El historiador del futuro

Image_ColeraAlegría
Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram

por RAFAEL IORIS*

¿Entraremos aún más en el túnel del tiempo revivido hoy con las teorías fascistas o habrán resultado los llamados al fin de la mayor pesadilla de la historia reciente?

Mirando a Brasil en las últimas semanas, parece plausible pensar que el historiador del futuro tendrá grandes dificultades para tratar de explicar la creciente paradoja entre la enorme movilización de amplios e influyentes sectores de la sociedad nacional en oposición al actual gobierno y la continuidad de niveles todavía significativos de apoyo al mismo. Y aunque editoriales, artículos, análisis de periodistas y académicos han venido afirmando, de manera casi exhaustiva, la insostenibilidad de la continuidad de la actual composición de los representantes en las máximas instancias del poder de la República, las encuestas de opinión pública han señalado consistentemente que entre un tercio y incluso la mitad de los votantes apoya la actual administración pública o se opone a su retirada anticipada.

Si es tan evidente la quiebra del actual gobierno, por notorio involucramiento con sectores de las milicias estatales y notoria incompetencia administrativa, dramática y trágicamente agravada por la pandemia de la Covid-19 (donde Brasil se convirtió en el nuevo epicentro de su expansión mundial), cómo ¿Para entender el llamado aún existente si no al propio gobierno, pero ciertamente a su agenda y especialmente a su retórica? Veo que las claves para comprender tales cuestiones hay que buscarlas en nuestra historia.

Historia de una sociedad no sólo profundamente excluyente y elitista, sino también conservadora, cuando no reaccionaria, violenta y sobre todo profundamente racista. Aunque relevante, un viaje más largo a través de nuestra historia, por ejemplo a lo largo de las líneas evolutivas de lo que se convertiría en la sociedad esclavista más grande y duradera del período moderno, está claramente fuera del alcance de estas líneas. Afortunadamente, para los propósitos aquí propuestos, debería bastar el pasado más reciente, incluso en su forma de memorial de nuestra dictadura cívico-militar.

Recordemos que nuestra dictadura, especialmente en su años de plomo, es decir, entre 1968 y mediados de la década de 70, que, trágica y elocuentemente, incluso hoy, pero especialmente entonces, fueron vistos por muchos como años gloriosos-, disfrutó de un amplio apoyo y atractivo popular! Además de la importante, pero ciertamente no exclusiva, cuestión de las conquistas que las clases medias, bases y voceros del régimen, entonces como ahora, tuvieron durante dicho milagro brasileño, es fundamental recordar que hubo, efectivamente, un apoyo genuino, especialmente por partes de estos mismos segmentos sociales, a la lógica, narrativa y acción del régimen a favor de los llamados la Ley y el orden.

Efectivamente, a principios de la década de 70, ARENA, la primera y central base de los generales en ese momento, se jactaba de ser el partido más grande de Occidente. Un partido que pudiera contar con el apoyo directo y amplio no sólo de concejales y diputados de todo el país, sino también de varios profesionales liberales y múltiples empresarios que así coincidían, explícita o implícitamente, con los mandatos y desmanes de un régimen represor y mentiroso. pero podía, en todo caso, contar con el apoyo de los estratos culturalmente más reaccionarios y moralistas de la población que brindaban, de manera influyente, el apoyo y la legitimación necesarios al autoritarismo en curso.

¡Las viudas del régimen comercial militar siguen muy vivas entre nosotros! Especialmente entre los actuales generales de reserva que encabezan varios de los principales ministerios del actual (des)gobierno, así como entre los oficiales y, curiosamente, incluso en las bases de la policía militar de varios estados, jóvenes que no vivieron la dictadura pero que se aferran al mantra mentiroso de los ancianos propagado desde mano dura eso habría resuelto los problemas del país en los viejos tiempos de los generales. En el ámbito civil, además de la base difusa entre las habituales clases medias urbanas reaccionarias y prejuiciosas, tenemos, entre los partidos políticos, desde nuestra vergonzosa transición (siempre inacabada) en los años 80, el llamado Centrão, de hecho el principal representante del fisiologismo y la corrupción que (¡aunque sus viudas lo nieguen!) ya hacían estragos durante nuestra convocatoria milagro.

Pero si los ecos del pasado son demasiado fuertes para no ser escuchados, la historia tiende a repetirse solo como una farsa, como dice la perogrullada tradicional. Como farsa, si Medici tenía atractivo popular como el dictador amistoso que acudía a los estadios con su pequeña radio de batería, nuestro bufón autoritario se lanza hoy entre la multitud en plena pandemia. De la misma manera, si nuestra dictadura nunca supo y ni siquiera buscó construir una base popular que pudiera agregar un rasgo fascista a su autoritarismo, esto es exactamente lo que nuestro Capitán (retirado) ha estado tratando de hacer. ¿Entraremos así aún más en el túnel del tiempo revivido hoy con tenores fascistas o habrán resultado los clamores por el fin de la mayor pesadilla de la historia reciente?

Mucho dependerá de lo que hagan nuestras clases medias, siempre dispuestas a apoyar al último autoritario de turno que promete garantizar sus magros privilegios desde una precaria pero siempre feroz distinción social.

ARENA sigue firme entre nosotros, ayudando a guiar nuestros caminos, con su habitual estancamiento y prejuicios. Comprender esto es la base para que algo nuevo sea, quién sabe, constituido, pero al menos imaginado.

*Rafael R. Ioris es profesor en la Universidad de Denver (EE.UU.).

 

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES

Suscríbete a nuestro boletín de noticias!
Recibe un resumen de artículos

directo a tu correo electrónico!