El golpe como proceso

Imagen: Platón Terentev
Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram

por HENRI ACSELRAD & JULIANA NEVES BARROS*

El fascismo bolsonarista viene defendiendo, con mayor intensidad, su presupuesto anterior, la apropiación privada de los espacios comunes

La crisis provocada por la liberación bolsonarista de la minería ilegal en tierras yanomami revivió la discusión sobre la relación entre el proyecto político del neofascismo brasileño –incluyendo sus dimensiones golpistas– y el modelo de acumulación de riqueza. Es bastante visible el hecho de que, junto a la apología de la propiedad privada, el fascismo bolsonarista ha venido defendiendo, con mayor intensidad, su presupuesto anterior, la apropiación privada de los espacios comunes, con la transformación de la acumulación por desposesión –mecanismos de extraeconómicos–. coerción que opera el despojo de tierras campesinas y tradicionalmente ocupadas – en el centro de su proyecto político.

La idea de hombre hecho a sí mismo asociado a la apología del autoemprendimiento, se aplicaría, en este caso, específicamente al de tipo preindustrial, expresado en la figura de los “barones del robo” de los inicios del moderno capitalismo norteamericano,[i] o, en el caso brasileño, el bandeirante. Quizá se podría aplicar aquí una variante del ornitorrinco a la Chico de Oliveira.[ii] – la de la síntesis entre el bandeirante de frontera agromineral, el miliciano de frontera urbana y el terrateniente moderno, que legalizó sus posesiones, en muchos casos, en el tiempo histórico, a través del acaparamiento de tierras.

El western debería centrarse principalmente en la apropiación del mineral (ver referencia obsesiva al niobio, grafeno, etc.). El acceso a los recursos estaría asegurado, a través de la desregulación, a los poderosos, que incluirían, en la frontera, a los propios patrones mineros, así como, en las ciudades, a los soberanos de un espacio individual desregulado, con circulación garantizada por las armas. El trabajo, a su vez también desregulado, estaría sujeto a un tipo de libertad presalarial, la de estar disponible, sin trabas, para servir a los poderosos.

Se sabe que desde las reformas neoliberales de las décadas de 1980 y 90, el modelo de acumulación de riqueza que se instauró en Brasil se caracteriza por su carácter extensivo, fuertemente dependiente de la exportación de bienes. .. La implementación de este modelo se dio junto con la adopción de nuevos mecanismos normativos –a saber, políticas de gobierno, normas jurídicas e institucionales– cuyo propósito fue dar coherencia y dirección a la diversidad de acciones territorialmente expansivas de los grupos dominantes.

Los compromisos institucionalizados establecidos por el neoliberalismo buscaron así conciliar, tanto a nivel gubernamental como privado, decisiones tomadas de una manera que, en principio, no estuvo bien coordinada. Lo que unificaría tales acciones sería la perspectiva de asegurar la rentabilidad y hacer prosperar el complejo agromineral de exportación, atrayendo hacia él nuevos recursos de inversión. La búsqueda de coordinación entre las distintas prácticas de los agentes dominantes se dirigió así básicamente al objetivo de reproducir las relaciones sociales y territoriales propias del modo de acumulación neoextractivista.[iii]

Esto porque la actividad extractiva a gran escala se caracteriza por la búsqueda permanente de ampliar sus bases territoriales, movimiento que se sustenta, por regla general, en procesos de desplazamiento e inestabilidad de las actividades de grupos sociales previamente instalados en los espacios de interés de corporaciones El acceso empresarial a los recursos codiciados por el capitalismo extractivo comenzó así a promover una separación –a través de un repertorio de acciones con distintos grados de violencia– entre grupos de pequeños productores, comunidades indígenas y quilombolas y sus respectivas bases territoriales tradicionales.

