por ANDRÉIA GALVÃO*
La defensa de los derechos laborales no excluye la inclusión de otras dimensiones en la lucha, ni impide el ejercicio de la imaginación política para buscar alternativas más integrales y socialmente transformadoras.
El paro de los repartidores del 1 de julio fue recibido con entusiasmo por sindicatos, investigadores, partidos y militantes de izquierda, que vieron en esta movilización la reinvención de un “sentido de colectividad”.[i] y el surgimiento de “un nuevo paradigma de lucha”[ii]. No cabe duda que el paro constituye un hito histórico para la organización de los trabajadores precarios y se perfila como el principal movimiento reivindicativo progresista en el año 2020. Acumula derrotas desde, al menos, la destitución de Dilma, sufriendo los estragos de la reforma laboral , al ampliar las posibilidades de tercerización y por la reforma de las pensiones, los movimientos sociales - aquí incluido el sindicalismo - parecen apostar por la posibilidad de que este paro cambie la trayectoria de las luchas obreras, superando la situación defensiva de los últimos cinco años y salvando las sucesivas amenazas de una mayor pérdida de derechos. De esta forma, la huelga podría representar, para el gobierno de Bolsonaro, lo que representaron las huelgas del ABC para la constitución del nuevo sindicalismo y para la crisis de la dictadura militar, catalizando el descontento de varios órdenes y estimulando la formación de un amplio frente democrático.
Ciertamente, la huelga es una victoria, pues demuestra que los trabajadores precarios no están desorganizados y expone, ante la sociedad en su conjunto, el proceso de acelerado deterioro de las condiciones de trabajo provocado por la perversa combinación entre la lógica neoliberal y la adopción de un nuevo modelo empresarial. que, con la ayuda de la tecnología, está diseñado para promover el fraude de derechos a favor del capital[iii]. También logró despertar la solidaridad e indignación de los consumidores, ante el trato inhumano dado a quienes garantizan las condiciones necesarias para el aislamiento social de quienes pueden permanecer en cuarentena. Interpeladas por trabajadores, prensa y encuestas que apuntan al carácter depredador de su accionar, las plataformas digitales empiezan a tener que esclarecer su forma de operar y ven su marca asociada a las formas más crueles de explotación laboral.
La huelga es un estímulo, una especie de redención, para otras categorías de trabajadores, tanto para los históricamente sometidos a distintas formas de trabajo precario como para los que aún cuentan con el amparo de la legislación, que comienzan a percibir la realidad de los repartidores como un proyección de lo que les puede pasar en un futuro no muy lejano. Finalmente, la huelga trae un soplo de esperanza a un movimiento sindical debilitado, tratado como enemigo por un gobierno que pretende destruirlo, y visto con indiferencia, desconfianza o incluso repugnancia por los trabajadores que no se sienten representados por él. El descreimiento en los sindicatos está motivado por varios factores, entre los que podemos destacar el crecimiento del número de trabajadores que no cuentan con contratos laborales formales y que están fuera del ámbito de acción de los sindicatos.[iv], así como los efectos de la ideología neoliberal, que moldea las subjetividades según una perspectiva individualizadora y meritocrática, responsabilizando a todos y cada uno de su éxito o fracaso.[V].
Así, el movimiento impacta positivamente en el debate político-ideológico, colocando el trabajo en el centro del tablero y arrojando luz sobre la necesidad de cambios urgentes y necesarios en las condiciones de trabajo de una categoría descubierta como imprescindible. Las intervenciones de sus líderes han contribuido a desentrañar las diversas falacias propagadas por los defensores del libre mercado, desmitificando el discurso del emprendimiento, la autonomía y la modernización. La importancia y las esperanzas puestas en el movimiento, sin embargo, no pueden ocultar los desafíos y obstáculos que atraviesan su camino.
Un movimiento heterogéneo
La agenda de los manifestantes comprende diferentes demandas y posiciones[VI]. La visibilidad lograda por el paro, el apoyo obtenido en la sociedad y la voluntad de la categoría de continuar la lucha - ya que está previsto un nuevo paro para el 25 de julio[Vii] - indicar la probabilidad de que se satisfagan algunas reclamaciones. Pero hay varios desarrollos posibles, dependiendo de cómo se envíen estas demandas. La aspiración a mejores condiciones de trabajo no debe confundirse con la defensa de los derechos o la protección estatal. Hay una disputa política en curso y uno de los temas en juego es precisamente cuál debe ser el papel del Estado en este proceso.
En base a este tema, me gustaría comentar algunas alternativas que se vislumbran en el horizonte inmediato.
El primero rechaza la intervención estatal y opera según la lógica del seguro privado. Aunque los mensajeros afirman reiteradamente que no son escuchados por las aplicaciones y que, por tanto, no hay negociación con las empresas[Viii], estos podrían promover algunas mejoras estrictamente económicas, aumentando el precio de los viajes, ofreciendo algún tipo de seguro o ayuda monetaria (como cupones de alimentos). Esta alternativa, económicamente menos costosa para las empresas, implica al mismo tiempo un riesgo, pues hace explícita la existencia de la relación laboral que buscan a toda costa ocultar.
La segunda alternativa es la creación de un derecho específico para la categoría. Asumiendo que la legislación existente no se aplica a los “proveedores de servicios”, trabajadores por cuenta propia e informales, algunos segmentos consideran necesario introducir una regulación diferenciada. Es una especie de derecho de segunda clase, una protección rebajada, ya que no garantiza todas las prestaciones que garantiza la CLT. Parece que esta solución se perfila como la más probable, a juzgar por el diálogo iniciado con el Poder Legislativo y los proyectos de ley presentados en la Cámara de Diputados[Ex], así como la posición que parece prevalecer entre los propios mensajeros[X].
Estas dos alternativas permiten conciliar las demandas de los trabajadores con la perspectiva neoliberal y con las propuestas del gobierno, como el permiso de trabajo verde y amarillo y otras medidas sugeridas por el dúo Bolsonaro-Guedes, que denuncian sistemáticamente que hay demasiados derechos y que es necesario llevar la legislación existente de condiciones dictadas por la informalidad, presentando una falsa dicotomía entre empleo y derechos. Tampoco necesariamente rompen con el discurso del emprendimiento, que ha penetrado en diferentes segmentos de la sociedad.[Xi] y está presente en la categoría, a pesar de que una parte de los mensajeros lo rechazan expresamente[Xii]. Quizás sea prudente recordar que hacer huelga y exigir mejores condiciones de trabajo no significa criticar ni oponerse al gobierno, ni rechazar las relaciones sociales capitalistas.
Por otro lado, aquí tenemos un parteaguas para probar el apoyo social obtenido por el movimiento. No todos los que están a favor de los derechos en general están a favor de la regulación pública y no todos los que están a favor de la legislación entienden que debe ser igual para todos. Quienes son sensibles al hambre, la miseria y las condiciones consideradas inhumanas, no necesariamente apoyan la creación de derechos ni rechazan la perspectiva privatista que sustenta la sociedad del “sálvate quien pueda”. Si los consumidores se dejan seducir por la idea de que el bienestar se puede comprar en el mercado, al precio que cada uno es capaz de pagar, perfectamente pueden orientar su acción por la lógica de la asistencia, la filantropía, limitándose a reciprocar el servicio prestado. , cuando está bien evaluado, a través de una propina. Después de todo, ¿quién necesita al Estado y al sindicato?
La tercera alternativa es luchar por el reconocimiento de la relación laboral y por la adopción de la CLT como forma de regular su relación laboral, con derecho a vacaciones, 13, licencia por enfermedad, FGTS, jubilación. Esto significa reconocer que los mensajeros viven en una relación salarial encubierta y que tienen derecho a la misma forma de protección que los demás trabajadores. Se trata de luchar por la aplicación de la ley existente, un derecho que ya ha sido en gran medida deconstruido por la reforma laboral de 2017. Aunque pueda ser visto, por algunos, como una estrategia nostálgica, una muestra de resistencia al cambio y apego a una pasado ya superado, es una alternativa socialmente más justa y políticamente más promisoria que las anteriores, pues preserva la universalidad del derecho y unifica a los trabajadores. La defensa del mismo nivel de derechos para todos posibilita la convergencia de diferentes categorías de trabajadores, allanando el camino para la superación del carácter corporativo de las luchas económicas y para la reconstitución del sentido de clase. Después de todo, las incertidumbres y vulnerabilidades que enfrentan los trabajadores manuales y de baja educación también se están imponiendo entre los segmentos calificados y de clase media, alguna vez llamados trabajadores “intelectuales”, quienes son despojados de sus derechos como también se ven envueltos por la “uberización”. proceso.”
Una lucha que puede entrelazarse con otras
La defensa de los derechos laborales no excluye la inclusión de otras dimensiones en la lucha, ni impide el ejercicio de la imaginación política para buscar alternativas más integrales y socialmente transformadoras. La creación de cooperativas, rescatando la perspectiva de la economía solidaria, apunta a construir relaciones de trabajo más colaborativas y de autogestión, eliminando el poder de las empresas sobre el proceso de trabajo de los cooperativistas.[Xiii]. Esta es una experiencia que ha tomado fuerza en Europa, pero que aún no está muy presente en el escenario brasileño.
En todo caso, aquí también se intenta ir más allá del plano material. Al denunciar que el trabajo precario tiene un aspecto racial, los repartidores explicitan la conexión entre la lucha por los derechos laborales y el antirracismo, permitiendo la articulación de la lucha contra las diferentes opresiones y el entrecruzamiento de diferentes movimientos. El acercamiento entre organizaciones que tienen como eje el trabajo y movimientos sociales constituidos en torno a otras temáticas e identidades, como el movimiento negro y colectivos de la periferia, amplía la base social del movimiento courier y las agendas en discusión, estimulando su politización.
Finalmente, el surgimiento de un movimiento antifascista y la inclusión de la democracia en la agenda de una parte de los correos abre un camino políticamente potente, ya que expresa el reconocimiento de que, sin libertades democráticas, no hay derechos.
Si bien la alianza con otros movimientos sociales y la bandera antifascista siguen siendo minoritarias dentro del movimiento, pasan por la identificación de los ataques lanzados por el gobierno al conjunto de derechos sociales, no solo laborales, vinculando cuestiones de género. , raza, clase, sexualidad y cuestiones ambientales. Estas dos alternativas permiten enfrentarse a Fora Bolsonaro e intervenir en la construcción del frente democrático, poniendo en primer plano la defensa de los derechos de ciudadanía. Es una posición con tremendas implicaciones políticas para una izquierda que carece de unidad y liderazgo.
Estamos, por tanto, ante un movimiento heterogéneo, que incluye muchas potencialidades y contradicciones. No hay significado dado, previamente establecido, a un movimiento en proceso de constitución[Xiv]. No todos los caminos nos llevan al mismo nivel en cuanto a conquistas y acumulación de fuerzas. Continuemos la disputa para ayudar a consolidar y ampliar el alcance del movimiento y sus luchas.
*Andreia Galvao es profesor del Departamento de Ciencia Política de la Unicamp.
Quisiera agradecer a mis colegas Armando Boito, José Dari Kerin y Paula Marcelino por su aliento y sugerencias para la publicación de este artículo.
Notas
[i] Luci Praun, Breque dos Apps: la ocupación de las calles reinventa el sentido de colectividad. Disponible:
[ii] Ver https://radiopeaobrasil.com.br/em-meio-a-pandemia-e-com-alto-desemprego-entregadores-de-aplicativos-fazem-greve-historica/
[iii] Ana Cláudia Cardoso y Paula Freitas de Almeida, El “Breque dos Apps” contra el falso discurso de autonomía y flexibilidad por parte de las plataformas. Disponible: https://revistaescuta.wordpress.com/2020/07/04/o-breque-dos-apps-contra-o-falso-discurso-de-autonomia-e-flexibilidade-por-parte-das-plataformas/
[iv] Como es el caso de los mensajeros, quienes en su mayoría están organizados en asociaciones o colectivos a través de las redes sociales, a pesar de la existencia de sindicatos que, en algunas ciudades, buscan representar no solo a los operadores de CLT, sino también a los mensajeros informales en motocicleta.
[V] Porque el capitalismo, aún en crisis, busca expandirse y las ideologías siguen jugando un papel fundamental en su reproducción.
[VI] Cf. Andréia Galvão, La huelga, el freno y el trabajo: la lucha de los correos es la lucha de los trabajadores. Disponible: http://www.esquerdadiario.com.br/A-greve-o-breque-o-trampo-a-luta-do-entregadores-e-a-luta-dos-trabalhadores
[Vii] Sindimoto SP, sin embargo, programó la huelga para el día 14, lo que demuestra la división entre sindicatos y asociaciones mencionada anteriormente.
[Viii] La intermediación de la Justicia puede cambiar esto. El TRT de la 2ª región fijó audiencia de conciliación entre Sindimoto SP y las empresas de aplicación para el 14 de julio.
[Ex] Ver https://www1.folha.uol.com.br/mercado/2020/07/maia-diz-a-entregadores-que-pautara-projeto-com-pedidos-da-categoria.shtml?utm_source=whatsapp&utm_medium=social&utm_campaign=compwa%3Floggedpaywall&origin=folha
[X] Esta es una hipótesis formulada a partir de declaraciones de líderes huelguistas a la prensa y la participación de algunos de ellos en debates, y que necesita ser contrastada en encuestas con la categoría.
[Xi] Una encuesta de Datafolha de septiembre de 2018 revela que “la mitad de los votantes dijo que prefería ser autónomo, con salarios más altos y pagando menos impuestos, incluso sin prestaciones laborales, frente al 43% que prefería tener registrada su tarjeta de trabajo, con todos los derechos previsto en la ley". La adhesión a esta tesis es mayor entre los asalariados no registrados, los autónomos y los profesionales autónomos (entre el 59% y el 73% de los encuestados), pero también se sostiene, en niveles superiores al 40%, en sectores protegidos, como los registrados asalariados, empleados públicos y jubilados (que, por tanto, parecen estar de acuerdo en ceder sus derechos) y también entre los desempleados. Cf. https://www1.folha.uol.com.br/mercado/2018/09/metade-dos-eleitores-prefere-ser-autonomo-a-ter-emprego-clt-diz-datafolha.shtml. La base de datos está disponible en el Centro de Estudios de Opinión Pública de la Unicamp y puede ser consultada en:https://www.cesop.unicamp.br/por/banco_de_dados
[Xii] Ver https://www1.folha.uol.com.br/mercado/2020/07/acreditaram-na-mentira-do-empreendedorismo-diz-lider-do-entregadores-antifascistas.shtml
[Xiii] Shyam Krishna, Red de cooperativas desafía Plataforma Capitalismo. Disponible:
https://outraspalavras.net/movimentoserebeldias/a-surpreendente-aparicao-dos-entregadores-livres/
[Xiv] Ver también: Renata Dutra y Ricardo Festi, La huelga de los mensajeros. Disponible: https://jornalggn.com.br/artigos/a-greve-dos-entregadores-por-renata-dutra-e-ricardo-festi/