El museo de las grandes novedades

Imagen: Marcio Costa
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por JALDES MENESES*

Ver las victorias electorales del centrão en las elecciones municipales constituye el relicario de nuestro eterno museo de las grandes noticias

En un cuento clásico y muy conocido, La república más serena, Machado de Assis cuenta la historia de una república fabulosa, en el cuento habitado por arañas, un lugar donde la ley y la interpretación de las leyes, incluidas las electorales, cambian según la conveniencia. O Bruxo do Cosme Velho se comprometió a criticar las artimañas de un Brasil que cambia sus reglas en cada elección para que nada cambie en términos de poder político. El gran maestro, en su manera de contradecir las paradojas en términos de realismo alegórico, puso el dedo en la llaga del eterno centro municipal de nuestras vastas soledades interiores. Una vez, en un debate de los primeros años de la dictadura en la Facultad de Historia de la USP, un joven estudiante bien intencionado preguntó a Nelson Werneck Sodré: – General, ¿cuál es el gran acontecimiento de la historia de Brasil? El anciano historiador se apresuró a responder: - El gran acontecimiento de la historia de Brasil aún no ha ocurrido.

Ver las victorias electorales del centrão en las elecciones municipales constituye el relicario de nuestro eterno museo de las grandes noticias. En estas ciudades, la elección de alcaldes polariza entre dos candidaturas y rara vez se impone una tercera vía. Quizás el prototipo más elaborado de administración pública sea Sucupira -recientemente transferido al gobierno federal- de la novela del genial Dias Gomes. Las famosas declaraciones a Dios, a la familia, a la patria en la sesión de la cámara de diputados en el juicio político a Dilma Rousseff tocaron, para quien no sabía, el fondo del alma de los sótanos de la política brasileña realmente existente. . Incluso el amor declarado de Jair Bolsonaro por el torturador Brilhante Ustra, un golpe retórico que inauguró la carrera por la presidencia de la república, debe verse como parte del atasco general brasileño. A pesar del secreto de las cosas conocidas, diez de cada diez analistas constatan, algunos con asombro, que el centrão acaba de conseguir una victoria muy importante en las recientes elecciones – ha trasladado casas de las soledades interiores de las grutas a los grandes centros urbanos y ciudades medianas. ¿Por qué tan asustado? ¿Cómo pudo suceder esto y qué significa?

A estas alturas del campeonato, el lector debe estar cansado de números, estadísticas y tablas, expuestos instrumentalmente a la mancheia y con capacidad de justificar la victoria o derrota de todos los ideólogos del espectro político, un curioso juego de ambigüedad contorsionista pierde-gana. –dependiendo de los parámetros analíticos del escribano–, y viceversa. El sistema político brasileño es tan caótico que siempre es posible manipular derrotas y victorias. Privaré al lector de la rutina cualitativa, prefiriendo adoptar una embocadura más cualitativa e histórica.

En cualquier caso, como es demasiado destacado, me propongo mencionar sólo dos índices. En primer lugar, la tasa de reelección de alcaldes aumentó significativamente en 2020. Según datos de la Corte Electoral, el 62,9% de los alcaldes recuperaron su mandato, mientras que en las elecciones de 2016 la tasa de continuidad fue mucho menor, 46,4%. En términos de reserva indirecta, la actuación debe mucho al efecto beneficioso sobre la imagen de la autoridad pública situacionista que proporciona la provisión de ayuda de emergencia. En segundo lugar, la suma de los votos del arco político-ideológico vinculado por la extrema derecha, la derecha tradicional y la derecha neoliberal -centro ampliado (explico mi entendimiento de la expresión más abajo)- cubre algo alrededor del 75% de los votos válidos en primera vuelta. .

A diferencia de los números de la derecha, el modesto resultado numérico obtenido por la izquierda, en cambio, no debe ocultar que fue competitiva en algunas ciudades grandes y medianas sin esconder banderas y dando la cara. Estos resultados parciales de la izquierda permiten el relevo de una celebración discreta, pero alentadora. Candidatos como Guilherme Boulos en São Paulo (SP), Manuela D'Ávila en Porto Alegre (RS), Margarida Salomão en Juiz de Fora (MG), más la apretada victoria de Edmilson Rodrigues, en Belém (PA), demostraron que hay potencia y horizonte de ideales emancipatorios. En el caso de la relación entre el PT y los demás partidos de izquierda, el resultado indicó que este partido sigue siendo el más importante, sin embargo parece que se ha iniciado una etapa en la que se advierte la necesidad de una mayor cooperación entre las diferentes tendencias y compartir espacios de poder entre partidos. Una cultura frontal, en las calles y en el campo institucional, relativamente escasa en Brasil, necesita urgentemente superar el espíritu de club cerrado.

