El fascismo actual

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por RICARDO GEBRIM*

El movimiento bolsonarista ya ganó base, articulación, identidad ideológica y sobrevivirá, incluso sin Bolsonaro, que incluso puede convertirse en una víctima heroica si es destituido.

Si bien las fuerzas populares son extremadamente frágiles, sacar a Bolsonaro de la Presidencia es una tarea central, decisiva, que debilita cualitativamente al fascismo, aunque no implica su derrota definitiva.

En nuestro país se estructuró una corriente neofascista. Debe quedar claro que sobrevivirá, incluso si Bolsonaro es derrocado del gobierno. El movimiento bolsonarista ya ganó base, articulación, identidad ideológica y sobrevivirá, incluso sin Bolsonaro, que incluso puede convertirse en una víctima heroica si es destituido.

La consecuencia de este hallazgo no es menospreciar la lucha por el “Bolsonaro Fuera”, fundamental en este momento. Nos sirve considerar que el neofascismo seguirá, evidentemente debilitado en caso de impeachment, pero actuando en el escenario político y quizás incluso convirtiendo a su líder en una víctima a redimir, dispuesta a reaparecer directamente o a través de sus hijos. como salvador frente a la profunda crisis.

Esta es la pregunta esencial. La profunda crisis que asoma en el horizonte.

Tras tres años de estancamiento y después de dos años de brutal recesión, las perspectivas son sombrías. Ante todo el caos previsible, la corriente neofascista, ya estructurada y presente en el tablero político, tendrá incidencia, convirtiéndose en partido, o actuando partidistamente con su articulación de milicias digitales, en las redes sociales, actuando como fuerte componente en el escenario político. Sus vínculos con sectores militares -si bien no contamos con un mecanismo para evaluar este grado de apoyo-, su penetración en las policías militares estatales (siendo esta última más evidente), así como las relaciones que se construyeron con algunos grupos neopentecostales. tienden a mantenerse, si no integralmente, al menos parcialmente.

Por lo tanto, esto debe ser considerado. Repito. No para debilitar la lucha por el juicio político o cualquier otra forma de destituir a Bolsonaro, sino para considerar lo que nos espera en la lucha política en el próximo período.

Recordemos que, en el contexto actual, la deseada destitución de Bolsonaro de la Presidencia de la República dependerá fundamentalmente de una disputa al interior de las representaciones burguesas, con baja incidencia de fuerzas de izquierda. Un tema que no sólo crea dificultades para una postura consecuente y firme en esta lucha, sino que inevitablemente estará marcado por la conciliación.

Sin una lucha de masas, sin la entrada en escena de las clases trabajadoras que enfrentan la pérdida de derechos más brutal de su historia, las posibilidades de que Bolsonaro sea destituido dependen mucho más de la revelación de nuevos hechos de extrema gravedad, que de una acción articulada. de la oposición en torno a los delitos de responsabilidad ya cometidos.

Al permanecer en el gobierno, el movimiento bolsonarista se aprovecha del inmenso caos, de la tragedia sanitaria sin precedentes que desencadena el crecimiento abrumador de los muertos, el hambre y el desempleo.

Hay una combinación que debe ser considerada en nuestras revisiones. El gobierno de Bolsonaro apuesta al caos, el movimiento neofascista germina en el caos, y su base de apoyo militar necesita de ese caos para justificar sus intenciones intervencionistas.

Paulo Guedes ya anunció que pretende lanzar un programa de “Renta Mínima”, que sería “más integral que Bolsa Família”, con la descarada intención de construir una base electoral, dado su solemne desprecio por la pobreza.

Hay que recordar otro factor. Los impactos económicos tienden a obligar a las diversas fracciones burguesas a buscar en el Estado la recomposición de sus tasas de ganancia. Ninguno de ellos está interesado en compartir estos recursos económicos con la población. Este contexto favorece el apoyo de la burguesía a gobiernos autoritarios y represores, capaces de implementar medidas que profundizan y sostienen la desigualdad extrema. El neofascismo seguirá presentándose como esta alternativa.

Estamos ante una oportunidad importante para exigir el juicio político a Bolsonaro. Su pérdida de base social sobre todo en la clase media, su tensión con el Supremo Tribunal Federal y sectores del parlamento, su aislamiento mundial. Incluso con una capacidad de acción disminuida, las fuerzas populares deben involucrarse de lleno en esta lucha, construyendo, en el momento oportuno, acciones conjuntas con todos los que se suman al “Fora Bolsonaro”.

De permanecer en el gobierno, el conjunto de fuerzas que lo sustenta tendrá elementos para recomponer la unidad de las fracciones burguesas, por ahora sacudidas, pero aún no deshechas, y disputar porciones de los sectores más pobres a través de programas sociales. El neofascismo es ofensivo incluso ante los mayores ataques y aprovecha cada oportunidad para avanzar en torno a su programa máximo: el cambio de régimen político con el cierre de los espacios democráticos.

Las fuerzas populares y de izquierda necesitan avanzar en su unidad programática, recomponer su capacidad de representación de las clases trabajadoras, implantarse con un programa acorde con esta tarea, presupuesto primordial para enfrentar el desafío principal, la única forma de retomar nuestro papel en el escenario político.

*Ricardo Gebrim Es abogado y miembro de la Junta Nacional de Consulta Popular.

 

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