El laberinto del genocidio

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por LUIZ MARQUÉS*

El negacionismo tiene una amarga factura que pagar por las familias en duelo

Una ampliación conceptual, la segregación explícita defendida en la insignia de una entidad federativa, la muerte premeditada de un gobernante en medio de la proliferación del virus y el menosprecio de las culturas originarias son evocaciones de un fenómeno histórico. Ante la cuarta victoria presidencial consecutiva del PT, las clases dominantes generaron una herencia que da cuenta de dos plagas letales: Jair Bolsonaro y el bolsonarismo. Estas plagas agravaron la maldición polifacética del "genocidio".

 

Ampliación del concepto

El delito de genocidio está recogido en la Resolución 96, de 1946, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Vinculó una intencionalidad subjetiva a un acto objetivo. La iniciativa se hizo eco del Holocausto judío en las cámaras de gas nazis de la Segunda Guerra Mundial. En Brasil, diez años después, el delito fue tipificado por la ley como “la intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. Ilustraba: “(i) matar a miembros del grupo; (iii) causar un daño grave a la integridad física o psíquica de los miembros del grupo; (iii) someter intencionalmente al grupo a condiciones de existencia capaces de acarrear su destrucción física total o parcial”. Se reafirmó el nexo de causalidad.

En 1977, sin embargo, el líder del movimiento negro Abdias Nascimento envió un manifiesto titulado Genocidio del negro brasileño: proceso de un racismo enmascarado, al Festival Mundial de Artes y Culturas Negras Africanas (Festac 77), en la ciudad de Lagos/Nigeria, informa el Diccionario de negacionismos en Brasil, organizado por José Szwako y José Luiz Ratton. Se amplió el concepto.

En el libelo, el intelectual orgánico acusa al Estado de borrar el formidable aporte negro a la nación en todas sus dimensiones y, al mismo tiempo, problematiza la intencionalidad expresada como criterio para una conceptualización. Los hechos hablan, per se, sin obligación de un fin estipulado por la voluntad de los súbditos. A la violencia, en sentido amplio, se sumó el genocidio de afrodescendientes.

Los humanos somos seres lingüísticos. Las palabras pronunciadas impulsan acciones con el potencial de atacar, herir y matar, analiza Judith Butler, en El discurso del odio: una política de lo performativo. Feminicidio, homofobia y la intimidación dar pruebas completas. El sistema inocula el racismo institucional (estructural) en la vida social y el lenguaje. La contraofensiva de la narrativa “políticamente correcta” se justifica para expulsar del espacio público expresiones discriminatorias. Los cínicos se burlan.

 

Masacre de Porongos

Recientemente, la Asamblea Legislativa de Rio Grande do Sul aprobó una Propuesta de Reforma a la Constitución (PEC) para dificultar la modificación de un pasaje racista del himno de Rio Grande do Sul: “La gente que no tiene virtud acaba siendo esclava”. Como si esclavizadas fueran personas sin cualidades morales y, por tanto, merecedoras de vegetar en cautiverio. En última instancia, la culpa de la esclavitud recaería en la víctima, no en el perpetrador. El razonamiento es perverso; la decisión de los diputados, ídem. Una forma no tan sutil de bloquear el debate sobre un genocidio que persiste en la contemporaneidad.

El argumento a favor de la permanencia de la frase mistificadora de la supremacía blanca recupera el pensamiento sociológico autoritario de principios del siglo XX, que incubó la noción totalitaria de “Estado Integral” de la Ação Integralista Brasileira (1932). "La tradición demuestra que somos un solo pueblo", afirmó el portavoz ultraderechista. El razonamiento es crudo: el pueblo es uno, la nación es una, el Estado es uno. Los partidos políticos, los sindicatos, las etnias, porque solo representan partes, son desechables. “Nuestro partido es Brasil”. No habría por qué jugar con la lírica tradicionalista. Se actualizó la cobarde masacre de Porongos, donde los lanceros negros fueron diezmados en la Revolución Farroupilha (1835-45), debido al traicionero acuerdo alcanzado entre la élite provincial y el gobierno central.

La incapacidad de defender la diversidad en la unidad es inherente a los regímenes cerrados. Representantes del PT, PSOL y PCdoB votaron en contra de la PEC que levantó barreras para impedir que la historia cambiara la letra del himno. Impulsados ​​por los nuevos fascistas, otros se unieron con una discriminación salvaje. La infame racialización fue respaldada por el Parlamento. Después del flagrante trabajo análogo a la esclavitud en las grandes bodegas, les tocó a los neocolonialistas enterrar la memoria de los ideales igualitarios de Giba Giba y Sirmar Antunes. Abdias Nascimento, que da su nombre a un paso elevado en la capital de Rio Grande do Sul, rechazaría el homenaje oficial al ser confrontado con el puñal en el corazón del pedido de reconocimiento.

No es de extrañar que el gobernador Eduardo Leite, del PSDB, apoye el retroceso avalado por su base parlamentaria que, hola!, encierra el PDT y el PSB. Corrobora también la suspensión de empleo de los cuadros reservistas de las Fuerzas Armadas, los colegios militares, cuyo adoctrinamiento en la disciplina y la obediencia domestica la fuerza de trabajo con miras a ocupar puestos de baja calificación en el mercado laboral; en lugar de invertir en una pedagogía de la libertad, la creatividad y el liderazgo de los jóvenes con la expectativa de aprovechar mejores oportunidades laborales en el futuro. El tucán halaga al neofascismo, en la peligrosa ilusión de pescar votos centristas en el pantano de Casa Grande.

 

Deuda del negacionismo

La decisión del ministro de la Corte Suprema, Gilmar Mendes, de desarchivar el proceso que investiga la omisión o negligencia del expresidente en la pandemia abre el camino a la responsabilidad penal de las 700 víctimas en el período. El negacionismo tiene una amarga factura que pagar por las familias en duelo. De hecho, la mitad de las muertes eran prevenibles. Corresponde a la Procuraduría General de la República (PGR) pronunciarse sobre si retomar o no el tema. Anteriormente, archivado a petición de ella.

El anatema genocida, el inelegible ya lo tiene. Esta categoría incluye al Diputado General Eduardo Pazuello (PL/RJ), el ex Ministro de Salud que banalizó el mal (“uno manda, el otro obedece”). Solo un castigo riguroso de la jerarquía en la cadena de mando traerá paz a las almas de los sobrevivientes.

Los responsables, por ley, adoptaron la estrategia de inmunidad colectiva en lugar de inmunizaciones. Boicotearon el aislamiento social por el bien de la economía. Retrasaron la compra de vacunas a costa de miles de vidas. Propagaron medicamentos no recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se impusieron cuando fueron informados de negociaciones de autoridades oficiales en la compra de dosis de vacunas al margen de la vía legal, con sobornos multimillonarios. Por si fuera poco, se burlaron vida el dolor y el sufrimiento de los pacientes con dificultad para respirar. “Gripecita”, “Basta de mimimi”, “País de mariquitas”, “¿Quieres convertirte en caimán?”, “Es el destino”, “Todo el mundo se va a morir”, “No soy sepulturero, taokey? "

“Jair Bolsonaro nunca fue demócrata y el bolsonarismo, aunque vago y difuso, se caracteriza por una doctrina racista, autoritaria, excluyente y por el cultivo del odio y la mentira como forma de movilizar a sus militantes”, escribe Francisco Carlos Teixeira da Silva, en el artículo “Bolsonaro: tres golpes de Estado y un genocidio”, en Brasil bajo los escombros: desafíos del gobierno de Lula para reconstruir el país. No es la ausencia de empatía lo que está en el centro, sino la responsabilidad por el exterminio de quienes se vieron privados de un tratamiento adecuado y factible durante la pandemia.

 

juzgar, condenar, castigar

Francisco Carlos Teixeira da Silva suma otra bestialidad al currículum del falso mesías: “Además de la urgente necesidad de intervención en situaciones de emergencia, como el caso del genocidio de la comunidad yanomami”. El caso involucra a la directora de la Funai, pastora fundamentalista pentecostal, y a la exministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, Damares Alves, quien no se subió al guayaba para ayudar a los guardianes de la selva. Hay sospecha de desvío de recursos económicos y medicamentos a ONG vinculadas a iglesias evangélicas. Las cifras están siendo calculadas, tienen el tamaño exacto del pecado.