Brasil organiza religiosamente elecciones en 5570 municipios cada cuatro años, excepto, lo que confirma la regla, durante el período del Estado Novo (1937-1945). En todas estas elecciones, ya sea de derecha, de izquierda o de militares al frente del ejecutivo federal, el cúmulo hoy llamado “centrão” y antes que otros nombres en clave siempre ha salpicado de mayoría de alcaldes y concejales, hecho muy importante en la composición de las bancadas federales, de ahí los dos años y en la ingeniería política de las elecciones de gobernadores, pero mucho menos en la elección del futuro presidente de la república. En el caso de las elecciones presidenciales, si bien la contabilidad de alcaldes y concejales no debe subestimarse rotundamente, tiene menos influencia, ya que en la elección del presidente siempre ha existido la brecha de un candidato con mensaje superar el estructuras, es decir, superar el coeficiente de conservadurismo del sistema político brasileño, ese inmenso aparato de alcaldes, concejales, diputados estaduales y federales que representan a las pequeñas y medianas ciudades. Las variaciones de este resultado, y existen al calor de las coyunturas económicas y sociales de reflujo o de ascenso, se deben más al margen de error que a la producción de un salto cualitativo.

Raymundo Faroo, en el libro clásico Los detentadores del poder, llamó a estas estructuras con otro nombre – el clientelismo político brasileño, en el que tuvo una dosis de razón, aunque unilateralmente colocó nuestro trágico patrimonio en las bases patrimoniales del Estado portugués en un eterno “ida y vuelta” de recomenzar desde el principio, descuidando la esclavitud y la transformación capitalista a través, paradójico pero real, de un capitalismo salvaje.[i] No es soberbiamente correcto llamar a tales estructuras “retrógradas”, ya que componen una totalidad amalgamada, funcionalizada y –permitamos que el lector use una paradoja– dialéctica. Por todo ello, la forma de materialización de la burguesía brasileña, y también de los sistemas políticos desplegados en el tiempo, ha sido siempre a través de los movimientos combinados de reiteración y actualización de la oligarquía. Cualquier cosa avant la lettre más neoliberal que el sistema político brasileño.

Florestán Fernández, en La revolución burguesa en Brasil y otros textos prolíficos, capta bien la cuestión al afirmar, en una referencia hegeliana subterránea, que, en nuestro país, la transición de la esclavitud al capitalismo se dio a través de la transformación del antiguo amo en ciudadano-amo.[ii] Este pasaje generó la paradójica asunción y permanencia de una “sociedad civil contra la nación” (es decir, la mayoría) y el acertado llamado, ciertamente problemático en términos universales, pero políticamente útil, de que es necesario “civilizar la sociedad civil” en el país[iii]

Los plenos derechos políticos de ciudadanía en Brasil fueron restringidos durante casi toda la república.[iv] Sin extendernos en tan vasto tema, basta recordar que el Partido Comunista, luego de un breve lapso de vida legal entre 1945 y 1948, recién revivió la legalidad en 1985, por lo que el espacio de la disidencia o se dio al margen de la protesta popular, o desde dentro, a través de la descendencia desprendida de la propia oligarquía, de la que el ejemplo más clásico es el célebre “poder imaginario” –una especie de representación política por mesa– del “mandato esclavista” de Joaquim Nabuco.

Uno de los resultados paradójicos de nuestro sistema político es que no faltan partidos dirigidos por oligarquías que se autodenominan “progresistas”, “republicanos”, “demócratas”, “socialdemócratas”, “socialistas”, etc. Marcas de fantasía fina. Por eso, entiendo por centrão lo que llamo una combinación de “centro restringido” y “centro expandido”.

Las fronteras del centro son móviles, mutantes y sus tentáculos transformistas. Todo el campo conservador es central, desde la extrema derecha hasta los neoliberales. Incluye al núcleo duro de partidos conservadores de derecha y de centroderecha (los tres más importantes hoy son DEM, PSD y Progresistas, partidos no por casualidad cuyo ADN se remonta a la dictadura), pero puede extenderse sin penitencia a los perjudicados. “partido orgánico” de la burguesía paulista –perdón por la diatriba involuntaria-, el PSDB. Finalmente, son las fuerzas que crearon el Estado brasileño en toda su profundidad, un aparato bajo el orden unido de la burguesía interna y externa que incluye tanto a los partidos del orden como a las capas del aparato militar y judicial. Como si fuera una especie de rompefiestas, la izquierda ocupa gobiernos, pero aún hoy es un objeto extraño, ajeno al aparato estatal realmente existente.

Hay un error en la literatura sobre el centrão, especialmente en una lectura moralista del concepto de presidencialismo de coalición, de atribuir la fidelidad de esta agrupación exclusivamente al juego de toma y daca de las enmiendas no presupuestarias. Ciertamente, este es el caso del “centro restringido” y la formación de fuerzas de choque gubernamentales (cuyo inigualable Roberto Jefferson, eterno presidente del PTB, es el gran paradigma). Pero el gran sismógrafo del comportamiento del centrão, si el agrupamiento se extiende a todo el espectro conservador, es la burguesía interna y externa.