Aquí, por supuesto, entra en cuestión la dimensión disciplinaria de la regulación, es decir, la creación de condiciones para la aceptación social del gran proyecto agroquímico o minero, en particular a través de esfuerzos para neutralizar el conflicto y buscar el consentimiento de los grupos sociales afectados por el mismo. proyectos empresariales. La reformulación del régimen normativo buscaba así solucionar el “problema de la socialización en la reproducción”[iv] a través de la adopción de una combinación de normas reglamentarias, que tienen como objetivo coordinar la aleatoriedad de la multiplicidad de sujetos, y normas disciplinarias, que buscan ordenar los cuerpos,[V] lo que, en términos de vocabulario comercial, significa eliminar las "interferencias" -populares, por supuesto- en el progreso de los negocios.

En el caso del cambio en la correlación de fuerzas sociales verificado en Brasil a partir de 2016, lo que se vio fue, por parte de los grupos dominantes, una acción encaminada a ajustar el marco regulatorio a un régimen más favorable a la expansión del capitalismo extractivo. practicas El régimen regulatorio entonces vislumbrado por las sociedades anónimas comenzó a reivindicarse en formatos cada vez menos comprometidos con las normas regulatorias establecidas en el contexto abierto por la Constitución de 1988.

Con el ascenso de las fuerzas neofascistas al gobierno federal, a partir de 2019, lo que empezamos a ver fue un proceso de deconstrucción de los compromisos normativos que habían prevalecido tras el fin de la dictadura y la imposición de un régimen que vino a servir , de manera mucho más directa, a los propósitos de avanzar la frontera de la exploración de tierras y recursos y despojar a los grupos que ocupan áreas codiciadas por las empresas extractivas de sus derechos territoriales. ¿Cómo se habría hecho este ajuste? ¿Por qué medios y en qué sentido se cambiaron las normas reglamentarias y disciplinarias para permitir la apertura de nuevas fronteras para la acumulación extensiva en el país?

Entre las principales estrategias del nuevo régimen regulatorio, podemos destacar:[VI] (i) la legalización de lo ilegal: se estaban abriendo a la explotación comercial áreas antes prohibidas; se legalizó la ocupación de áreas apropiadas ilegalmente; se ha legalizado el uso de sustancias químicas no autorizadas anteriormente por razones de salud; (ii) la restricción y neutralización del control estatal de la ilegalidad: las prácticas ilegales fueron toleradas e indirectamente alentadas por el estado; (iii) desconocimiento de los derechos territoriales de grupos que ocupan áreas codiciadas por empresas extractivas; (iv) la aceleración del ritmo de legalización de prácticas ilegales;

(v) la adopción de estrategias corporativas de descargo de responsabilidad respecto del deterioro ambiental que promueven; (vi) el congelamiento de la estructura territorial concentrada y la adopción de medidas para intensificar esta concentración a través de la expansión de monocultivos sobre áreas biodiversas y sociodiversas; (vii) la limitación de la aplicación de las restantes normas en la protección de las tierras públicas y los derechos de los pueblos y comunidades tradicionales en dos niveles: al interior del aparato de gobierno, por prácticas de hostigamiento a servidores públicos y, fuera de él, por persecución a defensores de derechos e investigadores;

(viii) la adopción de formas innovadoras de ilegalidad y “desregulación por sí solas”, a imagen del recurso oligárquico tradicional del acaparamiento de tierras; recurrir a ciertas ventajas competitivas espurias “dinámicas” obtenidas por el complejo de intereses agrominerales que, en lugar de surgir de virtuosas innovaciones tecnológicas y organizativas, se basan en la apropiación de tierras públicas y trabajos análogos a la esclavitud; (ix) el intento de culturizar la explotación del trabajo y la expropiación de tierras tradicionales, reivindicando la herencia colonial y la dominación neocolonial como costumbre tradicional de los dominantes;

(x) la privatización de formas de seguridad de los activos empresariales mediante variantes de una militarización del control territorial, que puede extenderse al cercamiento de áreas de exclusión para la población en general, y para los pescadores y pueblos tradicionales que desarrollan prácticas de aprovechamiento de los recursos comunes, En particular; (xi) la intensificación y profesionalización de la actividad legislativa y normativa en el ámbito empresarial con formación del personal e inserción en redes de grupos de reflexión internacional; dichos cuadros estaban disponibles para ser, eventualmente, postulados para ocupar cargos en los organismos estratégicos del propio poder ejecutivo.

