por LUIS FELIPE MIGUEL*
Necesitamos democracia, protección de los derechos, inclusión y educación política. No de las “buenas” truculencias, de las “buenas” todo vale
Sí, fue horrible que el abogado de Bolsonaro confundiera a Maquiavelo con Saint-Exupéry. Qué vergüenza. Cuando el tipo estuvo frente al máximo tribunal del país, en un juicio de enorme notoriedad. ¿Sabía que lo iban a ver por todo Brasil y ni siquiera se preparó?
Pero seamos honestos: esta falta de cultura no es su privilegio. Lo veo en los estudiantes que se gradúan de las mejores universidades, en los compañeros docentes. Personas que no saben si Van Gogh era músico o actor.
Alexandre de Moraes también cometió su error, cuando quiso atacar al abogado. Citó a Saint-Exupéry como "Antoniê".
Nadie está obligado a saber francés. ¿Pero hubiera valido la pena enviar a un asesor a consultar forvo.com antes de hablar? (Forvo es un sitio web que presenta la pronunciación de millones de palabras en varios idiomas).
Ahora bien, ¿cómo nos vamos a burlar de Sergio Moro hablando de Edith “Piá”?
Peor es el estilo de Alexandre de Moraes. El ministro se pone el traje de “Xandão” y sale sellándolo. Discursos cuidadosamente pensados para viralizarse como memes.
“Patético y mediocre”, repetido dos veces, no es propio de un juez en un tribunal. Estaba fuera de tono. Alexandre de Moraes podría haber despedido al abogado con sutileza y delicadeza, como cabría esperar de un miembro de un tribunal de tan alto rango, investido con la tarea de juzgar. Pero la sutileza y finura no se vuelven virales.
Criticamos con razón a Sérgio Moro por no comportarse como juez, sino como una de las partes en el proceso. ¿Ahora vamos a aplaudir a “Xandão” por el mismo motivo? ¿Los fines realmente justifican los medios?
Maquiavelo, creo que ahora todo el mundo lo sabe, nunca escribió esto. (Aunque la frase fue insertada en una pésima traducción del Discorsi, publicado hace algún tiempo por la Editora UnB.). En cambio, enunció el drama central de la actividad política: que el bien a menudo es débil frente al mal. Y que, por tanto, puede ser necesario hacer el mal para que triunfe el bien.
Pero era muy consciente de las dificultades actuales, de la contaminación entre medios y fines: “Rara vez sucederá que un ciudadano virtuoso quiera tomar el poder por medios ilegítimos, incluso con las mejores intenciones; o que el hombre malo, habiendo alcanzado el poder, quiere hacer el bien, aprovechando el poder que obtuvo mediante el mal.
Es necesario castigar a los golpistas del 8 de enero, nadie lo duda. Pero, al aplaudir de manera tan desenfrenada a “Xandão”, una parte de la izquierda parece caer en un maquiavelismo primario, contrariamente a las lecciones del florentino. Aunque llamarlo maquiavelismo es generosidad, realmente es encasillamiento deslumbrado.
¿Vamos a olvidar la trayectoria de Alexandre de Moraes, cómo llegó hasta donde está, las numerosas manifestaciones de desamor a la democracia a lo largo de los años? Dejemos de preguntarnos ¿por qué hay tanta valentía contra los bagrinhos, pero el discurso siempre escasea frente a los responsables? Y, sobre todo: ¿vamos a olvidar que hay muchas serpientes, que se pueden incubar muchos huevos?
Necesitamos democracia, protección de los derechos, inclusión y educación política. No de “buenas” truculencias, de “buenos” todo vale, de héroes justicieros.
*Luis Felipe Miguel Es profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la UnB. Autor, entre otros libros, de Democracia en la periferia capitalista: impasses en Brasil (auténtico).
Publicado originalmente en las redes sociales del autor.
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