El legado económico y social del COVID-19

Paulo Pasta, Sin título, 2009, Óleo sobre lienzo, 180 x 220 cm
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por FABRÍCIO AUGUSTO MENEGON*

Prólogo del libro editado por lauro matei

La mayor crisis sanitaria del siglo XXI, al menos hasta el momento actual, fue la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad que se conoció como Covid-19. La situación mundial provocó que cambiara nuestra rutina, volcara la economía mundial, remodelara nuestra forma de vivir, relacionarnos, estudiar y trabajar. Sin duda, el legado de la pandemia no será solo sanitario, aunque probablemente este sea el más fácil de recordar.

Cuando se presenta una crisis global de estas proporciones, la respuesta que esperamos de las autoridades mundiales es el alineamiento estratégico para la ejecución de acciones globales y locales para enfrentarla. Y, preferentemente, que estas acciones sean desarrolladas y lideradas por la autoridad sanitaria mundial: la Organización Mundial de la Salud (OMS o Organización Mundial de la Salud). Sin embargo, aún con el esfuerzo de la OMS por buscar formas de sensibilizar a las autoridades de cada país sobre la gravedad del problema y las perversas consecuencias de la pandemia, especialmente para los más vulnerables, el eco generado tuvo distintas intensidades y fue fuertemente perjudicado por la noticias falsas que apareció y se propagó a una velocidad impresionante.

Entre los diversos impactos nocivos de la pandemia, recordemos a los trabajadores que continuaron desempeñando sus llamadas funciones “esenciales”, como los profesionales de la salud, trabajadores del sector de alimentos, fuerzas de seguridad, entre otros.

Los lugares o situaciones en los que había una alta probabilidad de propagación del virus, como algunos entornos de trabajo, se denominaron "súper propagadores", o "súper esparcidores", en el término inglés. Este fue el caso de la industria de mataderos y procesamiento de carne, donde ocurrieron varios brotes en ciudades brasileñas y en otros países, causados ​​por la necesidad de capital para mantener activa la fuerza de trabajo.

Para estos trabajadores, el espectro de resultados relacionados con la pandemia varió entre salvar vidas y perder una, pasando por el sufrimiento y la angustia de presenciar el dolor de los demás. Innumerables fueron los casos de ausencia al trabajo a causa del Covid-19, otros tantos fueron los fallecimientos provocados por tener que permanecer trabajando. Trabajadores que salían de sus casas a trabajar y no sabían si volverían contaminados, con posibilidad de llevar la enfermedad a sus casas. Son héroes anónimos que no tuvieron la opción de optar por el trabajo remoto, pagaron un alto precio por ello y ni siquiera cuentan con el reconocimiento y respeto de sus jefes y de gran parte de la sociedad.

Fuimos testigos, muchas veces consternados, de la apatía y negación de la pandemia por parte de algunos gobernantes, mientras elogiaban la adopción de medidas eficaces, alineadas con el conocimiento científico y la realidad sanitaria, por parte de otros. Mientras tanto, muchas personas en todo el mundo sufrían la enfermedad y cientos de miles perdieron la vida. Solo en Brasil, se estima que se habrían evitado alrededor de 400.000 muertes por Covid-19 si se hubieran tomado medidas sanitarias efectivas, incluida la vacunación, con rapidez y compromiso con la realidad social.[i]

En el escenario mundial, Brasil se destacó por la demora con la que decidió adquirir las vacunas contra la Covid-19, mientras que otros países desarrollados o en vías de desarrollo comprendieron rápidamente la importancia fundamental de la vacunación de la población para contener la propagación de la pandemia. A pesar de las críticas a la lógica mercantilista que vemos en todo el proceso de compra de vacunas, especialmente en los países más ricos (Canadá, por ejemplo, compró suficientes vacunas para inmunizar a nueve veces su población),[ii] Brasil tenía (y tiene) el potencial para desarrollar vacunas de alta calidad para atender las necesidades de la población, además de una red de más de 38.000 mil salas de vacunación del Sistema Único de Salud (SUS) repartidas por todo el país.

La consecuencia de la pandemia para el pueblo brasileño ya no fue perversa porque nuestra política de salud pública garantiza el acceso de calidad para todos. El SUS, a pesar de las críticas y los intentos de aniquilamiento financiero y estructural protagonizados por políticos y empresarios sin ningún compromiso con la sociedad, ha vuelto a demostrar su importancia, garantizando servicio y atención, en las grandes ciudades y en los rincones de Brasil.

No se alega ignorancia de la situación. Fueron numerosas las ocasiones en que la comunidad científica brasileña se pronunció exigiendo una postura ética y comprometida de los gobiernos federal y estatal, incluido el estado de Santa Catarina.