El índice de popularidad del gobierno es, sin duda, muy importante para el apoyo del centrão. Hay momentos selectos en que los movimientos masivos de oposición toman las calles y ya nadie aguanta la basura. A la hora de que el jaguar tome agua, las masas en las calles son fundamentales. Sin embargo, aun así, la fatal y definitiva baza decisiva en la lucha es un sello en el pasaporte, continuidad o veto burgués al gobierno. El centro tiene una conciencia de clase aguda. El presidente cuenta con todo el apoyo del espectro conservador (centro ampliado) en el contexto de cohesión de las fracciones burguesas más importantes, mientras que en el contexto de veto de las fracciones, el presidente, acosado, necesita cazar por menor en el congreso, vía -regla destinada a impedir la consecución de un juicio político. En vano. Collor y Dilma están vivos para contar historias de aislamiento y derrota, sin mencionar el suicidio de Vargas o el golpe de estado contra Jango.

Los partidos de Centrão no son partidos de masas, sino maquinarias electorales bien engrasadas ávidas de acceder a fondos públicos para alimentar y ampliar estructuras. La formación de grandes partidos de masas siempre ha sido restringida, ocultada y resumida en Brasil. Estudios sobre partidos en Brasil, de Afonso Arinos de Melo Franco[V] y Vamireh Chacón[VI]Señaló, por ejemplo, que los primeros juicios de partidos de masas entre nosotros surgieron fuera del sistema, especialmente en la rápida experiencia de legalidad del Partido Comunista en la posguerra – mencionada en el párrafo anterior. Una década antes, en los tormentosos años 1930, es posible mencionar como experiencias las brevísimas movilizaciones masivas de la sociedad civil de Acción Integralista (derecha fascista) y de la ANL (Frente Popular de izquierda), e incluso la Acción Popular Católica antes de 1964. con potencialidades de fiestas de masas engullidas por las coyunturas.

De paso, cabe añadir que la forma de partido de masas apareció en Alemania a finales del siglo XIX, bajo la forma del Partido Socialdemócrata, especializado en la representación política de la clase obrera. Así, la forma de partido buscaba representar a la mayoría, mucho más allá de un grupo de políticos profesionales, provistos de ideas y con el objetivo de someterlas a la selección de votantes en el régimen constitucional-representativo. Mucho más tarde, con una señal ideológica diferente, en la crisis del liberalismo de entreguerras (1918-1939), los partidos fascistas recién creados imitaron las formas de regimentación y movilización de la izquierda.

La experiencia más duradera de un partido de masas nacido para representar las voces de abajo, reprimidas por el sistema político en Brasil, es sin duda la del PT. Nació reacio a las alianzas y radicalmente crítico con la “Era Vargas” –que, curiosamente, retomó luego en experiencias de gobierno–. Por eso (este aspecto es poco explicado por la historiografía), mucho más allá de una desviación despolitizada o de una instintiva reacción obrera, el partido atrajo a una corriente de intelectuales que se autodenominaban independientes, desde experiencias ancestrales vinculadas a la izquierda socialista, pero fuera de línea. con las tradiciones del trabajo y el comunismo, como Sérgio Buarque y Antonio Candido. Uno de los componentes ocultos de Espíritu de Sion – nombre del conocido Colegio que acogió la reunión fundacional del PT –, recordando el modo de andar por André Singer,[Vii] no se limitó sólo al espíritu evangelizador de las Comunidades Católicas de Base, un sindicalismo de fábrica recién radicalizado o la izquierda revolucionaria, sino también a una intelectualidad reformista, independiente y de crítica radical que gravitó al margen de la política institucional durante buena parte del el siglo XNUMX Pero dejemos ese retrato en la pared en el pasado.

