por JOÃO ERNANI FURTADO FILHO*
Consideraciones sobre la conferencia-ensayo de Mário de Andrade
El 30 de abril de 1942, en el Salón de la Biblioteca del Ministerio de Relaciones Exteriores y aceptando una invitación de Edgard Cavalheiro, Mário de Andrade pronunció la conferencia el movimiento modernista, que sería editado por la Casa do Estudante do Brasil, al precio de tres mil réis por el folleto. El texto fue recogido posteriormente en la edición añadida de Aspectos de la Literatura Brasileña. Uno de los objetivos de la conferencia, en una mesa presidida por el poeta y funcionario del Ministerio de Educación y Salud, Carlos Drummond, fue hacer balance y conmemorar la Semana del Arte Moderno, a veinte años de su realización.
Annateresa Fabris señala que, en varios momentos de la conferencia, Mário de Andrade vio el modernismo como una “anticipación del futuro”; algo que, además de la actualización artística, también respondería a una especie de necesidad histórica.[i] De hecho, desde el inicio de la exposición, el autor de Pauliceia Desvairada configura el modernismo como precursor, preparador y creador de un “estado de ánimo nacional”, extendido luego a las esferas social y política.
Mário de Andrade destacó el aspecto del movimiento (con mayor énfasis en las acciones conjuntas, en detrimento de las individualidades); sin embargo, discrepó con quienes supusieron los mismos resultados y logros sin la acción de ese grupo. Incluso podría haber una "fuerza fatal". Pero, si los artistas fueran vistos como antenas o amplificadores, sus acciones y enormes esfuerzos no podrían ser subestimados. Para el poeta y erudito, esto sonaba como una tontería de La Palice.
Mário de Andrade demarcó la fuerza axial de la Semana de Arte Moderno de 1922 como un “grito colectivo”. Insistió, sin embargo, en localizar algunos antecedentes, que se remontaban a cinco o seis años atrás, coincidiendo con la repercusión de las obras de Anita Malfatti y Vitor Brecheret. El entusiasmo por el arte nuevo abarcó, sin embargo, a un “pequeño grupo de intelectuales paulistas”, con lo que el escritor escaló las proporciones y circunscribió el lugar de ese modernismo. Mário de Andrade definió el modernismo en la época de la Semana esencialmente como “ruptura” y “revuelta” e incluso conjeturó si la guerra en Europa no había contribuido a encender ese espíritu “destructor”.
Con eso, reconoció que muchas modas modernistas habrían sido importadas de ultramar. El profesor del Conservatório Dramático e Musical de São Paulo acotó la influencia y exaltación modernista a una “aristocracia intelectual” paulista, que ya acentuaba los rasgos más claramente opuestos a la burguesía (clase y espíritu). Parte de la sociabilidad de esta “aristocracia” de las artes y el pensamiento se ejercía en los salones. Mário de Andrade menciona los de la Rua Lopes Chaves (donde él vivía), Paulo Prado, Olívia Guedes Penteado y Tarsila do Amaral.
La mirada retrospectiva de Mário de Andrade acomoda y filtra. Su caracterización es la del modernismo como un movimiento eminentemente “destructivo”. A partir de ahí se desarrolla un juego de aproximaciones y distanciamientos. Graça Aranha, Guilherme de Almeida, Plínio Salgado y el grupo de Río de Janeiro Partido (¿era eso válido para Cecília Meireles?) quedan algo fuera. Paulo Prado está cerca, siendo decisivo para la realización de la Semana; sin embargo, en la proporción en que se embarcaba en la política, era como si hubiera un distanciamiento. Menotti del Picchia, Antônio Couto de Barros y Ribeiro Couto son retratados como modernistas.
