por ANA LUIZA SARAMAGO STERN*
Un hombre subió por la rampa y se hizo presidente. Una semana después, fascistas y antidisturbios subieron por la misma rampa.
Lula sube la rampa del Palacio del Planalto, una semana después la misma rampa es tomada por fascistas, y tras ellos las tropas de choque de la Policía Militar del Distrito Federal. Es necesario reconquistar lo simbólico.
1 de enero de 2023. Era un hombre al pie de la rampa. Sólo un hombre inmóvil, como esperando lo improbable, lo imposible, el hecho. Después de veinte años, después de 580 días, después de muchas muertes, era un hombre al pie de la rampa. Había estado allí antes, hace veinte años, el mismo desfile, la misma ceremonia, la misma anticipación, pero ahora no como antes. Pasaron los años, las elecciones, los golpes, pasaron los 580 días. 580 días atrapados en la violencia, la injusticia, la soledad. Atrapados con el levantamiento, los acampados, la Resistencia. Atrapado sin familia, sin amigos, sin resignación. Y allí estaba de nuevo, un hombre al pie de la rampa, pero ya no como antes.
Lula asume un Brasil en pedazos. Piezas oficiales que el atónito equipo de transición da cuenta de daños, pérdidas, deudas. En pedazos están las políticas públicas, la cultura, la seguridad social, la vacunación, en pedazos. En la política juntando las piezas, tantas piezas, el frente amplio que no se puede desgarrar. Pero, sobre todo, la sociedad, cansada, dividida, hecha pedazos. Sociedad que en su mayoría eligió al hombre al final de la rampa, pero en otro 49% de las piezas habría elegido de otra manera.
Una vez ganadas las elecciones, una gran hazaña invaluable, contra la mentira, contra la corrupción, contra la ignorancia, contra el fanatismo, una vez ganadas las elecciones, gobernar requerirá mucho más de lo que nunca ha sido necesario. Regla para juntar las piezas, regla para todas las piezas. Unión y reconstrucción, tema sabiamente escogido para un gobierno de Lula, que exigirá toda la incomparable habilidad política de Lula. Tejiendo alianzas, ministerios, parlamentarios, reconstruyendo políticas públicas, cultura, educación. Gobernando un país entero en una sociedad en pedazos.
Y solo tomó una semana para que la pieza más vil se afirmara en la violencia. Una semana después, en la misma rampa, profanando nuestros colores, nuestra bandera, nuestro arte, nuestros símbolos. Después de una semana, en la misma rampa, una parte de la sociedad brasileña se manifestó en destrucción. Porque hay un sector formado por gente que no tiene arte, que no ve arquitectura, a la que nunca le hablaron de Di Cavalcanti, la democracia o la ley no les vale nada. Sin educación, sin cultura, niegan la política a través de la barbarie, violan la Libertad a través del odio, son selfies que demuestran con clamor la negación misma de la vida.
Tras la vergonzosa connivencia de algunos, el caos instalado y los Poderes profanados, horas de destrucción. Entonces, he aquí, finalmente (dada la orden de las autoridades) se restablece el orden con el sonido de las bombas, los uniformes negros y el caveirão. Es el escuadrón antidisturbios el que ahora ocupa la rampa. Y las consecuencias de la ley, arrestos, identificaciones, alborotadores, campistas, financieros, políticos, agentes públicos, todos los pedacitos involucrados en la depredación deben seguir. La democracia es orden y es hora de restablecer el orden.
La telaraña política plural que se acaba de tejer en apoyo al nuevo gobierno debe funcionar en medidas de rendición de cuentas, medidas políticas, discursos de desaprobación. Después del acto, en las piezas envueltas, la farsa sofocada, los gusanos se van en traiciones recíprocas, se niegan unos a otros, como suelen hacer los sinvergüenzas, las ratas abandonan el barco que se hunde, los escenarios de un teatro donde cada uno pasa la búsqueda política individual. supervivencia. Al igual que Pedro, niegan a su ex líder tres veces, sabiendo todo lo que niegan ahora solo para apoyarlo más adelante en cualquier oportunidad.
Habrá que sacar a la luz a los culpables, desentrañar la financiación, desenmascarar a los políticos. Habrá que dar a conocer las redes de simpatizantes virtuales o reales, los pobres o los empresarios, la democracia debe ser implacable frente a sus adversarios, pues se pone en riesgo si evade las amnistías. Pero, además de este necesario ajuste, conviene recordar que la rampa no es para antidisturbios. Toca reconstruir las piezas. Corresponde reconstruir la educación, la cultura, la vacunación, la seguridad social.
Que sean detenidos los que violaron a las mulatas de Di Cavalcanti, pero que los siguientes hijos sean preservados no por miedo al peso de la ley, sino por amor al arte ya la belleza. Que las vidrieras y los colores devuelvan el aprecio por lo simbólico de nuestra cultura, por el verdadero valor de nuestra historia, de nuestro arte. Porque los colores de nuestra bandera son de todos los brasileños, el amarillo de nuestro sol, el verde de nuestros bosques, no caben en la repugnante espalda de un fascista. Es necesario reconquistar lo simbólico.
La mejor arma contra el fascismo es el amor a la democracia, el aliento de libertad, el respeto a todos los seres y todas las creencias. Esperanza, alegría, mañana hay que rescatar. Toca hacer de todas las piezas un mosaico plural y colorido de una misma sociedad justa y fraterna, toca rescatar el sueño y la ensoñación. Corresponde al nuevo gobierno, ya todos los que valoramos la democracia, una tarea hercúlea, una misión histórica, un reto de supervivencia. O tomamos simbólicamente la rampa de la Meseta, rescatando nuestros colores, nuestro arte, nuestra historia, nuestra cultura, o serán ellos los que estarán a vuestros pies en el futuro.
Era un hombre al pie de la rampa, un hombre que la subió. No acompañado de políticos ni de autoridades, un hombre del brazo del pueblo. Subió por la rampa un hombre, un niño, una mujer, un indio, un perro. Un hombre subió por la rampa y se hizo presidente. Una semana después, fascistas y antidisturbios subieron por la misma rampa. Ojalá ganen los vientos de la democracia. Ojalá queden ahí los que legítimamente subieron la rampa el 1 de enero de 2023. Porque había un hombre al pie de la rampa, pero no era solo un hombre el que subió la rampa, detrás de él y con él estaba la multitud.
*Ana Luisa Saramago Stern Profesor del Departamento de Derecho de la PUC-Rio.
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