Volviendo a lo importante, el Nordeste es ciertamente el territorio regional en el que recientemente se han extendido más amplias alianzas dentro del sistema político. Aunque se trata de un cuerpo extraño al centrão, tanto restringido como expandido, los partidos de izquierda (PT, Psol y PCdoB), como en el caso del ascenso de los gobernadores de izquierda en el Nordeste, solo lograron obtener una mayoría en el poder operando ampliamente coaliciones con la oligarquía. En el caso del centroizquierda (PSB y PDT) se da una situación diferente, en lugar de PT y PCdoB, ambos partidos están dominados por dos familias, Campos (PE) y Ferreira Gomes (CE), por así decirlo, de izquierda. oligarquías. El cineasta Kleber Mendonça Filho, un intelectual astuto, en una entrevista reciente con Lilia Schwarcz, relata la presencia en la escena pública de una “cierta élite de izquierda en el nordeste”, paradójica en una región tan oligárquica.8 Aún más paradójico, recuérdese, cuando Kleber retrata al alcalde de Bacurau, el sinvergüenza Tony Jr., como el prototipo perfecto del alcalde del interior en el sertão. Este es un hecho de la praxis política brasileña, pero más común en el Nordeste: no sería extraño que un Tony Jr. componen, en determinadas circunstancias muy concretas, el campo de las alianzas estatales sobre la base de un gobierno progresista. Mencioné antes el “poder imaginario” de los esclavos en el siglo XIX a Joaquim Nabuco, evidentemente una fantasía movilizadora de la incipiente clase de hombres libres en las mansiones. En situaciones especiales, el mensaje de renovación de un liderazgo, incluso en la condición de una interpretación genérica, infundió alegría popular y trajo esperanza de cambio en el Nordeste. Quizás la representación estética más sintética de este fenómeno político sea la película Marañón 66, de Glauber Rocha, que muestra una inmensa misa popular en la plaza pública y el discurso lleno de esperanza de José Sarney en su toma de posesión como gobernador electo en 1965. Flávio Dino no quiso infundir más esperanza.

La renovación de Sarney fue falso, pero hubo tres impulsos reales de renovación política en el Nordeste:

  1. el Frente Popular de Recife y luego de Pernambuco en 1960, con mucho la experiencia de frente popular más importante en la historia de Brasil;
  2. la experiencia de Ciro Gomes como gobernador de Ceará en 1990;
  3. y el ascenso de gobernadores progresistas a partir de 2002, tras el ascenso de Lula a la presidencia de la república.

Son experiencias muy diferentes en tiempos históricos muy diferentes. De los tres, el más denso es el del Frente Popular en la década de 1960, violentamente abortado por el Golpe de 1964. Hay mucha literatura sobre el tema, pero baste decir que la confluencia en un mismo territorio de personajes (que lucharon mucho entre ellos, pero también alineados) como Miguel Arraes, Celso Furtado, Paulo Freire, Francisco Julião y Gregorio Bezerra produjeron un hermoso proceso político emancipatorio. Por un breve tiempo, en la elección del candidato Cid Sampaio-Pelópidas da Silveira (1958) en el gobierno del estado, propietario de un ingenio azucarero y alcalde popular de Recife, parecía haber una tenue posibilidad de una alianza orgánica. Pero pronto se vino abajo. La burguesía nororiental, azucarera, algodonera, industrial y financiera —en el fondo, rostros de la expansión y reproducción del mismo capital agrario regional— temía a la revolución popular pero, poco sabía, como lo demuestra soberbiamente Francisco de Oliveira en el clásico Elegía por una religión, que estaba sentando las bases de su propio hara-kiri, facilitando la concentración industrial en el sureste y la penetración definitiva del capital monopolista extranjero en una región que todavía estaba formando su propio capital.[Viii]

Aún hoy se pregunta por la fortaleza del mito Miguel Arraes. Se escriben ríos de tinta sobre el acuerdo fordista entre los trabajadores, la burguesía y el Estado que dio origen, tras la Segunda Guerra Mundial, al proyecto de capitalismo democrático de la Estado de bienestar en Europa occidental. Es necesario estudiar el primer borrador de un compromiso de clase en Pernambuco, que fue el famoso “Acordo do Campo” (1963), el primer acuerdo de papel aprobado en el país entre los trabajadores rurales y los ingenios azucareros, arbitrado por el gobernador Arraes, elevando los salarios. y mejorar las condiciones de trabajo en la Zona Forestal de Caña de Azúcar. En su forma periférica, se estaba formulando un tipo de regulación, si no fordista, al menos hacia lo que sería el capitalismo de un “capitalismo democrático”, en el que los derechos de ciudadanía serían parte constitutiva. Al final resultó que, el mito se estableció. Pero las elecciones municipales de Recife, que pusieron como oponentes a dos jóvenes que reclaman el mismo legado, João Campos (PSB) y Marília Arraes (PT), parecen demostrar la fuerza del mito creado, pero también —ver—, su agotamiento

El caso de Ciro Gomes es totalmente diferente y por eso seré telegráfico. Asciende patrocinado por Tasso Jereissati, quien también fue elegido en 1986 con un discurso sobre la modernización de Ceará, y representa el momento de una burguesía cearense que busca afirmarse e invertir en su Estado. Era una época en que la gente se preguntaba si todavía había un Nordeste, si tenía sentido seguir trabajando el concepto de región, frente al desmantelamiento neoliberal y frente a diversas realidades microrregionales y metropolitanas, de las cuales el seminal trabajo de problematización del impasse en cuestión es el trabajo de Tania Bacelar Noreste, noreste: que ¿Noreste?[Ex]No fue casualidad que en su momento el gobierno de la FHC ordenó el entierro de un difunto, Sudene, y creó una anodina “Agencia de Desarrollo” para el Nordeste.