Los miembros posteriores habrían sido Sérgio Milliet y Rubens Borba de Moraes, mientras que Ronald Carvalho, Álvaro Moreyra y Renato Almeida serían los interlocutores de Río de Janeiro. Un precursor admitido fue Manuel Bandeira, mientras que Nestor Vitor y Adelino Magalhães se mantuvieron a distancia. Un silencio de gritos rodea el nombre de Sérgio Buarque, quien había sido corresponsal de la revista cuerno en Río de Janeiro y quien, en 1926, en un artículo para el Revista de Brasil, había percibido el modernismo como una actitud eminentemente demoledora (la misma categorización que utilizaría Mário en la conferencia de 1942). ¿Esta omisión podría haber sido motivada por las críticas que Sérgio Buarque había dirigido a Mário de Andrade en “El lado opuesto y otros lados”, a pesar de que lo consideraba uno de los más grandes poetas del país?[ii]
El linaje que Mário busca establecer es con el Romanticismo, de un siglo antes, sintiéndose fraternal con José de Alencar. La generación que le precedió inmediatamente -de los simbolistas, decadentistas, parnasianos y naturalistas- e incluso autores relativamente contemporáneos, como Sílvio Romero, Bastos Tigre, Ernesto Nazaré, João do Rio, Mendes Fradique, Alcântara Machado, Lima Barreto o Juó Bananére[iii] no son referidos. Otros son solo con un sentido de burla. (Pero, de hecho, las citas son trampas, ya que se combinan con pretericiones). ¿Es el mérito principalmente una cuestión de gusto personal y simpatía?
Mário de Andrade enumeró las contribuciones del modernismo a las artes y la inteligencia, la actualización estética, el derecho a la investigación y experimentación y el enfoque en la brasilidad. Es muy discutible si en las Fiestas de febrero de 1922 ya se planteó la cuestión de la conciencia nacional.[iv] Es aún más complicado tocar este tema alejándose de Graça Aranha. Por cierto, Mário de Andrade menciona expresamente la estetica de la vida; una especie de burla de la obra y del autor. Sin embargo, es allí donde aparece la cuestión nacional, en los capítulos “Metafísica brasileña”, “Cultura y civilización” e “Ins”. Si las respuestas no suenan convincentes, no debe pasarse por alto, sin embargo, quién formuló los problemas. Un índice del éxito del argumento de Mário de Andrade es que, en la actualidad, Graça Aranha es a menudo retratada como una premodernista.
Mário de Andrade fue maestro: tanto que Carlos Drummond trató las cartas que recibió como “lecciones de un amigo”. Pero, uno de los puntos principales del espíritu modernista fue la lucha contra el academicismo; de ahí el elogio y la demanda de investigación y experimentación continuas. El pasado debe ser conocido y respetado. Los creadores, sin embargo, no podían conformarse con la reproducción de fórmulas, principios, técnicas y temas de otros tiempos y costumbres.
El arte era invención y no copia. La lengua y el habla serían terrenos de experimentación y enfrentamientos, tratando la gramática portuguesa a la manera brasileña. Mário de Andrade organizó conferencias sobre la lengua nacional (escrita, hablada y cantada) con la conciencia de que la lengua se traduce en pensamiento. La nota clave no fue de mera rebelión contra el vocabulario o la sintaxis lusitana. El ímpetu fue tratar de encontrar una forma brasileña de ver el país, reconfigurándolo. El academicismo sería otra forma de colonialismo. Al tratar el tema de la brasilidad, Mário de Andrade enfatizó la diferencia en relación al tono alabador y patriótico. La conciencia nacional pasó por el conocimiento profundo de la realidad brasileña, incluyendo sus problemas y complejidades. El modelo de cantar la grandeza territorial, la variedad y suavidad del clima, la ausencia de calamidades, las bellezas y riquezas naturales – lemas del libro de Affonso Celso, indirectamente referidos en la conferencia de Mário de Andrade – deben ser superados.
Mário de Andrade percibió el modernismo como un “estado de ánimo rebelde y revolucionario”, lo que plantea la relación entre arte y política. En esa caracterización, es como si 1922 presagiara 1930. Al comentar sobre la convivencia en los salones, Mário demarcó la decadencia de una de las principales, la de Olívia Guedes Penteado, para coincidir con las articulaciones para la fundación del Partido Demócrata. , que tendría un fuerte papel en la lucha constitucional. Hablando, pues, en 1942, durante el Estado Novo, Mário de Andrade señaló que el artista brasileño gozaría, como resultado directo del modernismo, de la independencia y del derecho a la investigación ya la inquietud.
