Estafa en las redes sociales

Imagen: Manifiesto Colectivo
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por HELENA MARTÍN*

Hasta la fecha, muy pocos actos han llevado a la rendición de cuentas de los promotores de la desinformación y sus financiadores.

Los actos golpistas perpetrados el domingo 8 de enero fueron ampliamente organizados y movilizados desde grupos bolsonaristas que continúan operando en las plataformas digitales. Desde el pasado miércoles 4, varios sistemas de monitoreo mantenidos por instituciones de investigación y la sociedad civil han venido detectando mensajes con llamados a participar en los actos, que detallaban el plan que, al implementarse, llevó a la ocupación y depredación de los edificios de los Tres Poderes de la República Brasileña.

Causa extrañeza e indignación que un acto preparado no sea inviable por parte de las fuerzas de seguridad. Si por un lado las imágenes de este domingo dejan en evidencia la connivencia de parte de las Fuerzas Armadas, policías y hasta de la administración del Gobierno del Distrito Federal (GDF), por otro lado, vuelven a señalar a la ineficacia de las plataformas digitales de las redes frente a la circulación de contenidos que amenazan la democracia y, como tales, son flagrantemente ilegales. En lugar de informar a las autoridades sobre los riesgos inminentes o incluso limitar preventivamente la circulación de dichos contenidos, las plataformas los mantuvieron al aire e incluso monetizaron páginas que producían videos sobre la situación.

Correctamente, el gobierno de Lula decretó una intervención federal en el campo de la seguridad de las GDF. La Abogacía General de la Unión (AGU), que creó recientemente la Procuraduría Nacional para la Defensa de la Democracia, con atribuciones también para actuar frente a la desinformación sobre políticas públicas, solicitó al Supremo Tribunal Federal (STF) (y fue contestada por el Ministro Alexandre de Moraes) que ordena a las plataformas “interrumpir la monetización de perfiles y transmisión de redes sociales que puedan promover, de alguna manera, actos de invasión y depredación de edificios públicos”. La AGU también pide que los datos se conserven durante 180 días. La medida es importante para permitir que los responsables sean sancionados.

Ahora necesitamos pasar de la reacción a la organización democrática del entorno de las redes sociales, que es cada vez más importante para el debate público y para la democracia misma. En ese sentido, corresponde al gobierno federal seguir la recomendación del GT de Comunicación de la transición gubernamental, que propuso que el debate multisectorial sobre la regulación de plataformas, a través de consulta pública, se inicie en los primeros 100 días de gobierno.

El comportamiento de las plataformas digitales a lo largo de las elecciones e incluso frente a actos antidemocráticos demuestra que lo que tenemos hoy es absolutamente incapaz de enfrentar los desafíos que tenemos en este campo. Durante las elecciones, particularmente en la segunda vuelta, aún con las decisiones más duras del STF, lo que vimos fue el mantenimiento de canales, perfiles y contenidos golpistas. Por ejemplo, recién el 31 de octubre, YouTube, la principal plataforma de videos en Internet, cambió sus reglas y comenzó a prohibir “contenido que promueva falsas acusaciones de fraude generalizado, errores o fallas en ciertas elecciones nacionales previamente certificadas, o que los certificados los resultados de estas elecciones fueron falsos en relación con las elecciones de 2022 en Brasil”.

La empresa reaccionó a las críticas, al igual que las demás, luego de que su postura indulgente favoreciera el debilitamiento de la democracia. No es casualidad que el presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), ministro Alexandre de Moraes, en la primera conversación que sostuvo con el entonces presidente electo Lula, abordó la necesidad de regular las plataformas digitales.

“El potencial democratizador de este escenario, sin embargo, ha dado paso al crecimiento de prácticas de desinformación, discurso de odio y violencia política, que amenaza la convivencia social y el régimen democrático, como lamentablemente demostraron las elecciones brasileñas de 2018 y 2022. Sin ser objeto de una visión sistémica y estratégica por parte del Estado, el entorno digital ha incrementado las desigualdades entre segmentos de la población, entre quienes tienen y quienes no tienen pleno acceso a redes y tecnologías y aplicaciones de información y comunicación”, dice el informe fin de GT.

Lo que vimos en el ataque a las instituciones brasileñas muestra que el fenómeno del bolsonarismo no se enfriará fácilmente. Para combatirlo, destaco, en línea con lo que aparece en el informe, la necesidad de una visión sistémica y estratégica, porque si es cierto que varias áreas del gobierno, como la mencionada AGU, el Ministerio de Justicia y el Secretaría de Comunicación Social, inició sus labores en el nuevo gobierno con clara preocupación por la situación de las plataformas e internet en general, aún no está claro si esto significará abordar esta compleja agenda, algo importante para responder a la altura, dejar claro procedimientos y evitar la casuística.

A nivel mundial, avanza el debate sobre la regulación de las plataformas digitales. Es el caso de la Unión Europea, que aprobó la Ley de Mercados Digitales (DMA) y la Ley de Servicios Digitales (DSA), que imponen obligaciones, derechos y prohibiciones para contener el poder de mercado de las empresas tecnológicas, estableciendo además medidas para un mayor escrutinio. de contenidos ilegales en Internet.

En Brasil, el proyecto de ley 2630 también presenta propuestas importantes, especialmente en lo que respecta a garantizar la transparencia y el debido proceso en la moderación de contenidos. Medidas de este tipo podrían limitar el funcionamiento de campañas de desinformación en la red, además de brindar información para que las instituciones actúen preventivamente. La regulación puede significar una organización estructural, que debe ser complementada, como también señala el informe, con medidas de alfabetización mediática y garantía del acceso a internet, para que la población brasileña no quede rehén de un acceso limitado que, en última instancia, también limita la información que tienes.

Además de la situación de internet, cabe señalar que la situación de este domingo también arroja luz sobre la problemática de la radiodifusión, también abordada por el GT, que abordó la necesidad de actualizar la legislación del sector y crear un espacio de recepción de denuncias de infracciones. - algo muy utilizado en países como Francia, Reino Unido y Argentina. Al cubrir los actos golpistas, el Pan joven, una emisora ​​que utiliza una concesión pública, promovió las acciones de los que llamó “patriotas”. La misma emisora ​​estuvo meses cubriendo las ocupaciones frente al cuartel, sirviendo de amplificador del golpe, sin ninguna reacción institucional.

Hasta la fecha, muy pocos actos han llevado a la rendición de cuentas de los promotores de la desinformación y sus financiadores. No podemos seguir conviviendo con golpistas y ver que sus contenidos y acciones guían la vida pública. Gritamos “no a la amnistía”, y también tenemos que gritar por un ambiente democrático en las comunicaciones. Esta es la agenda actual y debe ser vista por el nuevo gobierno como central.

*helena martins Profesor de Periodismo de la Universidad Federal de Ceará. Fue una de las coordinadoras y relatora del GT de Comunicaciones de Transición.

Publicado originalmente en periódico GGN.

 

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