El tercer impulso es la recién finalizada “Era Lula”, en la que el concepto de región volvió a cobrar sentido a partir de los programas de transferencia de renta, que tuvieron mucho impacto en el Nordeste, pero principalmente por las palancas de estructuración de la inversión pública en el región. En el plano político, especialmente fuera de la región, se llegó a imaginar, dadas importantes victorias electorales mayoritarias, un “Noreste Rojo”. Para mí, nunca ha habido un cinturón rojo político orgánico en el noreste. Hubo, efectivamente, por circunstancias que no se repiten, importantes victorias electorales en la región de gobernadores progresistas, como de Lula (2006), Dilma (2010 y 2014) y Haddad (2018). La llamada “ola roja”, como toda ola, fue de coyuntura y no de estructura. No por casualidad, todos los gobernadores del bloque progresista nordestino —pese a la resiliencia de Ferreira Gomes en Ceará— salieron de las recientes elecciones municipales cosechando derrotas y resultados muy por debajo de las expectativas en las capitales y ciudades intermedias (São Luís, Natal, João Pessoa , Salvador, Campina Grande, Vitória da Conquista, Feira de Santana, Petrolina, Caruaru, etc.), lo que exige un balance preciso.

Gramsci tematiza en Italia un transformismo cuyo modus operandi consistió en decapitar al jefe del sector popular cooptando su dirección en el parlamento. Aquí en Brasil, hemos innovado en los últimos tiempos. El sector progresista pretende que está tratando de cooptar a la oligarquía, tanto en el parlamento como en el ejecutivo. Francisco de Oliveira llamó al fenómeno “hegemonía inversa”, es decir, un proceso cuyo dirección intelectual y moral es simbólicamente progresista, pero el fundamento del poder político permanece esencialmente en garantizar los dedos y aun sin perder los anillos.[X]

El centrão siempre está pendiente de los hilos del poder, no por algún ritual secreto de protocolo o teoría de la conspiración, sino por una larga historia de mando político-práctico. Una cadena de hechos significativos, aparentemente fortuitos, ha pasado relativamente desapercibida para los analistas. Aunque siempre había estado en posiciones estratégicas de mando en el congreso nacional, la elección de Eduardo Cunha el 1/2/2015, seguido de Rodrigo Maia (14/06/2016), aunque en coyunturas diferentes y ambos con personajes diferentes, permitió el protagonismo de la crisis política en el congreso por parte del centrão y la derecha neoliberal, o sea, del campo conservador, sin contrapunto al auge de los partidos de izquierda y centro-izquierda, en teoría más portadores de la mensaje de que estructuras

A lo largo de la crisis reciente, el bloque conservador comenzó a dictar la agenda, el rito y el ritmo de los votos históricos, especialmente el juicio político a Dilma Rousseff. Más allá de reformas importantes, como la laboral y la seguridad social, el campo conservador, aprovechando la ola de la antipolítica, lideró iniciativas para cambiar la legislación electoral, verdaderas microrreformas políticas, todo en beneficio propio. El ponente de la microrreforma política llevada a cabo por Eduardo Cunha tras el juicio político a Dilma, ya vigente en las elecciones de 2016, no fue otro que Rodrigo Maia.

La vocación histórica de los conservadores en el parlamento, en proceso de crisis, es siempre la construcción del nuevo orden como restauración, por cierto, no sólo en Brasil, sino en la historia universal del proceso de las revoluciones burguesas. La particularidad brasileña es que la dinámica de las restauraciones siempre realiza su incomparable ida y vuelta – pero ¿hasta cuando? El tiempo de la revolución burguesa ha pasado, pero la modus operandi.

Así fue en la constituyente de 1988, cuando resurgieron los resortes del centro contemporáneo. Fue la famosa “reacción del pleno” de los diputados del “bajo clero”, realizada –¿quién se acuerda? – por Roberto Cardoso Alves (PTB-SP). Tal reacción, en consecuencia, derrocó las más importantes propuestas progresistas previamente aprobadas en la Comisión de Sistematización del Congreso Constituyente. Las propuestas alteraron el papel de la propiedad de la tierra, el ejército, los medios de comunicación, el sistema político y el mandato de 5 años del presidente Sarney. Hoy no es diferente. Como antes, a mediados de 2015, se aprobó a mediados de 2016 la denominada microrreforma electoral, ya vigente en las elecciones municipales de 90, que redujo el tiempo de campaña y publicidad electoral gratuita en los medios de comunicación de 45 a 10 días y Redistribución del tiempo de radio y TV. Por su parte, el STF consideró que el financiamiento de campaña sólo puede ser realizado por personas físicas (limitado al 2017% de los ingresos declarados en el año anterior a la elección) ya través del fondo público del partido. Las nuevas reglas, sumadas al fin de las coaliciones proporcionales y el regreso de la cláusula barrera (PEC aprobada en XNUMX), finalmente entraron en pleno vigor en las presentes elecciones.

