El más profundo de los racismos

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por JOSÉ COSTA JUNIOR*

¿Qué es el racismo estructural? es una lectura necesaria para tiempos difíciles como los nuestros, donde el pensamiento y la reflexión parecen perder lugar en medio de prejuicios y declaraciones irrazonables de propósito y significado.

Una sentencia judicial dictada en 2016 contra un acusado condenado por robo y tentativa de asesinato estimula una serie de reflexiones sobre las relaciones sociales y discusiones sobre raza y racismo en Brasil. Tras analizar los hechos y dar a conocer la pena de prisión de 30 años para el criminal, la jueza responsable de la sentencia describe su sorpresa en relación al individuo que cometió el crimen: “El acusado no tiene el estereotipo estándar de un criminal, tiene piel, ojos y cabellos rubios, no susceptibles de ser fácilmente confundidos.” La decisión del juez del estado de São Paulo fue ampliamente difundida en las redes sociales en 2019, tres años después del hecho, y apunta a una serie de expectativas sobre quienes delinquen en Brasil: color de piel, tipo de cabello, ascendencia, residencia. , estructura familiar, entre otros aspectos.

Escrita por una profesional acostumbrada a decisiones con efectos considerables en la vida de los ciudadanos y sustentada en la ley, la sentencia produce diversos análisis e incluso se cuestiona si la honorable jueza fue racista en su descripción. Es muy probable que no se describa a sí misma como tal, probablemente educada por los valores tradicionales de la Ilustración y defensora de la igualdad, la libertad y la fraternidad. Sin embargo, la situación también revela un patrón interesante explorado por el economista y científico social Eduardo Giannetti:

“Las encuestas de opinión realizadas en Brasil han revelado un patrón intrigante. Cuando a cada ciudadano se le pregunta, por ejemplo, si se considera racista, la gran mayoría responde negativamente. Pero cuando le preguntas a la misma gente si hay racismo en Brasil, el resultado es ciertamente lo contrario: la opinión mayoritaria es que hay mucho prejuicio racial entre nosotros” (GIANNETTI, 2018: 43)

Giannetti explora la percepción que los brasileños tenemos de nosotros mismos, no sólo en materia racial, sino también en relación a hábitos y comportamientos, entre otros rasgos característicos de este rico agrupamiento humano que encontramos en Brasil. En el caso de la sentencia de la jueza de São Paulo y su descripción de las expectativas sobre quién parece bandido y quien no parece, es probable que esta misma dificultad ocurra al observarse a uno mismo y la propia práctica como una acción directamente racista. Si se le cuestiona, es muy probable que el operador de la ley niegue cualquier tipo de prejuicio o segregación racial, alegando quizás que, en promedio, las prácticas delictivas involucran realmente a individuos que confirman sus expectativas. Sin embargo, en relación con el enigma planteado por Giannetti, surge aquí otra paradoja: ¿Cómo puede haber racismo sin racistas?

Este es uno de los temas abordados en el estimulante y bienvenido libro del abogado y filósofo del derecho paulistano Sílvio Almeida, titulado ¿Qué es el racismo estructural? El libro forma parte de la colección “Feminismos Plurales”, coordinada por Djamila Ribeiro, quien también es filósofa. Es una obra de teoría social, que tiene dos tesis fundamentales: (i) no podemos entender la sociedad contemporánea sin los conceptos de raza y racismo; (ii) el racismo que implica tal sociedad es siempre estructural, es decir, es un elemento que integra la organización política y económica de nuestra sociedad. En general, Almeida busca mostrar que las expresiones del racismo en la vida cotidiana, en las relaciones interpersonales y en la dinámica de las instituciones son manifestaciones de algo más profundo, “que se desarrolla en las entrañas políticas y económicas de la sociedad” (p. 16). Volviendo al caso de la sentencia dictada por la jueza, expresó el racismo estructural que funda y organiza nuestras sociedades, donde ser delincuente es “cosa de negros”. Pero, ¿por qué y cómo la sociedad brasileña tiene esta estructura?

