El (neo)liberal, el conservador, el destructor

Wols (Alfred Otto Wolfgang Schulze), [sin título], 1988
Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram
image_pdf

por JEAN PIERRE CHAUVIN*

A la falta de civismo se unió la sinvergüenza de los actos y el descaro en el discurso

De vez en cuando, necesitamos hacer público para reiterar lo obvio. Hoy temprano, deslizándose a través del pienso de una red social me encontré con una página (patrocinada) que se autodenomina conservadora. La publicación anunció un motociclista protagonizado por el innombrable en Rio Grande do Norte, al peor estilo Mussolini. Aparte de la molestia de ver al chico en la pantalla sonriendo y saludando desde lo alto de una recoger (mayor símbolo del agronegocio), lo peor fue darse cuenta de que cincuenta y un mil personas habían refrendado la publicación con Me gusta (el estímulo sería atribuir la mayor parte a la acción de los robots).

Después de dos o tres segundos, el primer paso fue reportar el spam. La segunda, bloquear la página. El tercero, publicando un mini exabrupto en la misma red social, sugiriendo que la autodenominación de "conservadores" no se aplica a quienes no tienen proyecto de país y, independientemente de la clase social a la que pertenezcan, odian la "gente", detona cualquier forma de ayuda y ve a los oponentes como enemigos mortales. Sí, ¿por qué nombrar a los sujetos que están haciendo cosplay de fascistas a “conservadores” es un eufemismo: son destructores.

Lejos de mí defender a los (neo)liberales y “conservadores”: estos torpes, cuadrados, hipócritas y hambrientos que, en nombre de cualquier abstracción (religión, moral, tradición, costumbre, jerarquía) ven a “su” barrio, “su” ciudad y “su” país, donde (no) vive, como si fuera un territorio privado y exclusivo. La cuestión es que, al menos desde 2013, este pseudo país, esta república falso decidió concentrar y expulsar todo lo que es bilis en forma de “protestas” sin sentido que sirvieron a los disparates de sectores financiados por fundaciones y megaempresas internacionales (o alineados con el ultraliberalismo endógeno). Existe el té de boldo para aquellos que son capaces de sentir el dolor de sí mismos y de los demás.

Vale recordar otro fenómeno: los sectores de la población que idolatran a un mitómano, asumiendo que participan (con beneficios) en su torpe rebaño, actúan de manera muy similar a los “patriotas” que venden el cuerpo y el alma de los habitantes. del territorio nacional a especuladores multimillonarios, casi siempre con sede en países de potencia. Es como si el destino de la “patria” fuera a someterse indefinidamente a los demás por impotencia crónica (perdón: no me refiero a ninguna campaña a favor de las prótesis de pene, y mucho menos al monstruoso “discurso” “pronunciado” el XNUMX de septiembre).

La impostura del representante dialoga con la prepotencia de sus electores. Hasta hace poco, la obsesión por la distinción social era un rasgo que moldeaba las llamadas clases medias. Lo que estamos presenciando ahora es una pantomima realizada por una masa de personas en condiciones más o menos humildes que parecen necesitar una figura abyecta como padre (Freud explicó el primitivismo de la religión patriarcal y monoteísta en El futuro de una ilusión). Está por ver a qué “conservación” se refieren los destructores y sus cómplices: sería ingenuo suponer que se limitarían a mantener las cosas malas como ya están.

Lamentémoslo. A la bajeza de los actos y al descaro en el discurso se sumaba la falta de civismo. Que no me hablen de “buenas costumbres”, “libertad” y justicia”, tres quimeras que aquí nunca existieron. Bajo su paraguas de cristal forrado de hipocresía, en nombre de un dios que contempla (inmóvil como siempre) el barro, el hambre, la asociación con milicias, la retirada de derechos, los negocios de rapiña y la corrupción, la tarea de contradecirlos y tirarles piedras sería aún más fácil. .

Desde fondos para sobornos hasta propiedades compradas con “dinero en efectivo”, pasando por grietas, trata en congreso, depósitos y cheques millonarios de terceros, es una afrenta que seguidores de Líder subtropicales alaban la “sinceridad” del mitómano y “denuncian” cualquier forma de corrupción (moral y financiera) que no sea la suya.

Ni siquiera perderé el tiempo recordando las seiscientas sesenta mil muertes, que se podrían haber evitado si la vida fuera más importante que la megalomanía y el egoísmo de ya-sabemos-quién.

*Jean Pierre Chauvin Es profesor de la Facultad de Comunicación y Artes de la USP. Autor, entre otros libros, de Mil, una distopía (Guante de editor).

 

O el sitio la tierra es redonda existe gracias a nuestros lectores y seguidores. Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
Haga clic aquí para ver cómo

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

El Papa en la obra de Machado de Assis
Por FILIPE DE FREITAS GONÇALVES: La Iglesia está en crisis desde hace siglos, pero insiste en dictar la moral. Machado de Assis se burló de esto en el siglo XIX; Hoy, el legado de Francisco revela: el problema no es el Papa, sino el papado
Pablo Rubén Mariconda (1949-2025)
Por ELIAKIM FERREIRA OLIVEIRA & & OTTO CRESPO-SANCHEZ DA ROSA: Homenaje al profesor de filosofía de la ciencia de la USP recientemente fallecido
La corrosión de la cultura académica
Por MARCIO LUIZ MIOTTO: Las universidades brasileñas se ven afectadas por la ausencia cada vez más notoria de una cultura lectora y académica
El Acuífero Guaraní
Por HERALDO CAMPOS: "No soy pobre, soy sobrio, con poco equipaje. Vivo con lo justo para que las cosas no me roben la libertad." (Pepe Mujica)
¿Para qué sirven los economistas?
Por MANFRED BACK y LUIZ GONZAGA BELLUZZO: A lo largo del siglo XIX, la economía tomó como paradigma la imponente construcción de la mecánica clásica y como paradigma moral el utilitarismo de la filosofía radical de finales del siglo XVIII.
Reconocimiento, dominación, autonomía
Por BRÁULIO MARQUES RODRIGUES: La ironía dialéctica de la academia: al debatir sobre Hegel, una persona neurodivergente experimenta la negación del reconocimiento y expone cómo el capacitismo reproduce la lógica del amo y el esclavo en el corazón mismo del conocimiento filosófico.
El gobierno de Jair Bolsonaro y la cuestión del fascismo
Por LUIZ BERNARDO PERICÁS: El bolsonarismo no es una ideología, sino un pacto entre milicianos, neopentecostales y una élite rentista: una distopía reaccionaria moldeada por el atraso brasileño, no por el modelo de Mussolini o Hitler.
¿Un Papa urbanista?
Por LÚCIA LEITÃO: Sixto V, papa de 1585 a 1590, entró en la historia de la arquitectura, sorprendentemente, como el primer urbanista de la Era Moderna.
Dialéctica de la marginalidad
Por RODRIGO MENDES: Consideraciones sobre el concepto de João Cesar de Castro Rocha
50 años de la masacre contra el PCB
Por MILTON PINHEIRO: ¿Por qué el PCB fue el principal objetivo de la dictadura? La historia borrada de la resistencia democrática y la lucha por la justicia 50 años después
Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES