El mito del desarrollo económico – 50 años después

Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram

por LEDA PAULANI*

Introducción a la nueva edición del libro “El mito del desarrollo económico”, de Celso Furtado

1.

Si hay un rasgo distintivo en la obra de Celso Furtado es la idea de que no había restricciones objetivas para que Brasil se convirtiera en un país fuerte, soberano, dueño de su destino, con economía y cultura propias y con un lugar en el sol en dominio de sus direcciones globales. Pero, en él, esto nunca fue el reflejo de una imaginación nacional grandiosa pero vacía, que se apoyaba perezosamente en la fantasía del “país del futuro”.

Por el contrario, su percepción se basó en su análisis del proceso socioeconómico que aquí se desarrolla, un análisis de base teórica, poniendo siempre como telón de fondo la conexión entre la economía brasileña y el progreso de la acumulación de capital a nivel global. Celso Furtado fue un economista político. Pero, más que eso, fue un militante, que nunca dejó de luchar para hacer realidad esta esperanza y fue en esa capacidad que ocupó cargos importantes en varios gobiernos. Se convirtió, por tanto, en un intérprete privilegiado de las venturas y desventuras de esta periferia.

Pero hablar cincuenta años después de este pequeño gran libro llamado El mito del desarrollo económico.Quiero plantear un tema un tanto enrarecido y, a primera vista, lejano, tanto del tema del libro como del propósito de escribir sobre él medio siglo después. Me refiero a la cuestión metodológica, o metateórica, o epistemológica, como quieras. Para mostrar hasta qué punto este libro puede entenderse como un esfuerzo singular de interpretación, es necesario considerar no sólo que Celso Furtado fue un economista político, y que tenía posibilidades concretas, como estadista, para perfeccionar aún más sus análisis.

También es necesario tener en cuenta lo que significó para él el proceso de producción de conocimiento, especialmente en el campo de las ciencias sociales. El desvío no será demasiado grande, no sólo porque el libro en sí contiene también un ensayo metodológico, que indica la importancia que Furtado concedía al tema, sino también porque, dado su objeto, la reflexión sobre la cuestión metateórica nos llevará rápidamente a al mito del desarrollo económico.

Aunque hay mucho de esta discusión en su tríada autobiográfica,[ 1 ] Utilizo aquí, para tal efecto, una entrevista que tuve el privilegio de hacerle en 1997, y de la cual se tomó una declaración que fue publicada en la revista Economía Aplicado,[ 2 ] luego de ipe-usp.[ 3 ] Aquella tarde, pasada en Río de Janeiro, conversando con el gran economista, que impresionaba por su figura intensa y fuerte, pero igualmente serena, escuché que había tenido tres órdenes de influencia: la del positivismo (tenía una biblioteca positivista en casa, como informó), lo que le permitió adoptar un tipo de “metafísica constructiva” que le dio confianza en la ciencia, la de Marx, a través de la sociología del conocimiento de Karl Mannheim, quien la proyectó en la historia, y, a través de Gilberto Freyre , el de la sociología American, que le alertó sobre la importancia de la dimensión cultural y el relativismo que de ella se deriva.

De las tres fuentes de influencia, dijo, la primera fue posteriormente refutada porque perdió la confianza en la ciencia. Lo que quedó muy fuerte en él fue el “historicismo” de origen marxista, es decir, la percepción de que la historia es el contexto que lo abarca todo y que le da al hombre un marco de referencia para pensar. Para él, “quien no tenga este pensamiento histórico no llegará muy lejos. Esto es lo que separa a un pensador del economista moderno, que pretende ser un ingeniero social”. En el mismo sentido, afirmará más adelante que “la economía se está convirtiendo en una ciencia cada vez más formal, lo que es exactamente la negación de las ciencias sociales”.

En cualquier caso, la combinación de las tres herencias resultó en una visión de la producción de conocimiento sobre el mundo social que, además de la ineludible consideración de la historia, también asocia la imaginación con los necesarios conocimientos teóricos y analíticos. Para él, la ciencia la construyen, en gran parte, aquellos que, confiados en su imaginación, son capaces, impulsados ​​por la intuición, de superar ciertos límites.

Para Celso Furtado, toda la teorización que se construyó, desde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), entre las décadas de 1950 y 1970, sobre la singularidad latinoamericana fue resultado de esta postura: “Creo que el paso más Lo que hicimos en América Latina fue precisamente esto: nos imaginamos que éramos capaces de identificar nuestros problemas y desarrollar una teoría para ellos, es decir, imaginamos que había una realidad latinoamericana, una realidad brasileña, y Así que había que captar los fundamentos de esta realidad”. El mito del desarrollo económico. también es el resultado de este espíritu.