¿Cuál es la importancia de este tema, aparentemente aburrido y lateral en la dinámica de la crisis? En suma, un aumento exponencial de la oligarquía y la autocratización, del cesarismo histórico y del bonapartismo, en el ámbito del sistema político brasileño. Yo explico. Las medidas de microrreforma política acordadas por el Congreso y el STF, y no sería diferente, desencadenaron un proceso de reorganización del sistema erigido por la trastornada transición de la "Nueva República" y la constitución de 1988.) hasta la golpe de destitución de Dilma fueron el PSDB y el PT. Según gran parte de la ciencia política corriente principal, reviviendo viejas ilusiones dualistas que no corresponde abordar en este espacio, pasó años escribiendo que PT y PSDB, a grandes rasgos, constituían dos partidos “modernos”, vinculados a la burguesía paulista y a la ex clase obrera fordista del ABC. , a quien recayó la tarea pseudo ilustrada y “ilustrada” de dirigir con el pragmatismo de las alianzas y subordinar la cola del “retraso” (las diversas expresiones del centrão).

En el mundo de una república ideal, el PT y el PSDB operarían en la cómoda posición de los partidos dirigentes, es decir, el partido gobernante, que influye más directamente en la conducción de la política económica, las relaciones internacionales y la elaboración de las políticas sociales. A su vez, el centrão lleva el piano, en la prestación de los servicios parlamentarios encomendados a los partidos centrales (el PFL en el gobierno de la FHC y el PMDB, además de otros partidos en los gobiernos de Lula y Dilma), equidistantes para realizar el juego composición sucia de las mayorías parlamentarias, y Lula y FHC serían los maquiavélicos condoteros del sistema político. De vez en cuando, la cola comenzaba a menear al perro.

 

Vale la pena señalar que, en lugar del recorrido “virtuoso” del PT y el PSDB, distintos y complementarios en la “modernidad”, como si fueran caras de una misma moneda virtuosa en la utopía de la constitución de una sociedad “civilizada” y nación “cosmopolita”, la cara dura de la realidad superó al sistema en forma de una aguda crisis de representación de los representantes ante los representados, cuyos primeros síntomas fueron las movilizaciones de junio de 2013, y continuó con la asunción de Lava Jato, el anti -ola política, que generó la creencia mágica en los discursos de los outsiders, brecha por donde entró el discurso salvacionista de Bolsonaro.

No sería exagerado llamar a este proceso conjunto, en términos de Gramsci, crisis organica (Florestan Fernandes ciertamente llamaría al oxímoron una crisis de hegemonía del dominio autocrático-burgués): una crisis aguda de hegemonía no solo del sistema político, sino de todo el tejido social en descomposición.[Xi]Es importante agregar que no habrá una polarización consolidada, al estilo PT-PSDB en la Nueva República, hasta que la crisis orgánica de hegemonía perdurar. Discúlpeme por repetir el viejo cliché, pero se ha abierto una situación en el país de síntomas epidémicos morbosos (de ahí la comitiva de irrealidades cotidianas y rarezas de todos los días en la vida de un brasileño), en la que lo viejo insiste en sobrevivir y lo nuevo aún no amanece.

Con la salvedad de la aguda crisis social, económica y cultural, en el ámbito específico del sistema político, que funciona según sus propias reglas y hábitos, la “cola” comenzó a mover al perro a través de las artimañas de reiteradas microrreformas políticas. , aparentemente pequeños ajustes de tornillo, pero que de hecho contribuyen a autocratizar y bonapartizar exponencialmente el sistema político brasileño. Recientemente, el ministro Luís Roberto Barroso, presidente del TSE, declaró con franqueza que Brasil está comenzando a hacer una “transición al voto opcional”, ignorando olímpicamente que la experiencia práctica del voto obligatorio entre nosotros ha ampliado la representación del sistema político más allá de los márgenes. .clientela e intereses organizados.[Xii] Si se impone de una vez por todas el crudo liberalismo del voto facultativo, la captación de votantes por parte de las estructuras seguirá activa, pero será casi imposible escuchar la voz disonante de las masas desorganizadas, que contarán con los recursos de la desobediencia civil o las protestas espasmódicas. sin juicio.