Sílvio Almeida divide el libro en cinco capítulos para explicar cómo funciona. En primer lugar, describe un poco la historia del concepto de “raza”, destacando el cuestionamiento científico contemporáneo sobre la existencia de las razas humanas. Sin embargo, es un concepto que impregna la historia, generando tensiones y crisis en diferentes momentos. El autor hace distinciones importantes, principalmente entre prejuicio, discriminación, racismo, siendo este último una forma de discriminación racial basada en características biológicas o étnico-culturales. Distingue tres concepciones de racismo relacionadas entre sí: (i) la concepción individualista, donde los individuos mantienen restricciones raciales y discriminación – y que hoy es ampliamente considerada como un error moral y un crimen; (ii) la concepción institucional, donde el racismo se manifiesta como resultado del funcionamiento de las instituciones, “las cuales pasan a actuar en una dinámica que confiere, aunque indirectamente, desventajas y privilegios basados ​​en la raza”. (pág. 29); (iii) la concepción estructural, en la que el racismo se deriva de la propia estructura social, de la forma en que se constituyen las relaciones sociales, políticas y económicas. En esta última concepción, el racismo deja de ser una patología social o un quiebre institucional, para convertirse en un componente histórico y político que posibilita la discriminación racial sistemática de los individuos en la actualidad. Es un proceso histórico, ya que el racismo estuvo presente en la formación de la sociedad brasileña, sustentando los procesos económicos y la organización social a través de un largo período de esclavitud y continúa hasta hoy. Y es un proceso político, ya que influye en la organización de la sociedad y la distribución del poder de manera desigual.

A continuación, Almeida busca mostrar cómo empezamos a “naturalizar el racismo”, es decir, a transformar las diferencias basadas en criterios raciales en algo común y corriente en Brasil. Aún sin el sello científico, muchas teorías sobre la ineptitud de los negros cruzan el sentido común, perpetuando prácticas y situaciones que excluyen y mantienen las desigualdades sociales, atribuyendo así “lugares naturales” a los individuos. Tales visiones se constituyen a partir de un rico y complejo imaginario social, siempre reforzado por los medios de comunicación, por la industria cultural y por el sistema educativo (y reafirmado en nuestra vida cotidiana – como en el caso de las sirvientas de las telenovelas, en su mayoría negras). Almeida también muestra cómo las condiciones de negros y blancos dependen de circunstancias históricas y políticas específicas, vinculadas a diferentes discursos y situaciones valorativas (¿El jugador Neymar es negro?). Finalmente, aborda el concepto de meritocracia, mostrando cómo los discursos de esta naturaleza son altamente racistas, ya que promueven la conformidad de los individuos con su situación, sin pensar en las circunstancias históricas, políticas y sociales que propiciaron tal orden de cosas.

Al analizar la relación entre racismo y política, Almeida esboza hipótesis sobre la naturaleza del Estado, distinguiendo algunas formas de consideración racial por parte de éste y las extrañas relaciones entre raza y nación. En su análisis del estado brasileño, el autor argumenta que los proyectos nacionales en Brasil, desde la implementación de la primera república, buscaron institucionalizar el racismo, involucrándolo en el imaginario nacional, con el objetivo de internalizar las contradicciones internas. También defiende la importancia de la representación política de las minorías en la organización del Estado, a partir de dos efectos de esta participación: (i) la apertura de un espacio político para que se transmitan las reivindicaciones de las minorías; (ii) el desmantelamiento de narrativas discriminatorias que colocan a las minorías en posiciones subordinadas. Finalmente, parte del análisis del filósofo camerunés Achille Mbembe sobre las dinámicas de control y eliminación de los cuerpos negros, para mostrar cómo ese proceso es efectivo en Brasil, con políticas de intensa represión contra la juventud pobre y negra.

El autor promueve un rico y profundo análisis de la relación entre derecho y racismo. Almeida sostiene que las visiones actuales sobre la relación entre derecho y racismo se pueden reducir a dos: (i) el derecho es la forma más eficaz de combatir el racismo, castigando civil y penalmente los actos y prácticas racistas y estructurando políticas públicas para promover la igualdad; (ii) la ley es parte de la misma estructura social que reproduce el racismo como práctica política y como ideología, aunque puede introducir cambios superficiales en la condición de los grupos minoritarios. También aborda la relación entre raza y legalidad, mostrando cómo el aparato legal del pasado apoyó la esclavitud en Brasil (cita la referencia a los “esclavos del reino” en la legislación colonial), pero también cómo leyes y disposiciones legales, como el Estatuto de Igualdad Racial (Ley 12.288, del 20/07/2010), fueron creados con el objetivo de limitar las prácticas racistas y discriminatorias. Finalmente, discute las prácticas jurídicas antirracistas y pone como ejemplo la Teoría Racial Crítica, corriente teórica surgida en Estados Unidos y que busca ampliar los estudios y análisis sobre la relación entre racismo y derecho.