Además de la imaginación, hay otro elemento que Celso Furtado destaca como imprescindible. Según él, es necesario comprometerse con algo, es decir, si el objeto cuyo conocimiento se busca es la realidad social, no basta el diletantismo para que la imagen de actividad noble que lleva la ciencia sea efectiva: “La ciencia social tiene que responder a las cuestiones que plantea la sociedad […], no podemos eximirnos de compromisos más amplios, porque hay muchas áreas que no merecen atención de la ciencia, y son áreas vitales”. Así, si bien existe conciencia de los límites al desarrollo del conocimiento que le son intrínsecos, es decir, creados por la propia sociedad, es necesario insistir en la producción de una ciencia social pura, que no sea rehén de intereses específicos. y clientela. Pero no es fácil, advierte.

Para el propio Celso Furtado, sin embargo, esto nunca fue un problema. O mito de desarrollo económico, escrito en un momento en el que se alababa el llamado “milagro económico” –seis años de crecimiento a tasas que hoy llamaríamos “chinas”–, no se dejó seducir por el clima de euforia (construido, además, bajo las botas de los militares).

Considerado el momento de su nacimiento, no fue poca cosa, en medio de tanto patrioterismo, que entrara en escena un libro que insistía en que, para países periféricos como Brasil, el desarrollo económico, si se entiende sólo como la posibilidad de la mayoría que los pobres alcanzaran en algún momento el nivel de vida de los países centrales era un mito; es más, un mito que se configuró como “uno de los pilares de la doctrina que sirve de cobertura a la dominación de los pueblos de los países periféricos”. Su compromiso con el país lo obligó a decir que era mejor ir despacio, escapar de objetivos abstractos, como el puro y simple “crecimiento”, y cumplir con la tarea básica de identificar las necesidades fundamentales del colectivo.

2.

Y con esto llegamos al libro que es objeto de este prefacio, no sin antes subrayar que nunca se habría escrito si la pluma que lo escribió hubiera pertenecido a un economista convencional, que crea sus modelos descaradamente, ajeno a las historia y necesidades de su país, olvidando, como dijo Celso Furtado en la citada entrevista, “que la ciencia social se basa en la idea de que el hombre es, ante todo, un proceso, no un dato, una cosa inerte”.

Son cuatro ensayos los que componen el libro. El primero, el más extenso y entonces inédito, cuyo quinto y último apartado da nombre a la obra, aborda las tendencias estructurales del sistema capitalista en la fase de predominio de las grandes empresas. Lo acompañan tres piezas más: una reflexión sobre el desarrollo y la dependencia, que el propio Furtado considera, en su presentación, como el núcleo teórico de las demás, una discusión sobre el modelo brasileño de subdesarrollo y, finalmente, el llamado “ensayo metodológico”. ”, en el que el autor, no por casualidad, hace una digresión sobre la objetividad y el ilusionismo en Economía.

Lo que conecta los cuatro ensayos, además de haber sido escritos entre 1972 y 1974 -período en el que Celso Furtado trabajó como profesor visitante en la American University (Estados Unidos) y en la Universidad de Cambridge (Inglaterra) – es el espíritu militante del autor y su inquebrantable voluntad de analizar, advertir y señalar los caminos que iba tomando el desarrollo brasileño, basado en inmensas desigualdades y dependiente de ellas para estar “bien”. -exitoso". De ahí todos sus esfuerzos por apoyar el análisis en la discusión sobre las tendencias estructurales del sistema capitalista. ¿Cómo pensar el desarrollo de un país periférico como Brasil sin vincularlo al nivel internacional?

El objeto inicial de examen en el ensayo que da título al libro es el estudio Los limites al crecimiento [Os Límites al crecimiento], trabajo realizado por Donella H. Meadows, Dennis L. Meadows, Jorgen Randers y William W. Behrens en 1972, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, para el Club de Roma.

En el estudio, que se haría bastante famoso (traducido a 30 idiomas, vendido más de 30 millones de ejemplares) está lo que Furtado llamará la “profecía del colapso”. La tesis central es que si se universalizara el desarrollo económico, como estaba ocurriendo en los países más avanzados, la presión sobre los recursos no renovables y la contaminación ambiental sería tal que el sistema económico global colapsaría.

