La administración Trump ya ha comenzado

Imagen: Sandra González Casado
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por GILBERTO MARINGONI

La retórica de Trump se hace eco de los intentos de volver al unilateralismo de los años 1990 o del intento de obtener ventaja en una renegociación de fuerzas ante la disputa sin precedentes por el poder global.

1.

A los efectos de fijar la agenda global, el gobierno de Donald Trump comenzó la semana previa a Navidad, a través de un post en la cadena X allí, el presidente reelecto difundió al mundo el deseo de comprar Groenlandia, recuperar el canal construido en Panamá. y controlado por Estados Unidos entre 1904 y 1999, y anexando Canadá, convirtiéndolo en el 51º. estado de la federación.

Los posts se han sucedido ininterrumpidamente desde entonces, con provocaciones descaradas, como la publicación de un mapa de América del Norte con la zona de Estados Unidos y Canadá fusionadas bajo los colores de la bandera de rayas y estrellas. O renombrar el Golfo de México como Golfo de América, además de repetir declaraciones sobre la necesidad estratégica de posesión de Groenlandia, territorio autónomo en manos de Dinamarca, algo que ya discutió en su primer mandato. Como en política, el poder de fijar una agenda –o definir los principales temas del debate público– es esencial en cualquier disputa, Trump centralizó las noticias internacionales.

La semana pasada, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, rechazó las intenciones relativas a su trofeo colonial, seguida por Olaf Scholz y el ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot. Entonces, la presidenta de México, Claudia Scheinbaum, grabó un mordaz vídeo contra el futuro ocupante de la Casa Blanca.

Los avances de Donald Trump en el escenario internacional contaron con el apoyo de dos aliados. El primero es el multimillonario Elon Musk, que se posiciona como principal ministro, interlocutor y portavoz del presidente electo. Elon Musk expresó públicamente su apoyo a la Alianza por Alemania (AfD), partido de extrema derecha cercano al nazismo, en las elecciones parlamentarias del 23 de febrero que definirán el nuevo gobierno del país. Y Mark Zuckerberg, el martes (7 de enero), anunció, en un vídeo grandilocuente, el fin del sistema de verificación y verificación de datos en las plataformas Meta (Facebook, Instagram y Threads). En otras palabras, la ley estará vigente en Internet, sin frenos.

2.

Es fundamental que examinemos juntos estas iniciativas para comprender el entorno creado por Donald Trump para su toma de posesión. No importa si tales acciones se materializan más tarde; lo que importa ahora son sus repercusiones. A diferencia de lo que ocurre tradicionalmente, cuando un jefe de Estado sólo comienza a gobernar después de tener la pluma en la mano, el extremista ocupa el vacío político de Joe Biden y busca ofuscar las aristas que quedan en el campo interno. Son la derrota en el Tribunal Supremo -de mayoría republicana- en el caso de la actriz porno Stormy Daniels- y el descontento entre la base de su partido en la composición de poderes. Nada que una buena escaramuza exterior no pueda solucionar.

Vale la pena señalar que ninguna de las declaraciones de Donald Trump apunta a los principales enemigos del país, China o Rusia. Se esperarían declaraciones grandilocuentes al menos contra la segunda potencia mundial, que amenaza a Estados Unidos en el comercio, la influencia en el Sur del mundo y en sectores de alta tecnología, como los semiconductores, la inteligencia artificial y la economía en la nube.

Hay cálculo en esta estrategia. El nuevo presidente parece estar buscando renegociar los términos de la alianza atlántica, ahora que la guerra en Ucrania se acerca a su fin, con una clara victoria rusa. A partir de ese reacomodo -o durante el mismo- se definirán las bases para el mayor enfrentamiento.

El primer efecto del conflicto ucraniano no se produjo en los campos de batalla, sino que hizo que la influencia política y económica de Europa occidental fuera irrelevante en el contexto global. La principal economía de la Unión Europea, Alemania, se encamina hacia un proceso de desindustrialización, en medio de una grave crisis económica y política. El gobierno de Emmanuel Macron se ha convertido en un pato saliente, ante maniobras poco edificantes para distorsionar el resultado de las elecciones parlamentarias de 2024, y Gran Bretaña vive su lento y seguro proceso de decadencia. En todo el continente, se vislumbran las nubes de la extrema derecha.

No se sabe si Estados Unidos abandonará la OTAN y las organizaciones multilaterales vinculadas a la ONU, como anunció Donald Trump en su primer mandato. Sin embargo, su retórica se hace eco de los intentos de volver al unilateralismo de los años 1990 o del intento de obtener ventaja en una renegociación de fuerzas frente a la disputa sin precedentes por el poder global entre los ejes occidental y oriental y la consolidación de áreas de influencia no sólo en Europa, sino también en América Latina y partes del Sur Global.

Donald Trump juega a la política y pelea por puestos todo el tiempo. En esto, contrasta con los gobernantes que creen que es posible vivir sus vidas con contratiempos, medidas burocráticas y buscando eternamente zonas de confort ilusorias.

*Gilberto Maringoni Es periodista y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal del ABC (UFABC).


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