por BENICIO VIERO SCHMIDT*
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Lo primero a destacar, en los hechos de los últimos días, es el papel del STF, que no es nuevo, pues ya interfirió, incluso muy recientemente, en la política de salud, liberando para la toma de decisiones sólo a los municipios y estados y prohibiendo la Unión Federal de decidir sobre estas entidades federativas, y otras medidas, como la anulación del nombramiento del director general de la Policía Federal.
Esta vez, el protagonismo del STF descansa en cuestiones mucho más complicadas, una de las cuales es la denuncia sobre la naturaleza jurídica de la investigación dirigida por el ministro Alexandre de Moraes. Aun considerando que los investigados por la Policía Federal son reconocidos como agresores del STF, queda la pregunta: ¿el STF no estaría juzgando en su propia defensa? No considero relevante esta discusión jurídica, ya que lo que está en juego es básicamente la democracia brasileña y la existencia misma de poderes interdependientes.
El segundo aspecto relevante de este protagonismo –independientemente de la estricta legalidad de este proceso, tema que será muy discutido a partir de ahora por juristas y políticos– es el hecho de que políticamente produce un efecto muy negativo para el gobierno. Es un efecto relevante porque le muestra al gobierno, frente a la opinión pública, que es necesario tener cuidado, ya que hay alguien atento con el poder de intervenir. Considero más importante el efecto político que el efecto meramente legal, ya que este último puede incluso ser detenido en poco tiempo, resultando en nada más que el temor de esos comportamientos desviados por parte de los auditados por la Policía Federal.
Todo esto, una vez más, contribuye a la inestabilidad gubernamental que socava la lucha contra el coronavirus y el deterioro económico, que ya es bastante visible. Mientras los países europeos e incluso los Estados Unidos están discutiendo planes para rehacer políticas fundamentales bajas en carbono, tratando de recaudar recursos para pensar en otro tipo de civilización industrial, Brasil está aislado, permaneciendo al margen y fuera de estas cadenas de decisiones y pensamiento e innovación.
En ese sentido, creo que la presión internacional sobre el gobierno brasileño se hará cada vez más presente a partir de ahora, ya sea desde el punto de vista del comercio exterior, con Europa anunciando un posible boicot a los productos brasileños, o por el hecho de que Brasil se quede fuera. de las cadenas de decisión sobre la innovación, lo cual es gravísimo. Tomemos el caso de la vacuna contra el coronavirus. Muchos países se apresuran a encontrar una vacuna lo antes posible, un esfuerzo respaldado por recursos internacionales. Brasil está aislado fuera de este circuito.
Razones no faltan para que sigamos trepidantes, nerviosos, sin saber muy bien qué rumbo tomarán las cosas, aunque probablemente seguirá el mismo camino que se está definiendo ahora. Seguimos en medio de muchos contratiempos, muchos accidentes, pocas decisiones y desprecios, una naturalización del coronavirus que está matando a más de mil personas al día.
*Benicio Viero Schmidt es profesor jubilado de sociología de la UnB. Autor, entre otros libros, de El Estado y la política urbana en Brasil (LP&M).
Artículo establecido a partir de un debate producido por la consultoría fuerzar.
