por RENATO ORTIZ*
En la soledad de la pantalla digital, el individuo vive la ilusión de su infinito, el otro es percibido como potencialmente perturbador en su presencia invasiva. La lesión lo protege, refuerza las barreras de su narcisismo.
El término deriva del latín clásico. insulto, literalmente significaba asalto; Se usaba comúnmente en el lenguaje militar como sinónimo de ataque, también expresaba la idea de un lugar de protección ante las amenazas enemigas, es decir, “por insulto”. Con el tiempo, las lenguas se doblegan ante las exigencias de la historia, el concepto se identifica como insulto, ultraje, palabra ofensiva a la dignidad del otro.
El contenido colectivo anterior deja de existir y predomina la dimensión individual, el acto se centra en un objetivo preciso; está el insultador y el insultado, el que ejerce la violencia verbal y aquel a quien va dirigida. En este sentido, se diferencia de la idea de decir malas palabras; Las malas palabras muchas veces pueden implicar desprecio hacia las personas, sin embargo, en algunas ocasiones, se pronuncian sin considerar la existencia de alguien ajeno a quien las dice (por ejemplo, cuando digo “mierda”, “mierda”, al tropezar) .
Los lingüistas dicen que el insulto es inseparable del contexto en el que su significado se vuelve completo, plenamente inteligible. Existen insultos rituales, generalmente realizados entre jóvenes, cuando uno de ellos habla y el otro responde en el mismo tono ofensivo; Los insultos mutuos no necesariamente tienen una intención peyorativa, simplemente indican pertenencia a un grupo específico (ocurre principalmente entre miembros de una pandilla).
También pueden hacerte reír; Henri Bergson decía que la risa tenía la “función de intimidar y humillar”, revelaba la malicia escondida en el alma de todo ser humano, una insensibilidad que “adormecería el corazón” (los humoristas están horrorizados por su interpretación). Habría entonces una especie de afinidad electiva entre el insulto y la risa.
El insulto es un recurso muy utilizado en política; en las disputas argumentativas, el oponente suele quedar descalificado. En la batalla que hay que ganar, la estrategia de combate elegida combina el desdén, el olvido y el desprecio. Pero se trata de una “lucha” específica entre antagonistas, no exactamente una “guerra” de destrucción. Sin embargo, su generalización y recurrencia lo transforma en un elemento constitutivo de un tipo de lenguaje, es decir, de aprehensión del mundo.
Una lengua no se refiere sólo a un hecho fortuito, las palabras que lo nombran, modela el pensamiento. Constituyen categorías de clasificación y conocimiento de la realidad. Todo sistema autoritario pretende disciplinar el lenguaje. De esta manera, el insulto se convierte en un recurso natural de expresión lingüística. Esto ocurre con las declaraciones agresivas hechas y repetidas por grupos de extrema derecha (en particular los que he llamado Lengua franca del boçalnarismo). Forman parte de un léxico en el que la intolerancia se ha convertido en una virtud.
El choque con el mundo se basa en una concepción filosófica, es decir, una ideología que presupone la existencia de un “nosotros” contra “ellos”, una perspectiva excluyente en la que el adversario es un enemigo, un extraño al que hay que degradar, preferiblemente eliminar. . La realidad, o verdad, como dicen los filósofos, es en este caso un ruido impertinente que hay que eliminar. La violencia verbal cumple el papel de reducir al otro a una posición de humillación e impotencia, su presencia ilusoria es desarmada por la convicción y el ruido de la ofensa.
Existe una correlación entre insulto y espacio público. Restringida al ámbito privado, su implicación es parcial, involucrando sólo a los participantes en el acto discursivo. En definitiva, se puede decir que el espacio público es un territorio común en el que se expresan las opiniones individuales. Presupone dos dimensiones: la común y la individual. Sin embargo, en sus orígenes, en la modernidad industrial, existe una clara distinción entre lo público y lo privado.
La modernidad del siglo XIX amplía el espacio para que las personas sean incluidas, independientemente de sus raíces sociales o estatales. Sin embargo, también establece una clara separación entre privacidad y dominio público. Walter Benjamin solía decir que en el confort de los hogares burgueses, los muebles estaban marcados por las huellas dactilares de sus propietarios. La casa era un refugio del bullicio de la calle. Las fronteras se expresaban claramente en un género literario de la época, las novelas femeninas (pienso en Jane Austen) en las que las mujeres se encontraban confinadas en el espacio vital y su entorno (bailes y fiestas).
Pero la esfera pública se está transformando, particularmente con los medios y los cambios tecnológicos; Las redes sociales radicalizan este proceso, rompiendo la incompatibilidad que existía anteriormente. La interacción se expande, involucrando a un conjunto de actores que habitan un universo compartido. Pero no podemos olvidar que la deslocalización de las interacciones digitales favorece una exacerbación del Yo, se vuelve público, está “en todas partes”.
La subjetividad se experimenta así en su expansión, se percibe como una cualidad infinita, no puede ser restringida. Los obstáculos en relación a la comunicación no constituyen exactamente una censura de lo que se dice, es la restricción que constriñe, circunscribe la acción del Yo mínimo a la pequeñez de sus fronteras.
En la soledad de la pantalla digital, el individuo vive la ilusión de su infinito, el otro es percibido como potencialmente perturbador en su presencia invasiva. La lesión lo protege, refuerza las barreras de su narcisismo. En su significado original, insulto nos llevó a la idea de agresión; Irónicamente, los “nuevos tiempos” nos acercan a su pasado etimológico. La exacerbación del individualismo construye un “lugar de insulto” en el que el ruido del lenguaje queda resguardado de las tormentas de la vida.
* Renato Ortíz Es profesor del Departamento de Sociología de la Unicamp. Autor, entre otros libros, de El universo del lujo (Alameda). Elhttps://amzn.to/3XopStv]
Publicado originalmente en Blog de BVPS.
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