Sabemos que el “Estado neoextractivista” se viene mostrando, desde el inicio de las reformas neoliberales, como un Estado desregulador, que abre fronteras y libera, para el negocio agromineral, prácticas antes consideradas ilegales. Lo que cambió con el advenimiento de su “fase ideológica”, abiertamente autoritaria, es que el discurso gubernamental pasó a legitimar la autorregulación de las prácticas de ocupación del territorio por parte de las propias corporaciones (al punto de considerar la práctica extinción de las Ministerio del Ambiente) y justificar la pertinencia de la expropiación de los desposeídos. Lo que sucedió fue el establecimiento de un nuevo patrón de división del trabajo de dominación entre el Estado y el capital.

En línea con la concepción del Estado pensado como agente liberador de la circulación del capital – en términos del pensamiento neoliberal a partir del Coloquio de París de 1938[Vii] – se crearon condiciones favorables para que las propias corporaciones gestionaran directamente eventuales obstáculos a su tránsito en el campo; es decir, disponer, a través de mecanismos propiamente empresariales, medidas que conduzcan al despojo de las comunidades campesinas, indígenas y tradicionales que reclaman su permanencia o la recuperación de sus tierras. Tales mecanismos se experimentan de diferentes maneras, que pueden ir desde la compulsión silenciosa de las relaciones económicas hasta la coerción extraeconómica.

Quedaría un hilo aparentemente desatado en cuanto a la compatibilidad internacional de las partes constitutivas de la regulación neoextractivista, a saber, el desajuste entre la reputación depredadora del negocio agromineral y la imagen ambientalista que pretenden importantes sectores de los países importadores de productos básicos Este desajuste podría llegar a reflejarse dentro de los propios grupos dominantes, supuestamente divididos entre quienes pretenden ambientalizar su reputación y quienes no se preocupan por la presión internacional al respecto. La información disponible sugiere, sin embargo, que tanto la presión internacional como la diferenciación estratégica interna del complejo agromineral no han dado señales de materializarse en el campo concreto de los contratos y la acción política.

Sabemos que los regímenes regulatorios, con sus normas y mecanismos de coordinación, están siempre atravesados ​​por una tensión histórica incluso al interior de los grupos dominantes. Esta tensión resulta de la relación entre el campo de experiencia de estos actores, el horizonte de sus expectativas y el marco normativo vigente.[Viii] En periodos de estabilidad, los grupos dominantes mantienen sus horizontes de expectativa más o menos contenidos dentro de los marcos regulatorios establecidos; la estabilidad de un régimen regulatorio es, por regla general, vista como favorable al ejercicio de la capacidad de anticipación de los actores dominantes.

En determinadas circunstancias, no obstante, estos grupos pueden contemplar la posibilidad de realizar, en su beneficio, un cambio en el marco regulatorio. En el caso brasileño, a partir del golpe parlamentario de 2016, se instauró tensión en el propio sistema de normas, con amenazas permanentes de implosión de la idea misma de régimen pactada en el seno de los grupos dominantes, con la perspectiva de que sería sustituido por el ejercicio directo de la violencia policial-militar y paramilitar.

En este caso, la dimensión disciplinaria de las normas se impondría a la función de coordinación de la regulación, dando sentido a la hipótesis de que el desmantelamiento de las normas ambientales y territoriales pudo haber servido como globo de prueba para una desregulación más radical que vino a dar en el blanco las propias reglas democráticas formas del sistema político.

*Henri Acselrad es profesor titular jubilado del Instituto de Investigación y Planificación Urbana y Regional de la Universidad Federal de Río de Janeiro (IPPUR/UFRJ).

*Juliana Neves Barros Es pprofesor del Centro de Cultura, Idiomas y Tecnologías de la UFRB.

Notas


[i] Thief barons es el nombre que reciben los empresarios que se hicieron millonarios utilizando métodos ilícitos, deshonestos, violentos y desleales en los mercados financieros, siderúrgicos, ferroviarios y petroleros de Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XIX. Son, a su vez, considerados benefactores y humanitarios desde la perspectiva de ciertos ideólogos del ultraliberalismo. Howard Zinn, “Robbers Barons” hace XNUMX años…Le Monde diplomatique, febrero de 2023.

