por FERNANDO D'ANGELO MACHADO*
O país aún más vulnerable
A principios de año, el gobierno y el parlamento tomaron dos medidas que deberían aumentar considerablemente la vulnerabilidad externa del país y, como reacción a la crisis económica, profundizar el neoliberalismo y el autoritarismo. Estas medidas son los proyectos de autonomía del Banco Central (PLP 19/2019) y el nuevo Marco Legal Cambiario (PL 5387/19). Con estas medidas se intenta institucionalizar una nueva forma de preservar los bienes de las clases dominantes mientras se dirige el daño causado por las cada vez más recurrentes crisis económicas a la clase trabajadora.
En conjunto, el potencial explosivo de las medidas es evidente. Mientras que el proyecto de autonomía del Banco Central de Brasil (BCB) tiene el efecto de tomar decisiones sobre la dirección de la política económica aún más antidemocráticas, alejadas de cualquier influencia del pueblo y restringidas a tecnócratas al servicio del gran capital (ver artículo de contrapoder), el nuevo Marco Legal Cambiario otorga a este mismo BCB la posibilidad de autorizar, a través de legislación infralegal, es decir, sin pasar por el Congreso, la apertura de cuentas en moneda extranjera en Brasil para personas naturales y jurídicas sin restricciones.
Además de determinar que corresponde al BCB regular las cuentas en moneda extranjera en Brasil, el proyecto de marco legal cambiario también pretende abrir un espacio para que los bancos e instituciones financieras brasileñas inviertan en el exterior los recursos captados en el país o en el exterior, como así como incrementar las posibilidades de que se permita el pago en moneda extranjera de obligaciones exigibles en el territorio nacional y amplía los permisos para que los exportadores utilicen recursos en el exterior y provenientes de exportaciones, entre otras acciones.
Además, el proyecto deroga disposiciones legales que pudieran ser accionadas por el gobierno en momentos de crisis cambiaria, como las contenidas en la Ley N° 4.131/62 y la Ley N° desequilibrio en la balanza de pagos o existan motivos fundados para prever la Ante la inminencia de tal situación, el Consejo de la Superintendencia de Moneda y Crédito podrá imponer restricciones, por tiempo limitado, a las importaciones y remesas de rentas de capital extranjero y, a tal efecto, otorgará al Banco de Brasil, total o parcialmente, monopolio de las operaciones de cambio”. Esta derogatoria responde a un viejo reclamo de los tradicionales defensores del neoliberalismo, quienes nunca ocultaron su descontento con la previsión legal de la mera posibilidad de que, en momentos de grave crisis, el gobierno tuviera la facultad de restringir y controlar parte de los flujos cambiarios.[i].
Así, le corresponderá al BCB autónomo, es decir, subordinado a las “fuerzas del mercado”, además de regular la apertura de cuentas en moneda extranjera en el país, manejar las divisas internacionales y tomar decisiones cruciales en la determinación de las tasas de interés y de cambio.
Al poner a su servicio las decisiones estratégicas del BCB, entre ellas permitir que la apertura financiera avance hacia la plena convertibilidad de la moneda, el gran capital se arma de nuevos instrumentos para la defensa de sus activos, cuya forma contemporánea predominante es el capital ficticio, que se presenta como títulos de propiedad y posibilidades reales de plusvalía.
A medida que se haga efectiva la autorización para abrir cuentas en moneda extranjera en el país, es más probable que resulte en un mayor uso de moneda extranjera (especialmente el dólar), limitando aún más la capacidad del BCB para mantener la estabilidad financiera, que será incluso más a merced de los grandes bancos y fondos de inversión y sus entradas y salidas de capital. Los individuos y las empresas tendrán incentivos para mover su riqueza del real al dólar en tiempos de incertidumbre, aumentando la volatilidad del tipo de cambio y la posibilidad de ataques especulativos contra la moneda brasileña. Permitir que los no residentes se endeuden en moneda nacional también aumenta el potencial de apuestas especulativas de estos agentes contra la moneda nacional, aumentando la ya alta vulnerabilidad externa del país.
Estos movimientos, casi siempre liderados por grandes bancos y fondos de inversión, suelen tener como resultado la expansión de su riqueza y la centralización de ese capital, mientras la población sufre las consecuencias de la crisis. Cuando estos movimientos afectan significativamente la riqueza de estos grandes agentes, el Estado no tarda en reactivar este stock de riqueza con generosas inyecciones de liquidez.
Expuestas a los efectos disruptivos de los movimientos de capital, las economías se vuelven cada vez más rehenes de los requisitos impuestos para mantener y expandir la masa acumulada de capital ficticio. Estas demandas suelen tomar la forma de una reestructuración del Estado y el fortalecimiento del capital frente al trabajo. Con la crisis se establece un estado de incertidumbre que sitúa a la economía entre el restablecimiento de las condiciones de acumulación de capital, lo que significa avanzar aún más en los bienes públicos y reducir los costos laborales, o el recrudecimiento de la crisis con nuevas rondas de fuga de capitales.
Esta estrategia de combatir la crisis del liberalismo con más liberalismo está llevando al país por un camino irracional y absurdo, llevando al paroxismo de los efectos perversos de la crisis, como el aumento del desempleo estructural y la profundización de la precariedad laboral, intensificando la crisis sociales En este escenario, la burguesía no rehuirá el uso recurrente de la fuerza y el autoritarismo como medio para responder a la convulsión social e imponer condiciones de explotación aún más severas a la clase trabajadora.
Es, por tanto, una política que busca extender y profundizar el neoliberalismo en la búsqueda de sostener y expandir la masa acumulada de capital ficticio, removiendo las barreras a la acumulación de capital que habían logrado conquistas democráticas anteriores. No se trata de un problema de desregulación, sino de una articulación del gran capital para el establecimiento de una regulación y supervisión financiera cuyo objetivo es garantizar que los daños de las crisis financieras sean desviados de las clases dominantes y del centro y sus costos sean absorbidos por los clase obrera y la periferia[ii].
*Fernando D´Angelo Machado es candidato a doctorado en economía en la Universidad Federal Fluminense (UFF).
Notas
[i]Gustavo Franco, por ejemplo, deja claro su descontento ante la posibilidad de cualquier interferencia u obstáculo al movimiento de capitales, por aparentemente antidemocrática que sea la medida, en el texto 'La desregulación de la cuenta y el capital: limitaciones macroeconómicas y regulatorias'. , como puede verse en el siguiente extracto: “Los ejemplos de medidas restrictivas drásticas que se pueden tomar en un momento de “urgencia cambiaria” son aterradores, y no se enumerarán aquí; el lector interesado no tendrá dificultad en encontrarlos consultando la Ley 4.131/62 (…)”. (2004; pág. 23).
[ii]Christopher Rude, en su texto “El papel de la disciplina financiera en la estrategia imperial”, publicado en la revista Socialist Register, en 2005, ya destacaba cómo las crisis y la regulación de los mercados financieros fueron funcionales para la reproducción y extensión del neoliberalismo.