En el texto impreso, al aludir a la libertad, sin embargo, entre paréntesis, la limita al campo estético, con la adenda “desgraciadamente”. Es curioso comparar la apreciación de Mário de Andrade con la propaganda del Estado Novo, muchas veces hecha por autores “modernistas”. Las páginas “El orden político y la evolución artística”, de la revista Cultura política, fueron escritos por Rosário Fusco, del grupo Cataguazes. La diferencia es que el joven prodigio que surgió en Verde consideró la preponderancia de la política en la estabilización de las artes, como si 1930 (y más aún 1937) hubiera dado dirección y sentido a 1922.
Cabe recordar, sin embargo, que en 1922 no sólo tuvo lugar la Semana del Arte Moderno. Era el año del Centenario de la Independencia, para lo cual se preparó una Exposición Universal en Río de Janeiro. Para la construcción de los pabellones, se arrasó el Morro do Castelo, con el traslado de cientos de familias; es decir, las poblaciones más humildes sufrieron el perjuicio de una fiesta para los extranjeros.[V] Fue también el año de la fundación del Centro Dom Vital, donde pontificaban Jackson de Figueiredo y Alceu Amoroso Lima (el Tristão de Ataíde de tantas polémicas con los modernistas, a quien Oswald de Andrade apodó Tristinho do Ataúde).
También estuvo la fundación del Partido Comunista y los primeros levantamientos militares que, en la década de 1930, ganarían el nombre de “tenentistas”. No solo los artistas estaban agitados. Autoridades, políticos, católicos y militares también buscaron alguna organización y representación. De ahí derivan muchos males en el país y no hay mucho que celebrar, a pesar de la vanidad y el prestigio de algunos líderes en estos segmentos. Cuando tuvo lugar la Semana de Arte Moderno, el futurismo ya había descendido al fascismo: en el Manifiesto de 1909, Filippo Tommaso Marinetti exaltaba la guerra (considerada una “higiene mundial”), el militarismo y el patriotismo; además de querer incendiar museos y bibliotecas[VI].
En Brasil, muchos “modernistas” también se refugiaron cómodamente en puestos y sinecuras del régimen autoritario. Por cierto, ¿la fuerza canónica del modernismo no deriva de esta acción gubernamental de muchos autores? Mário de Andrade no fue un apóstol del régimen de Vargas; pero, en su conferencia, deja entrever que podría haber sido un oponente más fiero. Tal vez, como consecuencia de la interrupción de los proyectos y acciones que desarrollaba en la Secretaría de Cultura, en la ciudad de São Paulo y de las incertidumbres derivadas del exilio en Río de Janeiro[Vii] Incluso podría ser visto como una víctima...
Puntos destacados de la conferencia el movimiento modernista los momentos en que el argumento de Mário de Andrade adquiere un tono más personal y biográfico, como cuando comenta el estilo poético de más de un año, quebrado por la inmantación creativa y las luchas familiares desencadenadas por la compra de una cabeza de Cristo , esculpida por Brecheret. Así también, al final de la conferencia, cuando ya parece presagiar su propia finitud (¿la anhela?). Cita la Historia Natural, como si sus hombros pudieran soportar el sentir del mundo y sus cincuenta años no despertaran la lira... Carlos Sandroni ya subrayó cuánto está presente la noción de sacrificio en la obra de Mário de Andrade[Viii]. Su identificación con Juana de Arco… O Menotti del Picchia que lo llamó “El Tiradentes de nuestra Inconfidência”[Ex]… ¿“Eu sou Trezentos” no comunica también una especie de desgarramiento?
Refiriéndose al período entre la exhibición de Anita y la organización de la Semana, Mário de Andrade afirmó el tono de celebración y pureza que rodeaba a esos personajes, cuando nadie se sentía mártir, ni se hacía pasar por incomprendido o precursor, ni pensaba en el sacrificio. . Sin embargo, al caracterizar el movimiento modernista como destructivo, Mário aclaró que habría sido destructivo para los involucrados, ya que el utilitarismo de la investigación estética podría terminar socavando la libertad creativa. En el epílogo de su conferencia, cuando tomó un tono más autobiográfico, Mário de Andrade confesó sentirse responsable de las debilidades y desgracias de los hombres, y eso fue un poco su disgusto.