[ii] Con la noción de “ornitorrinco”, el sociólogo Francisco do Oliveira pretendía designar la aparentemente extraña combinación de sectores altamente desarrollados y financiarizados con las dimensiones de una sociedad desigual y con extrema pobreza, F., de Oliveira, Crítica de la Razón Dualista – El Ornitorrinco, Boitempo, SP, 2003.

[iii] Llamamos neoextractivismo al modelo de acumulación que se basa en la inserción internacional subordinada de las economías nacionales a través de la especialización productiva en bienes intensivos en recursos naturales, el sometimiento ecológico de las sociedades periféricas al capitalismo global y la apropiación de rentas extraordinarias por parte de grandes extractivistas. y sociedades financieras.

[iv] Michel Aglietta, Regulación y crisis del capitalismo – l´expérience des États-Unis, Calmann-Levy, Aris, 1976.

[V] “Será la norma el elemento que circulará de lo disciplinario a lo reglamentario, que se aplicará al cuerpo y a la población, permitiendo controlar al mismo tiempo el orden disciplinario del cuerpo y los hechos aleatorios de una multiplicidad de sujetos.", M Foucault, Del poder de soberanía al poder sobre la vida, en Genealogía del racismo, Madrid, 1992, pág. 262.

[VI] Juliana Neves Barros "OEstado de intimidación en Brasil y el papel de las corporaciones extractivas”, Salvador, mimeo. 2022.

[Vii] C. Laval y P. Dardot, La nueva razón del mundo, Gedisa, Barcelona, ​​2010, págs. 67-75.

[Viii] catalina paraíso, Régimen de producción y regulación de conocimientos, Seminario SIAP, Université Paris-Est Marne-la-Vallee, Departamento de Sociologíade 2005

 

El sitio web de A Terra é Redonda existe gracias a nuestros lectores y simpatizantes.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
Haga clic aquí para ver cómo 

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

El complejo Arcadia de la literatura brasileña
Por LUIS EUSTÁQUIO SOARES: Introducción del autor al libro recientemente publicado
Umberto Eco – la biblioteca del mundo
Por CARLOS EDUARDO ARAÚJO: Consideraciones sobre la película dirigida por Davide Ferrario.
El consenso neoliberal
Por GILBERTO MARINGONI: Hay mínimas posibilidades de que el gobierno de Lula asuma banderas claramente de izquierda en lo que resta de su mandato, después de casi 30 meses de opciones económicas neoliberales.
Gilmar Mendes y la “pejotização”
Por JORGE LUIZ SOUTO MAIOR: ¿El STF determinará efectivamente el fin del Derecho del Trabajo y, consecuentemente, de la Justicia Laboral?
Forró en la construcción de Brasil
Por FERNANDA CANAVÊZ: A pesar de todos los prejuicios, el forró fue reconocido como una manifestación cultural nacional de Brasil, en una ley sancionada por el presidente Lula en 2010.
El editorial de Estadão
Por CARLOS EDUARDO MARTINS: La principal razón del atolladero ideológico en que vivimos no es la presencia de una derecha brasileña reactiva al cambio ni el ascenso del fascismo, sino la decisión de la socialdemocracia petista de acomodarse a las estructuras de poder.
Incel – cuerpo y capitalismo virtual
Por FÁTIMA VICENTE y TALES AB´SÁBER: Conferencia de Fátima Vicente comentada por Tales Ab´Sáber
Brasil: ¿el último bastión del viejo orden?
Por CICERO ARAUJO: El neoliberalismo se está volviendo obsoleto, pero aún parasita (y paraliza) el campo democrático
La capacidad de gobernar y la economía solidaria
Por RENATO DAGNINO: Que el poder adquisitivo del Estado se destine a ampliar las redes de solidaridad
¿Cambio de régimen en Occidente?
Por PERRY ANDERSON: ¿Dónde se sitúa el neoliberalismo en medio de la agitación actual? En situaciones de emergencia, se vio obligado a tomar medidas –intervencionistas, estatistas y proteccionistas– que son un anatema para su doctrina.
Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES