Por Marco Ianoni*
Corresponde a la oposición buscar sensibilizar y tratar de profundizar el movimiento objetivo de diversos actores contra la dictadura, contra la pandemia y por un rol más activo del Estado en las políticas de la economía de guerra.
¿Por qué los grupos de la clase política descontentos con Bolsonaro no reaccionan a sus ataques a las instituciones del Estado y al aislamiento social? ¿Será que una de las hipótesis es que un factor de freno a la acción efectiva sea el temor de que fortalezca a Lula y al PT? ¿O es la falta de liderazgo lo que induce a un frente amplio con los liberales? Esta pregunta es pertinente.
Pienso que los políticos y magistrados liberales no reaccionan, excepto verbal y superficialmente, y toleran lo intolerable no sólo porque temen que su reacción pueda fortalecer a la izquierda (Lula/PT), sino también porque, con el movimiento a la derecha de la todo el espectro político-ideológico, jalado por la extrema derecha, que ganó las elecciones de 2018 y sentó a los militares en el Palacio del Planalto, tienen ante sí a las Fuerzas Armadas que, a través de Bolsonaro, lograron apoyo popular. Por cierto, la mayoría de estos liberales y sus bases sociales votaron por Bolsonaro en la segunda vuelta de las últimas elecciones presidenciales.
En las manifestaciones del Día del Ejército, y aunque no fueron tan numerosas, las fuerzas bolsonaristas, incluidos pequeños y medianos empresarios, con el apoyo de algunos grandes (como el llamado Véio da Havan) llegaron a las puertas de cuarteles pidiendo intervención en el STF y el Congreso. Si, por un lado, esto puede leerse como un acto de desesperación y una expresión de la debilidad de Bolsonaro en la pandemia del coronavirus, por otro lado, demuestra audacia para reaccionar, voluntad de luchar contra los obstáculos que se le presentan a un presidente presionado por la crisis.
Cada vez más tiendo a considerar la hipótesis de que, aunque existen divergencias en las Fuerzas Armadas y entre bolsonaristas y militares, estos actores, en general, están unidos en torno al autoritarismo de Bolsonaro y en torno a la primacía del mercado, dejando en un segundo plano, políticas públicas para promover los derechos a la salud ya la renta básica y para preservar el empleo.
Los liberales (en el Congreso, en el STF, en los partidos, en la sociedad civil) temen y rechazan a la izquierda más que a cualquier otra fuerza política. Tienen más coraje y disposición para desafiarlo. Es más probable que hablen con dureza a la izquierda y toleren el comportamiento salvaje de la extrema derecha. Además, destacamos que el presidente del Banco Central les dijo a los inversionistas que es mejor para la economía tolerar las muertes por coronavirus que para el Estado combatir el virus en detrimento de los negocios. Debe expresar una cierta visión existente entre los agentes del mercado. ¿Se podría pensar que el sector financiero, tan venerado por los liberales, no rechaza tanto la flexibilización del aislamiento social preconizada por Bolsonaro?
En este contexto, el liderazgo político es fundamental para intentar atraer a los liberales a la defensa de la vida y la democracia. Urge una posición firme, que busque coser un amplio frente único en torno a una política de alineamiento con las recomendaciones de la OMS, como hacen los principales países de Europa, así como la defensa de los estímulos fiscales y monetarios por parte del Estado. Esta es la mejor manera de preocuparse por la economía, es la mejor salida y no significa la invención de la rueda, porque eso es lo que está pasando en Alemania, Francia, Japón, etc.
La perspectiva de un frente programático de dos caras no contrapone la salud y la economía, ya que sitúa al Estado como mediador entre estos dos intereses. El gobierno de Bolsonaro no tiene ni el interés ni la capacidad de poner al Estado en una política de este tipo, por lo que el Congreso tomó la iniciativa, con el apoyo del STF. Al perder el apoyo institucional, Bolsonaro comenzó a retomar sus conocidos ataques al Legislativo y al Judicial.
La coalición tiene una dimensión objetiva (que tiene y tiende a tener un impacto estructural) y una dimensión subjetiva (voluntaria). En el caso del frente amplio contra la pandemia y por la democracia, objetivamente ya existe. Hay un rechazo difuso al programa de doble pandemia de Bolsonaro, una pandemia en la salud y en el orden democrático. Este rechazo difuso es un amplio frente objetivo, que tiene cierto impacto estructural en el sentido de frenar (no bloquear) una dictadura explícita.
Por otro lado, sería muy importante que este frente amplio sea más concreto y efectivo. Pero, incluso si esta concreción no se materializa, las fuerzas democráticas deben propagarla con más firmeza. No se sabe de antemano quién se involucraría en acciones más efectivas impulsadas por el frente político, pero explicar consciente y subjetivamente el proceso objetivo de repudiar el irrespeto presidencial a la epidemia y repudiar a la dictadura es necesario para el país y para la oposición a la misma. agitación del gobierno federal.
Bradesco, Itaú y Vale, además de Globo, defienden políticas pro mercado, pero están apoyando la lucha del Estado contra la pandemia sanitaria, lo que no hace Bolsonaro. No sé si Bradesco, Itaú y Vale repudian los ataques a la democracia, pero vi Folha, Globo, Dória, varios periodistas, etc. criticar el autoritarismo de Bolsonaro expresado nuevamente en el Día del Ejército. Por otro lado, también hay grandes empresas que han apoyado el paquete de estímulo fiscal para familias y empresas necesitadas. Y hay actores como el presidente del BCB minimizando la pandemia y primando los intereses de las finanzas.
Finalmente, corresponde a la oposición buscar sensibilizar y tratar de profundizar el movimiento objetivo de diversos actores contra la dictadura, contra la pandemia y por un papel más activo del Estado en las políticas de la economía de guerra.
*Marco Ianoni Profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Federal Fluminense (UFF)
Artículo publicado originalmente en el sitio web debate brasil.