por EUGENIO BUCCI*
El periodismo confiable respeta las expectativas de veracidad de sus fuentes y audiencias
Para la pequeña porción de los lectores poco probables que todavía están interesados en los estudios de periodismo, acaba de salir un documento de lectura obligada: Más allá de la objetividad: producir noticias creíbles en las salas de redacción de hoy (Más allá de la objetividad: producir noticias confiables en las salas de redacción de hoy). Publicado por la Escuela de Periodismo y Comunicaciones Walter Cronkite (Escuela de Periodismo y Comunicación de Masas Walter Cronkite), Universidad del estado de Arizona (Universidad Estatal de Arizona), en colaboración con el Fundación Stanton, el folleto muestra que el concepto que teníamos del reportaje objetivo ha entrado en crisis.
Ambos autores son nombres de renombre en la profesión. Leonard Downie Jr., profesor de la Escuela Walter Cronkite, hizo carrera en el diario El Correo de Washington, donde se convirtió en editor ejecutivo. Andrew Heyward, profesor de la misma facultad, fue presidente de CBS News entre 1996 y 2005. Tras consultar una bibliografía acreditada, el dúo entrevistó a 76 personas que ocupan puestos clave en la prensa de Estados Unidos y llegó a una conclusión no trivial: la La palabra “objetividad”, tan cara a la tradición de los periódicos, está pasada de moda (anticuado). Reporteros y editores ya no tienen el mismo gusto para pronunciarlo. El término ya no nombra el requisito central de credibilidad, ya que “ha perdido su poder para definir los más altos estándares de excelencia periodística”.
Por supuesto, Leonard Downie Jr. y Andrew Heyward no recomiendan ignorar los hechos. Su proyecto es ir más allá, no por debajo, de la objetividad. Las nuevas generaciones de periodistas, que desconfían de este sustantivo, vuelcan sus mejores energías en otros, como “precisión” y “verdad”.
El punto de partida sigue siendo los hechos comprobables –a estas alturas, nada nuevo bajo el sol–, pero nadie consigue decir la verdad sólo enumerando hechos. Más que investigar lo sucedido, el periodismo necesita iluminar el contexto que se esconde bajo la superficie y tener en cuenta las múltiples perspectivas de análisis, sin caer en la trampa de las narrativas sesgadas.
Sí, se hizo más difícil. La función periodística, que ya no era sencilla, es ahora más compleja. La cobertura debe reportar eventos, por supuesto, pero no puede detenerse allí; necesita escapar de la actitud burocrática de simplemente escribir lo que sucedió y luego recopilar una declaración en contra y otra a favor. downey jr. y Hayward son categóricos: “Evitar el enfoque perezoso de la 'otredad' (ambos-lados-ismo). "
No se trata de descuidar la realidad, en modo alguno, sino de mirar más allá. Se trata de examinar los antecedentes y descifrar las opiniones razonadas que entran en conflicto. El texto periodístico sólo es realmente bueno cuando, además de narrar lo sucedido, destila pensamiento. Sólo entonces reflejará lo real y reflexionará sobre lo real.
En suma, lo que entró en crisis no fue el intento de captar los datos objetivos de la realidad, sino la prepotencia con la que muchos ondearon la bandera de la objetividad. No puede continuar así. Ya no sirve de nada el reportero que describe un episodio de manera olímpica, escucha una fuente favorable y otra contraria y, con eso, da por cerrada la obra, el ciudadano que se da la vuelta para encontrar la conclusión. La prensa responsable no tiene nada que ver con la indiferencia. O vibra junto con el público o quedará aislada.
Es en ese sentido que la buena escritura periodística busca revelar las fuerzas que pugnan por hacer prevalecer una interpretación u otra, deja claro su método de trabajo, abre los ojos a la diversidad y comparte con el público los valores y principios que la guían. Todo se reduce a una cuestión de honestidad, en tres frentes simultáneos: honestidad para denunciar lo sucedido, para escudriñar el contexto y, en tercer lugar, para no ocultar los propios compromisos.
El ideal de la fría precisión, que siempre ha sido una forma de impostura positivista, ha caducado. Por encima debe estar la relación franca con el público. El periodismo de confianza respeta las expectativas de veracidad tanto de sus fuentes como de sus audiencias, así como respeta su coherencia interna. Así, teje el diálogo entre sujetos activos en un patrón civilizado y pacífico. En otras palabras, el periodismo se hace en intersubjetividad racional.
En un libro publicado en 2000, Sobre Ética y Prensa (Companhia das Letras), yo mismo traté el tema. Cito una sola frase: “Cuando el periodismo busca la objetividad, está buscando establecer un campo intersubjetivo crítico entre los agentes que allí actúan: los sujetos que producen el hecho, los que observan y reportan y los que toman conciencia del hecho” . La idea sigue siendo válida.
La objetividad en la prensa se traduce en intersubjetividad activa. Ningún discurso militante, ni mucho menos. El buen periodismo suele ser más cálido –más comprometido, si se quiere–, pero no debe confundirse con la propaganda, los panfletos o el proselitismo partidista. Sigue viva la primacía de la verdad fáctica, mucho más que objetiva. Lo que quiere de nosotros es independencia e inteligencia.
*Eugenio Bucci Es profesor de la Facultad de Comunicación y Artes de la USP. Autor, entre otros libros, de La superindustria de lo imaginario (auténtico).
Publicado originalmente en el diario El Estado de S. Pablo.
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