El exjefe de la Oficina de Seguridad Institucional (GSI), general Augusto Heleno, y el exvicepresidente general y ahora senador, Hamilton Mourão (Republicanos/RS), son sospechosos de facilitar la invasión de buscadores en tierras indígenas. Los procedimientos para aniquilar a los antepasados ​​tenían la aprobación del teniente, y por causa de la jubilación obligatoria a los 33 años, capitán, gracias a un ascenso no ganado. El terrorista planeó detonar bombas de relojería para presionar el aumento salarial de la corporación. El dictador Ernesto Geisel consideró su expulsión. Al final, fue recompensado.

El genocidio (físico y simbólico) perpetrado por la trama cívico-militar hizo posible el horror contra la población étnica. Jair Bolsonaro merece ser juzgado, condenado y castigado por las perversiones cometidas en los cuatro años de desgobierno al servicio de la nobleza rastaquera, a la que no le gusta la patria ni el pueblo. La reconstrucción de las instituciones bajo el sesgo de la democracia requiere que los crímenes de lesa humanidad salgan del anonimato y se expongan junto a los sinvergüenzas, pillados con la boca en la lata. Cero amnistía para ellos.

Sin embargo, la justicia se sitúa dentro de la cosmovisión liberal, centrada en individuos atomizados o en formación de pandillas. Para elevar la percepción plebeya al nivel de crítica dialéctica, es necesario señalar el papel, en la necropolítica, de las clases dominantes aún desconocidas en la opinión pública.

 

El pueblo y no las élites

El paso de la conciencia real a la conciencia posible no es mecánico, libresco, amateur. Implica una participación activa en los movimientos sociales y disputas ideológicas con el valor rector de la solidaridad, como alternativa a la competencia que convierte al hombre lobo del hombre (lupus homo homini), en la jungla del capitalismo. Más: llama a involucrarse en las “guerras de posiciones” que forjan consensos hasta salir del laberinto del genocidio. El hilo conductor de Ariadna es la praxis política.

Desde partidos y entidades progresistas (sindicatos, comunales, centrales estudiantiles) se esperan movilizaciones callejeras para desafiar la informalidad, choferes y repartidores de aplicaciones, teleoperadores, vendedores de cosméticos, etc. Es en los estratos afectados y humillados por la sobreexplotación capitalista donde se desarrolla la utopía o la distopía. Hoy, la lucha de clases establece una división entre el “pueblo” y las “élites”. Los hechos avalan el maniqueísmo populista.

La extrema derecha ha simplificado la lucha de clases. “La reacción conservadora busca una transformación profunda de los términos del discurso político y la creación de una nueva 'definición de la realidad' que, bajo el manto de la 'libertad individual', legitime las desigualdades y restablezca las relaciones jerárquicas que las luchas (emancipadoras) de décadas anteriores habían destruido”, según Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, en Hegemonía y estrategia socialista: hacia una política radical. Los actores colectivos ahora están constituidos por el antagonismo. Aunque cuestionable, es cierto que el “centro político” se ha evaporado. Además, no fue un factor civilizatorio, salvo en el mito de la modernización neoliberal que amplió la distancia de la cima a la base de la pirámide social. Ver entrevista de Paulo Arantes, en el sitio web la tierra es redonda.

En las condiciones actuales, la revolución democrática no se proyecta en el consenso dialógico intersubjetivo. Lênio Streck tiene razón: “La CPMI trata el intento de golpe de Estado como un robo en un supermercado”. Es un error naturalizar la gravedad del enredo que culminó en la golpe de estado fallido. Las próximas elecciones en Estados Unidos y Brasil afectarán el desenlace de la trama, que acecha el futuro con la crisis climática, la crisis democrática y la crisis geopolítica. Los cambios al alcance del gobierno Lula 3.0 sirven de dique a una dinámica con empuje internacional. En nuestro tiempo, el destino del mundo lo decide la barbarie o el socialismo. Como advierte el poema, de Thiago de Mello: “El tiempo es para el cuidado, compañero. / Es sobre todo un tiempo de vigilia. / El enemigo anda suelto y se disfraza”.

* Luis Marqués es profesor de ciencia política en la UFRGS. Fue secretario de Estado de Cultura de Rio Grande do Sul durante el gobierno de Olívio Dutra.


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