En las exposiciones sobre la relación entre racismo y economía, Almeida analiza en primer lugar la relación entre racismo y desigualdad, señalando que ésta puede expresarse en datos estadísticos y cuantificarse en términos matemáticos, pero su explicación radica en la comprensión de la sociedad y sus múltiples conflictos. . Así, para explicar hechos observados en la dinámica económica brasileña, como la ocupación de trabajos precarios y mal pagados por negros y las mayores tasas de desempleo entre los negros, se visitan algunas teorías económicas. Entre estos, se puede destacar el teoría de las causas acumulativas, desarrollado por el premio Nobel Gunnar Myrdal en 1944, en el que el economista muestra cómo la acumulación de factores, como la baja escolaridad, el pobre acceso a la salud y la alimentación, la desinformación, entre otros, terminan determinando las posibilidades económicas de los individuos negros. Sin embargo, esta y otras hipótesis de la teoría económica siguen sin apuntar a una visión estructural del racismo en la organización económica, desplazando el foco al análisis del individuo y no de la estructura social y política que dificulta la vida de estos individuos.

En este sentido, se deben considerar dos puntos relevantes desde el punto de vista económico-estructural para entender el racismo a nivel estructural: (i) el racismo se manifiesta en el campo económico de manera objetiva, como cuando las políticas económicas establecen privilegios para los dominantes; grupo racial o perjudicar a las minorías; (ii) el racismo se manifiesta en el campo económico de manera subjetiva, incorporando ideologías y naturalizando circunstancias como las conexiones entre pobreza, violencia y población negra. Uno de los elementos que intervienen en este conjunto es la posibilidad de normalizar la sobreexplotación de la mano de obra negra, quienes quedan disponibles para esta situación debido a la precariedad de su estructura social. Almeida también destaca la especificidad de las formas de racismo estructural en diferentes lugares, como Brasil, Estados Unidos y Sudáfrica, en relación con los modos de desarrollo económico específicos de cada lugar. Aborda las limitaciones del discurso que vincula la situación actual de los negros en Brasil como herencia de la esclavitud y, según su argumentación, este tipo de explicación pasa por alto que el propio funcionamiento de la economía de mercado acaba estructurando prácticas de segregación y violencia guiada por criterios raciales. El autor ofrece una interesante reflexión sobre la limitación de las teorías desarrollistas para tratar el fenómeno del racismo estructural y también muestra cómo las crisis económicas producen efectos y consecuencias más duras para las minorías, principalmente a través de discursos segregadores y políticas de austeridad.

Una ausencia sentida en la obra divulgativa de Almeida es un capítulo sobre sociología. En él, Almeida pudo ampliar la discusión sobre las características estructurales de las sociedades, tratar con más detalle la forma en que el racismo estructura nuestra sociedad, con ejemplos cotidianos y mostrar su buen fundamento marxista. Sin embargo, debido al alcance introductorio de los libros de esta colección, es aceptable que el autor haya buscado diluir el contenido de esta exposición metodológica a lo largo del libro. Sin embargo, como Almeida escribe muy bien y con buenos fundamentos sobre el “más profundo de los racismos”, se espera que en futuros trabajos pueda ofrecernos un poco más sobre el tema. Tampoco aborda objeciones y críticas al tratamiento estructural del racismo, lo que podría mostrar aún más la pertinencia de su hipótesis.

El filósofo ghanés Kwame Anthony Appiah, por ejemplo, es crítico con la noción de identidad racial, ya que no hay razas humanas: “La verdad es que no hay razas: no hay nada en el mundo capaz de hacer todo lo que le pedimos. carrera hacer por nosotros” (APPIAH: 1997, 75). De esta forma, ¿cómo encontrar la unidad entre los distintos sujetos afectados por un posible racismo estructural? ¿Cómo definir quién es negro y quién no, en un país tan mestizo como el nuestro? Otro tipo de crítica implica el riesgo de “racialización de las relaciones sociales” en los discursos sobre el funcionamiento de la sociedad. Uno de los principales elementos para mitigar los efectos del racismo estructural por el que aboga Almeida es la implementación de acciones afirmativas, que buscan incrementar la representatividad y participación de personas histórica y socialmente desfavorecidas. El filósofo Thomas Sowell (2004) analizó ejemplos de varios países donde existían distinciones según criterios étnico-raciales y concluyó que tales políticas tienden a retroalimentar las percepciones racializadas de la sociedad, amplificando los conflictos y las crisis. Entonces, ¿las discusiones sobre raza y racismo terminarían por racializar las relaciones sociales en el país, provocando tales efectos?