En un interesante reportaje, publicado a pocos días de las elecciones municipales, los periodistas Joao Pedro Pitombo e Guilherme García Encontró un movimiento de migración de concejales en la ventana de cambio de partido, que ocurrió entre marzo y abril de este año, de partidos más pequeños hacia los principales partidos conservadores, especialmente el centrão.[Xiii]DEM, PSD, PP, MDB y Republicanos están entre los subtítulos que ganaron más concejales. Son partidos municipalizados, más fáciles de cumplir con los cálculos del cuociente electoral, el acceso a la distribución de los recursos del fondo partidario y la perspectiva de liberación de enmiendas parlamentarias. No por casualidad, el indefectible Giberto Kassab, presidente del PSD, definió, en una entrevista reciente, la nueva legislación como “sana” por prohibir las “coaliciones proporcionales”.[Xiv]El voto facultativo, más la condición de constituir el eje del nuevo sistema de partidos tras la aplicación de la cláusula barrera, será el mundo de los sueños cumplidos para el centrão. Nótese, por cierto, la prueba materialista de comerse el pudín, como decía Engels, en la próxima ventana partidaria, en 2022, en la migración de diputados de partidos amenazados por la cláusula hacia los grandes partidos del centro.

Entre marzo, abril y mayo de este año, Brasil estuvo formalmente en cuarentena, la pandemia estaba en pleno apogeo y los devotos del bolsonarismo convocaban manifestaciones golpistas contra el Congreso y el STF. En el punto álgido de la crisis interpoderes, precisamente el viernes 22 de mayo, el presidente Bolsonaro anunció la decisión íntima, en una reunión de gabinete de los “ministros de la casa”, de enviar tropas para intervenir en el STF, perpetrando un autogolpe. “Apesar da extrema gravidade do anúncio, o general Luiz Eduardo Ramos recebeu bem a intenção do presidente de partir para um confronto de desfecho catastrófico (…) A certa altura, o general Heleno tentou contemporizar e disse ao presidente: – Não é o momento para eso".[Xv]

Finalmente, el gobierno de Bolsonaro comenzó a tomar su forma actual, cuya adhesión del centrão a la base del gobierno, bajo la bendición de los militares de palacio, Luiz Eduardo Ramos, Augusto Heleno y Braga Neto, significa un hecho de crucial importancia.[Xvi] Los gobiernos que intentan establecer nuevos órdenes sólo adquieren contornos más claros después de cierto tiempo. Siempre hay un grado de indeterminación. Como el centrão no nació para ser una hoja de ruta, es más un cúmulo de partidos pivotes que un partido rector, comienza a recuperar espacios en el aparato del Estado, que podría definirse provisionalmente como un gobierno electo de mando militar (no ser se confunde con régimen militar, dictadura o tutela de un alto mando, aunque es posible evolucionar a ello en otro contexto), susceptible al personalismo o bonapartismo de su jefe. Preservar, como decía el viejo Samuel P. Huntington (Orden político en sociedades cambiantes) en 1968, el contenido de las “órdenes pretorianas” de países de autocracia burguesa en la periferia del capitalismo (en 1968 Huntington menciona explícitamente países de África y América Latina, especialmente Brasil, en ese momento recién víctima de un golpe militar).[Xvii]

No es, como recitan algunos analistas apresurados, un gobierno fascista y mucho menos un Estado fascista. Todavía queda un largo camino por recorrer dentro de las instituciones del Estado para que tal desiderátum de extrema derecha suceda. Por otro lado, el gobierno tiene, por supuesto, una fuerte asociación de base con un movimiento de masas neofascista que se originó en las redes sociales y la segunda fase de los movimientos de junio de 2013.

En mayo de este año fracasó un primer intento de golpe del gobierno de Bolsonaro, sobre todo por el temor, por parte de los militares en activo, de embarcarse en una aventura voluntaria.[Xviii] Debido al fracaso, Bolsonaro tuvo que formalizar un acuerdo con el centrão. De hecho, el gobierno siempre contó con el apoyo del centrão en las votaciones más importantes del congreso, pero el apoyo fue ad hoc. En sectores del gobierno y en las redes sociales bolsonaristas aún persistía el discurso, muy fuerte en los primeros meses del gobierno, de consolidar la mayoría a través de las llamadas “bancas temáticas” o corporativas (agroindustria, evangélica, bala, etc.). .

Ahora, después de la elección y consolidación de la membresía del centrão en el congreso que, al precio de hoy (11/12/2020), tendrá candidato a presidente de la cámara de diputados, el diputado Arthur Lira, toca recordar el origen conservador del centrão en la antigua Arena de la dictadura para observar que las raíces del pacto son antiguas. Sin duda, el primer punto del pacto es la supervivencia misma del gobierno, matando en el pecho cualquier propuesta de juicio político. Cabe recordar, sin embargo, que Arthur Lira es candidato del centrão restringido, no del centrão ampliado (este fue el caso de la gestión de Rodrigo Maia, en los últimos días). Detrás de la alianza de las botas con las llamadas grutas, hay que recordarlo, siempre acecha el orden burgués. Las pruebas de 2021 serán duras.

*Jaldés Meneses Es profesor del Departamento de Historia de la UFPB.

