por FLAVIO AGUIAR*
El relato de las sospechas sobre la ascendencia de Adolf Hitler
Tranquilos: de entrada quiero apaciguar los ánimos de griegos y troyanos, por no hablar de otras pertenencias más complicadas: no hay pruebas -ni siquiera pruebas concluyentes- de que Adolf Hitler tuviera ascendencia judía, ni siquiera una sombra. Lo que existe es una fantasmagoría, a partir de una sospecha que se plasmó allá por los años 1950. Pero lo curioso, y lo que hace interesante esta historia de ser contada, es que hay indicios de que quienes empezaron a dar sustancia a las sospechas -dos décadas antes de que se hincharan, eran actitudes del propio Hitler y su entorno.
O Líder estaba particularmente obsesionado con demostrar su ascendencia 100% aria. El motivo de esta obsesión era el hecho de que su padre era lo que se llamaba un “hijo natural”, o peor aún, “ilegítimo”. Bautizado con el nombre de Alois, tenía este prejuicio registrado en su partida de bautismo, porque su madre, Maria Schicklgruber, abuela paterna de Hitler, no declaró el nombre del padre de su hijo en el momento del bautizo.
Cinco años después del nacimiento de su hijo, Maria Schicklgruber se casó con Johann Georg Hiedler, quien acabó adoptando a Alois. Años más tarde, se cambió su propio certificado de nacimiento, agregando el nombre de Johann como padre biológico, incluida la firma de tres testigos que corroboran esta "paternidad". posteriormenteen el nuevo documento, expedido en 1876 por el mismo cura que había registrado el anterior con el nombre del padre en blanco.
Sucede que en la Alemania nazi el tema de acreditar documentalmente el 100% de ascendencia aria era crucial, más aún cuando se trata de la Líder. Los oponentes de Hitler comenzaron a levantar la sospecha de que tenía "ascendencia judía" comprometedora. Aunque oficialmente Johann Hiedler fue reconocido como su abuelo paterno, Hitler ordenó a las SS que investigaran sus antecedentes. El resultado fue negativo respecto al descubrimiento de tal ascendencia, y para corroborar el “no descubrimiento”, Hitler publicó un libro – Muere Ahnentafel des Führers – título que se puede traducir como “El árbol genealógico del Líder”, o “El linaje del Líder” (traducciones más malvadas dicen “El pedigrí del Líder”). Es evidente que tal publicación contribuyó a echar más humo sobre el supuesto brasero.
Este brasero sólo se convirtió en hoguera en 1953. En este año el libro Im Angesicht des Galgens –título que puede traducirse como “Face to face with the cadals”, o “con la horca”– que consistía en las memorias del prisionero de guerra Hans Michael Frank, ejecutado en 1946. Hans Frank había sido un ministro sin cartera y el principal asesor legal de Hitler. En 1939 fue nombrado gobernador general de la Polonia ocupada, convirtiéndose en el máximo responsable de la administración de los campos de concentración y exterminio de ese país.
Hans Michael Frank fue capturado por las tropas estadounidenses el 4 de mayo de 1945 en Baviera. Mientras esperaba su juicio en el Tribunal de Nuremberg, escribió sus memorias. Entre otras cosas dijo que en 1930 Hitler, presionado por el chantaje de su sobrino William Patrick Hitler, le encargó investigar su linaje. Frank luego dice que había planteado la hipótesis de que la abuela de Hitler, Maria Schicklgruber, había trabajado como empleada doméstica en la casa de un judío llamado Leopold Frankenberger en la región de Graz, Austria.
Luego “descubrió” la versión de que el padre de Alois era este Leopold o uno de sus hijos, lo que corroboraría el chantaje de William Patrick. También cuenta en su libro que durante las investigaciones que había realizado se convenció de que Falkenberger o su hijo no eran los antepasados de Hitler, creyendo la versión de que los Líder le había dicho, según la cual su abuela habría presionado al supuesto empleador para obtener un estipendio económico, pero que eso no eliminaba la posibilidad de que tuviera tal ascendencia.
Parece que este William Patrick de hecho escribió cartas amenazadoras a Hitler, deseando obtener una ventaja financiera explotando el creciente poder de su tío. Nacido en Inglaterra, se fue a Alemania con el ascenso de Hitler, pero terminó saliendo de este país, rumbo a los Estados Unidos, donde se convirtió en oficial de enfermería en la Armada y luchó contra los nazis en la guerra.
Las memorias de Hans Frank causaron sensación, a pesar de que varios historiadores han señalado inconsistencias en ellas, y también a pesar de que nunca se ha encontrado ninguna otra evidencia de la existencia de ese Falkenberg además de la referencia del autor en su libro.
Para completar esta historia un tanto escandalosa, el hijo de Hans Frank también publicó sus memorias, donde dice que su padre era un mitómano obstinado. Sobre el caso se acumularon varias hipótesis, entre ellas la de que Frank había buscado vengarse del hombre que le había llevado a la desgracia en la que se encontraba, o que, debido a su persistente antisemitismo, quería demostrar que, al fin y al cabo , la tragedia del mundo, de Europa y de su país fue provocada por alguien que podría ser... ¡un judío!
Como ya había sido ejecutado, era imposible volver a interrogarlo. A su vez, las sospechas que mencionabas, por inconsistentes que fueran, siguieron su camino tortuoso hasta aterrizar, ruidosamente, en las discusiones suscitadas por la guerra de Ucrania, provocando más incidentes diplomáticos en este ya conflictivo escenario. Pero esto es tema para otro artículo.
* Flavio Aguiar, periodista y escritor, es profesor jubilado de literatura brasileña en la USP. Autor, entre otros libros, de Crónicas del mundo al revés (Boitempo).