En respuesta a tales posibles críticas, se puede decir que, si bien no existen las razas humanas, como quiere Appiah y es ampliamente defendido en las ciencias biológicas, los procesos políticos e históricos que conformaron nuestra sociedad estuvieron inmersos en la creencia de que existían razas. y eso había que tenerlo en cuenta. Así, el riesgo de desconocer o no atender sus efectos es mantener estructuras sociales perversas que segregan y promueven el sufrimiento, la segregación y la violencia. Aunque somos un país algo mestizo (somos realmente?), se puede ver claramente cómo se ocupan los espacios sociales y se distribuyen los recursos de manera sumamente desigual, con los negros y sus descendientes aún ocupando los últimos lugares de las clasificaciones sociales, los peores trabajos y las menores oportunidades de realización vital. Finalmente, en cuanto al riesgo de “racialización de las relaciones sociales”, lo que se percibe es que las relaciones sociales ya están racializadas: nuestra sociedad no siguió el precepto de Joaquim Nabuco (1849-1910), de que “no bastaba con acabar con la esclavitud” , pero también habría que “destruir su obra”; De esta manera, un vasto contingente de seres humanos fue abandonado a su suerte, sin ningún tipo de proceso de inserción social y ciudadana, manteniéndolos al margen de los procesos políticos, económicos y sociales, además de mantener cosmovisiones y estructuras sociales prejuiciadas. de la segregación: Pensar que en Brasil no existen conflictos raciales frente a la realidad violenta y desigual que se nos presenta a diario raya en el delirio, la perversidad o la más absoluta mala fe” (p. 154).

¿Qué es el racismo estructural? es una lectura necesaria para tiempos difíciles como los nuestros, donde el pensamiento y la reflexión parecen perder terreno en medio de prejuicios y declaraciones irrazonables de propósito y sentido, incluso por parte de autoridades con poca responsabilidad y sin el debido conocimiento de nuestra historia y sociedad. Almeida es un intelectual sofisticado, su exposición es organizada y metódica, con conclusiones bien estructuradas que conviene leer y debatir. La lectura de su libro es, además de un ejercicio intelectual, sumamente importante para que podamos comprender a partir de qué supuestos y soportes la jueza de São Paulo escribió su sentencia, en la que expone su expectativa de que los negros sean criminales en Brasil. Nuestra sociedad se ha desarrollado a partir de prácticas racistas y segregadoras, y así ha permanecido hasta el día de hoy, desplazando a los negros y los pobres a los márgenes de sus sistemas sociales, políticos y económicos. No había forma de ser diferente con una historia y una sociedad como la nuestra. Este tipo de racismo profundiza nuestras subjetividades, en la medida en que lo naturalizamos y creemos “que siempre ha sido así” y “que no se puede hacer nada”. También penetra profundamente en nuestras instituciones y estructuras sociales hasta el punto de parecer un “orden natural de la realidad”. Pero no lo es, y Sílvio Almeida nos muestra muy bien cómo y por qué.

*José Costa Junior Profesor de Filosofía y Ciencias Sociales en IFMG –Camp Nuevo puente.

Referencias


ALMEIDA, Silvio. ¿Qué es el racismo estructural? Belo Horizonte: Alfabetización, 2018 (https://amzn.to/3OxoDCB).

APPIAH, Kwame Anthony. En casa de mi padre: África en la filosofía de la cultura. Río de Janeiro: Contrapunto, 1997 (https://amzn.to/3YyYyaK).

GIANNETTI, Eduardo. “La paradoja brasileña”. En: El elogio de Mutt y otros ensayos. São Paulo: Companhia das Letras, 2018 (https://amzn.to/3KBJeEI).

NABUCO, Joaquín. Imprescindibles en Joaquim Nabuco. São Paulo: Companhia das Letras, 2010 (https://amzn.to/44atlf9).

SOWELL, Tomás. Acción afirmativa en el mundo: un estudio empírico. Yale: Prensa de la Universidad de Yale, 2004 (https://amzn.to/3KIp3VE).

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