Publicado originalmente en revista rosa.

 

Notas


[i]Raymundo Faoro, Los detentadores del poder – entrenamientoãel del clientelismo político brasileño.Río de Janeiro, Globo (3ª ed.), 2001.

[ii]Florestán Fernández. La revolución burguesa en Brasil: ensayo de interpretación sociológica.Río de Janeiro: Globo (5ª ed.), 2005, pág. 61.

[iii]Florestan Fernandes, “La transición y las tareas de la clase obrera. Entrevista realizada por Ozéas Duarte”, Teoría y Política, Año 2 [núm. 8], 1987, pág. 21

[iv]José Murilo de Carvalho. Ciudadanía en Brasil – el largo camino. Río de Janeiro: Civilización Brasileña (9a ed.), 2007, págs. 200-206.

[V]Alfonso Arinos de Melo Franco,Historia y teoría de los partidos políticos en Brasil. Sao Paulo: Alfa-Omega (3a ed.), 1980.

[VI]VamirehChacón. Historia de los partidos brasileños – discurso y praxis de sus programas.Brasilia: UnB, 1981.

[Vii]Andrés Cantante, Los sentidos del lulismo. São Paulo: Companhia das Letras, 2012, págs. 87-95.

[Viii] Francisco de Oliveira, Elegía para una re(li)región: Sudene, Nordeste, planificación y conflicto de clases. Río de Janeiro, Paz y Tierra (3a ed.), 1981.

[Ex] Tania Bacelar, Noreste, noreste: ¿qué noreste?,En: Observanordeste, Fundación Joaquim Nabuco. Disponible: https://www.fundaj.gov.br/index.php/ultimas-noticias/192-observanordeste/observanordeste/2113-nordeste-nordestes-que-nordeste. Acceso: 11/12/2020.

 [X]Francisco de Oliveira, “Hegemonía al revés”. En: Oliveira, Francisco; Braga, Ruy; Rizek, Cibeles (eds.), Hegemonía inversa.São Paulo, Boitempo, 2010, págs. 21-27.

[Xi]Antonio Gramsci, Cuadernos de la prisión. Maquiavelo. Apuntes sobre Estado y Política (Vol. 3).Río de Janeiro, Civilización Brasileña, 2000, pp. 60-70.

[Xii]Matheus Teixeira y Leandro Colón, “El país ha iniciado la transición al voto voluntario, que es ideal, dice Barroso, presidente del TSE”. En: Folha de S. Paulo, 06/12/2020. Disponible: https://www1.folha.uol.com.br/poder/2020/12/pais-iniciou-transicao-para-o-voto-facultativo-que-e-o-ideal-diz-barroso-presidente-do-tse.shtml. Consultado el: 08/12/2020.

[Xiii]Joao Pedro Pitombo e Guilherme García, “Concejales migran a grandes partidos tras vetos de coalición en elecciones”, En: Folha de S. Paulo, 16/10/2020. Disponible: https://www1.folha.uol.com.br/poder/2020/10/vereadores-migram-para-grandes-partidos-apos-veto-das-coligacoes-partidarias.shtml. Consultado el: 07/12/2020.

[Xiv]Igor Gielow, “Las elecciones rechazaron el radicalismo, pero no es un mensaje para Bolsonaro en 2022, dice Kassab”, En: Folha de S Paulo, 17/11/2020. Disponible: https://www1.folha.uol.com.br/poder/2020/11/eleicao-rejeitou-radicalismo-mas-nao-e-recado-para-bolsonaro-em-2022-diz-kassab.shtml. Consultado el: 07/12/2020.

[Xv]Monica Gugliano, “Voy a intervenir”, En: Revista Piauí, Número 167, Agosto. 2020. Disponible en: https://piaui.folha.uol.com.br/materia/vou-intervir/. Consultado el: 07/12/2020.

[Xvi] IgorGielow, “Alianza del ala militar con el centrão también apunta a un post-bolsonaro”, En: Folha de S Paulo, 20/05/2020. Disponible: https://www1.folha.uol.com.br/colunas/igorgielow/2020/05/alianca-da-ala-militar-com-o-centrao-ajuda-bolsonaro-mas-e-contrato-de-transicao.shtml. Consultado el: 11/12/2020.

[Xvii] Samuel P. Huntington, Orden político en sociedades cambiantes. New Haven: Yale, 1973, págs. 192-263.

[Xviii] Reinaldo Azevedo, “El codo civilizador de Pujol y el riesgo de un golpe sin golpe. ¡Cuidado, STF!”. Disponible en: https://noticias.uol.com.br/colunas/reinaldo-azevedo/2020/05/04/cotovelo-civilizador-de-pujol-e-risco-de-um-golpe-sem-golpe-cuidado -stf.htm. Consultado el: 11/12/2020.

 

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