, es urgente renovar la contrato natural violado con la Tierra viva: nos da todo lo que necesitamos y asegura la sostenibilidad de los ecosistemas. Nosotros, contractualmente, tendríamos que devolverte el cuidado, el respeto a tus ciclos y te damos tiempo para regenerar lo que te quitamos. Este contrato natural fue roto por esa capa de la humanidad (y sabemos quién es) que explota bienes y servicios, deforesta, contamina las aguas y los mares.

Es decisivo renovar el contrato natural y articularlo con el contrato sociall: una sociedad que se sienta parte de la Tierra y de la naturaleza, que asuma colectivamente la preservación de toda vida, mantenga en pie sus bosques, garantice el agua necesaria para todo tipo de vida y regenere lo degradado y fortalezca lo ya preservado.

La importancia de la región: biorregionalismo

La ONU reconoció a la Tierra como Madre Tierra ya la naturaleza como titulares de derechos. Esto implica que la democracia tendrá que incorporar bosques, montañas, ríos, paisajes como nuevos ciudadanos. La democracia sería socio-ecológica.

La vida será el faro y la política y la economía estarán al servicio, no de la acumulación y el mercado, sino de la vida. El consumo, para que se universalice, será sobrio, frugal y solidario. De esta forma, la sociedad estaría suficientemente y decentemente abastecida.

El énfasis no se pondrá en la globalización económica y financiera, que seguirá su curso, sino en la región. El punto más avanzado de la reflexión ecológica se da actualmente en torno a la biorregionalismo.

Tomando la región, no como definida arbitrariamente por la administración geográfica, sino con la configuración que ha hecho la naturaleza, con sus ríos, montañas, bosques, llanuras, fauna y flora y en especial con los habitantes que allí habitan. En la biorregión será posible crear verdaderamente un desarrollo sostenible que no sea meramente retórico sino real. Las empresas serán preferentemente medianas y pequeñas, se dará preferencia a la agroecología, se evitará el transporte a regiones lejanas, la cultura será el cemento de cohesión: fiestas, tradiciones, la memoria de personajes ilustres, la presencia de iglesias o religiones, las diversas tipos de escuelas y otros medios modernos de difundir conocimientos y conocer gente.

La Tierra será como un mosaico hecho de diferentes piezas de diferentes colores: son las diferentes regiones y ecosistemas, diversos y únicos, pero todos componiendo un solo mosaico, la Tierra.

La transición se dará a través de procesos que van creciendo y articulándose a nivel nacional, regional y global, sensibilizando sobre nuestra responsabilidad colectiva para salvar nuestra Casa Común y todo lo que le pertenece.

La acumulación de nueva conciencia permitirá dar un salto a otro nivel en el que seremos amigos de la vida, abrazaremos a cada ser porque todos tenemos el mismo código genético básico, desde las bacterias originales, pasando por los grandes bosques, los dinosaurios, los caballos. , colibríes -flores y nosotros mismos. Estamos compuestos por 20 aminoácidos y 4 bases nitrogenadas o fosfatadas. Quiero decir, todos estamos relacionados entre nosotros en una verdadera hermandad terrenal.

Será la civilización de la “felicidad posible” y de la “gozosa celebración de la vida”.

Brasil, nuestro buen sueño: su refundación

Brasil, por su riqueza ecológica, geográfica y poblacional, tiene todas las condiciones para comenzar a sentar las bases de una civilización biocéntrica.

Hasta el día de hoy, vivimos en las instalaciones de otros centros hegemónicos. La idea de refundar otro Brasil está madurando, sobre todo a nivel de base.

Tres pilares pueden encarnar este sueño, que explico con más detalle en el libro: Brasil: refundación total o ampliación de la dependencia(Voces 2019). Sin entrar en detalles diré:

La naturaleza, una de las más ricas del planeta en términos de biodiversidad, bosques húmedos y agua. Podemos ser la mesa puesta para el hambre y la sed del mundo entero.

A cultura que configura la relación del ser humano con la naturaleza y con los demás seres humanos, diversa, rica en creatividad en las artes, la música, la arquitectura, la danza y ciertas ramas de la ciencia, a pesar del racismo visceral y las amenazas a las culturas originarias y otras exclusiones sociales, reforzada por la política actual de ultraderecha y sesgo fascista.

el pueblo brasileño aún en proceso, formado por personas que vinieron de 60 países diferentes. La cultura multiétnica y multireligiosa, la cultura relacional, el sentido lúdico, la hospitalidad, la alegría de vivir y su creatividad son características, entre otras, de nuestro pueblo.

Brasil es la nación neolatina más grande del mundo y tenemos todo para ser la civilización más grande del trópico. Para esa utopía viable, tenemos que reelaborar, en el consciente e inconsciente colectivo, las sombras que nos pesan mucho: el etnocidio indígena, la colonización, la esclavitud y la dominación de las oligarquías, herederas de Casa Grande y de un actual gobierno antibrasileño, antivida y antipueblo con claras huellas de caciquismo que pretende llevar al país a etapas superadas por la humanidad, a la antiilustración, al mundo del atraso, aversión al conocimiento y valores civilizatorios que ya son bienes comunes de sociedades del mundo.

Finalmente, tomo como referencia la propuesta del Papa Francisco, quizás el mayor líder ético-político de la humanidad. En el encuentro con decenas de movimientos sociales populares en 2015 en su visita a Bolivia. En la ciudad de Santa Cruz de la Sierra dijo:

Tienes que asegurarte de las tres T: Terra vivir allí y trabajar. Teto para vivir porque no son animales que viven a la intemperie. Trabajar con el que te autorrealizas y conquistas todo lo que necesitas.

Luego continuó: “No esperen nada de arriba. Porque siempre viene más de lo mismo y suele ser incluso peor. Sean ustedes mismos los protagonistas de un nuevo tipo de mundo, de una nueva democracia participativa y popular, con una economía solidaria, con una agroecología con productos saludables y libre de transgénicos. Ser los poetas de la nueva sociedad.

luchar por el cienciaservirlo a vida y no el mercado. luchar por Justicia social sin el cual no hay paz. Por último, cuídate Madre Terra sin los cuales ningún proyecto será posible.

Estamos ante un programa mínimo para un nuevo tipo de sociedad y de humanidad.

El futuro nos dice que no nos encontraremos con el capitalismo neoliberal, aunque insista en imponerse. No funcionó: acumuló demasiada riqueza en pocas manos a costa del sacrificio de millones y millones viviendo en condiciones infrahumanas y con ello arrasó la mayoría de los ecosistemas y puso a la Tierra en emergencia ecológica.

El viaje hacia una sociedad ecológicamente sostenible con cultura, política y economía compatibles es la gran utopía viable de la humanidad y de los grupos progresistas en Brasil.

Creemos y esperamos que este sueño no sea una fantasmagoría, sino una realidad posible que se ajuste a la lógica del universo, hecho no por la suma de sus cuerpos celestes, sino por el conjunto de redes de sus relaciones en las que también nosotros estamos involucrados. Citando a Paulo Freire, diría: necesitamos construir una eco-sociedad en la que el amor no sea tan difícil.

Brasil, liberado de sus sombras históricas, puede ser un embrión de la nueva sociedad, una, diversa dentro de la única Casa Común, la Madre Tierra.

*Leonardo Boff es ecologista, filósofo y escritor. Autor, entre otros libros de Ecología: el grito de la Tierra, el grito de los pobres (Voces).

 

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