por LUIS FELIPE MIGUEL*
El bolsonarismo es el mayor emblema de la degradación ética de Brasil
Cada vez es más difícil que Jair Bolsonaro se desprenda en el caso de las joyas. La trama muestra que Jair y Michelle transformaron la Presidencia de la República en una operación de robo y contrabando, en la que participaron ministros y altos oficiales del Ejército.
Los mensajes intercambiados entre miembros de su círculo cercano, que la investigación reveló, hacen cada vez más difícil para Jair Bolsonaro llegar a su clásica defensa: “Estaban cometiendo crímenes para favorecerme, pero yo no sabía nada”.
El uso del avión presidencial en el esquema de contrabando indica el amaño de la Presidencia de la República por parte de la banda criminal.
La Policía Federal pide que se rompa el secreto bancario y fiscal de Jair Bolsonaro, lo que podría tener repercusiones devastadoras.
El hecho de que Federico Wassef haya recomprado el Rolex que Mauro Cid había vendido para ocultar el robo demuestra que la banda de Jair Bolsonaro actúa para obstruir las investigaciones. Esto es motivo más que suficiente para ordenar la prisión preventiva.
Jair Bolsonaro es un genocida, que tendría cientos de miles de muertos en su conciencia, si tuviera conciencia. Conspiró contra la democracia, rompió la Constitución e incumplió sistemáticamente todos los deberes del cargo que ocupaba.
Tal vez ir a la cárcel por un mero robo de joyas. Muy bien, es un comienzo.
El caso también pone al Ejército en el ojo del huracán. No es sólo el ya notorio Coronel Cid, sino también su padre, el General Cid.
Cidão y Cidinho, por así decirlo. Los dos pagaron con dinero público para gestionar los turbios negocios del presidente, otra característica de la banda.
El padre de Cid no era solo un general en pijama y amigo íntimo de Jair. También fue jefe de la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones en los Estados Unidos, con un salario de alrededor de R$ 60. Entre sus obligaciones, la de enviar a subasta las joyas robadas.
Cidão, por cierto, aportó el “relieve cómico” de la trama, con el patético reflejo en la foto del joyero, que permitió identificarlo como intermediario en la venta de la muamba.
El comando del Ejército ya ha dicho que no se manifestará. Incluso dijo que “no aprueba ninguna mala conducta” (risas), es decir, se puso en modo de reducción de daños. Con uniforme de altura, Cid Sr. solo recibió la solidaridad del gorila Sergio Etchegoyen, hoy en pijama.
Otro elemento importante de la historia es el silencio ensordecedor de la Bolsonarosfera sobre el caso. Parece que los inventores de las mentiras descaradas, que el ganado está dispuesto a tragarse cualquier cosa, están de vacaciones.
De hecho, están esperando el desarrollo de los acontecimientos para intentar insertar cualquier narrativa absurda.
Lo que pasa es que la historia es fácil de entender y está diseñada para causar daño. Alguien se apropia de un bien que no es suyo y se lo vende a otro: robo. Quiere hacerse pasar por legítimo propietario: malversación. Recompras y devoluciones cuando las cosas huelen mal, haciendo como que no pasó nada: obstrucción a la investigación.
El bolsonarismo es el mayor emblema de la degradación ética de Brasil. Un país donde 58 millones de ciudadanos no se avergonzaron de votar por un genocidio. Votar por una persona que se burla del sufrimiento ajeno, que defiende la tortura, que miente patológicamente, que exalta la violencia, que destila incultura y brutalidad.
Quién sabe, tal vez ahora se sientan avergonzados de haber votado por un ladrón de joyas y relojes, Ali Babá de Rio das Pedras.
*Luis Felipe Miguel Es profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la UnB. Autor, entre otros libros, de Democracia en la periferia capitalista: impasses en Brasil (auténtico).
Publicado originalmente en las redes sociales del autor.
la tierra es redonda existe gracias a nuestros lectores y seguidores.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
CONTRIBUIR