por JULIÁN RODRIGUES*
El repudio instantáneo y masivo al “PL del violador” muestra la fuerza de la resistencia
Cada inmersión es un destello. Guerra relámpago, Tormenta del Desierto, Todo al mismo tiempo ahora. La avalancha de reveses llega a velocidades superiores a la de la luz. Intenta pasar 48 horas sin leer las noticias. Cuando regresen, el mundo habrá empeorado significativamente.
La extrema derecha no se detiene, aquí y en otros lugares. La victoria electoral de Lula fue un suspiro, un soplo de aire fresco, nos dio más tiempo y esperanza, nos dio mayores condiciones para resistir. Pero eso fue todo. El bolsonarismo, el neofascismo y el fundamentalismo religioso continúan con una ofensiva brutal, rápida y jocosa. Controlan la agenda política y legislativa, guían el debate público, imponen configuración de la agenda.
Restringir o eliminar los derechos sexuales y reproductivos, es decir, atacar la vida y la dignidad de las mujeres y las personas LGBTI siempre ha estado en la agenda legislativa. Pero nunca antes este tipo de propuestas habían tenido tanta fuerza en el parlamento y en la sociedad. Desde el golpe de 2016, nos hemos hundido en un profundo agujero del que no hemos salido. Peor aún, seguimos cayendo sin siquiera poder imaginar dónde está, al fin y al cabo, el fondo de este pozo.
Salieron del armario los fascistas, homófobos, machistas, racistas, negacionistas y estúpidos en general. Es más, andan orgullosos de su estupidez. Legitimado.
Ese Zeitgeist, esta desolada espíritu del tiempo en que estamos inmersos es lo que explica el avance de aberraciones legislativas como “el” (y no “un”, por favor, la palabra proyecto es un sustantivo masculino) PL 1904-24 de autoría de un pastor de la asamblea de dios en Río de Janeiro, afiliado al PL (partido liberal), que hoy es diputado. No escribiré el nombre del gusano oportunista.
El movimiento LGBTI conoce la figura desde hace años. El problema es que este tipo de pequeños fascistas, en muy poco tiempo, pasaron de ser una minoría ruidosa y exótica a una mayoría social-parlamentaria. La escoria perdió su modestia. Los asquerosos animales salieron de la alcantarilla y vinieron a infestar nuestro hogar, nuestra cena y nuestro noble paladar. Salieron de sus guetos fundamentalistas y ahora gobiernan el país.
Hasta que llegue la revolución, hasta que tengamos los medios para juzgarlos y castigarlos –ya sea a la manera del genio guía del pueblo o mediante los métodos compasivos del gran timonel– lo que nos queda es mucha lucha política e ideológica y desencadenamientos. la justicia burguesa, basada en la legislación vigente.
¡Viva las mujeres! Viva la lucha feminista. Nuestros cuerpos nos pertenecen.
Aborto: las mujeres deciden, la sociedad lo respeta y el Estado lo garantiza.
* Julián Rodrigues, Periodista y docente, es activista LGBTI y de Derechos Humanos. Coordinador de formación política en la Fundación Perseu Abramo.
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