El marxismo de John Holloway

Imagen: Leo Zhao
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por JOSÉ MANUEL DE SACADURA ROCHA*

Holloway tiene al marxismo como la teoría más fuerte y apropiada para el autonomismo político

Desde el principio, Karl Marx, Manuscritos económico-filosóficos de 1844, llamó la atención sobre el doble carácter del trabajo, dividiéndolo en “trabajo enajenado” y “actividad vital consciente”. Esta actividad vital consciente es la actividad “autodeterminada”, por lo tanto “onto-creativa”, como la que distingue a los humanos de otros animales. Esto se debe al hecho particularmente "sorprendente" de que los humanos conciben su hacer antes de ejecutarlo, y que, como tal, todo logro humano es realmente "el presente del pasado", y el pasado "el presente del futuro". ”.

La otra condición que nos hace humanos, por supuesto, es que las futuras generaciones no tengan que "aprender de la nada" todo el caudal de información válida, y la que no lo es, recurriendo únicamente a la observación detallada de las formas en que los elementos de su grupo actúan frente a la naturaleza y sus semejantes, o con quienes son llevados a convivir. A esto lo llamamos vital para los grupos humanos porque este aprendizaje continuo y acumulativo que pasa de generación en generación, como información en una etapa cada vez más alta del conocimiento, realmente nos hizo saltar por delante de todos los seres conocidos, aumentando la velocidad y cantidad de la masa de la ciencia. y tecnología al alcance de cada nuevo descubrimiento y practicidad efectiva.

Nuestro ADN es asombrosamente similar al de ratas, cerdos y otros primates, pero solo el hombre hace historia en este sentido. Hace y deshace: porque anticipando sus realizaciones a partir de un repertorio de conocimientos cada vez más desarrollado, puede anticipar, idealizar, planificar la ejecución/realización de sus objetos y objetivos, pudiendo modificarlos en cualquier momento, incluso en el transcurso de sus actividades. .

El otro tipo de trabajo del que hablaba Marx, el trabajo enajenado, es, en cambio, una determinación histórica social, y no una condición o potestad de la naturaleza sobre el hombre, como la desarrollada a lo largo de miles de años de evolución y dinámicas naturales: el trabajo alienado es una construcción derivada de la división del trabajo social, cuando de alguna manera la ejecución de este trabajo se separa de su idealización, cuando la concepción sufre una ruptura con la ejecución, es decir, cuando el hombre se separa del objeto que construye.

Esta ruptura que lo enajena, por lo tanto, que lo deshumaniza, tampoco es una simple “derivación natural” de la división del trabajo, sino que es una ruptura política basada en algún privilegio, por tanto, la dominación de alguien o unos sobre unos y otros. Para que exista el trabajo enajenado, primero debe existir un tipo correspondiente de dominación, ya que se le impone el poder: pero las dominaciones del primer estado y de las civilizaciones estatales aún no se ejercían exactamente como trabajo enajenado en el sentido marxista. Para que exista el trabajo enajenado, debe haber algún poder sobre quién hace y qué hace, pero no necesariamente en el “conocimiento” y la “manera” en que lo hace.

La dominación que siempre se ha observado desde que los primeros grupos humanos se organizaron socialmente, sin embargo, sólo alcanza el predicado de “alienación” frente al fenómeno de la expropiación de medios y formas de trabajo, saberes y poderes para hacer, es decir, se verifica en la máxima madurez y naturalidad endémica dentro de las condiciones específicas de organización social económica, es decir, en la forma capitalista específica de producir alimentos y bienes necesarios para la supervivencia colectiva. Así, el trabajo enajenado aparece en este momento para Marx como un fenómeno intrínseco al modo de producción capitalista y su funcionamiento de reproducción del capital.[i].

Em La capital, Marx ya no usa el mismo vocabulario, y pasa a adoptar la terminología “obra concreta” y “obra abstracta”, en cuanto a la caracterización del doble carácter del trabajo. Marx escribió a Engels: “los mejores puntos de mi obra son los siguientes: (i) el carácter dual del trabajo, según se exprese como valor de uso o como valor de cambio” (24-8-1867). Así que está claro aquí que Marx relaciona directamente el trabajo concreto con el valor de uso de las mercancías y el trabajo abstracto con su valor de cambio. El trabajo concreto produce valores de uso y el trabajo abstracto produce valores de cambio, el primero como resultado del trabajo creativo-productivo en hacer, “sin tener en cuenta la sociedad en la que se desarrolla” (HOLLOWAY, 2021, p. 693), y el segundo como trabajo “no autodeterminante” que produce valores para el mercado sollozo la determinación de la propiedad y administración del capital, para su reproducción o acumulación.

En todo caso, lo que nos dice este doble carácter del trabajo y de las formas del valor mercantil, como fundamento seminal del pensamiento marxista, es que estas categorías abstractas se insertan siempre en una determinada forma de organización social total del trabajo para la supervivencia colectiva. La posibilidad de la vida humana está dada por esta organización social determinada a lo largo de la historia, o el modo específico en que en cada época los medios y modos de hacer conforman una totalidad donde el conocimiento acumulado y potenciado por el hombre hace posible una determinada cantidad y calidad de productos. necesarios para su supervivencia.

La etapa actual de esta forma de organización es de tipo mercantil, la plataforma matricial a partir de la cual se construye el modo de producción capitalista, que apunta a no producir valores de uso para el material (¡e inmaterial!) de intercambio inminentemente dirigido a la transformación de todo en capital y su acumulación. Esta vez, no se trata sólo de una forma productiva, sino de esa forma en relación con una determinada disposición de las fuerzas productivas, y también de una organización intersubjetiva, es decir, un conjunto de relaciones sociales correlacionadas en la dimensión del trabajo abstracto. , y su relación con: (a) la obra concreta (o más bien, la ruptura con ella); y (b) con los otros estratos de la llamada superestructura social (o cultura).

El foco en el pensamiento hollowaydian está en esta idea aristotélica del hombre que se realiza en la organización social dada, en el polis - dentro de ella. Pero, ¿quién puede rebelarse contra sus modos y manejos del hacer, contra la forma mercantil burguesa, e ir más allá de la negación (HOLLOWAY, 2021), negación que se materializa en la obra abstracta que produce la ruptura por la dominación de la concepción y su realización separada de la productor. Esta dominación específica como trabajo abstracto se materializa como lo que niega la autodeterminación creativa del poder-hacer (incluido el saber hacer). Afirmar que hay una organización social histórica es afirmar el materialismo histórico de Marx, pero afirmar el contra-y-más allá es rescatar el materialismo dialéctico con el que parece que los autores del campo de izquierda han cortado relaciones o lo han subestimado, al menos desde el cambio de milenio, en nombre de una ortodoxia descontextualizada.

La organización social asumida por la economía política implica directamente salvaguardar el fundamento de las relaciones sociales formativas de una forma específica de producción y circulación de valores de cambio o mercancías, como, y por qué, el trabajo concreto y la puesta en valor de uso acaban siendo subsumidos en los intercambios comerciales.

Más: esta subjunción del trabajo concreto por el trabajo abstracto, o la “sublimación” de los valores de uso por los valores de cambio, en las sociedades mercantiles (neo)liberales, es la forma de permitir la alienación del hacer, pero al mismo tiempo, de extinguir la importancia permanente del que hace, el trabajador asalariado del capital – de esta forma, lo humano no sólo es alienado, sino literalmente desplazado del proceso social de producción y circulación y, en consecuencia, de otras actividades vitales, las de creación trabajo, como en la educación y las artes.[ii] Lo que realiza la obra abstracta, alienada, no autodeterminada, es una transvaloración de la idealización concreta del hacedor a partir de la ejecución abstracta de la obra, en forma de mercancía, especializada, segmentada, sectorizada cuyo único objetivo es explorar a cuántico de más valor que no sólo convierte el dinero en capital, sino que lo amplía.

Así, en la fabricación de bienes y su abstracción productiva orientada a la circularidad producción-intercambio, la percepción de la determinada organización capitalista de la producción-circulación y las relaciones sociales asociadas, corroborada por las instituciones políticas y jurídicas burguesas, como si estuviera “desapareciendo” o convirtiéndose en “transparente”, “inexistente” en el mundo real, aunque la subsunción formal (legal) cristaliza la forma negativa del don y la potencialidad a eliminar en el trabajo abstracto. Y, en consecuencia, además de toda la alienación que existe en el proceso de trabajo capitalista, proporciona la forma más completa de deshumanización en su trayectoria histórico-dialéctica.

La capacidad del modo de producción capitalista de permanecer como está por la negación del hacer humano, su poder sobre el trabajo concreto, encuentra su contradicción en la imposibilidad de mantenerse al margen de la competencia y del monopolio privado, con más o menos alianza con el capital público ( Estado). A medida que el capitalismo comienza a desarrollar sus contradicciones por el trabajo, dicta, por un lado, la sobreproducción, y por otro, contradictoriamente, la composición orgánica del capital sobre la base del aumento exponencial de la inversión en capital fijo, ciencia y tecnología aplicada a la industria en el plano del libre mercado global.

Los fenómenos de "fetichización" y "reificación" de los bienes, y de las cosas en general, son en el pensamiento marxista, las formas en que los humanos no se ven a sí mismos en lo que ejecutan, fuera de su concepción y dentro de una ejecución bajo dominación estratégica ajena, dependen directamente de una inversión perversa, de la negación de su saber hacer, hacia la cual se dirige la lucha de las clases trabajadoras, dentro-contra-y-más-allá de la negación intrínseca del trabajo abstracto o valores de cambio. La lucha de clases es la lucha contra el poder sobre el hacer, sobre el poder de hacer, es por tanto la lucha contra la forma de hacer en el capitalismo y contra el capitalismo.

La lucha de clases, entonces, en esta mirada menos ortodoxa, que parte de la plena apertura del doble carácter del trabajo, debe enfocarse en la dimensión del hacer, o más bien, la negación del hacer bajo el dominio de la forma de reproducir el capital, que significa que la lucha de clases, y la lucha de la clase obrera, deben ser elevadas a la dimensión de la lucha contra las formas de trabajo propias del modo de producción capitalista, a partir de la lucha dentro-contra-y-más allá de su inmediato (y abstracción real) y, en consecuencia, del capital, a diferencia de la lucha de clases cuyo eje es la lucha contra el capital mismo, que resulta constituirse en John Holloway, como una lucha ortodoxa por el poder. Para John Holloway: “aquí el argumento dice que la lucha revolucionaria no es la lucha del trabajo, sino el hacer contra el trabajo; dice también que la lucha de la clase obrera es contra su propia existencia como clase, es decir, es contra su propia clasificación”. (HOLLOWAY, 2021, p. 702).

Del doble carácter del trabajo y del doble aspecto del valor,[iii] el autor puede distinguir el capital no sólo como una categoría económica, sino, como dijimos, “como la forma históricamente específica de organización de la actividad humana”. (HOLLOWAY, 2021, p. 703). De esta manera más integral, busca devolver la lucha de clases a aspectos más amplios y dinámicos de las coyunturas neoliberales de mercado, y sostener las luchas históricas de las clases asalariadas, en la medida en que las luchas actuales pueden tener como foco la rebelión del hacer contra trabajo, como impulso a la autodeterminación creativa ya la realización asociativa. Esta “negación” dentro y fuera de la lucha de clases busca fundamentalmente evitar la jerarquía y el mando que siempre reproducen instituciones e institutos, aparatos y aparatos constitutivos del poder, sindicatos, partidos, asociaciones de clase, reflejados en parlamentos y negociaciones de poder. Frente al hecho irrefutable de que el sistema capitalista es la dominación endémica del trabajo concreto y de los valores de uso, la lucha de las masas obreras debe ser, desde este punto de vista, no precisamente la lucha contra el capital, sino contra las formas de hacer las cosas. . del capitalismo, colocar el antagonismo en el mismo proceso de actuar, y dice John Holloway, “no como una posibilidad, sino como una parte inevitable de vivir”. (2021, pág. 703).

En este sentido, John Holloway no sólo rivaliza y se opone al cognitivismo operaísta[iv] de Hardt y Negri (2006), como, a nuestro juicio, avanza en los paradigmas de la razón de identidad más individualista (FRASER, 2019), principalmente, en cuanto a una cierta lectura del movimiento obrero contemporáneo desde el punto de vista de la obrerismo que reforma la tradición en la base de la precariedad de los nuevos trabajadores urbanos,[V] argumentando que “nuestros movimientos son la crisis del trabajo abstracto y el desenlace de esta crisis depende de la (sic)[VI] futuro del mundo.” (HOLLOWAY, 2021, p. 705).

Tal, en suma, es la conformación vital de las categorías marxistas del autor, despejando la duda sobre la actualidad de Marx para la sociología y la política crítica del neoliberalismo y la hegemonía de la economía burguesa, reforzando al marxismo como la teoría más fuerte y apropiada para el autonomismo político antiglobalización. romper"[Vii] la estructura económico-cultural capitalista hegemónica, en el campo de las luchas emergentes e insurgencias concretas por el derecho a la autodeterminación de las comunidades y los pueblos, y el alcance de las actuales luchas ambientalistas, conservacionistas, anticapitalistas y antiestatales para el campo de la izquierda .[Viii]

*José Manuel de Sacadura Rocha Tiene un doctorado en Educación, Arte e Historia Cultural de la Universidad Mackenzie. Autor, entre otros libros, de Sociología jurídica: fundamentos y fronteras (GEN/Forense). [https://amzn.to/491S8Fh]

Referencias


BONET, Albert. Antagonismo y diferencia: dialéctica negativa y posestructuralismo frente a la crítica del capitalismo contemporáneo. En: Holloway, John; Ponce, Fernando Matamoros; Visquerra, Sergio Tischler (Org.), Negatividad y revolución: Theodor W. Adorno y la política, Universidad Autónoma de Puebla; Herramienta Ediciones, Buenos Aires, 2007, pág. 37-72.

HOLOWAY, John. Fisuras y la crisis del trabajo abstracto. revista derecho y praxis, Río de Janeiro, Vol. 12, N.01, 2021, p. 687-706. Trans. Por Gustavo Moura de Oliveira y Paula Monique Kunzler Schneider.

HOLOWAY, John. Agitando el capitalismo. El do cen el trabajo, Buenos Aires: Ediciones Herramienta, 2011 (https://amzn.to/3qDkzIZ).

HOLOWAY, John. Autonomía positiva y negativa. En Holloway, Juan; Ponce, Fernando Matamoros; Visquerra, Sergio Tischler (Org.), Negatividad y revolución: Theodor W. Adorno y la política, Universidad Autónoma de Puebla; Herramienta Ediciones, Buenos Aires, 2007, pág. 89-93.

HOLOWAY, John. Cambiar el mundo sin tomar el poder. São Paulo: Viramundo, 2003.

HARDT, Michael; NEGRI, Antonio. Imperio. 8vo. Ed. Río de Janeiro: Registro, 2006.

FRASER, Nancy. Lo viejo se muere y lo nuevo no puede nacer. São Paulo: Autonomía literaria, 2019 (https://amzn.to/3P2KfYT).

JAPPE, Anselmo. crédito por muerte. São Paulo: Hedra, 2013 (https://amzn.to/3P4Jyyr).

MARX, Carlos. Crítica del programa Gotha. In: marx y engels: obras elegidas. V.2. São Paulo: Alfa-omega, 1984 (https://amzn.to/44bGRzn).

MARX, Carlos. La capital. São Paulo: Boitempo, 2015 (https://amzn.to/3R3lJbJ).

Notas


[i] La forma en que esto sucede en las épocas más antiguas y más atrás en los inicios de la humanidad, la forma en que las primeras tribus constituyeron los primeros asentamientos con embriones de haciendas y actividades vitales jerárquicas de dominación, es aún un campo investigado por los antropólogos modernos. y arqueólogos. Pero si alguna distinción en la atribución de actividades derivadas del campo de la dominación, y de éste a la expropiación de un saber y propiedad colectivos de los medios de hacer, sólo pudo ser de la politización consciente de una idealización cerebral de lo más observación natural de las distinciones observadas entre los seres naturales, la naturaleza y sus entornos. Contrariamente a lo que idílicamente conjeturamos, la naturaleza es diferencia y fuerza. Por ello, conviene decir de entrada que la “distinción”, en la línea de pensamiento de Foucault y Deleuze, que se proponía en el ardor y desencanto académico y práctico de los años 1960 del siglo pasado, parecía innecesaria e incluso dañina. al conocimiento crítico, objetivo no instrumental, dentro del pensamiento de la Teoría Crítica de Adorno y los demás miembros de la Escuela de Frankfurt. Ver sobre la conexión entre el pensamiento de John Holloway y la oposición entre Adorno, Foucault y Deleuze: BONNET, Albert. “Antagonismo y diferencia: dialéctica negativa y posestructuralismo frente a la crítica del capitalismo contemporáneo”, In Holloway, John; Ponce, Fernando Matamoros; Visquerra, Sergio Tischler (Org.), Negatividad y revolución: Theodor W. Adorno y la política, Universidad Autónoma de Puebla; Herramienta Ediciones, Buenos Aires, 2007, pág. 37-72.