El papel desempeñado por el Núcleo de Estudos de Economia Santa Catarina (Necat/UFSC) en la elaboración sistemática de boletines con alto grado analítico sobre el desarrollo de la pandemia y sus consecuencias fue la base de la agenda de los medios catarinenses y brasileños en innumerables ocasiones. Asimismo, investigadores del Departamento de Salud Pública de la UFSC trabajaron en la producción y análisis de datos, emitieron cartas y manifiestos y aparecieron en los medios de comunicación como interlocutores calificados para informar a la sociedad y a los gobiernos, con conocimiento con base científica, sobre la crisis sanitaria impuesta por la pandemia y las probables consecuencias que ya se preveían.

Nuestros llamamientos fueron ignorados sumariamente o respondidos de manera genérica y con tonos de descargo de responsabilidad. “Si todo cierra, la economía se quiebra”, “hacemos lo posible”, “nuestras acciones siguen una estrategia basada en las mejores prácticas”, “los administradores municipales tienen autonomía para actuar…”, son frases que escuchamos muchas veces y que revelan el intento de polarizar el debate en “o salvamos la economía, o salvamos la salud”. La historia nos muestra que el desarrollo social depende fundamentalmente de la interrelación positiva entre los aspectos económicos, sociales y de salud. Polarizarlos es un error de quienes entienden la sociedad de manera superficial, o lo hacen deliberadamente con intereses ajenos a las demandas sociales reales.

El escenario sanitario actual ya no es tan aterrador como vimos en los años 2020 y 2021. La vacunación de la población trajo ánimo y enfrió la fuerza del Covid-19. Evidentemente, vivimos al acecho de nuevas variantes que aparecen de vez en cuando y nos traen miedo a la posibilidad de una fuga de vacuna que pueda agudizar el problema. Este no parece ser el mayor problema hasta ahora. Pero con cada nueva ola, surgen más casos, mueren más personas, se ejerce más presión sobre el sistema de salud y la respuesta efectiva de las autoridades sigue llevando mucho tiempo.

Hasta el momento de redacción de este prefacio, Brasil no contaba con un plan nacional para enfrentar la pandemia de la Covid-19. Una propuesta consistente de plan fue entregada al Ministerio de Salud en julio de 2020 por el Frente pela Vida, representación que incluye entidades científicas y de bioética y el Consejo Nacional de Salud.[iii] Nuevamente, ni siquiera fue considerado y debatido por la autoridad sanitaria nacional. Mientras tanto, ostentamos con orgullo el ranking de líderes mundiales en muertes por Covid-19 por millón de habitantes[iv] y nos asombra que todavía no haya un calendario vacunal contra el Covid-19 para el año 2023 (estamos a finales de noviembre de 2022).

Urge un cambio que nos reposicione en el escenario mundial como protagonista y ejemplo de política de salud pública. Es imperativo rescatar el poder, el legado y la estructura del Programa Nacional de Inmunizaciones (PNI) de Brasil, que alguna vez fue referencia mundial. Exigimos a los poderes públicos que cumplan con su papel.

¡Viva el SUS! ¡Viva el pueblo brasileño! ¡Viva la democracia!

* Fabricio Augusto Menegon Profesor del Departamento de Salud Pública y del Programa de Posgrado en Salud Colectiva de la UFSC.

referencia


Lauro Mattei (org.). El legado económico y social del COVID-19 en Brasil y Santa Catarina. Florianópolis, Editora Insular, 2022, 400 páginas.

Notas


[i] La investigación señala que se podrían evitar 400 muertes; cuestionan los funcionarios del gobierno.

Fuente: Agencia del Senado. Disponible https://www12.senado.leg.br/noticias/materias/2021/06/24/pesquisas-apontam-que-400-mil-mortes-poderiam-ser-evitadas-governistas-questionam.

[ii] Mullard, A. Cómo se están distribuyendo las vacunas COVID en todo el mundo: Canadá lidera el paquete en términos de dosis seguras per cápita. Naturaleza. Sección de noticias. 30/11/2020. Disponible https://www.nature.com/articles/d41586-020-03370-6.

[iii] Entidades presentan Plan Nacional de Combate al Covid-19 ante Ministerio de Salud y Conass. Asociación Brasileña de Salud Colectiva, noticias. Abrasco Comunicado con información del Consejo Nacional de Salud. 24/07/2020. Disponible https://www.abrasco.org.br/site/noticias/especial-coronavirus/entidades-apresentam-plano-nacional-de-enfrentamento-a-covid-19-ao-ministerio-da-saude-e-ao-conass/50587/..

[iv] Nuestro mundo en datos. Muertes acumuladas confirmadas de COVID-19 por millón de personas. Disponible https://ourworldindata.org/covid-deaths.


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