El autor de El banquete había criticado a varios compañeros por el empeño constructivo, cuando para él, en ese momento, era más importante el ímpetu iconoclasta. Sin embargo, al final de su exposición, Mário resintió su ausencia de la arena política: no planeó ni trabajó en la construcción de un mundo nuevo, contentándose con presenciar la ruina de una época. En la lucha contra el pastismo, no pensaron en el futuro, disfrutando de agitaciones momentáneas y fugaces. En la rampa de cincuenta años, no había vuelta atrás (nunca la hay), y ya no había fuerzas para seguir adelante. Mário moriría menos de tres años después.
Sin querer ser un ejemplo, podría servir de lección, por lo que la conferencia el movimiento modernista es un documento elocuente para las artes y para el pensamiento social brasileño.
*João Ernani Furtado Filho Es pProfesor del Departamento de Historia de la Universidad Federal de Ceará (UFC).
Notas
[i] FABRIS, Annateresa. Futurismo Paulista. Hipótesis para estudiar la llegada de la vanguardia a Brasil. São Paulo: Editora Perspectiva, 1994, p. sesenta y cinco.
[ii] Un análisis más vertical de las relaciones entre los autores de “Losango Cáqui” y “Viagem a Nápoles” puede verse en MONTEIRO, Pedro Meira. "Cosas sutiles, ergo profundo". El diálogo entre Mário de Andrade y Sérgio Buarque de Holanda. En: MONTEIRO, Pedro Meira. (Org.). Mario de Andrade y Sergio Buarque de Holanda. Correspondencia. São Paulo: Companhia das Letras/Instituto de Estudios Brasileños/EDUSP, 2012, p. 169-420.
[iii] SALIBA, Elias Thomé. “Juó Bananére, ¿el ratè del modernismo paulista?”. En: Revista de Historia. São Paulo: FFLCH-USP, 1997.
[iv] Para más detalles sobre la cuestión nacional entre los modernistas, véase JARDIM DE MORAES, Eduardo. La Brasilidad Modernista. Su dimensión filosófica. Río de Janeiro: Graal, 1978 y PRADO, Antônio Arnoni. 1922 – Itinerario de una falsa vanguardia. Los disidentes, la Semana y el Integralismo. São Paulo: Brasiliense, 1983.
[V] SILVA DA MOTTA, Marly. La Nación cumple 100 años. La cuestión nacional en el Centenario de la Independencia. Río de Janeiro: CPDOC/FGV, 1992.
[VI] TELLES, Gilberto Mendonca. Vanguardia europea y modernismo brasileño. Presentación de los principales poemas, manifiestos, prefacios y conferencias de las vanguardias, de 1857 a 1972. 17ª ed. Petrópolis: Editora Vozes, 2002, p. 92.
[Vii] RAFFAINI, Patricia Tavares. Cultura de la Escultura en Fôrma Brasil. El Departamento de Cultura de São Paulo (1935 – 1938). São Paulo: Humanitas/FFLCH-USP, 2001; NOGUEIRA, Antonio Gilberto Ramos. Para un inventario de los sentidos. Mário de Andrade y la concepción del patrimonio y el inventario. São Paulo: Hucitec, 2005 y MORAES, Eduardo Jardim de. yo tengo trescientos. Mário de Andrade, vida y obra. Río de Janeiro: Fundación Biblioteca Nacional/Edições de Janeiro, 2015.
[Viii] Sandroni, Carlos. Mario contra Macunaíma. Cultura y Política en Mário de Andrade. São Paulo: Vértice, 1988, especialmente p. 53-69.
[Ex] FABRIS, Annateresa. Futurismo Paulista. Hipótesis para estudiar la llegada de la Vanguardia a Brasil. São Paulo: Perspectiva, 1994, pág. 162.