[ii] Engels, en un conocido pasaje de una nota a pie de página de la cuarta edición de El Capital para el idioma inglés, se refiere al “trabajo” en los siguientes términos: “El trabajo que crea valores de uso y se determina cualitativamente se llama labor”. Trabaja, Opuesto a labor; el trabajo que crea valor y solo se mide cuantitativamente se llama labor, Opuesto a Trabaja.” (O Capital, 2015, Boitempo, 2015: nota 16, p. 124). Seguimos la siguiente pauta: “obra” aquí es aquella impuesta fuera de las condiciones de autodeterminación de los hacedores, lo que Engels llama labor, que corresponde a ciertos cantidad de valor o valor de cambio; Usaremos la expresión “hacer” en el sentido genérico de Potencia idealizar y poder ejecutar, una unión, por lo tanto, cualitativa pensar en términos de valor de uso.

[iii] En este sentido, el argumento de Anselm Jappe, de que “Marx dudó, desde sus obras de juventud hasta sus últimos escritos, como el Crítica del Programa Gotha (1875), entre el programa de una liberación do trabajo (así, a través del trabajo) y el de una liberación en relación trabajar (liberarse así del trabajo). Su crítica de la economía política contiene una profunda ambigüedad con respecto al trabajo”. (JAPPE, 2013, p. 135), nos parece muy exagerado; pero es aquí, en este umbral, haya o no Marx dejado dudas sobre el “futuro del trabajo” y la forma del inevitable “agotamiento del trabajo abstracto”, donde tiene lugar la diferenciación entre el cognitivismo hollowaydiano y el pensamiento crítico de valor de Kurz y Jappe .

[iv] Sin duda, en el pensamiento de Holloway hay un "germen" de una "ética de la personalidad" en términos de ruptura radical de valores, especialmente cuando se distancia, en términos de luchas obreras, de la "dictadura del proletariado" y de cualquier poder en la línea de las formas del estado autocrático. Cabe señalar que Holloway se considera parte de la tradición autonomista u operaista, pero proponiendo una inversión, donde el vanguardismo sitúa la lucha de clases, volviendo al análisis del capital y la dominación. HOLLOWAY, John, “Autonomismo positivo y negativo”. En Holloway, Juan; Ponce, Fernando Matamoros; Visquerra, Sergio Tischler (Org.), Negatividad y revolución: Theodor W. Adorno y la política, Universidad Autónoma de Puebla; Herramienta Ediciones, Buenos Aires, 2007, pág. 89-93.

[V] Ver: ANTÚNES, Ricardo. Los sentidos del trabajo. São Paulo: Boitempo, 2011; BRAGA, Ruy. La política de los precarios: del populismo a la hegemonía lulista. São Paulo: Boitempo, 2012.

[VI] Si aquí se reemplaza “do” por “the”, el futuro del mundo, por decirlo suavemente, dependería de do resultado de la crisis, y no al revés como se dice, resultado de la crisis por el futuro del mundo.

[Vii] Se refiere a la publicación del autor, “Fissurar o Capitalismo”, al mismo tiempo que la publicación del artículo que sirvió de base para este trabajo (2011). En inglés: “Crack Capitalism”, Londres: Pluto Press, 2010; en español: “Agrietar el capitalismo. El hacer contra el trabajo”, Buenos Aires: Ediciones Herramienta, 2011.

[Viii] El artículo de John Hollway, “Las fisuras y la crisis del trabajo abstracto”, Revista Direito e Práxis, Rio de Janeiro, Vol. 12, N.01, 2021, p. 687-706. Traducción de Gustavo Moura de Oliveira y Paula Monique Kunzler Schneider. El original fue publicado en 2011, cuando el autor preparaba su libro en inglés “Crack Capitalism”, para el idioma español, por Bajo Tierra Ediciones/ Sísifo, México.


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