Celso Furtado no está de acuerdo con la tesis, no porque esté en desacuerdo con el tema en sí, es decir, con el problema que genera el consumo exacerbado de recursos no renovables y el deterioro ambiental que de él se deriva. Por el contrario, llega incluso a decir que “en nuestra civilización, la creación de valor económico provoca, en la gran mayoría de los casos, procesos irreversibles de degradación del mundo físico”, y que, por tanto, es necesario reconocer “el carácter depredador del proceso de civilización, particularmente la variante de este proceso engendrada por la revolución industrial”.

Su desacuerdo deriva del supuesto de la tesis, a saber, que el desarrollo era un proceso lineal, por el cual pasarían todos los países, de modo que, en algún momento de la historia, todos tendrían el mismo tipo y el mismo nivel de desarrollo que entonces. vigente en los países centrales. Para nuestro autor, la tesis, completamente equivocada, chocaba con lo que consideraba, en la entrevista, como “el aporte más importante que hice a la teoría económica”, es decir, su teoría del subdesarrollo, que había desarrollado una década antes. Si el subdesarrollo no era una etapa, sino un tipo específico de desarrollo capitalista, la tesis lineal quedaba descartada por definición, lo que hacía poco realista la profecía del colapso.

Muy marcado por lo que ocurría en Brasil, Celso Furtado concluyó que, dada la división internacional del trabajo, consagrada con la consolidación del capitalismo, comenzaron a existir estructuras socioeconómicas en las que el producto y la productividad del trabajo crecen mediante el mero reordenamiento de los recursos disponibles. , con avances técnicos insignificantes o, peor aún, mediante el despilfarro de reservas de recursos naturales no reproducibles. Por lo tanto, el nuevo superávit no estuvo relacionado con el proceso de formación de capital, y dichas economías tendieron a especializarse en la exportación de productos primarios.

Sin embargo, para Celso Furtado, más que la tendencia a producir bienes primarios, especialmente agrícolas, lo que estableció la línea de demarcación entre desarrollo y subdesarrollo fue la orientación dada al uso del excedente generado por el aumento de la productividad. En estas economías, con una formación de capital débil, el excedente, transmutado en capacidad de importación, permaneció disponible para la adquisición de bienes de consumo. Así, fue por el lado de la demanda de bienes de consumo donde estos países entraron más profundamente en la civilización industrial.

La industrialización por sustitución de importaciones, cuando aparece de la mano de filiales de empresas de países centrales, termina entonces “reforzando la tendencia a reproducir patrones de consumo de sociedades con un nivel de ingreso promedio mucho más elevado”, resultando en “el síndrome de tendencia hacia el ingreso promedio”. concentración, tan familiar para todos los que estudian la industrialización de los países subdesarrollados”.

3.

A este rasgo, que en el segundo ensayo del libro Celso Furtado relaciona con lo que llama “dependencia cultural” (especialmente de las elites), asocia las características que asumió el proceso de acumulación en ese momento, a saber, la El hecho de que fueran las grandes empresas internacionales marcó la pauta. Entre estas características, el predominio de los oligopolios (con patrones de consumo que se homogeneizan a nivel internacional), operaciones en centros de toma de decisiones que escapan al control de los gobiernos nacionales y una tendencia a construir un espacio unificado de acción capitalista.

En este contexto, los países periféricos, en plena industrialización por sustitución de importaciones, verán un proceso de agravamiento de sus disparidades internas. Al utilizar tecnología generalmente ya amortizada, las grandes empresas oligopólicas lograron superar el obstáculo producido por la incipiente formación de capital, pero industrializaron la periferia, perpetuando el retraso observado en la desigualdad. Sin el dinamismo económico del centro del sistema, caracterizado por un flujo permanente de nuevos productos y salarios reales en aumento, el capitalismo periférico, por el contrario, “engendra mimetismo cultural y requiere una concentración permanente del ingreso”.

En pocas palabras, para Celso Furtado, la evolución del sistema capitalista que había presenciado se caracterizaba por “un proceso de homogeneización e integración del centro, una distancia creciente entre el centro y la periferia y una ampliación considerable de la brecha que, en la periferia, separa a una minoría privilegiada de las grandes masas de la población”. De ahí que la profecía del colapso no fuera capaz de cumplirse, ya que el nivel de vida en los países centrales nunca sería universalizado en la periferia del sistema.

Brasil, con su importante tamaño demográfico y un sector exportador altamente rentable, muestra Celso Furtado en el tercer ensayo del libro, se había convertido en un caso de éxito en el proceso de industrialización, pero no había sido capaz de operar con las reglas que prevalecen en las economías desarrolladas. , de modo que el sistema creado entonces espontáneamente sólo benefició a una minoría.

4.

Hecho este rápido inventario de las principales observaciones y análisis de Celso Furtado, ¿qué podemos decir de O mito del desarrollo economico cincuenta años después? Es evidente que hay un contexto anticuado en la obra, por ejemplo, cuando nuestro autor afirma que el privilegio de emitir el dólar “constituye prueba irrefutable de que este país ejerce exclusivamente la tutela de todo el sistema capitalista”. Cinco décadas después, aunque el privilegio sigue existiendo y ha sido reforzado por la política de Paul Volcker, presidente del Reserva Federal, a finales de los años 1970, el liderazgo estadounidense estaba bajo permanente controversia, debido principalmente a la asombrosa evolución de China.

Del mismo modo, considerando la forma en que Celso Furtado hace su análisis, está implícito que consideraba al menos la industrialización, aunque no la superación del atraso, como algo que se había consolidado en Brasil, lo que, hoy sabemos, no es cierto, dado que el evidente proceso de desindustrialización temprana que sufre el país.

Dicho esto, sin embargo, los éxitos de Celso Furtado son sorprendentes. Ni siquiera hace falta considerar su preocupación por el agotamiento permanente de los recursos naturales, la inevitable contaminación y el uso frecuente de “ventajas comparativas depredadoras”, especialmente en la periferia del sistema, que recorre todo el libro, máxima evidencia de la correcta armonía en la que operaba la economía.

Lo que parece más importante mencionar aquí es su correcta percepción sobre las tendencias unificadoras del sistema capitalista. Nótese que estábamos en 1974, todavía muy lejos de la caída del Muro de Berlín y del comienzo de hablar de globalización, y aún así afirma que “las tendencias hacia una creciente unificación del sistema capitalista aparecen ahora con mucha mayor claridad de lo que era el caso a mediados de los años 1960”.

Asociado a esto, también existía la percepción precisa de que se estaba formando en todo el mundo una especie de reserva grande y única de mano de obra a disposición del capital internacional, dada la facilidad con la que las grandes empresas podían evitar aumentos salariales, especialmente en la periferia. trasladar las inversiones a zonas con condiciones más favorables.

Sin embargo, lo más sorprendente es la exactitud de sus predicciones, hechas hace cincuenta años, sobre el destino de la modernización en curso en Brasil. Desde entonces hasta hoy, con un alivio tras otro aportado por las políticas sociales de alto impacto implementadas por los gobiernos populares, el retraso no ha hecho más que desbordarse. Este singular esfuerzo de interpretación no habría sido posible sin la comprensión de Celso Furtado de la verdadera constitución del proceso de producción de conocimiento social, combinando la teoría y la percepción del carácter histórico de los fenómenos analizados con la imaginación y el compromiso con la comunidad.

En la citada entrevista, Celso Furtado dice: “Mi vida fue a la vez un éxito y una frustración: un éxito porque creía en la industrialización, en la modernización de Brasil, y eso se hizo realidad; y frustración porque tal vez no percibí con suficiente claridad las resistencias que existían a una consolidación más firme de este proceso, es decir, que, a pesar de la industrialización, el atraso social se iba acumulando”.

Creo que no hace falta decir más sobre la importancia de volver a leer hoy. El mito del desarrollo económico.,reeditado buen tiempo.

*Leda María Paulani es profesor titular de la FEA-USP. Autor, entre otros libros, de Modernidad y discurso económico (boitempo) [https://amzn.to/3x7mw3t]

referencia


Celso Furtado. El mito del desarrollo económico. São Paulo, Ubú Editora, 2024, 160 págs. [https://amzn.to/3Zdg2Ky]

Notas


[ 1 ] Véase Celso Furtado, obra autobiográfica (3 volúmenes). Río de Janeiro: Paz y Tierra, 1997.

[ 2 ] Id., “La larga búsqueda de la utopía”, Economía Aplicada, v. 1, núm. 3, 1997, pág. 545-63.

 [3] Anteriormente vinculado al Instituto de Investigaciones Económicas de la fea-usp (ipe-usp), responsable de los estudios de posgrado en Economía de la Universidad de São Paulo (campus Butantã), Economía Aplicada Pasó, algunos años más tarde, a la dirección de la FEA-USP en Ribeirão Preto.


la tierra es redonda hay gracias a nuestros lectores y seguidores.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
CONTRIBUIR

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES

Suscríbete a nuestro boletín de noticias!
Recibe un resumen de artículos

directo a tu correo electrónico!