Ley económica antropofágica

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por ALEJANDRO OCTAVIANI*

Consideraciones sobre las enseñanzas de Oswald de Andrade sobre el tema jurídico

 

O homo odenomicus

Numerosas reformas de la disciplina jurídica de la economía entre nosotros tienen con orgullo su origen en recomendaciones de organismos internacionales, que, en sus informes y textos, sugieren “mejores prácticas” o sabiduría convencional.

Las enmiendas constitucionales que remodelaron el capítulo del Orden Económico Constitucional durante la década de 1990 afirmaron estar basadas en recomendaciones del Banco Mundial; la Ley 14.286/21, que reforma la disciplina jurídica del tipo de cambio, pretende estar cerca de las recomendaciones del FMI; La Ley 13.874/2019, que pretende ser el código de la libertad económica, postula en sus preámbulos la búsqueda de una “sociedad abierta”, que, en última instancia, sería la implementación, en suelo nacional, de la circulación ricardiana que la World Trade Organización Comercio tiene como objetivo y orgullosamente divulga en sus materiales de divulgación.

Incluso hubo un importante diputado que, olvidando que el legislador infraconstitucional implementa la Constitución, afirmó el predominio mental y moral de los organismos multilaterales, lo que requeriría incluso la aprobación, por el Parlamento brasileño, del curioso “día de la OCDE”.

Esta búsqueda de inspiración, de un horizonte cognoscitivo y utópico, en los órganos de la ortodoxia multilateral genera un actor peculiar en el funcionamiento del derecho: el homo odenomicus, para quien leyendo el “y las mejores prácticas” precede a la de la Constitución y para quienes el derecho económico, en lugar de ser la técnica jurídica de la política económica para la superación del subdesarrollo, se convierte en el soporte para profundizar la trayectoria de mimetismo cultural que Brasil viene realizando desde hace décadas, con resultados de prácticas mezquinas, que , a estas alturas, nos legó cuatro décadas de estancamiento económico, bajo el yugo de la ortodoxia económica –aunque, de vez en cuando, venga con tonos de rosa y programas de renta mínima.

O homo odenomicus mira hacia afuera con la esperanza de encontrar la salida que solo puede venir desde adentro. Son los “perezosos en el mapamundi de Brasil”. Sobre ellos, y más allá de ellos, Oswald de Andrade escribió: “Contra las élites vegetales. En comunicación con el suelo”.

 

Los trucos de Galli Mathias

Esta forma colonizada de ver el derecho genera un lenguaje propio, (i) que busca, por ejemplo, hacer central, en la disciplina jurídica de las empresas estatales, la compliance de la Ley 13.303/16, absteniéndose de modular objetivamente criterios para controlar la conformidad de la acción empresarial del Estado con los objetivos de la República, previstos en el art. 3er. de la Constitución Federal; o (ii) que pasan horas discutiendo, al amparo de la Ley 12.529/11, si el remedio estructural es arreglarlo primero o si el comprador puede ser considerado un Comprador por adelantado, mientras los encadenamientos tecnológicos generados en Embraer o Petrobras se desvanecen, bajo estricto control extranjero, en contravención directa del art. 219 y su determinación de que el mercado interno permitiría la autonomía tecnológica del país.

Esta forma subalterna de conocer y operar el derecho económico, propia de los “importadores de conciencia enlatada”, nos ha llevado a vivir “el derecho sonámbulo”, terreno fértil para las galimatías, las autorreferencias y las circularidades del homo odenomicus.

Pero es bueno que el homo odenomicus recuerda a su antepasado no tan lejano, el jurista liberal, admirador de los sistemas exactos, del cosmopolitismo, del libre comercio y de la posición subalterna de Brasil en la división social del trabajo tecnológico mundial, cuando conoció al caníbal legal: "Le pregunté a un hombre cuál era el la ley era. Respondió que era la garantía del ejercicio de la posibilidad. Este hombre se llamaba Galli Mathias. Me lo comí."

 

De 1822 y 1922 a 2022: las independencias inconclusas

La independencia política organizada por José Bonifácio y D. Pedro I en 1822 es un proyecto inacabado, así como la independencia cultural preconizada por los modernistas de 1922: “Nuestra independencia aún no ha sido proclamada”, quizás porque “nunca admitimos el nacimiento de lógica entre nosotros".

La lógica del capitalismo contemporáneo está lejos de ser la de la OCDE: es la de los planes quinquenales chinos que buscan, para las 150.000 empresas estatales chinas, la preeminencia en las principales cadenas tecnológicas mundiales, y la de DARPA financiando la nanotecnología que mantendrá a los EE.UU. por delante.

Más cerca de la lógica de la economía real que de los delirios de homo odenomicus son, entre otros, el Decreto-Ley N° 4.352/1942, que crea Vale do Rio Doce para estructurar una industria minera vertical, la Ley N° 2.004/1953, que crea Petrobras para garantizar la soberanía energética, y la Ley N° 2.874/1953, que, al instrumentalizar el traslado de la capital a Brasilia, llevó a uno de los queridos sucesores de Oswald de Andrade, Lucio Costa, a afirmar que, a partir de ese momento, Brasil no sólo exportaría materias primas, sino también alta cultura.

Esta disciplina jurídica, a diferencia del derecho de los homo odenomicus, es la ley económica antropófaga, que reinstala “una conciencia participante, un ritmo religioso”.

Una disciplina jurídica con tanta petulancia autoriza el sueño caníbal: “Queremos la Revolución del Caribe. Más grande que la revolución francesa. La unificación de todas las revueltas efectivas en la dirección del hombre. Sin nosotros, Europa no tendría ni siquiera su exigua declaración de derechos humanos”.

* Alejandro Octaviani Profesor de Derecho Económico de la Facultad de Derecho de la USP y ex miembro del Tribunal del CADE. Autor, entre otros libros, de Estudios, dictámenes y votaciones sobre derecho económico (Ed. singular).

 

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